Capítulo I

Capítulo I

¿Una o dos de cuatro?

-Que pena…- el viejo torció la boca en un rictus desalentador mientras recogía con una pequeña pala y una escobilla los restos de cabello que no había podido recuperar.- Mira que tan bella y desperdiciada…- luego de botarlos a la basura se acercó al peinador y tomó entre sus manos la enorme trenza que acaba de cortar. – Tan suave y lisa… puntas parejas, perfectas, sanas como pocas y brillantes… Y mira que deshacerse de ti… querida… -exclamó- En poder de mi querida Hina cobrarás tu esplendor, te lo aseguro.- Dijo finalmente mientras apagaba las luces del local y cerraba la puerta. Afuera ya estaba oscuro, las luces de los faroles habían sido prendidas y las pocas personas que deambulaban aún por ese lado de la ciudad caminaban rápidamente desesperadas por alcanzar el último de los trenes.- Cuando lleguemos a casa ya verás…- se sonrió al notar como acababa de hablarle en voz alta a lo que ahora era un objeto inanimado.- Esa chica… debajo de todo ese mal aspecto estoy seguro de que es una gran persona.

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Nae se detuvo en una esquina tratando de rehuir la mirada insistente de los meseros que acaban de echarla del local al mismo tiempo que se tragaba las ganas de restregarles por la cara su maldita intolerancia.- Idiotas…- exclamó en español conciente de que la probabilidad de que alguien la entendiera era mínima y de que aquella forma de expresar su molestia era la única que no atraería aún más miradas indiscretas.

Había pasado la tarde fuera de casa conociendo la ciudad, tratando de encontrar en el paisaje urbano alguna semejanza con su anterior hogar, buscando desesperadamente algo a lo que aferrarse ahora que estaba sola. Sí, sola, ya que la presencia de su padre y sus hermanas en casa había dejado de significar algo importante en su vida desde hace ya mucho tiempo siendo llenado aquel vacío por lazos de amistad que habían traspasado todo tipo de problemas, excepto la distancia. Ahora, mientras caminaba sola por las calles observando los mismos rasgos generalizados en los rostros sorprendidos, sentía como de a poco crecía en su interior una necesidad imperiosa de sumergirse nuevamente en la vida suburbana norteamericana, con sus mezclas de culturas y tradiciones, con el encuentro de razas que seguramente en este nuevo país no presenciaría en mucho tiempo. Con todo lo bueno que podía ofrecer… y además, con todo lo malo.

Ya eran las diez aproximadamente cuando decidió volver a casa. Ya cerca de su destino, mientras decidía si entrar por la puerta de la cocina o por el balcón de su pieza divisó un grupo de adolescentes reunidos en una esquina poco iluminada, y entre ellos, como una luciérnaga perdida flotando de una mano a otra la luminosidad conocida de un mal demasiado humano envuelto en una espesa nube de humo, y mientras sus ojos se posaban fijos en el pequeño objeto, aquella parte de su mente que era demasiado conciente de los suaves pinchazos que sentía en sus brazos, le pedía a gritos la lejanía, como si de esa forma pudiera apaciguar aquellas alucinaciones que volvían cada vez más frecuentemente, recordándole antiguas escenas y viejos tormentos.

-Por la ventana… Está decidido.- se dijo mientras se arremangaba el vestido de tul negro y comenzaba a escalar la reja que separaba la calle del patio de su casa sin percatarse que desde aquella oscura esquina un par de arenosos ojos la observaban con interés.

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Al día siguiente

Hina contempló su obra satisfecha, feliz de haber finalizado tan pronto con su trabajo y algo más que sorprendida por la pequeña perfección del objeto. Con suavidad lo manipuló de una mano a otra, observando lo bien que había quedado enganchado el medallón de piedra negra rodeado por las decenas de cabellos, que trenzados con gran técnica habían dado forma a una fina red azulada que lo sostenían y anclaban a una especie de cadena creada a partir del mismo material. ¿Quién pensaría que con algo tan simple se podía hacer un trabajo así de perfecto? En realidad pocos, ya que la mayoría de las personas que compraban sus joyas no atinaban a decir de qué estaban echas y en eso justamente residía su encanto. Pero esta en especial era realmente hermosa. "Esa chica era extraña!" se sonrío al recordar a la clienta de su padre, quizás por eso mismo esta joya tenía ese brillo tan especial.

Contenta y orientada en imaginar a aquel que en un futuro lo llevaría puesto (porque debía ser un hombre, de eso no cabía la menor duda), no se percató de la presencia de otra persona en el interior de la tienda, sino hasta que frente a ella una voz femenina dijo "Lo quiero" después de lo cuál una espontánea risa comenzó a surgir de lo más profundo de su ser.

-Está bien sólo si es para tu novio…- aclaró.

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Frente al espejo desabrochó los últimos botones de la blusa y dejó caer la tela flojamente por los costados, fuera de la incómoda presión de la pretina de la falda y de sus propias caderas. Posteriormente, colocó todo su esfuerzo en soltar su ahora corto cabello de las firmes trabas impuestas por Kasumi para finalmente dedicar una última ojeada a su aspecto, casi pulcro, casi perfecto, casi no-ella.

-¿Hay alguien ahí?- Nae escuchó aquellas palabras provenientes desde el otro lado de la puerta trancada y sonrió. Su primer impulso fue saltar por la ventana del baño y como siempre, simplemente lo siguió. Ya afuera de la habitación, caminó tranquilamente por el enorme patio trasero, pasando inadvertida para aquellos jóvenes que se encontraban practicando uno que otro deporte. Tenis, natación, atletismo, contabilizó y una irónica sonrisa se posó en sus labios al recordarse hace mucho tiempo en actitudes parecidas "Necesito salir de aquí" se dijo mientras un sofoco de origen conocido amenazaba con dejarla inconciente mientras sus ojos enfocaban persistentemente la muralla exterior.

-Tendo Akane ¿verdad?- Aquellas palabras parecieron estabilizar su situación ya que su expresión en pocos segundos vagó desde la decepción, la desesperación hasta el mal humor, pero pasó desapercibido para aquella persona que volvía a pronunciar su nombre.

-¿Tendo Akane?- Por otros tantos segundos deseo seguir castigada en su habitación, encerrada como a ellos les gustaba que estuviera, y no parada en ese sector del mundo siendo observada por lo que imaginaba era una maestra.

-¿Sí?- precavidamente se volteó para hacerle cara a lo que le pareció una estudiante más. Sus facciones se relajaron y se tocó ligeramente la ceja derecha reafirmando su pregunta mientras su mente trabajaba a toda máquina sopesando algunas opciones. "¿Debería dejarla inconciente y escapar? Maldición, odio las situaciones complicadas" pensó.

-Que bien… Satoko-san estaba preocupada, creía que te habías perdido y al parecer no se había equivocado.- la joven la recorrió con la mirada para luego detenerse en un punto lejano hacia su izquierda.

-Mhh…- Con la pronunciación de aquellas palabras Nae pensó que la joven simplemente era incauta, pero al observarla más detenidamente llegó a la conclusión que su mirada era lo único sincero que en ella podría encontrar, "una imperfecta cara de poker" decidió y sonriendo dejó pasar esa pequeña ironía "otro fenómeno" su propia voz en un tono más alto dijo aquellas palabras en su mente "¿y?, vete a tu rincón" fue su respuesta mientras se golpeaba con un dedo la sien derecha.

-Pues bien, te guiaré hasta el salón. Sígueme.- la joven se dio la vuelta y comenzó a caminar decidida sin observar que Nae se estaba tomando su tiempo para decidir si hacerle caso o seguir adelante con su idea inicial. Cuando por fin un impulso la llevó a mirar hacia tras de reojo, la vio caminando a pocos centímetros de ella.

-Soy Kuonji Ukyo. Mucho gusto.

-yah… y yo Tendo Nae.- aclaró la joven mientras se observaba las uñas pintadas de azul oscuro y sopesaba la posibilidad de pintarlas verde aquella semana.

-¿Nae?- preguntó Ukyo mientras tomaba todo su cabello y lo depositaba sobre su hombro derecho, hacia delante.

-Sí…Nae…- repitió la susodicha estudiando sorprendida la enorme espátula de cocina que había estado oculta en su espalda. "Filosa" pensó e inconcientemente se tocó la mano.

Nabiki observó la habitación desde su sitio junto a la puerta y frunció el ceño, todo había quedado ordenado… si a eso se le podía llamar ordenado reflexionó, sorprendida de su propia sorpresa ante algo tan cotidiano en su vida. –Que absurdo…- suspiró tratando de alejar de su mente el contraste entre las cuatro "mitades" de la habitación.

-Nada…- dijo con simpleza mientras se sentaba en el suelo y prendía el televisor.- por lo menos nada aún más raro.

-¿Segura?- Kasumi, la mayor de las mujeres Tendo, asomó la cabeza desde la cocina y esperó la reiteración de la información.

-Sí…esta vez parece que Akane, Nae, Kane o kanae- dudó- no encontró nada en la calle.- explicó al recordar lo preocupado que había quedado su padre luego de que se enterara que "esta" no había ido el primer día a clases, sino que se había pasado la tarde escondiendo el uniforme en su bolso y recorriendo las calles de la ciudad en lo que posteriormente llamó un "tour informativo", aprovechando para despojarse a la vez del más bello distintivo del clan Tendo, su cabello.

-Genial…- expresó con un suspiro. – ¿Vas a ir a clases mañana?- preguntó luego de probar la comida.

-NO… esperaré unos días para ver que pasa.-

Kasumi volvió a observarla desde su puesto para luego asentir.- ah…Ok.

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Ukyo dejó el salón enfadada por tener que salir a buscar a la nueva, pero todo el enojo se evaporó cuando, después de recorrer todo el colegio se encontró en el patio observando a lo lejos la conocida figura de su querido novio. "Tan guapo" pensó sin dejar de notar sus ágiles y precisos movimientos. Si ya de por sí lo admiraba, más lo hacía cuando lo veía correr por la pista y contemplaba embelezada el movimiento ondulante de su trabajada musculatura. "Va a correr", un brillo poco usual en su seria mirada llamó la atención del conserje del instituto que por casualidad pasaba por allí, ser que por algunos segundos creyó ver a la chica dando pequeños saltitos de alegría con un par de pompones en las manos -"Va a correr"- pensó. Presintiendo una mirada indiscreta rápidamente recobró su inusual compostura y se estiró un poco para verlo prepararse, al parecer este iba a ser su turno y gracias a esa salida no se lo perdería, o por lo menos eso fue lo que creyó hasta que una figura desconocida se atravesó en su campo de visión. Sus manos repentinamente se estiraron asemejando un par de filudas tenazas. "NO" se recobró.

-Tendo Akane…- dijo estudiando la espalda de la nueva. Por su aspecto seguramente sería un problema.

-¿Tendo Akane?- preguntó esta vez otorgándole mayor énfasis a sus palabras, comenzando a dudar de la posible identidad de la que se convertiría en pocos segundos después en su interlocutora.

-¿Sí?- la nueva se volteó para mirarla de frente momento que aprovechó para observarla más de cerca. Frente a ella se encontraba una joven delgada un poco más baja que ella, de cabello corto desordenado y flequillo que le tapaba los ojos, vistiendo el uniforme del establecimiento aunque con algunos cambios, más bien demasiados. "Extraña" decidió mientras trataba de reconocer en aquellos ropajes oscuros la vestimenta oficial del establecimiento. "Lo hace parecer gótico… algo tétrico" su mirada se dirigió hasta sus manos y contempló molesta el color de sus uñas y la serie de pequeños anillos que se enroscaban como serpientes en sus finos y blancos dedos.

-Que bien… Satoko-san estaba preocupada, pensaba que te habías perdido y al parecer no se había equivocado.- explicó cambiando su punto de observación por uno más lejano. A la distancia su novio acababa de llegar a la meta. -Pues bien, te guiaré hasta el salón. Sígueme.- desalentada y molesta se volteó y comenzó a caminar hacia la entrada del edificio sin esperar realmente que ella la siguiera, pero cuando su curiosidad pudo más, la miró de reojo. Ahí estaba ella, observando sus manos mientras una suave brisa jugaba con sus cabellos y dejaba entrever escasamente el violeta oscuro de sus ojos. Sin planteárselo realmente tomó su larga cabellera y la depositó hacia un lado mostrando así el filoso instrumento de cocina que simbolizaba su alto rango y por lo tanto, su poderío."Chica extraña" pensó.

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Los alumnos del salón C de segundo año analizaron interesados a su nueva compañera. Los más estrictos, la mayoría amigos de Ukyo, la clasificaron de inmediato en la lista de aquellos que debían ser vigilados. Otro conjunto de alumnos agrupados bajo las órdenes de un tal Gosunkugi, la miraron con una expresión maliciosa pensando que tal vez en ella podrían encontrar una aliada para sumergirse en el mundo oscuro. Kodashi Takewaki y su grupo de porristas la miraron despectivas, encontrando que un ser como ella no era digna de su atención, mientras que su hermano, Kuno, puso gran atención en su figura, "estilizada" la catalogó y se propuso estudiarla más de cerca durante la hora de almuerzo "si pudiera ver su rostro…" pensó.

-Ella es Tendo Akane y viene de Hokkaido….su padre tuvo que trasladarse a la ciudad por razones de trabajo, espero que la traten bien.- Satoko-san se acerco a la joven y poniéndole una mano en el hombro le dijo amigablemente- Akane deberías presentarte ante tus compañeros.-

-Mi nombre es Nae…- La menor de las Tendo pronunció con un hilo de voz aquellas palabras ya que desde el minuto en que había puesto un sólo pie en el salón se había vuelto a sofocar "Déjame esto a mí" pensó aunque incluso algo tan cotidiano como aquello le estaba costando un gran esfuerzo. "Pero me están llamando" la voz en su mente se tornó cansada. "¿A ti?...lo siento por ambas, pero esta vez me toca a mí." En un tono ligeramente más alto se auto contestó, "Dale, que sea cualquiera pero cállense de una maldita vez", una cuarta voz acotó.

-Nae… es extraño, en tu petición de incorporación viene escrito Akane…

La aludida movió los labios y las palabras se perdieron en la nada. Frente a ella todo el curso parecía distorsionarse en el espacio-tiempo. Tapándose el rostro con las manos la joven jadeó.

-Akane… te ves pálida ¿te sientes bien?- la maestra nerviosa ante el comportamiento de su alumna, le tomó las manos separándoselas posibilitando así la oportunidad de mirarla a la cara. Cuando lo hubo hecho deslizó el flequillo de la chica detrás de su oreja y se sobresaltó, horas después, preocupada por su visión pidió una hora en el mejor centro oftalmológico de la ciudad "Creí haber visto como sus ojos cambiaban de color doctor" en su momento explicó.

-kanae… ese es mi nombre.- mientras se enderezaba la chica explicó.

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Si a Ukyo le sorprendió la expresión de su profesora más lo hizo el hecho de ver como la "chica extraña" se paraba frente al curso y con una amable y alegre sonrisa le pedía a todos que cuidaran de su menuda persona, pero más aún la descolocó percibir en ella algo muy distinto "¿qué será?" Pensó pero fue interrumpida por las exclamaciones de enojo de Kodashi y casi todas sus compañeras y los suspiros enamorados de la gran parte de los varones.

-Siéntate al lado de keiko, al fondo…- Sin siquiera proponérselo, sus ojos se posaron en los azules de kanae que pasaba ahora junto a ella y le dedicaba una amistosa sonrisa. "Qué será…" trataba de procesar la nueva información pero su mente no lograba encontrar conexiones "Es simplemente rara" sentenció al verla minutos después sonrojarse ante cierto detalle en sus manos.

Fin cap.

XD espero que de algo se entienda este fic. Sino, dejen sus dudas o tomatazos y yo luego las contesto . Cariños

Golgos.