Quimérica Realidad.

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Como una lluvia de primavera, los pétalos de cerezo caen suavemente y son arrastrados por el viento. Una lágrima cae. Allí esta. Allí estaba.

Todos sus recuerdos, todos los buenos momentos, todas sus ilusiones... reducidas a eso. Reducidas a una lágrima que corre por su mejilla, a un llanto silencioso que no comprendía del todo.

Una mano se pasa por su hombro, no ve quién es y tampoco le importa mucho en ese momento. Alguien la abraza y no dice nada. Un prolongado abrazo silencioso, en donde no corresponde ni se suelta... Sólo un abrazo que en alguna medida calma su llanto.

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-...¿Por qué...?- alcanza a preguntar, aún siendo abrazada.-¿Por qué tiene que pasar esto...?- contra todos los pronósticos, su voz no salía quebrada. Después de todo, ella era una mujer fuerte.

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Con quien sea que está, no le responde, solo la abraza más fuerte. Ella se queda allí parada, sin decir nada. Allí, mirando el vacío. Allí, con lágrimas corriendo por su mejilla y una lluvia de pétalos de cerezo borrando las marcas en la tierra.

En un momento, no sabe cuál, se suelta bruscamente y corre hacia allí, corre hacia el desorden, hacia el caos y busca. Busca donde estaba él, busca para verlo.

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-No... Él tiene que estar... por algún lado... tiene que estar... ¿Dónde esta?...- balbucea mientras busca y corre los escombros.

-One-sama...- la voz de quien la estuvo abrazando le reclama atención.- Deja eso... por favor...- pide.

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Pero no es escuchado. Por más que implore de rodillas, por más que le grite, no va a ser escuchado. Él sabe lo que sucedió hace poco, y es conciente de lo que su hermana mayor sentía. Pero... No puede dejarla así. No puede verla así, de ese modo... tan... desprotegida, tan rota... ¿Dónde estaba aquella kunoichi fuerte que podía levantarse de cualquier situación con cierta estoiquedad? ¿Dónde quedó la fuerte, la inderrumbable? ¿Dónde quedó la que él conocía?

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-¡Ayúdame a buscarlo!-le suplicó entre un llanto y ahora sí, su voz sonaba quebrada.-¡Por favor! ¡Él debe estar por acá! ¡Tiene que estar! Está atrapado y seguramente inconciente...-un pequeño brillo podía verse en sus ojos, seguramente eran las lágrimas que brillaban con la luz del sol.

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Pero es inútil esa búsqueda. No va a darle falsas esperanzas y menos, si estaba negandose a la realidad. No siente su chakra, no lo siente. Así como no siente ningún rastro de vida allí, más que el de ellos dos. Bajando la mirada, niega suavemente con la cabeza. No la podía ver así.

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-No esfuerces una realidad que no es, One-sama...-dice con hilo de voz.

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Ella baja la cabeza, entendiendo esas palabras. Imponente aprieta sus puños mientras más lágrimas caen. Debe aceptar esa realidad en la que no quiere creer...

Abrió los ojos de golpe y se sentó de igual forma. Se llevó las manos al pecho y szó a sí misma. Cerró los ojos y respiró varias veces. Los abrió. Miró a su alrededor. No vio nada. Un lado de la cama vacía.

Tardó en comprenderlo, terminó abrazándose a sí misma en un vano intento de consuelo.

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-¿Huh? ¿Acaso has tenido un mal sueño?- una voz... pero no cualquier voz. ESA VOZ.

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Poniendo los ojos del tamaño de un par de platos playos, levanta la cabeza. Allí estaba... Allí está. Abre y cierra la boca varias veces, como un pez koi cuando pide comida.

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-Un... sueño...- repitió. Él asintió.

-Debió ser demasiado real para que te pusieras así...- habló.- Ino-chan mencionó que era muy fuerte la droga...-

-¿Droga?- frunció el ceño a tal punto que sus cejas parecían querer violar sus párpados.

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Al ver aquella expresión, él no pudo evitar reír.

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-¿Qué no recuerdas la misión, mujer?...- comentó divertido, luego ahogó una risa y miró hacia otro lado.- ¿Qué pensabas? Kami, como si fuese a hacerte algo... Qué problemáticas son las mujeres.-

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Aflojó los músculos de su rostro y lo miró, ahora parecía enojada. Y la mano, no dudó en ir a parar con fuerza en la mejilla de él.

Terminó yéndose para el baño con la única intención de alejarse de él. Por otro lado, él se quedó con la bonita impresión de la mano de ella en su mejilla. Y la sonrisa no tardó en aflorar en su rostro. De alguna forma, le gustaba que ella fuese problematica.

Desvió su vista a donde había estado durmiendo ella hasta hace un rato. En su almohada, había rastros de lágrimas. Entonces, el rostro del castaño dejó de mostrar una sonrisa divertida para pasar a mostrar cierta preocupación y curiosidad.

¿Qué quimérica realidad le había mostrado aquella droga que desarmó las defensas de la rubia?