Era un nuevo curso, las vacaciones de verano habían acabado y los alumnos debían volver a sus clases. A la academia Vera Cruz llegaron dos nuevas alumnas, dos hermanas, la una mas revoltosa que la anterior, eran hermanas fraternas. Ninguno de los profesores podía explicarse como dos alumnas con malas notas y actitud habían entrado en una academia de ese prestigio, ¿el director trama algo?, es lo que muchos se preguntan. Las dos chicas entraron a su habitación.

-Pues ya estamos aquí- dijo una de ellas.

-Si, pero ¿Por qué? que yo sepa no hemos hecho nada para estarlo.- la otra se sentó en una de las camas que había en la habitación

-Bueno, tómatelo como unas vacaciones, seguro que aquí nos lo podemos pasar en grande.

-Si, en eso tienes razón aquí podemos hacer muchas cosas. ¿Bueno, nos vamos al comedor? Tengo algo de hambre, puede que allí encontremos algo con lo que divertirnos.

Las dos chicas se levantaron y salieron de su habitación hacia el comedor.

El comedor era bastante grande e iluminado con varias mesas y las maquinas de las que se coge la comida. Las chicas se acercaron a una de las máquinas.

-¡WAAAAW!- Gritó una de las chicas-¡Menudos precios! ¿La comida es de oro?

-Si, la verdad es que se pasan un poco con los precios. Me parece que vamos a tener que trabajar para poder pagarlo.

-¡QUEE! No Akane eso no, todo menos trabajar.

-Ya Juvia pero que quieres que hagamos, si no trabajamos no podremos pagarnos la comida.

-¿No nos la podemos hacer nosotras?

-No tenemos lugar ni medios para hacerla, así que solo nos queda esa opción.

Juvia se desmotivó y cayó al suelo de rodillas.

-Yo quiero volver a casa, allí no tenia que trabajar, solo iba a clase.

- Lo se cielo, pero no tenemos nada que hacer.

Las chicas acabaron resignándose. Lo primero que hicieron fue comer lo más barato que había en aquellas máquinas. Por la tarde, antes de que el sol se pusiera por el horizonte, ya tenían un trabajo a media jornada limpiando las clases. Con el trabajo consiguieron que el director las diera de comer, no de la comida del comedor, ya que esa era cara y no podrían pagarla con el sueldo que recibieran. Las cocineras la hacían la comida simple pero lo suficiente para que se alimentaran.

Ya habían pasado dos semanas desde que Juvia y Akane habían entrado a la Academia Vera Cruz. Era viernes por la noche, con todo el fin de semana por delante.

-Esto es asqueroso. – Dijo Juvia- Tenemos que trabajar por un plato de macarrones, Estoy harta de esta situación.- se incorporó de la cama- encima no hemos podido hacer nada. Llevamos dos semanas que no nos reconozco.

-Tranquila, llevamos dos semanas.

-¡SI! Pero no dejan de meterse con nosotras, ¡Estoy harta de eso!

-Lo sé hermana, lo sé, pero llegará nuestra venganza, no temas por eso. –Dijo Akane mientras le enseñaba un objeto con el que las dos sonrieron.

El fin de semana, las dos hermanas salieron a la ciudad a comprar algunas cosas que necesitaban para sus planes, entraron en una ferretería y casi la dejaron seca. Se gastaron casi todos sus ahorros.

-Bien ya está todo comprado, que ganas tengo de empezar.- Dijo Juvia emocionada- que ganas de ver las caras de todos cuando se enteren de lo que hacemos.

Las chicas se lo estaban pasando muy bien pero ninguna de las dos se daba cuenta de que una extraña presencia las estaba siguiendo. Por la carretera se vio una limusina color rosa chicle que se paró al lado de las chicas. La puerta trasera se abrió dejando ver a un hombre en su interior. Vestía un traje blanco con pantalones bombachos cortos, unas medias de rayas verticales y un pañuelo rosa de lunares y también unas botas rojas. Llevaba una capa del mismo color del traje y un sombrero de copa blanco también unos guantes morados y un bastón.

-Buenas tardes señoritas.- dijo el misterioso hombre con una sonrisa algo siniestra por los colmillos que tenia.

-Buenos días.

-Suban, ya es muy tarde y la academia está lejos.

-¿Quién es usted?- preguntó Akane.

-Mephisto Pheles. – dijo el hombre. Soy el director de la academia Vera Cruz.

-¿Qué?- Dijeron las dos hermanas a la vez

-Suban, este es un barrio peligroso.

Las dos hermanas se miraron y subieron a la limusina, cerraron la puerta y comenzaron a avanzar por las calles de la ciudad.

Tanto Juvia como Akane estaban algo sorprendidas por la inesperada sorpresa además de por el aspecto del director. Parecía un hombre de unos treinta años, tenia el pelo corto y morado oculto por el sombrero y la capa en su mayoría. Tenía ojeras muy marcadas con los ojos verdes, y una perilla en punta del mismo color de su pelo. Mephisto las miraba a las dos sin pronunciar palabra.

-¿Qué hacían ustedes dos a estas horas por la calle?

-Hemos ido hacer unas compras.-Dijo Juvia sin dar mas detalles.

El resto del viaje se pasó en completo silencio hasta que fue roto por el sonido del móvil del director. Contestó.

-Dígame-Las chicas se fijaron en el móvil rosa del director.- Aham… Si, si, voy ahora mismo…-colgó.- Discúlpenme señoritas pero no podré acompañarlas hasta la entrada de la academia, pero no se preocupen las dejaré cerca.

Llegaron al punto mínimo que Mephisto podía llegar, la limusina paró y las chicas se bajaron.

-Nos volveremos a ver- se quitó el sombrero y las sonrió. Volvió a cerrar la puerta y la limusina rosa se marchó.

Las chicas vieron como se marchaba.

-Que tío mas raro, espero no volver a verle.

-Lo mismo digo- contestó Akane. Las dos hermanas comenzaron a caminar hacia la academia.

-Al menos nos hemos ahorrado el caminar.

Las dos hermanas estuvieron maquinando toda la noche.

Mephisto llegó a su destino en el bosque cercano a la academia. Salió de la limusina.

-Bien, que está ocurriendo.

Delante de él se encontraban varias personas, entre las cuales había un grupo de adultos vestidos todos con un abrigo negro. Se acercó a ellos.

-Mephisto, no podemos controlarlo, está demasiado agitado.

-Vaya, hacia mucho que no le veía. Así que tú eres el que sigue a las chicas… vaya, vaya.- dijo Mephisto sonriendo.

Delante de él se elevaba un ser negro con muy malas pulgas. Mephisto se acercó sin problemas y sin temor hacía la criatura oscura que estaba frente a él.

-Me voy a divertir con esto.-Dijo sonriendo.

Las demás gentes que estaban allí se quedaron sorprendidos de lo que había hecho Mephisto con aquel ser.

-Esperaré gustoso a que venga a por ti.- digo sonriendo y mirando una caja en la que había encerrado al bicho.