Los personajes de esta historia no me pertenecen…

No me rompas el corazón

By: Lázara Fleitas

Capítulo I: Las casualidades no existen

La lluvia caía y sobre mi rostro y las nubes impedían que se viera la luna que casi no se dejaba ver, todo estaba oscuro y en mi pecho lo único que sentía era el latido de mi corazón destruido. Tantas veces he sentido este dolor sublime que consume todas las energías que ya no tengo, tantas veces he llorado por la persona que no puedo alcanzar. Trato de correr en la oscuridad hacia la figura que se aleja de mí entre las gotas de agua pero mi cuerpo es más y más pesado, hasta que no puedo moverme y solo puedo gritar tu nombre una y otra vez para ver que no te detienes y sigues tu camino hacia ella, hasta que alguien dice mi nombre y al levantar mis ojos solo puedo ver el dorado de unos ojos y nada más.

-Kagome despierta- dice la voz de una joven chica al otro lado de la puerta de un espacioso cuarto decorado con tonos claros.

-Ya voy- responde Kagome moviendo el cabello que le había caído sobre su rostro- Ese sueño otra vez- dice mirando su reflejo al levantarse de la cama.

Su cabello negro y largo le llegaba a la cintura, hacia tanto tiempo que no se lo recortaba que tenerlo tan largo la hacía ver de cierta forma diferente e igual a la vez. Sus ojos eran castaños como el caramelo derretido y a pesar de que en algún momento fueron cálidos ahora solo reflejaban soledad cuando estaba sola y frialdad cuando el resto del mundo la rodeaba, a excepción tal vez de su familia y su compañera de apartamento. Su cuerpo era atlético y sus piernas largas, mientras si piel era suave y nívea. Kagome Higurashi, la mujer que hacia tanto tiempo le habían roto el corazón para nunca más recomponerlo.

-Kagome vamos me prometiste que hoy ibas a prepararme el desayuno- dijo nuevamente su compañera.

-Ya voy Sango- dijo la chica abriendo la puerta y encontrándose con su mejor amiga desde la infancia, era casi de su estatura y tenía al igual que ella el cabello largo pero castaño. Sus ojos eran negros y su sonrisa era jovial y feliz hacia todo aquel que quisiera recibirla, muy diferente a la de ella- Por Dios es sábado déjame dormir un poco más, sabes a qué hora me he estado acostando estas últimas semanas.

-Sí, sí lo sé- le respondió Sango abriendo la puerta del balcón y sentándose en una de las sillas acojinadas con dos tazas de café con leche para ella y su amiga- Pero lo prometiste, así que hoy eres mía, coge- le dijo entregándole su tasa- Primero disfruta la vista, llevamos cinco años viviendo aquí Kagome y creo que nunca sales a ver lo hermoso que es este lugar- le dijo su amiga señalando el amplio mar frente a ellas.

-Cinco años- dijo Kagome mirando el intenso color verde azul. Habían pasado cinco años desde que el único hombre que había amado alguna vez en su vida la dejara para irse con otra mujer, irónicamente muy parecida a ella- Inuyasha- dijo sin darse cuenta.

-No entiendo como sigues pensando en él- dijo Sango furiosa- Después de todo el daño que te hizo, Kagome han pasado cinco años desde que se fue con esa mujer Kikio y te dejó plantada en la iglesia. Esto es una tortura y no puedo dejar que te sigas haciendo esto. Sé que lo amabas y sé que todavía lo amas, pero por dios tienes que darte una oportunidad para olvidarlo. No sales con nadie, solo trabajas y trabajas y trabajas; eres la abogada más joven en alcanzar el puesto más alto de la firma Shikon no Tama, una de las abogadas corporativas más prestigiosas de todo Tokio y aun así prefieres seguir sufriendo por un hombre que no se merece que ni siquiera digas su nombre.

-Terminaste- dijo Kagome molesta- No lo amo- estaba furiosa, su amiga tenía razón pero simplemente su corazón se resistía a olvidarlo. Lo odiaba con cada célula de su ser pero su maldito corazón se empecinaba a repetir una versión enfermiza en sus sueños del momento en que se dejaron- No quiero saber absolutamente nada él y si trabajo tanto es porque así lo quiero, no salgo con nadie porque ningún hombre me ha llamado la atención y solo dije su nombre porque no me había dado cuenta del tiempo que ha pasado.

-Eso es un comienzo, pero tienes que vivir amiga- dijo Sango agarrando su mano- Hace tanto tiempo no salimos a divertirnos un rato, estás de vacaciones y eres toda mía por dos semanas en las aguas termales de Fugaku Onsen Ryokan y no quiero que me des las gracias ahora, prepara el desayuno que Miroku tiene que estar al llegar y le dije que le prepararías uno de eso omeletts que te enseñaron en España.

-A él solo le interesa la comida- dijo Kagome levantándose- En especial si no la paga.

-No hay nadie perfecto.

-Por qué tengo que ir yo a las aguas termales con ustedes dos y ser la chaperona- dijo Kagome sacando las cosas.

-Ya te lo dije- decía Sango sacando las maletas a la sala- Miroku tiene que dar unas conferencias de medicina allá y vamos a estar solas casi todo el día además dentro de un mes es la boda y quiero pasar tiempo contigo.

-Eso es manipulación- dijo Kagome cocinando.

-De verdad- le respondió a su amiga abriendo la puerta al escuchar que alguien tocaba- Tengo a la mejor maestra viviendo conmigo.

-Dime que ya está hecho el desayuno- dijo Miroku con sus apuestos ojos azul oscuro besando a Sango en la boca.

-Dentro de unos minutos- le gritó Kagome.

Mientras cocinaba su mente divagaba entre los recuerdos. Hace mucho tiempo estuvo enamorada pero como muy bien su amiga le había dicho la dejaron plantada, no frente al altar pero sí a pocos días de la ceremonia. Después de tantos años como novios, de tantos problemas y dificultades él finalmente le había terminado rompiendo su corazón. Todavía recodaba ese tarde, estaba oscureciendo y habían quedado en encontrarse en un parque cerca de su apartamento. Llevaba unas semanas indiferentes y ella tan tonta pensaba que era por los nervios de la boda, hasta que le dijo que no podía casarte con una persona a la que no amaba. Ahora que lo pensaba debía haberse dado cuenta, tantas señales, tanta indiferencia, pero el amor es una venda que ciega todo o no deja ver la verdad de las cosas y las personas. Yo vivía vendada hasta que el me arrancó esa venda y me mostró la cruel realidad. Eres un imbécil Inuyasha, como te atreviste a decirme que lo lamentabas pero tu corazón le pertenecía a Kikio y que te ibas a casar con ella.

Me convertí en una persona fría, distante, dedicada 100% a mi trabajo, a no dejar que nadie fuera mejor que yo a que el trabajo ahogara tu recuerdo. Pero lamentablemenente ni eso ha logrado que mi corazón te olvide. Dentro de poco me voy a quedar sola, Sango se va a casar con Miroku y se van a vivir juntos. Me pregunto si vas a venir a la boda, después de todo eres su mejor amigo.

-Kagome cuando me vas a decir la receta- le dijo Miroku sentándose en la mesa del comedor.

-Nunca- le respondió ella saliendo de su ensueño y sirviendo tres porciones- De todas manera no sabes cocinar y lo más probable es que quemes es hermosa casa que compraron.

-Yo si sé cocinar- dijo indignado- Dile Sango, se hacer parrilladas.

-Claro, claro- le respondió su novia aguantando las ganas de reír, porque la verdad apenas sabía hacer un sándwich.

-Kagome hay algo que tengo que decirte- dijo Miroku poniéndose serio- Hablé con Inuyasha.

El solo nombre la paralizó, se temía que esto iba a pasar y estaba preparada para escuchar lo que sabía que sus amigos estaban esperando para decirle.

-Me alegro mucho- le respondió ella activando todas las defensas que los años como abogada le habían obligado a crear.

-Va a venir a la boda- prosiguió Sango- No sabíamos como decírtelo por todo lo que paso…

-Pero él es mi mejor amigo y yo- le interrumpió Miroku, no sabía cómo decirlo, no perdonaba a su amigo por lo que hizo pero lo quería en el día más importante de su vida.

-No tienen que ponerse así- dijo Kagome terminando su desayuno- Es completamente normal que él esté ahí al igual que yo y aprovechando que sacan el tema, necesito un favor de ustedes, me imagino que me pusieron sola en una mesa pero necesito espacio para mi acompañante.

Miroku y Sango se quedaron más sorprendidos que ella cuando lo dijo, no existía ningún invitado pero no podía dejar que sus amigos se preocuparan por ella. Era hora de regresar a la vida, llevaba mucho tiempo sufriendo por algo que no se podía solucionar.

-Bien entonces nos vamos a la aguas termales- dijo Sango.

-Ustedes vayan en su carro- dijo Kagome antes que siguiera hablando- Yo tengo que pasar por la oficina a entregar unos documentos y los alcanzo en el tren de la tarde.

-Kagome- dijo Miroku.

-Ahí voy a estar- le respondió ella entrando a su cuarto para cambiarse, al salir sus amigos no estaban en la sala y escuchó unos ruidos raros en el cuarto de su amiga- Mejor no pregunto- dijo cogiendo su cartera y saliendo.

Japón era tan hermoso, la mezcla perfecta de antigüedad y modernismo. Los templos tradicionales y los árboles de cerezo junto a las puestas de sol por un lado y los súper modernos edificios de Tokio. Salir de la ciudad era como viajar en el tiempo e iba a abandonar su mundo moderno por dos semanas para internarse en la antigüedad de su cultura. La firma Shikon No Toma estaba en uno de los edificios del centro en un área exclusiva y su oficina era una de las pocas una vista realmente espectacular. Era la única abogada corporativa en la firma porque su mentor el padre de su ahijado Shipo se retiraba ese día era su ceremonia de retirada. Se supone que conocería a su nuevo compañero de trabajo Según escuchó era cercano de los dueños de la firma y no le sorprendido que obtuviera ese puesto. Nadie conocía su nombre pero era un Inutaisho como Inuyasha, solo esperaba que no lo conociera, después de todo esa familia era disgregada y difícil de tratar.

-Bienvenida- dijo su mentor al verla entrar.

-Me alegra verlo- le respondió ella saludándolo con un beso en la mejilla, esa relación intima entre ella había creado ciertas habladurías en la firma pero con el tiempo la gente se aburrió y dejaron de regar rumores.

-No se supone que estés de camino a unas aguas termales.

-Salgo en el tren de la tarde.

-Sango me llamó y me dijo que me asegurara que llegaras y no te quedaras aquí- dijo él mirando como su pupila pasaba de la sorpresa, la furia y finalmente la resignación.

-No sé quién de ellos va a sufrir más- dijo finalmente- Si ella o Miroku.

-Creo que Miroku- le respondió mientras ambos reían.

Desde la otra esquina unos ojos dorados y sin expresión estudiaban a todos en la habitación sin mucho interés, gracias a su padre esa iba a ser nuevo lugar de trabajo. Estaba cansado de trabajar en los Estados Unidos y quería regresar por un tiempo a Japón nunca admitiría que extrañaba su hogar pero así era. Todas las personas lo evitaban su semblante serio alejaba a todos, al principio fueron amables pero al darse cuenta de su frialdad y lo que algunos consideraban arrogancia se alejaban para evitar problemas. La única persona que lo trataba diferente era el hombre al que iba a remplazar en el trabajo, y por lo veía a él lo trataban como el mismo respeto y miedo. Nadie se le acercaba con confianza, todos con respeto, algunos con admiración, otros con miedo y muchos con envidia. De una forma rara eso establecía entre ellos una complicidad que ninguno se propuso. Estaba cansado de la fiesta era hora de marcharse, tenía una pequeñas vacaciones antes de empezar a trabajar y eso significaba estar en algún lugar tranquilo trabajando y poniéndose al día con su trabajo, aunque quería conocer a su compañera de trabajo. Era la antigua prometida de Inuyasha, no la conocía pero por las referencias era una mujer fría, calculadora, que nunca retrocedía y despiadada en su trabajo; muy diferente a lo que en una ocasión su medio hermano mencionó alguna vez. Según él era una mujer dulce y de buen corazón, nuca la había visto así que no tenía la menor idea de cómo era.

-Estás seguro que te quieres retirar- le decía Kagome a su mentor- Te puedes quedar un año más y no se notará la diferencia.

-Dile eso a Shipo y mi esposa- dijo su mentor sonriendo mientras chocaba las copas que ambos sostenían- Es hora que disfrute a mi familia y me retire, de todas maneras voy a seguir como consultor privado.

-Te voy a extrañar- dijo ella.

-Vamos Kagome no es como si me fuera del país, además tienes que visitar a Shipo sino va a formar un de las suyas- le respondió él, mientras veía acercarse a su sucesor- Por cierto déjame presentarte a mi sucesor.

Sesshomaru caminaba hacía el hombre que sustituiría y una mujer joven junto a él, el trato entre ellos era completamente diferente al que le daban a las demás personas. Con los demás eran como él, pero entre ellos eran como viejos amigos, eso le creo curiosidad y se pregunto si era su amante.

- Inutaisho déjeme presentarle a la señorita Higurashi, Kagome- dijo el mentor mientras ella se volteaba y miraba unos ojos dorados y fríos como los de ella, sus barreras se activaron mientras lo miraba y él pudo ver el cambio en su actitud. De la chica que su medio hermano le había mencionado a la mujer que aparentemente todos conocían- Kagome, él es tu nuevo compañero Inutaisho, Sesshomaru.

Ambos se miraron por unos segundos, evaluando las posibilidades y midiéndose mutuamente. No era lo que su hermano dijo ni lo que las personas pensaban que era, era algo misterioso pero sus ojos eran tan parecidos a los de él, vacios y distante. Kagome solo lo observaba, esos ojos eran los de su sueño y lo sabía porque llevaba cinco años mirándolos en sueños, tenía el cabello blanco como Inuyasha pero eran muy distinto él era más rudo y peligroso. Por la forma que la miraba, midiéndola sabía que no iba a ser fácil pero tal vez se había ganado el puesto poro no como pensaba.

-Mucho gusto- dijo ella inclinado su cabeza levemente en forma de saludo tradicional japonés- Espero que pueda ponerse al día de los casos que estamos corriendo, tan pronto regrese tenemos un caso delicado que tratar y la firma desea que trabajemos los dos en él.

-Ya tengo conocimiento de todo lo que está ocurriendo y del caso que habla- le respondió él, definitivamente no era como se la imaginaba, directa al grano con una personalidad fuerte aunque se rostro era delicado y cuando la vio hablar con su mentor esas barreras bajaron momentáneamente y lo que vio solo le dio más curiosidad.

-Perfecto- le respondió ella- Me tengo que ir o voy a perder mi tren- le dijo a su mentor abrazándolo brevemente- Tan pronto regrese y tenga un respiro voy a cenar a tu casa y me quedo con Shipo.

-Se lo diré- respondió él.

-Yo también me retiro- dijo Sesshomaru, escuchando observándolos- Mucho gusto en conocerlos.

-Igualmente- respondieron.

-Descansen antes de regresar al trabajo que les espera largas horas- dijo el mentor de Kagome y se fue a hablar con otras personas.

Kagome caminaba junto a Sesshomaru en silencio, ninguno decía nada, era incomodo pero no tenían nada que decirse. La fiesta era en el último piso de las oficinas y sus carros estaban en el sótano del mismo, parecía un lugar de fantasmas, por lo general el elevador se paraba veinte veces antes de llegar a los estacionamientos por la cantidad de personas pero hoy se desplazaba en silencio dejando saber cada vez que pasaba por un piso. Hasta que de repente el elevador se detuvo súbitamente lanzando a Sesshomaru sobre Kagome y quedando pegados contra el espejo y sus rostros tan pegados que solo u suspiro los separaba.

La sorpresa fue mutua, ninguno se esperaba eso y tenerse tan cerca era una posibilidad que ninguno definitivamente había considerado hace unos minutos atrás cuando se conocieron. Solo se podían mirar y sentir como se mezclaban sus alientos ya que un movimiento de uno de ellos iba a romper la distancia que los separaba.

-Creo que…- dijo Kagome rozando sus labios ligeramente con los de él.

- Sí- dijo él haciendo lo mismo y alejándose de ella, que demonios había pasado.

Kagome sentía su corazón latir fuerte en su pecho hace tiempo nadie lograba que su corazón se desbocara de esa manera, no quería que él escurara como latía y ese casi beso definitivamente lo había sentido.

-No se mueve- dijo Sesshomaru, para romper el silencio.

-¿Qué?- dijo ella- No puede ser.

-Es normal que esto pase- pregunto él para cambiar el tema, ese casi beso lo había sentido al igual que las curvas de su cuerpo cuando cayó sobre ella.

-Que yo sepa no- dijo tocando los botones de emergencia- Los celulares no funcionan aquí abajo, no hay mucha señal.

-Entonces esperemos- dijo él sentándose en el suelo.

-Maldición voy a perder el tren.

- ¿Te vas de viaje?- por lo general no era tan sociable con las personas pero cuando se trataba de negocios podía moldearse a la situación y con ella su carácter frio no funcionaría tenía conocerla, para saber si podía trabajar a su lado o empezar a buscar a alguien más competente.

- Si- respondió ella sin dar detalles, no iba a dejar que se estableciera ningún tipo de confianza entre ellos- Por cierto que tan bien informado estás de los casos que estamos trabajando.

-Tengo todos los documentos en los que estás trabajando- le respondió, no era una chica fácil- Tengo algunas sugerencias que quiero compartir con tu mentor para tratarlas antes de proceder.

Kagome lo miro a los ojos de la forma más fría que pudo dadas las circunstancias. – Si tienes algo que discutir hazlo conmigo yo soy la encargada del caso y como él dijo, solo será un consultor y yo tomo las decisiones hasta que te instales y te pongas trabajar.

-Bien, que te parece un contra ataque- dijo Sesshomaru y sin que se dieran cuenta los minutos pasaron mientras discutían diversos casos y las múltiples posibilidades. Cada vez que él le daba una sugerencia ella la descartaba con otro argumento y lo mismo hacía él hasta que el ascensor se empezó a mover y un electricista abrió las puertas viéndolos sentados en el piso.

- Higurashi- dijo el guardia de seguridad- ¿Se encuentra bien?

-Sí- respondió ella saliendo de elevador no se había dado cuenta que tenía las piernas entumecidas.

-A ocurrido una falla va a arreglar el ascensor inmediatamente- dijo nuevamente el guardia mirando con desconfianza a Sesshomaru.

-Bien, nos vemos en dos semanas- dijo ella y se marcho- Inutaisho, mucho gusto.

-Igual- le respondió el sonriendo ligeramente, ella era alguien con la que iba a disfrutar trabajar. No le importaba porque su hermano la había dejado pero en esa hora y media en el elevador se había ganado su respeto y no muchas personas lo lograban y menos tan rápido.

Kagome se sentó en su carro y se marchó del edificio respirando profundamente, estar encerrada con un hombre guapísimo e inteligente a la vez era lo último que se le había pasado por su mente cuando se despertó. Cuando llamó a Sango, estaba molesta ya era de noche y ella había desaparecido así que no le quedaba de otra que llegar a la estación del tren para tratar de coger un pasaje si quedaban.

Cuando llegó afortunadamente quedaban espacios para último tren de la noche en una de las cabinas más cómodas pero era la ruta larga, en vez de llegar en tres dos ahora tenía que esperar tres y media para llegar a Fugaku Onsen Ryokan. Por suerte los vagones caros estaban casi desocupados e iba a ser un viaje tranquilo, tal vez pudiera dormir y repasar en su mente su pequeña aventura con Inutaisho, solo recordarlo se le aceleraba el corazón y sin darse cuenta suspiro.

-Espero que no te importe compartir el viaje- dijo una voz antes de que abriera los ojos que reconoció de inmediato.

-Sesshomaru- dijo desconcertada- ¿Qué hace aquí?

-Me dirijo a mis vacaciones – le respondió acomodando sus maletas y sentándose frente a ella- Perdí mi tren.

-Somos dos, ¿por casualidad no se dirige a Fugaku Onsen Ryokan?

-Sí.

-Entonces será un largo viaje, porque yo también me dirijo allí- dijo ella maldiciendo y agradeciendo su suerte.

***** Continuará******

Este es mi primer fic de Inuyasha me encanta la pareja de Kagome y Sesshomaru, por lo que decidí escribir algo de ellos. Espero sus reviews, por favor díganme que tal y si tienen alguna sugerencia.

Muchas gracias nos vemos en el próximo cap.