Bleach como sus personajes son propiedad de Tite Kubo-san.
HitsuKarin, Yukio/Yuzu, Isshin/Masaki, Ryuuken/Katagiri.
Con respecto a las otras parejas... ¡Pues serán todos amigos! xD
Este fanfic se desarrolla en la "Saga de la Guerra Sangrienta"
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Debes ir a tus raíces, conocerlas.
Aún si eso significa que no puedas volver.
~ Nimaiya Oetsu ~
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Capítulo Uno. Por un trágico pasado
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Ichigo no sabía cómo pero había fallado. La muerte del comandante Yamamoto no le había afectado hasta este momento, cuando no había esperanza para salvar nada. Ni la Soul Society, ni Hueco Mundo; ni Karakura, Naruki y mucho menos el mundo humano. La mirada de Yhwach helaba la sangre, y con su sonrisa condescendiente le demostraba lo dolorosamente cierta que era la situación.
A su alrededor los cuerpos muertos de shinigamis rasos. Aquellos que habían peleado, lo poco que pudieron, frente a los soldados quincys; shinigamis que habían venido en su ayuda por que sabían de su falta de zanpakutō y lo improbable que era que volviese a obtenerla.
Las personas que él quería proteger…
El estado de Renji era alarmante. Boqueaba aire y la hoja, de la antes restaurada Zabimaru, estaba hecha trizas a su alrededor. No podía distinguir si Rukia estaba mejor o viva; su cuerpo inmóvil y los rasguños sangrantes estaban en un intento de ser curados por Orihime, que soltaba lágrimas de rodillas en el suelo, con sus Shun Shun Rikka activados sobre ambos amigos.
En un lugar del cielo el capitán Hitsugaya intentaba dar lucha –inútilmente debido a la carencia de su bankai– contra Aizen que de último minuto había dignado a unirse al Vandereich. Se podía ver el odio, la angustia, en Toshiro por permitir que el ex capitán de la quinta división hubiera apuñalado el pecho de Hinamori Momo, que se hubo presentado de repente, exigiendo que no lastimaran a su capitán.
Y no sólo ellos eran los heridos.
Giriko, Tsukishima, Riruka y Shishigawara estaban protegiendo Naruki a duras penas, Ichigo sentía sus reiatsus agotados.
Ginjou, Chad, Jackie y Yukio, en cambio, estaban en las afueras de la clínica haciendo su mayor esfuerzo por proteger a los cuantos humanos heridos como Tatsuki, Mizuiro y Keigo, que se refugiaban ahí, y a sus hermanas.
—¡Oye… no juegues con esto!
El grito de Karin, llevó a Ichigo a tratar de sentir el reishi de su padre. Yuzu estaba desmayada en su habitación, pero la voz de su hermana se oía dentro de la casa, e incluso podía verla llorando, tras mucho tiempo, gritándole al cuerpo inmóvil de su padre, que había frenando un ataque de los aliados Quincy para que no hiriera a su hija.
—Cuida de Yuzu, Karin… —la voz entrecortada y terriblemente silenciosa voz de Isshin le habló a la de ojos ónix, costándole respirar debido a la gran herida que abarcaba todo su pecho y que inclusive mostraba piel abierta—, e Ichigo… cuidará de ustedes.
—¿¡P-P-e-ero qué estás diciendo, idiota!? ¡O-Oye! —Karin sollozó, observando finalmente cómo el color de los ojos de Isshin se desvanecía Ichigo a lo lejos bajó su propia vista al suelo—. ¡PAPÁ!
Ishida bajó sus propios ojos al piso, al escuchar el desgarrador grito proveniente desde la clínica, conteniendo su propio pesar dentro. Ryuuken había hecho lo mismo antes, por él, y Uryuu aún no podía aceptar la idea de que no sólo su padre, también el padre de Kurosaki había muerto.
—¿Lo entiendes ahora, mi hijo nacido de la oscuridad?
Las palabras de Yhwach esta ocasión estaba dirigidas a Ichigo: No había escapatoria.
Oyeron un ruido estruendoso que los hizo saber de la derrota de Hitsugaya, a manos de Aizen. El, antes traidor de la Soul Society, se dirigió calmadamente hacia el shinigamis sustituto. Fue el momento en que Ichigo estrechó sus ojos por la desesperación de su cuerpo. Preguntándose si había confundido por pensar que la espada, de Aizen, estaba llena de soledad, y no de odio. No le veía ningún sentido a que pretendiera destruirlo de este modo, siendo tan orgulloso, pues –como le dijo antes Aizen– Ichigo era su creación.
—Al parecer él sí era un profeta —Yhwach se burló de aquel fallecido arrancar, que aseguró la victoria del Vandereich, pues era cosa que él tenía prevista y que estaba ocurriendo, para su placer y el de todos los miembros Stern Ritter presentes, que se jactaban reluciendo sonrisas.
El momento fue tan culminante; la ciudad destrozada, sus amigos heridos, su familia en peligro latente, que Ichigo se rindió ante el apuñalamiento de la espada de Aizen Sousuke.
Absolutamente todos se detuvieron de sus acciones.
Hitsugaya, seguro de que su juicio no fallaba, concentró sus energías en ir hacia el shinigami sustituto.
Orihime desactivó su escudo, sin notarlo, levantándose con una rapidez desesperada al igual que Rukia, pese a no estar aliviada de sus cortes en el cuerpo, así igualmente Ishida que lucía demasiadas manchas de sangre en su uniforme blanco.
Dentro de la clínica; Karin se levantó lanzándose enseguida afuera, al oír gritos de pesar con el nombre de su hermano.
Yuzu somnolienta, debido al poder de espiritual de los demás, se asomó por la ventana. No veía nada pero, en su pecho, sentía el sufrimiento de quien está perdiendo un ser preciado. Corrió rápidamente afuera, esquivando a los fullbringers, pero siendo perseguida por un sobresaltado Yukio, que no lograba razonar el cómo Ichigo se había dejado vencer.
Todo lo posterior fue más impactante, no sólo para los partidarios de la sociedad de almas o los que buscaban defender mundo humano.
Yhwach estaba indiscutiblemente inmóvil, Aizen daba una sonrisa tal y como cuando descubrió la existencia de Ichigo: Regocijo puro.
El Stern Ritter tuvo el mismo efecto, momentáneamente durable, que serviría para el propósito que buscaba Sousuke.
Un brillo de luz blanca, envolvente, que los cubrió a todos…
Y que los hizo desaparecer de sus vistas.
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Mientras caminaban Isshin miró con una sonrisa, de creciente burla, al joven dueño del hospital principal de Karakura. El Quincy de, cabello blanco, suspiró preguntándose cuál era el motivo de que el ex capitán lo hubiera invitado a su casa.
"Aburrimiento." Se contestó mentalmente, viendo cómo el antiguo shinigami ensanchaba su sonrisa, todavía más si se podía. Por lo menos sabía que no era peor que Urahara -según Ryuuken- Isshin y Kisuke igualaban cuando de exasperar gente se trataba.
Masaki, por su parte, caminaba a la vez que mantenía sus ojos en los movimientos de ambos, por si debía detenerlos en algún momento. Le era difícil curar las heridas provocadas por Seele Schneider. Y, tras un duro entrenamiento por parte de su amigo, temía que luego le fuera interminable la tarea, además de que le preocupaba la salud de su novio.
Y es que dos años de convivencia pasaban rápidos, aún si Ryuuken se negaba a considerar amigo a Isshin.
Aunque si iban a reunirse en la pequeña "clínica Kurosaki", no era para importunar al joven Ishida, sino por una causa de fuerza mayor. Al principio ella se había negado rotundamente a la mención de la idea, pero el ex shinigami no era una persona que cediera tan fácilmente.
Y ahí estaban, cuando llegaran le darían las buenas nuevas a un amigo que era como un hermano para Masaki.
La avergonzaba un poco, lo que le diría, pero a la vez la hacía feliz.
Isshin abrió la boca –sorprendentemente–, por primera vez desde su transcurso a casa, cuando el rostro de Ryuuken se desfiguró formando sorpresa.
Así mismo con Masaki, y por último Isshin sólo se dejaba llevar por la expresión de los tres, pues propiamente no podía sentirlo.
Una potente energía acumulada, seguido de un sonido casi fantasmal.
—¿Qué sucede?
Ante la voz repentinamente seria, Masaki volteó a ver a Isshin. Él miró el ligero sentimiento de tristeza en su cara, por lo que negó. No quería involucrarlo en eso, sin embargo tampoco podía mentirle.
Ryuuken miró delante de él precipitadamente, e Isshin hizo lo mismo, mirando el patio trasero de la clínica.
De la nada un brillo cegador que hasta Isshin sintió, se esparcía por todo ese aire.
Ryuuken activó su Blut Vene, pues las grandes energías que sentía ameritaban hacerlo. Isshin se apresuró a adelantarse unos pasos, sin sus poderes sería inútil, pero aún así estaba dispuesto a proteger a Masaki.
Cuando el brillo finalizó todos quedaron mirando el alrededor, exaltados.
Tirados, en el suelo, había varias personas, cuatro chicos y chicas. A simple vista se distinguían las cortadas, y su presión de reishi parecía dañada de distinta forma en cada uno.
Ryuuken no se acercó, temiendo que fuera una trampa, a diferencia de Isshin que alivió ligeramente su expresión de preocupación.
—Shinigamis, —Ryuuken susurró sin comprender por qué habían dos shinigamis ahí, y al ver que uno de ellos era un Quincy comenzó a suponer que podrían haber estado luchando, sin embargo los demás lucían como simples humanos.
Los ojos de Masaki se estancaron, particularmente, en tres de esas personas. Un chico de cabello naranja, con una gran marca a quemarropa en su pecho. Luego en una de las chicas, de cabello negro y ojos de igual color, que se acercaba a rastras, a otra de cabello castaño que parecía estar desmayada. Su tristeza se notaba a simple vista.
Masaki solía ser muy empática por eso se preguntaba, si era la única razón de querer correr a abrazarlos a ellos tres.
—¿Entonces no me lo estoy imaginando? —la alegre voz de Isshin sacó de todo pensamiento ambos.
¿Acaso él podía verlos? Se preguntó Ryuuken, sin dejar de apuntar su arco a los recién despertados.
El primero en ponerse de pie fue Ishida, callando un gemido de dolor, e que inmediatamente se fijó en las tres personas que les flaqueaban salida. Se encontró con los ojos azules, intimidantes, de Ryuuken que de inmediato frunció más el seño.
—¿Qué es lo que buscan?
Isshin no era tonto, paranoico tampoco. Podía prever que Ryuuken supondría malas intenciones, pues los shinigamis no eran amigos de los Quincy. Él, en cierto punto, pensaba igual ya que –desde hace dos años– su vida valía de proteger a Masaki ante todo. Si alguno de ellos intentaba venir por él, entonces ella podría morir a causa de que su separación rompería las cadenas del alma de ambos.
Tal vez el que, en esos instantes, pudiera ver a los shinigamis era plan de la Soul Society… Eso Isshin no lo entendía bien. En caso de que eso fuera, él solamente observaba de manera particular a un integrante del grupo, uno que se puso en pie apenas lo miró y se agachó a buscar su espada.
—Tú… —Toshiro creyó que eso debía ser una ilusión causada por Aizen.
Al igual que Karin, Ichigo y Uryuu lo creían.
Ninguno podía explicar qué pasaba, o por qué. Hace unos momentos estaban en una batalla, sus huesos rotos, los cortes y la sangre todavía destilando de sus cuerpos lo decía. Incluso toda la ciudad estaba hecha pedazos.
¿Qué significaba esto, entonces?
El patio trasero de la clínica, aquella donde estaban sus amigos agonizantes, cuyo césped se había teñido de rojo sangre, estaba tan cálidamente.
No, en definitiva, ninguno entendía absolutamente nada.
Hitsugaya fue el primero en abrir la boca, totalmente incrédulo del hombre que venía lentamente a él, alzó a Hyōrinmaru dispuesto a enfrentarlo.
—¿Qué diablos eres tú?
Ichigo y Karin prestaron atención de inmediato, pero sólo la última notaba el deje de dolor en la voz del pequeño capitán.
—¿Hmm? —Isshin se señaló a sí mismo, sonriendo— ¿No me dirás que no me recuerdas?
—Tú… ¡No! —Toshiro negó tiesamente. "Esto es obra de Aizen, él no puede ser…"
El grito hizo que Karin se preguntara una cosa. ¿Acaso ellos se conocían? Porque, gracias a Yuzu y las fotografías que guardaba…
"No, él no puede ser… Era una foto vieja." Ellos no podían ser sus padres.
Y en caso de que lo fueran. ¿Cómo se explicaba todo? Ella misma vio, minutos atrás, a su padre morir protegiéndola. El hombre y la mujer, frente a ellos, eran mucho más jóvenes de lo que su mente recordaba. Realmente agradeció que Yuzu estuviera dormida todavía.
Masaki, sintiéndose de lado, tomó iniciativa y se acercó lentamente a Isshin.
Él sonrió anchamente y le dirigió un vistazo a Ryuuken. —¡Ryuu-chan, deja ya de hacerte el héroe y ayúdanos con lo que mejor te va!
Ryuuken se ruborizó al instante, más por enojo que por vergüenza de tal confianza.
—Sólo Masaki me llama así, tú tenme más respeto.
Uryuu vio totalmente sorpendido tal acto. "Mi padre…" Lo había supuesto, pero era tan poco creíble el saber en dónde estaban.
Ignorando al Quincy, Isshin alzó las cejas en un gesto emotivo. Hace mucho que no veía a su tercer al mando.
—¿Recuerdas cuanto te conté de mi pequeño aprendiz, prodigio, Toshiro? —Masaki asintió—. Pues al parecer ahora hizo amigos —se acercó lentamente al pequeño, pasando por la mirada cristalina de Ichigo que todavía observaba a la joven de igual nombre que su madre.
El ex miembro Shiba revolvió el cabello de Toshiro, riendo. —Descuida nosotros los-
Toshiro había arremetido rápidamente, y de no ser por interponerse, Isshin había salido cortado. Karin estaba delante, mirando con determinación al capitán.
—Quítate.
Entre tanto grito y pelea, Rukia se levantó, seguida de Orihime. Ambas observaron al capitán Hitsugaya apuntarle a Karin.
—¡¿Qué intentas hacer?! —el grito de Toshiro fue para Isshin—. ¡Mi capitán murió hace años, aquel día en que vino a esta ciudad! ¡No hay ningún modo de que tú seas Shiba Isshin! ¡ÉL ESTÁ MUERTO!
—¿I-Isshin? —Karin se aproximó al capitán, todavía los gestos serios o preocupados de los tres desconocidos seguían— ¿¡Qué diablos estás diciendo Toshiro!?
Ella no creía que su padre estuviera relacionado con ellos, nunca pudo ver fantasmas y sólo de suerte se atravesó para que a ella no la atacaran.
Uryuu que era el más listo del grupo, descifró la información al instante, y estaba dispuesto a aclarar el asunto; cuando una presencia conocida para todos se posicionó metros frente a ellos.
Ryuuken, Isshin y Masaki posicionaron sus vistas en aquel hombre que tanto los había ayudado antes.
Urahara Kisuke miró a los desconocidos con un aire de desconfianza y preocupación al mismo tiempo.
—Ryuuken-san, Isshin-san —centró sus ojos en las personas inconcientes—, ayúdenme a llevarlos a la tienda.
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PD. No sé si la frase del inicio es correcta, yo la leí así sin embargo. :S ¡Cualquier cosa, me avisan! : D
PDD. Perdón por tanto drama, es que sino no sería dramático. (?) El viaje.
Un abrazo a todos.
