Disclaimer: Los personajes son de Stephenie Meyer; este fic está basado en el dorama japonés "Akai ito", la adaptación es mía.
El hilo rojo del destino
"El destino nos ató, a ti y a mí, juntos por nuestros dedos meñiques, con un largo hilo rojo. Este lazo no puede ser visto y no hay un mapa que te indique dónde encontrarlo. Mas sé que me enamoraré de ti, desde la primera vez que te vea."
La campanilla, que indicaba si alguien había entrado a la pastelería, sonaba constantemente esa tarde.
Era un día nublado, y con viento; no obstante, el ambiente apagado no entristecía el ánimo de la pequeña Bella que, ansiosa, observaba cómo el pastelero preparaba su torta de cumpleaños.
Su escasa estatura le impedía ver con claridad el proceso, por lo que se paró sobre las puntas de sus botas de lluvia, para lograr apreciar cómo el betún se deslizaba suavemente sobre el panque; cómo el pastelero colocaba con cuidado pequeños montoncitos de crema en forma de rosas; y cómo, al final, agregaba rodajas de fresas frescas en la parte superior de la torta, además de un pequeño chocolate adornado con la leyenda "Feliz cumpleaños", más la fecha del día en curso.
Reneé miraba desde lejos, mientras platicaba con una de las encargadas del lugar.
-Creo que no lograré despegarla de ahí, hasta que esté listo. Le importa si la dejo por un momento; tengo que recoger algo en la floristería- le preguntó a la joven.
-No se preocupe. Yo me encargo de que ella esté bien y de que el pastel quedé perfectamente empacado- terminó con una sonrisa.
-Gracias. Bella!, no te muevas de aquí. Regreso en unos minutos- le avisó Reneé a la pequeña Bella que estaba tan concentrada en el pastel, que ni siquiera escuchó el aviso.
El pastelero dejó reposar un rato la torta, antes de empaquetarla. Bella seguía absorta; perdida en los suaves colores de su pastel de cumpleaños.
No iba a tener una gran fiesta, pero le entusiasmaba la comida que tendría con sus padres y su hermana. Mamá le había prometido hacer su comida favorita: ravioles con setas. Además, claro, del hermoso pastel.
Una vez lista la torta, Bella la tomó entre sus pequeños bracitos y se aseguró de mantenerla estable, para que no se estropeara.
-Muchas gracias, señorita. Gracias, señor pastelero- dijo Bella con su suave y aniñada vocecilla. El pastelero y la encargada le respondieron con una sonrisa y la pequeña salió de la pastelería.
Bella iba bajando con mucho cuidado los escalones que estaban por fuera de la tienda, y tan concentrada estaba en la labor de bajar y sostener su pastel, que no se dio cuenta de que una bicicleta, a mediana velocidad, venía en su dirección.
Justo cuando Bella dio el último paso, al bajar las escaleras, la bicicleta chocó con su cuerpo y la caja con el pastel salió volando hasta estrellarse contra el suelo.
Bella, que también se había caído por el impacto, se levantó lo más rápido que pudo y comenzó a disculparse con la persona que era dueña de la bicicleta.
-Perdón, perdón, lo siento, en verdad no lo vi. Perdón, perdón. Estás bien?- el niño que venía conduciendo la bicicleta, se levantó con dificultad mientras sacudía sus ropas y miraba a Bella, tremendamente apenada, y con las mejillas más rojas que una fresa.
-Estoy bien, no te preocupes- respondió el niño de cabellos cobrizos.
Justo en ese momento, Bella recordó su hermosa torta; cuando encontró la caja un poco alejada de donde ellos estaban, no pudo evitar sentirse triste, porque lo más seguro era que se hubiera estropeado.
-Oh, no!, mi pastel- dijo mientras abría la caja. La torta se había deshecho casi por completo. Las fresas ahora estaban pegadas al cartón de la caja y las bonitas rosas de betún, se habían embarrado en todas partes.
-Soy yo el que debería pedir perdón, he arruinado tu pastel- comentó entristecido el niño.
La encargada, salió en ese instante y vio a la pequeña Bella agachada sobre su completamente destrozado pastel.
-Vaya. Están los dos bien?- preguntó a los niños. Ellos asintieron suavemente con la cabeza. La encargada levantó la caja y cogió a Bella de la mano.
-Ven pequeña. Vamos a cambiar ese pastel por otro igual de bonito- Bella sonrió con suavidad y se dejó conducir, nuevamente, dentro de la pastelería.
El pequeño se quedó esperando afuera de la tienda, hasta que la bonita niña de cabellos color chocolate volviera a salir. Observó, a través de los cristales de la puerta, a la niña escogiendo un nuevo pastel y cómo el pastelero se encargaba de adornarlo.
Minutos después, Bella salió mucho más animada con su nueva torta.
-Mira, me dieron uno nuevo!- le dijo Bella al niño
-Hoy es tu cumpleaños?- preguntó el niño.
-Sí, el 29 de febrero. Es poco común, no? Sólo ocurre una vez cada cuatro años.- decía sonriente.
-Lo sé- dijo él- hoy también es mi cumpleaños.
-De verdad?- dijo Bella con gran alegría. Él asintió con un gesto- somos como un milagro!- exclamó Bella aún con más entusiasmo.
El niño sonrío con timidez.
-Así que hoy tienes una gran fiesta de cumpleaños, verdad?- preguntó la pequeña.
-No lo sé- dijo el niño y agachó la cabeza.
Al notar la tristeza del niño, Bella colocó suavemente el paquete en el suelo. Le quitó la tapa y tomó el chocolate que decía "Feliz cumpleaños". Sacó de una pequeña bolsa que traía cruzada sobre su pecho, un pedazo de papel. Colocó el chocolate en éste, y lo envolvió con cuidado. Retiró el moño que adornaba la tapa del paquete y lo adhirió al papel donde estaba el chocolate.
Él miraba expectante.
-Toma- dijo Bella mientras le extendía al niño el chocolate.
-Perdona?- dijo el niño, extrañado.
Ella tomó el brazo del niño y la estiro hasta que pudo colocar el pequeño regalo en sus manos.
-Feliz cumpleaños- dijo ella.
El pequeño niño enrojeció levemente por este acto y agradeció en voz baja.
-Bella! Es hora de irnos pequeña- se escuchó a lo lejos el grito de Reneé.
-Ah, es mi madre. Debo irme- comentó Bella con rapidez. Tapó nuevamente el pastel, lo recogió del suelo y lo tomó con cuidado.
-Nos vemos- dijo Bella al niño.
Él sólo la miro mientras ella se acercaba a su madre. En sus manos, acariciaba con cuidado su regalo de cumpleaños recién recibido.
Bella llegó con su madre que se encontraba al final de la calle.
-Es uno de tus amigos- preguntó a Bella.
-Sí- respondió la pequeña.
Mientras tanto, el niño levantaba su bicicleta, y colocaba el chocolate en la canastilla que se encontraba al frente de ésta.
Bella lo miró desde lejos y él, al sentirse observado, volteó nuevamente en dirección de la niña.
-Adiós!- dijo Bella, y agitaba su pequeña manita.
El niño le respondió con un movimiento de mano y comenzó a avanzar conduciendo la bicicleta a la para que caminaba.
Bella se fue finalmente con su madre que la esperaba con los brazos llenos de bolsas.
-Hoy cocinaremos muchas de tus cosas favoritas!- dijo Reneé con alegría.
-Sí, muchas gracias!- dijo Bella mientras saltaba con felicidad.
Conforme avanzaban, delicados copos blanco comenzaron a caer. Algunos de ellos reposaron sobre la caja donde estaba el pastel.
Bella levantó su rostro hacia el cielo y le cayó un copo en su respingona naricilla.
-Ah, está nevando!- exclamó alegre. Los copos siguieron cayendo con mayor frecuencia y su cabello color chocolate se llenó de éstos.
Bella comenzó a dar vueltas, e intentaba asir con sus manos la mayor cantidad de copos posible.
Sus suaves risas inundaron el lugar.
N/A: Sí, sé que el cumpleaños, tanto de Bella, como de Edward no es el 29 de febrero, pero es necesario para la adaptación. :DDD
Espero que les guste!
Cualquier comentario o sugerencia, ya saben, pueden ponerlo en un bonito Review.
También los invito a leer mi otra historia: En lo profundo del bosque.
Saludos, Emily :)
