¡Hola de nuevo!
Desde que Maura mencionó las Etapas del Duelo en el capítulo 2, ha estado rondándome por la cabeza este pequeño fanfiction en el que narraré desde el POV de Jane o de Maura, cómo superan unas etapas u otras.
Dejadme saber qué os parece en una review ;)
Epílogo – La noticia
Tecleé con rapidez en mi portátil, manteniendo siempre un ojo en el pequeño reloj que aparecía en la parte inferior de la pantalla, controlando la hora a la que tendría que subir a por Jane o mandarle un mensaje para encontrarnos en el Dirty Robber.
Leía y copiaba, cubriendo las mismas casillas que había marcado anteriormente durante la autopsia, pasando lo que había escrito a bolígrafo en la hoja al ordenador, ya que así lo requería la ley. Trabajaba con rapidez, pasando a un nuevo informe cada veinte minutos aproximadamente, lo tenía controlado para saber cuánto trabajo me tocaría llevarme a casa o si podría hacerlo al día siguiente por la mañana.
Subí la música, dejando que las suaves notas del violín llenaran el despacho y me transportaran a la Edad Media, a los grandes bailes realizados en enormes salones donde las mujeres llevaban sus más bellos vestidos y los hombres sus mejores trajes y danzaban al ritmo de la música, girando y girando sin ningún rumbo fijo, solo dejándose llevar por las notas que tocaba la enorme orquesta colocada en un lugar de la habitación en la que no molestara a los bailarines pero que dejara llegar su música a todos los rincones. Permitiéndome unos minutos de descanso después de horas trabajando sin parar, cerré los ojos y me imaginé que yo era una de esas bellas damas, mi rubio pelo recogido con millones de horquillas en un moño elegante, una máscara cubriendo mi rostro, los labios delicadamente pintados de rojo. Giraba con mi acompañante, el vestido susurrando al rozar el suelo con cada vuelta que dábamos, mi mano enganchada con la del hombre y una de las suyas en mi cintura, suavemente apoyada para guiarme a lo largo de todo el salón. Lo recorremos bailando una y otra vez, jugando a una especie de ajedrez con los demás bailarines.
Ahora la orquesta al completo toca: violas, violines y violonchelos; arpas y pianos; oboes, clarinetes y saxofones…
Y un móvil.
Abrí los ojos de golpe, saliendo bruscamente de mi fantasía. Con molestia, busqué mi iPhone, sepultado bajo la pila de papeles que estaba pasando y le hice callar.
- Isles.
- Dr. Isles, ha habido un accidente de coche y se requiere su presencia.
Fruncí el ceño, extrañada. Sin preguntar el porqué, pedí que me dieran la dirección y me dirigí hacia allí. Me bajé de mi Toyota en una zona cortada por la policía. Había un coche de bomberos y ambulancias, las luces rojas y azules iluminando a turnos la noche. Me acerqué con rapidez a la zona del conflicto pero un uniformado me cortó el paso.
- Señora, esto es una zona restringida, no puede pasar.
- Soy la Doctora Isles – repliqué alzando la barbilla con algo de orgullo mientras le enseñaba mi identificación.
El uniformado se disculpó y levantó la cinta para dejarme pasar. El calor me golpeó con fuerza, dejándome unos segundos sin respiración. Un coche volcado y totalmente destrozado yacía a varios metros de distancia, rodeado por bomberos que se aseguraban de que el fuego estaba finalmente extinto. Viéndome allí parada y ligeramente perdida, uno de ellos me señaló una figura tumbada en el suelo con una manta cubriendo su cuerpo.
- Nos dijeron que usted podría identificarle – explicó el bombero mientras posaba fugazmente una mano en mi hombro. Le miré, confusa, el aire atascado en mis pulmones a medida que su frase iba siendo procesada por mi cerebro.
Identificarle. ¿Yo?
Oh, dios, es alguien a quién conozco, pensé mientras el miedo helaba la sangre de mis venas y me paralizaba. ¡Jane! Traté de pensar racionalmente, descartando personas de mi corta lista de conocidos. No, ella está en la comisaria junto con Angela, Frankie y Korsak, me tranquilicé a mí misma. ¿Mis padres? La idea enseguida fue desechada por mi cerebro, no vendrían a Boston a no ser que algo importante ocurriera. Entonces un nombre vino a mi cabeza y mis pulmones se negaron a trabajar por unos segundos.
Hasta que no recuperé la compostura, no me acerqué al cuerpo inmóvil que yacía en el suelo. Cogí aire profundamente, aspirando el olor a plástico quemado y muerte, quemándome los ojos por el humo; y me atreví a levantar una esquina de la manta. Ver el joven rostro de Frost sin vida alguna, magullado por los golpes, fue como recibir un puñetazo en el estómago. Me controlé, apañándomelas para meter todos los sentimientos en una caja y cerrarla con llave.
Con manos ligeramente temblorosas saqué el móvil del bolsillo y llamé al primer número que me salió.
-R&I-
Todavía riéndome, sacudiendo la cabeza con incredulidad, me senté en mi silla, pensando si mi familia había estado tan loca siempre o había sido algo que se había ido desarrollando con los años. Frankie y mi madre siguieron discutiendo, ella arreglándole la corbata y colocándole bien la americana mientras él protestaba, y yo les observaba riéndome.
Podían estar locos, pero no los cambiaría por nada del mundo.
El teléfono de Korsak comenzó a sonar con un ruido que parecía más alto de lo normal. Él contestó, divertido, todavía con la sonrisa en los labios. Pero cuando no dijo nada más, aparté la mirada de donde la había fijado y mi felicidad se esfumó con una rapidez asombrosa.
Vince había palidecido, sentándose en la silla como si temiera desmayarse en cualquier momento. Su rostro estaba consternado, no entendiendo lo que le decían a través del teléfono. La preocupación afloró en mi pecho como una mano invisible que me comprimía los pulmones. Su pálida mirada se fijó en mí y no se movió de ahí.
- ¿Qué? – le pregunté, asustada. ¿De verdad quería saberlo?
Sus ojos azules estaban perdidos, confusos, y tardó un poco en separarse el móvil del oído y apoyarlo contra el pecho.
- Es Maura. – Aquello alivió parte de mi angustia, pero pronto me pregunté por qué la forense le había llamado a él y no a mí. Me mordí el interior de la mejilla y fui consciente de que Frankie y mi madre estaban bien atentos a la conversación, sus risas apagadas de golpe. Korsak cogió aire y continuó, parpadeando para disimular sus ojos llorosos. – Frost estaba conduciendo de vuelta de casa de su madre y ha habido un accidente.
Mi madre soltó una exclamación de tristeza pero yo no reaccioné. Me quedé mirando fijamente a Vince, como si no hubiera dicho nada, mientras mi cerebro procesaba las palabras con una lentitud exasperante. Un accidente. Frost. Maura. El aire se escapó de mis pulmones bruscamente como si alguien me hubiera dado un golpe y luché por respirar, por mantener la compostura. Me levanté bruscamente de la silla, dispuesta a salir corriendo y los demás reaccionaron, murmurando quedos "voy contigo" que pasaron desapercibidos para mí. Busqué frenéticamente las llaves de mi coche por todos lados pero no las encontraba y estaba empezando a perder el control, las manos me temblaban violentamente y sentía la garganta oprimida por un nudo que cada vez se apretaba más. Parpadeé varias veces para aliviar el picor de mis lagrimales y noté una mano posarse en mi hombro, tratando de tranquilizarme. Me giré y vi a Korsak mirándome con tristeza.
- Conduzco yo – dijo.
Pronto estábamos frenando frente a un tumulto de bomberos, ambulancias, cotillas y policías. Como Vince había encendido la sirena para evitar el tráfico, ninguno de los uniformados parados alrededor de la cinta, vigilando que no se colara nadie, hizo gesto alguno para pedirles nuestras identificaciones.
Salí corriendo del coche sin preocuparme por si los demás me seguían o si se habían quedado atrás. Solo necesitaba echar un vistazo, comprobar que Frost estaba sentado en la parte trasera de alguna ambulancia, probablemente discutiendo con el paramédico porque este insistía en llevarle al hospital a hacerle pruebas y el detective se negaba. Las luces rojas y azules de los coches patrulla estacionados alrededor de lo que parecía el centro del conflicto me cegaron momentáneamente. Rodeé uno de ellos y el policía que estaba hablando por la radio con la central me miró con compasión. Pero le ignoré, algo más importante había captado mi atención.
Maura estaba acuclillada sobre un cuerpo que yacía tirando en el asfalto, tapado con una manta, claramente inmóvil. Ambos estaban al lado de un coche volcado, los fragmentos del parabrisas, dispersos por el suelo, crujiendo a medida que me acercaba hacia ellos. La forense tapó la cara de la víctima antes de que me diera tiempo a verla y se quedó unos segundos con la cabeza gacha y la mirada perdida. Sentí que no podía respirar, abrí y cerré la boca varias veces para llamarla, para llamar a Frost, pero ningún sonido salió de ella. Me llevé una mano al pecho, luchando por no llorar pero teniendo la vista borrosa por las lágrimas.
Entonces Maura se levantó y me vio. Su rostro mostraba tristeza, pero se acentuó cuando sus ojos verdes se clavaron en los míos. Negó ligeramente con la cabeza, intuyendo que aún me quedaba un atisbo de esperanza de ver a Frost salir de detrás de alguna ambulancia y sonreírme como si nada hubiera pasado, como si su coche totalmente destrozado no estuviera a tan solo unos pasos de distancia de su cuerpo sin vida. La forense caminó hacia mí, sus tacones haciendo crujir los cristales, sus ojos ligeramente empañados por las lágrimas.
- No hay nada que puedas hacer – susurró cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que la pudiera oír con tanto ruido.
Entonces sentí como si hubiera construido una presa dentro de mí que estuviera conteniendo toda la tristeza pero el muro de cemento se acabara de romper. Así que me rompí. Maura me rodeó con sus brazos como si así fuera a evitarlo y fue ella la que me sujetó mientras rompía a llorar, incapaz de apartar la mirada del cuerpo inmóvil de mi ex compañero.
- Se ha ido – me dijo la rubia al oído, apretándome más entre sus brazos.
Correspondí a su abrazo, apoyando la cabeza en su hombro mientras los sollozos me recorrían. Entonces, todo mi cuerpo temblando, me separé ligeramente de Maura y busqué a tientas a Korsak. Este me tendió su mano y entrelacé mis dedos con los suyos, con fuerza, usándolos a ambos de flotador para no hundirme.
