Hola, aquí les traigo algo que se me ocurrió de pasada. Bueno, en realidad no. ¿Nunca han visto una foto de Rob fumando? Digamos que fue el foco de mi inspiración porque me pregunté... Hmmm, ¿los vampiros fuman? A mi parecer, la respuesta está abierta, ya que lo único que hay que hacer para fumar es respirar a través del cigarro. No es como el alcohol, que tendrían que beberlo, y eso les da asco. Probablemente el tabaco también, pero que más da.

Disclaimer: Stephenie Meyer es dueña y señora de los personajes. Yo sólo me divierto jugando con ellos, así que la trama es mía.


Nicotina

Nessie está sentada frente a su ventana observando la lluvia golpear su ventana, cayendo suavemente sobre los árboles.

¿Qué le sucede? No. ¿Qué le pasa a todo el mundo? Pareciera que todos están formando un equipo para fastidiarla. Especialmente su familia. ¡Familia!

La vida le parece auténtica mierda en aquel momento.

Toma una profunda inhalación observando el cigarro consumirse y las cenizas formándose al final. El humo es denso y cálido. Está enojada. Ardiendo de furia como la punta de su cigarro. También está harta. De todo y de todos.

Alguien llama a su puerta.

Ella exhala y mira el humo elevándose hacia el techo lentamente.

-¿Qué quieres?—murmura hastiada con un hilo de voz. No se molesta en hablar fuerte porque sabe que ella puede oírla. Sin embargo, la voz que espera escuchar nunca aparece.

-Sólo quiero hablar—dice su padre.

Se sobresalta. No esperaba que su padre fuera a verla. Ella piensa que sería su madre la que estaría molestándola siempre.

Siempre quieres hablar, piensa.

-Y tú nunca quieres hablar—contraataca él. Rayos. Buen punto. – ¿Tengo que tirar tu puerta para entrar?—pregunta juguetón y medio serio al mismo tiempo.

¿Otra vez? No sé por qué te molestas siquiera en preguntar. La última vez…, se detiene cuando escucha el crujido de las bisagras y el golpe sordo al caer la puerta de madera al piso, levantando un poco de polvo.

Mierda. Otro mes sin privacidad. Suspira. No se molesta en voltear. ¿Cuántas veces le han tirado la puerta los últimos cuatro meses? Se limita a mirar a través de la ventana, disfrutando del sonido de la lluvia, el olor del tabaco.

-¿Qué sucede?—pregunta su padre apoyado en el marco de su ahora caída puerta. –No te comportabas así cuando tenías cinco años. Y tampoco le contestabas así a tu madre. O…

-Tenía cinco, papá—lo corta. –Las cosas cambian y las personas también.

-Sí, me puedo dar cuenta de eso—se acerca y se sienta junto a ella en el piso.

Se miran un momento. Después ella regresa la vista hacia su ventana.

¿Qué quieres, papá?, pregunta cansinamente en su mente.

Lo que Edward hace justo después la deja con la mandíbula pegada al piso.

Ha tomado el cigarro de sus ahora temblorosos dedos para llevárselo deliberadamente a los labios y aspirar un poco. Exhala, apenas escondiendo su mueca. Aún sabe… raro. Puede apreciar la combinación del cigarro, distinguir cada elemento que lo conforma.

Muerte. Ésa es la mezcla del cigarro.

Nessie se ha quedado muda.

-Fumé mi primer cigarro cuando tenía físicamente tu edad. Justo antes de que la influenza española azotara a Chicago—se lleva el cigarro a los labios otra vez y, mientras aspira fuertemente, la punta se vuelve de un rojo brillante. Esta vez toma un profundo respiro, saboreando, antes de soltar una gran cantidad de humo.

-¿Fumaste?—sus ojos están muy abiertos porque aún no se recupera del shock. Está quieta en la misma posición, completamente congelada viendo a su padre fumar un… un… un… ¡maldito cigarro!

-¿Por qué estás tan sorprendida? fumas como si el mundo se fuera a acabar todos los días—el humo sale mientras habla y termina exhalando bien para dejar que el aire escape de sus perfectos labios.

-Esto es diferente. No había pensado en un vampiro fumando. Mucho menos que ese vampiro fuese mi padre—no puede salir del shock. Edward se la está pasando en grande observando con diversión el rostro de su hija en la misma actitud de sorpresa. Tal vez lo que diga a continuación aumente su diversión y el shock de Renesmee.

-También me emborraché—confiesa y no se equivoca con respecto a la reacción de Nessie: ahora se está sumiendo en un shock aun más profundo. Su papi… ¿borracho? Una imagen muy vívida acude a su mente. Su padre carcajeándose por algo sin sentido y trastabillando en una cantina, botella en mano, despeinado y la camisa mal puesta, completamente inhibido por el alcohol.

No es como si no supiera lo que el alcohol le hace a los humanos, sobre todo por experiencia propia.

Edward se ríe ante la imagen. Recuerda vagamente haberse reído mucho también en aquel lugar recóndito que alguna vez había sido su hogar, tomando un vaso tras otro de Dios sabe cuántas bebidas alcohólicas. Las ganas de reír se esfumaron, por supuesto, dos segundos después de haber vomitado debido a la intoxicación.

-Ok—murmura Nessie lentamente ¿por qué te habrías emborrachado en aquel entonces?—pregunta con la curiosidad quemándole los labios, toda su atención súbitamente puesta en él.

-Para enlistarme en el ejército—responde con paciencia. –Estaba a punto de perder la consciencia cuando mi padre, tu abuelo biológico—se llena de orgullo al ponerle tal título a su padre—, se apareció—. Ríe ante el recuerdo más nublado de lo normal que los otros recuerdos humanos que aún conserva. El hecho de haber tenido los sentidos aun más insensibilizados no ayudaba a verlo con claridad en su mente, pero el sentimiento de pánico y pavor cuando vio a su padre se había tatuado en su sistema nervioso muy, muy bien. –Casi me mata—dice, riendo entre dientes una vez más.

Renesmee alza las cejas. Esto es nuevo.

Toma el cigarrillo humeante de la mano de su progenitor para inhalar a través de él casi imperceptiblemente. Parece que ni siquiera se da cuenta de lo que está haciendo hasta que ve el humo arremolinarse hacia arriba, por encima de su cabeza.

Cómo me hace falta una botella de whiskey. Esta nueva faceta de su padre la hace sentirse identificada y al mismo tiempo… mareada. Piensa sin pensar de verdad y no se da cuenta de que pude oírla. La voltea a ver lenta y significativamente después de escuchar su pensamiento.

-¿Qué?—pregunta inocentemente.

-Debes detenerte, Nessie. No juegues con fuego porque te quemarás—le habla suavemente tratando de meter algo de sentido en esa cabeza. Suspira moviendo la cabeza de un lado a otro. Es tan parecida a su madre. Tan necia…

-Soy lo suficientemente fuerte—le sonríe—, eso lo saqué de ti.

-¿Qué hay de la parte humana?

-Sobrevivirá—responde fríamente. Ugh, aquí vamos de nuevo con la discusión de la parte humana. Cómo detesto repetirle una y otra vez que…

-Cuida tus pensamientos, señorita. Tu madre dio su mortalidad para que tú tuvieras la oportunidad de vivir y lo desprecias. Piensa en el dolor… –su voz se extingue, rompiéndose en la última palabra y se estremece ante el recuerdo de Bella… ahí, en la mesa quirúrgica, sudando, gritando, sangrando…

-De acuerdo, de acuerdo, ya entendí—se forma un tenso silencio entre ellos, debido principalmente a la mención de Bella.

La mente de Nessie pasa al blanco absoluto, su forma de bloquearlo mentalmente. Era la única persona que lograba concentrarse pensando en nada para mantenerlo fuera, aparte de Carlisle.

El cigarro ya casi se termina; queda un centímetro. Se lo lleva a los labios disfrutando del humo cálido embargando el interior de su boca. Ya está sacando otro de una cajetilla de su bolsillo y está a punto de prenderlo cuando Edward le quita el encendedor tan rápido que pareciera no haberse movido.

-¡Oye!—saca el humo por las fosas nasales pareciendo un toro enojado. En otro momento a Edward le habría parecido divertido, pero no ahora.

Toma el cigarro entre los labios, lista para luchar por su encendedor, ya incorporándose, pero él la detiene. Sabe que le oculta algo.

-Dímelo—le pide Edward mirándola a los ojos mientras ella toma la última bocanada del cigarro dándose por vencida.

La decisión está presente en su cabeza, firmemente hecha: le va a decir.

Ambos se inclinan hacia el otro y ella exhala lentamente en su oído el humo, abriéndole su mente. Exhala como si la respuesta estuviera entrelazada en el humo.

El mundo de Edward se viene abajo, en cámara lenta. Suspira. Toma el cigarro y termina con el último tramo con una fuerte y rápida inspiración. Se aprieta el puente de la nariz y cierra los ojos.

Ha fallado como padre.

El último pensamiento de su hija resuena como un trueno en su cabeza, rompiéndole los tímpanos en el proceso. Exhala lentamente y las palabras se repiten otra vez, como un eco sin fin.

Lamenta de verdad que los vampiros no puedan embriagarse.

Consumo drogas, papá.


Review?