"Sorpresas de Navidad"
Por: Pervertida Yaoista
Resumen: Porque no solo regalos se comparten en esta bella festividad.
Historia que participa en la tercera convocatoria de drabbles de "Gundam Wing Yaoi en Español" (página de facebook)
Vieron a Duo bajar las escaleras vestido de Santa Claus, logrando sacar carcajadas del siempre agradable Quatre cuando se percató de la falsa barriga que acompañaba el disfraz. Barton también sonrió, aunque su carácter le hizo mantener la compostura mientras llevaba las ensaladas a la mesa.
Aquella noche, Hilde y Noin habían planificado la cena de navidad y, ante la insistencia, los ex pilotos Gundam no pudieron desistir y por ello es que la mayoría ayudaba en la cocina.
Una vez en el rellano, Duo dijo algo de sentirse acalorado dentro del abultado traje, pero Hilde, que bajaba tras él, le dio palmaditas en la espalda como si le consolara. Sin embargo, era muy notoria su diversión.
Sally Po y Heero se le unieron a los costados de la mesa, disponiendo los platos, los cubiertos y las bebidas a servir. Pudo notar que Heero observaba de reojo a Duo y que le entretenía la situación también, aunque su rostro sereno no expresó el sentimiento, tal y como esperó.
A los pocos minutos, Wufei se acercó cargando las copas de vino, las dispuso en los respectivos lugares que ocuparían y echó un vistazo al trenzado, el que en ese minuto lanzaba un gracioso "Jo-jo-jo" a toda voz, causando mayores risas entre las mujeres y Quatre.
Trowa vio a Chang rodar los ojos, como si estuviese fastidiado de las payasadas, y devolverse a la cocina. Quiso darle alcance, pero antes de siquiera cruzar el umbral, Duo gritó:
—¡MUÉRDAGO!
Todos giraron a ver cuando el dedo acusador del americano los dirigió a la entrada de la cocina, donde Wufei y Trowa estaban parados, sin entender exactamente lo que quiso decir.
—Es la tradición, chicos, ¡deben besarse! —aclaró amablemente Sally, alzando una ceja sugerente en su dirección.
—¿Qué? —exclamó Wufei, algo escandalizado— No. No lo haré —dictaminó, cruzándose de brazos.
El circense, atento a todo, notó su tensión, percibió la rotunda negativa en su posición, en el rehuir de su mirada y, entonces, sintió que algo se le encogía dentro del pecho.
—No se podrán mover hasta que lo hagan. ¡Vamos, bésense ya! —rió Duo.
—¡Oblígame! —retó el chino, incómodo ante todas las miradas.
Pero no fue Duo quien le obligó, fue el mismísimo Trowa Barton, el cual le tomó de los brazos para impedir que ingresara a la cocina en el último minuto. Se inclinó sobre él y pegó ambas bocas en un beso tosco, pero que se fue suavizando a medida que la tensión inicial pasaba a segundo plano.
Al separarse segundos después, Trowa estudió su expresión, ligeramente ruborizada, y sonrió apenitas, solo para él.
—No intentes disimular, Wufei, que ellos ya lo saben… —y sin más, volvió a besarle, esta vez tomándole de las mejillas con ambas manos mientras Maxwell y las chicas vitoreaban y aplaudían la osadía sin parar.
