¡Hola queridos amigos! Tenía tiempo que quería escribir un poco de drama y Mpreg. Quiero aclarar que no es un omega verse como tal, no se me da el estar usando las palabras "alfa", "beta" y "omega" de igual forma no sé mucho de ese mundo y no tengo una beta o amigos con los cuales hablar de esto así libremente ; n ; *sad beep* Peeero realmente tengo muchas ganas de escribir un poquito con esta trama así que opiniones, tomatazos y demás son muy bien recibidos.
Como siempre, los personajes no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores yo solo los tomé prestados.
¡Nos leemos después!
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Tony había tenido muchos momentos felices en su vida pero ninguno podía igualar al más reciente.
El muchacho había nacido en cuna de oro, literal. Y a sus dos años de edad ya figuraba entre los futuros más prometedores del planeta, pues su padre era el dueño de una de las franquicias más importantes en el mercado económico, "Industrias Stark".
Creció rodeado de lujos y halagos por doquier, si quería algo, inmediatamente se lo traían a sus pies y si no existía lo inventaban, Tony siempre se salía con la suya. Su madre se encargó de decirle todos estaba su disposición y su padre le recordaba todos los días que una parte del mundo era suyo. Así que día con día su ego creció y no veía a su alrededor como los demás lo hacían, si no con ojos de Stark.
Tony nunca se consideró perfecto, pero se encargó que el mundo lo viera de esa manera y que solos extendieran los rumores de su inigualable existencia. A sus once años sus hazañas llenaban el periódico matutino de la ciudad de Manhattan, a sus quince las revistas importantes se peleaban por si quiera tener una página con algunas palabras del joven filántropo y millonario y a sus dieciocho los programas de chismes corrían la voz de su magistral e impecable vida y al menos dos veces al año era protagonista de un nuevo escándalo. Sin duda alguna Tony estaba haciendo historia, se prometió a sí mismo que después de que muriera, cada persona en el globo conocería su nombre y se hablaría de su persona incluso más que la de su propio padre.
Había acompañado a su padre a una ceremonia de inauguración de un banco suizo en el corazón de Nueva York. Todas las figuras económicas y políticas más importantes de la nación se encontraban ahí, así que era de esperarse que la seguridad fuera enorme. Muchos guardias estaban divididos por toda la sala principal, en las puertas, cerca de las mesas, en los balcones y sospechaba que afuera la vigilancia era aún más fuerte. Varios rumoreaban que el mismísimo presidente llegaría en cualquier momento pero Tony pensó que esa gente era estúpida, la simple presencia de Howard Stark era la causante de tanto revuelo, la mayoría de los agentes eran parte de la compañía privada de seguridad de Industrias Stark.
El nuevo banquero en la ciudad se llamaba Gustav Svennson, un hombre originario de Suiza que con solo treinta y dos años de edad ya representaba un rival digno de los Stark en el mundo de los billetes y las barras de oro. Media alrededor de un metro ochenta, sus ojos eran de un gris penetrante que realzaban los rasgos severos de su cara y su cabellera dorada perfectamente recortada rozaba al color plateado bajo los destellos de las luces, en pocas palabras el hombre era un adonis. No es que Tony se hubiese pasado la velada observándolo, si no que el contrario no dejaba de lanzarle sonrisas pequeños coqueteos a pesar de que estaban separados por varios pares de sillas.
Estaba perdido en su juego de miradas que no sintió cuando su padre se llegó a sentar a su lado y como respuesta Tony había saltado levemente de su silla.
— ¡Padre! — el castaño dijo con asombro mientras Howard terminaba con la bebida de su vaso, por lo que Tony podía llegar a oler el contenido era whiskey, como siempre.
—Haz estado ocupado muchacho. — Howard dijo y un rubor se avivó en las mejillas su hijo. —Buen trabajo. — El viejo Stark lo felicitó y el Stark más joven se vio perdido.
— ¿En serio? — replicó el chiquillo. Howard chasqueó sus dedos y de inmediato un camarero le cambió el vaso vació por uno lleno, ni siquiera preguntó que bebida deseaba, todo el mundo sabía que al viejo Stark solo tomaba whiskey en las fiestas.
—Por su puesto hijo mío, ese que ves allá... — Howard hizo una pausa para beber mientras meneaba su cabeza en dirección a su socio. —…será tu futuro esposo antes de que termine la velada. — Su padre esbozó una sonrisa de satisfacción y Tony no pudo contener su mirada, de inmediato clavó los ojos en su "aún-no-prometido", el contrario estaba conversando con uno de sus acompañantes, las palabras de su padre valían oro o al menos así decía todo el mundo, así que si Howard Stark le estaba diciendo que frente a sus ojos estaba su futuro esposo, entonces le creía.
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Había estado nervioso la última hora, apenas y había picado la comida de su plato pero tampoco había bebido mucho, no quería estar ebrio a la hora de que se anunciara su compromiso. Estaba feliz pero también desconcertado, no sabía muchas cosas acerca de Gustav solo que era el socio principal de su padre, que algunas veces frecuentaba su recinto de verano en los Hamptons y que la música clásica era su favorita (y solo lo sabía gracias a una página de chismes que encontró buscando en google).
Su padre iba a casarlo con un desconocido y eso en cierta manera lo aterraba. Pero no era momento de echarse atrás ¿qué podía decir de todas maneras? ¿negarse al gran Howard Stark? Eso nunca pasaría, ni en sus sueños más salvajes se imaginaba que llegaría el día en el que le diría que "no" a su progenitor.
Tony trató de sacarse esas ideas de su cabeza y bebió un trago de la copa que estaba llena de agua mineral y un toque sabor a naranja. En esos momentos deseaba un poco de vino pero se contuvo y sin más se acabó todo el contenido del recipiente de vidrio de un solo tirón.
Por un segundo trató de imaginarse como sería el anuncio de su compromiso, Howard pediría silencio en el salón y todos le prestarían atención como siempre, entonces hablaría y les diría a los presentes que su único hijo y heredero contraería matrimonio con su socio mayoritario siendo así la unión de dos grandes emporios. Él siempre supo que se iba a casar con alguien importante y de su talla, que tendría un hijo y ese niño sería el dueño de medio mundo pero en su burbuja de sueños todo aquello aún le pintaba muy lejos, o al menos ese era el plan hasta que su padre dispuso lo contrario, todo estaba pasando demasiado rápido.
Sintió un toque en su hombro que lo sacó de sus pensamientos y sin mirar atrás extendió la copa vacía. —Lo mismo, pero en vez de naranja que sea limón. — dijo Tony mientras apoyaba su rostro en el brazo que tenía sobre la mesa. Pero cayó en cuanta de que no se llevaron su copa si no que un carraspeo provino de la persona que estaba atrás de él. Con pesadez se giró y trató de tener una mirada severa para el individuo que osaba desobedecer su orden.
—Siento molestarlo joven Stark, su padre requiere su presencia en la sala de conferencias del recinto. — Tony trató de lucir enojado pero no pudo, el capitán de la seguridad privada estaba ahí en persona con un recado de su padre, así que solo suspiró y se levantó de su silla casi arrastrando el alma con el esfuerzo, ni siquiera se molestó en sonreírle o darle las gracias al contrario o entablar algún tipo de charla, no es como si fuera necesario de todas maneras.
Poco a poco se fue dejando atrás el sonido de la leve música y las voces de la gente para adentrarse a las grandes escaleras que lo llevaban a un piso más abajo en el edificio. No iba solo, el capitán lo estaba siguiendo por detrás manteniendo su distancia pero escoltándolo a la vez.
Usualmente Howard cambiaba de capitán de su seguridad privada de la misma manera en la que compraba acciones, pero este último llevaba tres años al servicio de la familia Stark, su nombre era Steven Grant Rogers que por alguna razón tenía el beneplácito de su madre y siempre estaba a un lado de su padre a donde quiera que este se moviera. Al parecer había ofrecido un excelente servicio para seguir en el mismo puesto después de varios años. Se dio cuenta que no había conversado nunca con él, más que nada porque Tony no había estado inmiscuido en los asuntos de Howard hasta hacía apenas dos meses atrás.
Tony se detuvo frente a la doble puerta de madera y esperó a que Steven le abriera pero no pasó nada. Frunció el ceño y se giró para dedicarle un gesto de fastidio mientras se cruzaba los brazos. —Me temo que no se abrirá sola grandulón. — el millonario dijo esperando a que el contrario le hiciera caso pero no pasó nada, de nuevo el capitán estaba de pie sin moverse un centímetro de su lugar.
— ¿La puerta es muy dura para usted? — Tony casi se atragantaba al escuchar esa falta de respeto a su persona pero antes de que pudiera renegar estas se abrieron desde adentro, otro del personal de su padre apareció y le dedicó una mirada de reproche a Steven. Le tomó un segundo asimilar que la segunda persona era una mujer que no había visto ni siquiera de reojo anteriormente, pero después indagaría un poco más, ese no era el momento, así que sin retrasarse un momento más se adentró en la sala.
Para la sorpresa de Tony, Gustav estaba sentado junto a Howard en un enorme sillón de cuero negro y conversaban alegremente mientras una camarera les rellenaba los vasos cada que estos se vaciaban.
— ¡Tony! Ven aquí muchacho. — Howard ordenó y el más joven de los Stark acató la orden. A sus espaldas escuchó que las puertas se cerraban y los pasos de los dos guardias acomodándose cada uno en un extremo de la sala. A decir verdad el cuarto no era muy amplio, contaba con una mesa larga rectangular que tenía doce sillas alrededor, una barra de bebidas y varios muebles de cuero negro que hacían juego con la alfombra negra en el piso. Estaba bastante iluminado y no había más que una ventana a lo largo que mostraba edificios tan altos como en el que estaban y la ciudad nocturna bañada en luces brillantes por donde quiera que mirara.
—Gustav Svennson, mi hijo Anthony Edward Stark. — Su padre mencionó con cierto atisbo de orgullo y mecánicamente Tony extendió su mano la cual el contrario tomó con firmeza.
—Mucho gusto Anthony, tu padre me ha hablado de ti. — Gustav le dedicó una sonrisa tan radiante y Tony se deshizo por dentro, pero no iba a permitir que su nerviosismo se presentara en ese momento. A pesar de que una hora antes se habían estado lanzando miradas, no evitaba pensar en lo muy apuesto que se veía de cerca.
—El gusto es mío, puedes decirme Tony. — el joven se sentó en el mueble a un lado de su padre que se interponía entre Gustav y él. El suizo asintió y fijó su mirada en Howard olvidándose de la presencia del chico Stark.
— ¿Entonces el trato está cerrado? — Gustav preguntó y Howard asintió.
—La boda será en dos semanas en Long Island y la noticia será anunciada mañana en el New York Times — El viejo Stark dijo y Gustav lo miró por un segundo.
— ¿Cuántos años tiene? — Su prometido mencionó y el corazón de Tony se aceleró ante tal pregunta, no se había puesto a pensar en eso, tenía veintidós pero el contrario le llevaba casi una década y no sabía sí eso era bueno o no. Usualmente la gente de su estatus se casaba apenas llegando a la mayoría de edad y Tony ya tenía un año más que eso, era algo normal o al menos así lo veía. Aun si tuvo ganas de protestar, se calló y dejó que su padre arreglara todo eso.
—Tiene veintidós pero es un chico sano, estoy seguro que está en perfectas condiciones para darme un sin fin de nietos. — Su padre esbozó una sonrisa forzada y la pequeña tensión del momento pareció desvanecerse.
—Muy bien, entonces el trato está cerrado. — Gustav se levantó de su asiento para asombro de Tony y Howard imitó el gesto. —Estaremos en contacto para arreglar el asunto y el acuerdo prenupcial. — Su padre le estiró la mano y Svennson la tomó en un agarre firme.
—Siempre es un placer hacer negocios Gustav. — dijo Howard.
Tony estaba aturdido y confundido, sobre todo porque nada de lo que su mente había construido momentos atrás se estaba cumpliendo. El acuerdo de su matrimonio había ocurrido como si de un par de acciones se trataran, ni siquiera se le había pedido la opinión en el asunto y mucho menos había podido fanfarronear enfrente de todos aquel "logro".
—Nos vemos pronto Tony. — Gustav tomó desprevenido a Tony quien se encontraba perdido en sus pensamientos de descontento. Trató de disimular algo de felicidad en su rostro y extendió su mano pero en vez de recibir un apretón en esta, se topó con un beso cortés de parte del suizo.
—Hasta pronto…— fue lo único que el chico pudo decir como despedida mientras en su rostro las mejillas se le coloreaban de un ligero tono rosa. Cuando vio marchar a Gustav soltó un suspiro y trató de convencerse a sí mismo que la mañana siguiente sería una delicia el despertar con su rostro en cada pantalla de Norte América con el anuncio de su boda. Después de todo, sería el espectáculo del siglo.
Tony sintió un par de palmaditas en su hombro. — ¿No te lo prometí? — el más joven de los Stark se giró para ver directamente a su padre. —Yo nunca miento. — Howard sonrió pero algo dentro de Tony le dijo que no era de felicidad, si no de satisfacción por haber obtenido algo.
"¿En qué me he metido?" Pensó y por un momento se sintió miserable.
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No vio a su padre en lo que quedaba de la fiesta, ni en la sala de juntas ni en algún lugar sentado platicando con sus otros socios, Howard había desaparecido. Y no es que le asombrara no verlo por ningún lugar, si no el hecho de que el capitán de la guardia lo estuviera siguiendo a donde quiera que Tony ponía un pie. Le preguntó si su padre lo había enviado a cuidarlo y lo único que recibió fue un simple "si". Howard que siempre se llevaba consigo a su guardaespaldas ahora se lo daba como cuando se hartaba de algún auto y se lo regalaba a su hijo.
Tony vio su teléfono un par de veces tratando de animarse en llamar a alguno de sus amigos, tal vez a Janet o a Natasha, Bruce o Rhodey hasta incluso Clint pero descartaba la idea al segundo de que lo pensaba. Quería contarles que se iba a casar y sabía que sus amigos se iban a ir de espaldas cuando les dijera quien era su prometido pero también tenía miedo de que alguno abriera la boca y arruinara la sorpresa para el New York Times.
Se puso de pie y como invocado Steven salió de entre la gente dispuesto a seguirlo como lo había hecho durante toda la noche. Tony soltó un suspiro pesado. —No necesitas seguirme, voy al baño. — Se giró para quedar frente a frente con su nuevo guardia que hasta ese entonces no se había fijado de lo alto que era, incluso más que Gustav. Su cabello color oro brillaba aún si no había luz y sus ojos color azul eran de un color muy bonito, le recordaban al mar. Iba vestido con el uniforme de tres piezas color negro de los guardias Stark pero a diferencia de los demás en su hombro tenía un par de estrellas bordadas con hilo dorado que lo identificaban como el capitán.
De una de sus orejas colgaba el cable del comunicador que se unía con el radio colgado en el cinturón que estaba alrededor de su cadera junto a una pistola de calibre alto que le ocasionó un leve escalofrió con solo mirarla. Podría haber pensado que era apuesto si no fuera por el semblante sumamente serio que le ofrecía. El capitán no reía, ni mucho menos sonreía, se limitaba a contestar sus preguntas con gestos oscos y monótonos que a Tony en particular comenzaba a aburrirle. Se dio por vencido al querer estar solo un rato, sabía que no se iba a deshacer de Steven por más que quisiera pero se limitó a ignorarlo.
Sus pies lo arrastraron hasta una alcoba en el exterior que se encontraba casi vacía a excepción de un par de personas que estaban fumando. Tony cerró sus ojos y dejó que el aire de Manhattan acariciara su rostro, refrescara su mente y se llevara sus dudas. Esa había sido una de las noches más extrañas de su vida y también una montaña rusa de emociones.
En dos semanas se uniría a Gustav Svennson, estaría dentro de las personas más poderosas del mundo y muy posiblemente el siguiente año traería al mundo a un pequeño que sería su heredero, un digno Stark y un impecable Svennson, nada podía salir mal. Pero entonces… ¿por qué sentía miedo?
Tony meneó su cabeza y ahí en medio de la gran ciudad junto a su guardaespaldas amargado se convenció de que todo saldría bien, Howard Stark lo había prometido y hasta donde había llegado a comprobar, su padre jamás mentía…
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