Prólogo

Jadeaba.

La oscuridad que ahogaba la habitación entera, desbordándose por las ventanas, le velaba por completo la vista, más las sensaciones nunca antes habían sido tan vividas.

Él volvió a sumergirse dentro de su cuerpo, y a su vez, entre gemidos, tiró de sus cabellos hacia atrás, obligándolo a arquearse por el cuello. Mas el contacto entre sus labios no fue roto, sino que se encontró a sí mismo buscando su boca con ansias húmedas y respiraciones entrecortadas hasta que el encuentro entre ambas resultó doloroso.

"No tienes idea…" le escuchó murmurar roncamente, y el áspero tono de su voz hubiera sido capaz por sí solo de llevarle al clímax si se lo hubiese propuesto. "…no te imaginas hace cuánto tiempo que deseo…"

Guardó silencio al hundirse en un nuevo beso, conforme los espasmos le recorrían entero, enviando sensaciones electrizantes por su cuerpo desnudo.

"Ah, Allen…"

No puedo más.

Cuando abrió los ojos se encontró a sí mismo de espalda sobre la cama. Las sábanas revueltas entre sus piernas y por encima de su pecho, tan humedecidas por la transpiración como la propia tela de la ropa de sus pijamas.

No hubiera conseguido ubicarse temporal o espacialmente nunca de no haber sido porque el aroma a tinta y los suaves cabellos rojos que hasta segundos atrás se habían estado agitando en torno a él habían desaparecido súbitamente.

Y aunque sabía que no iba a encontrarle a su lado, no pudo evitar estirar una mano en la búsqueda de alguna prueba inexistente de su presencia cálida sobre el colchón.

"Lavi…" susurró, y la intensa sensación de batir de alas dentro de su vientre se incrementó.

Fuera de eso, la firme erección que se levantaba bajo sus calzoncillos y que normalmente le hubiera matado de vergüenza estaba comenzando a volverse dolorosa.

Apoyando su propio peso bajo uno de sus codos, introdujo la mano derecha dentro de su ropa interior, y así, entre gemidos, Allen Walker no fue capaz de percatarse de que aquella era la primera vez que llegaba al orgasmo murmurando el nombre de su mejor amigo y no el de alguna mujer de enorme busto.

O de que le había resultado algo terriblemente placentero.

Nota: Será más o menos largo. PROMETO terminarlo. En el nombre de todos los conejos y todos los brotes de haba que existan en el mundo.