Capitulo 1: Introducción "La melancolía de Nico Di Angelo"
Nota de la autora: Bueno, creo que ya era hora de que yo apareciera y publicara algo. Para quienes no lo saben, soy Cel. Este fanfic es sobre la pareja Annabeth/Nico D. (Lo sé, no es muy usual, y casi ninguna historia de ellos encontré en español) Comencé a escribirlo cuando acababa de leer "La marca de Atenea"- Agradezco desde ahora los comentarios o críticas constructivas que puedan hacer para guiarme un poco e ir viendo si mi estilo tiene alguna forma en la cual podría mejorar. Pienso continuar este fic- subiré algún capitulo cada un par de días- ¡Que tengan una buena lectura!
"Pensamientos"
-Diálogos-
"Desazón y un par de heridas curadas "
"Yo no me encuentro a mí mismo cuando más me busco. Me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero." Michel de Montaigne
Nadie necesitaba ser un gran erudito para darse cuenta de que algo no había resultado lo que Nico esperaba, o que al menos algo estaba molestándolo en demasía. Hasta las hijas mas dispersas y soñadoras de Afrodita hubieran visto la fuerte expresión de frustración del joven cuando este paso caminando rápidamente junto a los campistas que en ese momento almorzaban en sus respectivas mesas.
Nadie presto mucha atención al muchacho, era común verlo encerrado en si mismo, con expresión vacía transportándose por el lugar como el espíritu de un muerto en condena. Generalmente, los jóvenes del lugar no solían acercarse a él, no porque fuera hijo de Hades- aunque tal vez eso contribuía un poco a que su presencia no fuera exactamente bien recibida- sino por su personalidad tenebrosa, y su rostro tan sombrío, que no invitaban a nadie a entablar una conversación. De vez en cuando, algún campista lograba interceptarlo y trataba de iniciar una charla, pero entonces el solo los rechazaba o ignoraba completamente sus palabras hasta que se iban sin entender realmente lo que le pasaba. No es que él fuera miedoso, antisocial o un remilgado, ni siquiera era tímido, pero tenía demasiadas cosas en que pensar y prefería hacerlo en la soledad de su cuarto o en algún recodo oscuro del bosque.
Solo unos meses habían pasado desde que todos – o, al menos la mayoría de ellos- habían regresado "sanos y salvos" de la última gran profecía pronunciada por el nuevo oráculo Rachel Dare. Nico aun no se había acostumbrado a la vida en el campamento mestizo, y aun menos a su solitaria cabaña destinada a los hijos de Hades, (debido a que su hermana Hazel había querido permanecer en el campamento de los romanos, había quedado únicamente ocupada por el).
El joven había supuesto que, al haber demostrado que podía ser útil auxiliando a los semidioses de la profecía en la batalla contra Gaia el señor de las tinieblas lo considerara para encomendarle alguna misión personal. Estaba seguro de que en todo el inframundo habría algo en lo que él podría ayudar… y de ahí mismo regresaba en ese momento, había ido con la esperanza de que al final su padre resolviera acceder a dialogar con él, pero solo obtuvo una acida sensación de inutilidad, hastío y rechazo.
Las visitas a la casa de su progenitor no eran algo que el chico describiría como agradable, mas aun cuando las últimas veces que se había presentado allí el Dios del inframundo se negaba a verlo, y enviaba a algún cadáver con lindas notas de apoyo emocional de colores pastel como "No vuelvas, o enviare a Cerbero a encargarse de ti" simplemente "VETE".
Si algo el joven reconocía, es que su padre no era un experto en demostrar cariño, pero últimamente parecía estar evadiéndolo a propósito. ¡Vamos, no era mucho pedir mandarlo a hacer algo! Tal vez incluso si podía lograr hacer algo útil que si le hubieran encomendado, solo tal vez, Hades lo reconocería un poco… pero, era más fácil enviarle notas vía cadáveres al muchacho que discutirle, o al menos mandarlo a otro lado personalmente. El dios ya había dado su última palabra meses atrás la primera vez que el muchacho había acudido a solicitar alguna tarea, pero había sentenciado que no necesitaba su ayuda y que Nico debía regresar al campamento mestizo, ya que con la ultima profecía ambos habían tenido suficiente acción como para tener el derecho de tomarse un tiempo libre.
Entonces, luego de la "motivadora" visita decidió que simplemente iría al campamento e intentaría no arruinar nada por un tiempo indefinido "Siendo sincero, no puedo prometer que con mi mala fortuna no meteré la pata" y seguir las ordenes de su padre. Con suerte, Percy Jackson, una de las pocas personas que podía llamar amigo en el campamento pudiera ayudarlo. Lo que no había calculado, al tener la mente ocupada pensando en lo tediosos que serian sus días allí donde parecía no ser necesitado por nadie, es que su viaje sombra no debería haberlo dejado caer en el suelo, provocándole unos dolorosos cortes en la pierna.
Apenas podía caminar con las magulladuras recién hechas al rozar su carne contra un par de filosas piedras del suelo al caer, cuando escucho una voz que sonaba bastante familiar a sus espaldas:
-Hey Di Angelo, no te esperábamos por aquí tan rápido- La voz provenía, como el chico había supuesto antes de voltearse, del antiguo pretor del campamento Júpiter: Jason Grace, el cual se hallaba junto a unos cuantos otros campistas se encontraban cerca. Nico se sorprendió de lo similar que Jason se mantenía físicamente, a pesar del tiempo continuaba teniendo la misma aura que inspiraba respeto que hace unos cuantos años atrás, cuando se conocieron. Tras Jason pudo reconocer a un par de hijos de Apolo, y a unos campistas que creía, eran los hermanos Stoll, los traviesos hijos de Hermes.
Ciertamente al hijo de Zeus le sorprendía ver al otro joven de regreso, Nico iba y venía del campamento mestizo como le daba la gana, ya que ni Quirón ni el Señor D se habían opuesto a sus continuos viajes por las sombras. Incluso tardaba un par de días en volver una vez que partía si no tenía ganas de regresar. Mientras Jason trataba de imaginar la razón por la cual Nico nunca se quedaba en el campamento, el otro chico debatía mentalmente…. No estaba completamente seguro de si Jason podría resultarle de alguna ayuda... Por el momento, al menos sabia que a jason no le molestaría escuchar su problema "Incluso, con suerte, no me tomara de paranoico".
Ya sabes, puedes quedarte el tiempo que quieras, no molestas a nadie – argumento Jason, luego de ver que el joven no se movía ni parecía ir a decir algo.
¿Te molesta si luego hablamos en privado?- Jason levanto levemente el entrecejo, indagando el rostro de Nico para ver si algo malo había ocurrido. Al no poder descifrar nada, se excuso con sus amigos y siguió a Nico hasta la entrada al bosque, donde no había ningún campista.
El joven le conto rápidamente al hijo del dios del cielo sobre sus sueños y su sensación general de que necesitaba hacer algo, lo que él pensaba que podía ayudar al chico a comprender mejor su necesidad de movilidad continua. Jason escucho atentamente todo el relato, pero no lograba captar que era lo preocupante sobre ello. Le sugirió entonces que fuera con una de las pocas personas que estaba seguro, podría entender al chico mejor que él. Nico puso una expresión contrariada muy natural en él, y pregunto donde debía ir, además de agradecerle luego a su compañero por escucharlo de todas formas. Mientras se empezaba a dirigir lentamente al lugar que le había indicado su amigo comenzó a dudar de si era lo correcto ir tan de repente… "De momento a otro, hasta yo pensare que estoy loco de atar"
Lanzo un suspiro antes de decidirse a entrar de una vez en la cabaña de los hijos de Atenea, la diosa de la sabiduría. No estaba seguro de cómo sería recibido por la semidiosa a quien iba a confiar sus problemas. No era común que él fuera a ninguna cabaña que no fuera la suya, ya que apenas se quedaba en el campamento unos cuantos días seguidos y jamás había tenido motivo alguno para ir a una. Dejo pasar un par de minutos antes de finalmente entrar observando lo bien organizado que estaba todo allí: desde las literas hasta los muchos estantes colmados de libros estaban en perfecto orden. Sorprendentemente, nadie le dijo nada, y pudo localizar a quien buscaba sentada cómodamente sobre su litera aparentemente muy enfocada en una pequeña computadora portátil. Tomo aire y espero encontrar un impulso que lo forzara para confiarle a la joven lo que hacía días esperaba solucionar con el consejo de Jason.
Nico necesito estirar su mano unos centímetros y rozar el hombro de la joven, porque al parecer ella no notaba la presencia de el al estar demasiado concentrada en sus propios proyectos. Cuando Annabeth Chase despego los ojos de la portátil regalo de Dédalo- un pequeño recuerdo del laberinto mitológico- miro con expresión de asombro a Nico, pero luego rápidamente bajo de su litera para saludarlo con un buen intento de sonrisa. Por alguna razón, el se sonrojo un poco al preguntarle si podían hablar en un lugar más privado hecho que ella no noto, "O más probablemente, ignoró. Es demasiado inteligente como para no darse cuenta de que estoy incomodo".
Les tomo unos minutos encontrar un lugar en el cual los campistas no pudieran escucharlos "Ni vernos. Los rumores corren como el fuego sobre el combustible". Al estar comenzando la temporada de verano, había mucha más personas que en los anteriores meses. Finalmente, ambos se acomodaron el tupido césped esmeralda y el chico se dispuso a hablarle. Por cuestiones de orgullo propio y de algo de falta de confianza hacia la chica, no le hablo de la sensación gélida en su cuerpo al despertar ni de los papeles motivadores que su padre le enviaba para evitarlo. Le consulto, en cambio, si había algo que debiera hacer para mantenerse ocupado de alguna forma, no le importó por unos minutos ser sincero y admitir que se sentía algo inútil allí sin nada que hacer. El rostro sabio de la joven le inspiraba confianza.
Annabeth se detuvo a pensar sobre ello unos minutos y luego de resolverlo mentalmente, le respondió:
No es tan simple como parece, podría significar varias cosas. Pero lo más probable es que solo estés cansado o aburrido por tanta calma después de tantos meses de lucha por la misión y tus sueños reflejan eso. La mayoría de nosotros sufre hiperactividad y puede que eso también te afecte. ¿No podrías…. No lo sé, encontrar algún amigo aquí?-
El joven omitió totalmente la pregunta de la chica y ya estaba dispuesto a levantarse e irse, cuando ella tomo su muñeca para detenerlo.
¿Podrías esperarme unos segundos?- no espero su respuesta, ya que para cuando proceso lo que acababa de pasar, la chica ya se hallaba muy lejos, corriendo rápidamente en una dirección que él desconocía.
¿Qué le habría ocurrido a la chica? Todo parecía estar calmado. Reflexionando sobre la charla que había iniciado con Annabeth se dio cuenta de que ella probablemente se hallaba en lo cierto, después de todo, su hiperactividad se había acostumbrado a no descansar luego de la última gran batalla. Tal vez, si pasaba un tiempo allí, esa acida sensación de inutilidad desaparecería.
Los minutos pasaban… comenzaba a pensar que Annabeth lo había dejado allí y no tenía pensado volver "Genial. Seguramente le he dado vergüenza. Felicidades idiota, ni siquiera le hablaste mucho y ya te dejo plantado". O al menos eso pensaba hasta que la vio regresar al lugar con las manos cargadas de… ¿Vendas? Como si hubiera sido una señal, recordó que las heridas de su pierna, y estas empezaron nuevamente a punzarle. Tal vez nunca habían dejado de dolerle, pero había estado muy ocupado pensando en lo que la joven le había dicho.
Annabeth se sentó junto a él y le pidió que le mostrara su pierna. El joven simplemente le obedeció, el tono de autoridad de la chica no daba lugar a negaciones. Ahora podía entender por qué había visto a Percy seguir las ordenes de la chica sin dudar, era casi imposible decir que no. Él mismo se sorprendió al ver la sangre en su pierna, no esperaba que las piedras hubieran hecho tanto daño cuando solo cayó sobre ellas.
Supuse que algo te sucedía. Te vi caminar desequilibrado hasta aquí y luego de observar un poco me di cuenta que evitabas mover mucho esa pierna-dijo la joven señalando a la extremidad adolorida de Nico - ¿Qué te ocurrió?-
Solo calcule mal donde debía aparecer y me golpee contra las rocas- admitió el algo avergonzado mientras ella le entregaba un pequeño trozo de ambrosia, el alimento divino que le permitiría recuperarse más rápidamente.
Mientras Annabeth le vendaba cuidadosamente, el se dedico a observarla mejor, ya que nunca le había prestado demasiada atención antes a pesar de que recordaba haberla visto muchas veces en el Argo II y en el Campamento Mestizo. Aunque hacia ya años que la había visto por primera vez, prácticamente no sabía nada de ella que fuera personal: Solo tenía la certeza de que ella había contribuido mucho en la batalla contra Gaia, y que era la novia –o al menos eso le había dicho Hazel- de Percy Jackson.
Ahora podía decir que entendía algunos comentarios que había escuchado al azar en el campamento sobre la chica. Lanzándole furtivas miradas mientras ella se concentraba en arreglar los vendajes, Nico descubrió que la muchacha era realmente linda: Sus ojos grises asemejaban a grandes nubes de tormenta, y su expresión de concentración dejaba vislumbrar que era una digna hija de Atenea, sin embargo, había algo en ella que de alguna forma… no sabría describirlo en realidad, pero era una sensación de algo parecido a la tranquilidad. No se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba que lo escucharan, hasta que se había sacado el peso de encima. Y tampoco se había dado cuenta de que ella había terminado de vendarlo hasta que claramente ella se lo dijo.
Listo. Creo que si no te mueves mucho para mañana estarás listo. Te acompañare a tu cabaña- Nuevamente, su tono no dejaba lugar a negación alguna. Se limito a encogerse de hombros y dejar que ella lo ayudara a levantarse. Estaba actuando como un inútil otra vez…
¿Qué más daba discutir, si sabía que ella insistiría? Permitió que la chica lo ayudara a llegar a su lúgubre cabaña. Todo allí era sombrío y destacaba claramente de entre las otras cabinas: Desde la madera de las paredes, más oscura de lo usual, hasta la decoración- solo compuesta por algunas gárgolas y estatuas- todo allí gritaba ¡Solitario y tenebroso ermitaño vive aquí! Le dio algo de sonrojo que Annabeth lo llevara hasta allí, por alguna razón ella lo estaba ayudando, y no quería que pensara que él era un raro o algo así, "Si es que aun ella no lo piensa". Agradeció mucho mentalmente que ella no frunciera el ceño al entrar y dejarlo en uno de los sillones de cuero.
-Umm… gracias- "¿Vamos, no puedo quedar más torpe?"
- No es problema. Ahora debo regresar a mi cabaña, hay un par de planos que debo terminar antes de cenar- "¿cenar?" La tarde se había ido perdiendo, y ahora casi no se veía el sol por las ventanas. – Recuerda que puedes preguntarme lo que quieras-.
- Esta bien, pero ya has hecho demasiado… Nos vemos, supongo- No podía dejar de pensar en lo tonto que debía parecer en ese momento.
Ella asintió levemente antes de salir de la sombría cabaña; dejando a Nico con una extraña sensación de desasosiego.
N/A: ¿Y? ¿Qué opinan? Me agradaría saberlo. Muchas gracias por haberlo leído, y pronto subiré nuevos capítulos. Saludos a todos, Cel.
