Jaula
Dedicatoria: a Stracth Cherry, por su cumpleaños y por su continua amabilidad; y para Luna de Acero, que pidió KenUri para la Búsqueda del Tesoro que solemos hacer :P
Advertencias: drabble. El argumento se ubica en el universo canon, algún tiempo después de que Kenny fuera incorporado al servicio especial de Uri. Se insinúa KenUri. Luego, viene un poema de Alejandra Pizarnik, que les sugiero leer pero que excede el drabble.
Kenny nunca había visto una jaula tan grande. Ocupaba un cuarto del patio interno en el sector del castillo en que debía alojarse. Por la mañana, los gritos desesperados de los pájaros no le permitían dormir.
—¿Por qué no los soltás, Uri? Me aturden, uno de estos días les voy a retorcer el pescuezo a cada uno.
Uri solo sonrió, mientras metía el brazo en la jaula por un complicado mecanismo de modo que las aves pudieran comer de su palma.
—Sé que no harías eso —sentenció, al cabo de un rato.
—¿Y cómo lo sabés?
—Ya tuviste un pajarito en tus manos y ni siquiera le cortaste las alas.
Durante unos segundos, Kenny no comprendió. Luego, la imagen de Levi vino a su mente. ¿Cómo sabía Uri estas cosas? ¿Era que acaso nada podía ocultársele?
—Ese no era tan ruidoso. Y de todos modos me deshice de él —afirmó, con su habitual dureza.
Despacio, Uri retiró un pichón de la jaula y, tomando con delicadeza los dedos de su soldado, lo colocó allí. Era tan pequeño que no lograba tocar ni su pulgar ni su meñique. Kenny se sintió sobrecogido: cualquier mal movimiento podría destrozar a la criaturita. Uri en cambio mostraba cierta complacencia, como siempre que los hechos le daban la razón.
—No es posible deshacerse de lo que está en nuestro corazón.
El pajarito se removió, incómodo al principio en su nuevo lugar. Pronto, sin embargo, ya había reconocido el terreno y se ubicaba en el centro, tranquilo. Aunque sus leves plumones no producían ningún afecto al rozar la piel callosa, parecía haber encontrado alguna forma de la calidez. Kenny pensó en que faltaba solo una semana para la ceremonia que daría la corona real a Frieda Reiss. Odió la sutileza de las palabras de Uri.
—Es preferible tener cerca el cuerpo que nos interesa antes que perderse en recuerdos tontos, por muy en nuestros corazones que estén —masculló, enfurecido.
Uri soltó una risa suave.
—Es preferible la vida en la jaula —respondió—, antes que algo tan abstracto y peligroso como la libertad. Aquí están seguros. Tienen comida y compañía, ¿qué más precisan? Sin embargo, ¿sabés qué?
—¿Qué?
—Adivina qué harían estos pájaros si un día les dejara abierta su jaula.
EL DESPERTAR (Alejandra Pizarnik, 1958)
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo
