Debo una disculpa enorme, el día de ayer en medio de un arranque decidí eliminar dos de mis historias. Sin embargo, recibí un mensaje, un mensaje increíble, una réplica por haber borrado esta historia en específico. Admito que fui una desconsiderada, y es que simplemente a veces considera que no es lo suficientemente buena para seguir con una historia. Fue un mensaje maravilloso, que me hizo despertar y realmente reconsiderar lo que había hecho, esta amiga, me explico de una manera tan especial lo mucho que para ella representaba esta historia.
Cerraré aquí admitiendo que ella y su mensaje, me hicieron retomar la historia, continuarla y terminarla para ella, y para todas las demás chicas que les agradaba la historia.
Sin más un millón de disculpas para todas ustedes, y aquí le dejo definitivamente "Maneras".
Maneras.
Capítulo I
"La ley de los Opuestos"
Muchas cosas en el mundo se rigen bajo la ley de: "polos apuesto se atraen", ley que de alguna manera, o por alguna razón, cruza el destino de unos con otros, para entablar algún tipo de contacto o relación, tan sólo para degustar algo o alguno de los complementos de lo que nos rodea. Y Sasuke Uchiha no era la excepción a esa regla, según él, y según su manera de ser, las cosas simplemente pasaban porque si, ya que él, tan inteligente, capaz, audaz, arrogante, y endemoniadamente guapo, derrochaba esos atributos y cualidades porque era así como la naturaleza y los genes participantes en el proceso habían obrado sobre él. Y de allí que se convirtiera en el centro de gravedad de muchas mujeres, porque bastaba que Sasuke Uchiha pronunciara alguna palabra, para tener a cuantas mujeres quisiera –y no tanto– a sus pies. Eventualidad que lo perseguía incluso antes de tener memoria. Hijo, hermano, estudiante y hombre ejemplar, cuyo perímetro personal establecido era el de sobresalir y mejorar en todo lo que pudiera, quisiera y deseara, sin que nadie o nada se interpusiera en su camino, pues Sasuke Uchiha tiene poca tolerancia hacía las molestias, por que él es un caballero realista.
Bien el otro polo opuesto, vendría a ser ella, una chica de cabellos rosa, que vive su vida, sorteando y saboreando cada instante que el destino le ofrece, Sakura es de las personas cree que las cosas pasan por una razón, porque ello es que se considera detallista, optimista, libre pensadora, complicada, habladora y dulce, con un atractivo difícil de ignorar. Su rastro significativo vendría a ser la ingenuidad, que la ha convertido en lo que es, una joven alegre, con metas, y que se permite vivir de sueños e ilusiones, aprende, reflexiona y madura a partir de los momentos dulces y amargos, porque es partidaria del vive y deja vivir.
Lo único que estos polos opuestos tenían en común, era que ambos cursaban estudios diferentes en la misma universidad, sin embargo, en años absorbidos por la casa de estudios, nunca habían coincidido, ni de casualidad.
Él estudiaba ingeniería en telecomunicaciones, porque de allí pendía su futuro y el de la empresa que manejaba su padre, es el mejor de su clase, porque cualidades del estudiante perfecto le sobraban.
Ella estudiaba arquitectura, porque desde pequeña imaginaba tanto con los ojos abierto, como cerrados, adoraba dibujar, y diseñar. Sin embargo, debía sacrificar horas, y devanarse los sesos, para ser considerada buena, entre el mundo competitivo que era su carrera, pero ella como optimista nata, hacía esfuerzos sobre humanos y nunca desistía.
Y un día de esos que pintaba de común, a cierta hora de la tarde. Sasuke se dirigía a la biblioteca en busca de un libro de cálculo, para extraer apuntes para las asesorías de cálculo. Era lunes y la biblioteca estaba abarrotada, tuvo que hacer cola detrás de tres personas, hasta solicitar lo que quería.
– ¿Cálculo de Apóstol? – repitió la simpática bibliotecaria. Sasuke confirmo asintiendo. –Creo que se han llevado todos los ejemplares que tenemos.- informo con pesadez la muchacha.
–Serías tan amable de chequear, ¿por favor? – pidió amablemente el Uchiha, haciendo uso de su galantería, le sonrió torcidamente. La aludida parpadeó ante el asalto, sonriendo tímidamente accedió.
–Iré a revisar, no tardo. – correspondió la bibliotecaria yendo detrás de las enormes y repletas estanterías, regreso después de cuatro minutos con el gastado ejemplar que había solicitado el pelinegro.
–Tienes suerte. – concedió la chica. Y la sonrisa que el pelinegro le había mostrado minutos atrás surgió de nuevo pero más amplia.
Sasuke vio como la bibliotecaria bajaba la vista para llenar la ficha de solicitud, con las mejillas ardiendo, él sabía que podía surtir ese efecto. La chica le devolvió la solicitud firmada y sellada, con la fecha de devolución.
–Muchísimas gracias. – esbozo el Uchiha, tomando el libro.
–De nada, siempre a la orden. – replico la joven contenta de haber ayudado a ese chico que era tan guapo.
El Uchiha reviso la fecha de entrega, y era para dos días, pero reparo en un detalle, la bibliotecaria había garabateado su número telefónico. Resoplando satisfecho, doblo el papelito y lo guardo en el bolsillo delantero de su pantalón ¿y por qué no? La chica era simpática, él no tenía compromisos, y el semestre estaba por terminar.
Volviendo su atención a la abarrotada biblioteca, movió sus pies para localizar alguna mesa o una silla donde pudiera estudiar. Automáticamente descarto las mesas grandes, porque ya estaba ocupadas por grupos, sólo quedaban mesas para dos, y tenía tres opciones, una estaba ocupada por un chico que estaba atestado de libros, apenas y alcanzaba a vislumbrarlo, la otra la ocupa una chica que parecía estar al borde de un colapso nervioso, y la tercera la ocupa una chica de cabellera rosa, que leía tranquilamente, mientras tomaba apuntes, y tenía los oídos tapados con audífonos, Sasuke optó por la tercera opción. Camino hasta allá, y toco vagamente el hombro de la chica para llamar su atención. La pelirosa se sobresalto ligeramente, quito los audífonos de sus oídos, y busco con la mirada el motivo de su distracción.
–Disculpa que te moleste, pero ¿está ocupado? – cuestiono una voz grave. A Sakura le tomó medio minuto aterrizar por completo, vio al muchacho, y la pregunta que le había hecho, volvió a hacer eco en su cabeza.
–Mmm, no. – respondió rápidamente, pero se apresuro a corregir ante la vago ceño de confusión que se formo el rostro del pelinegro. –Quiero decir, que no esta ocupado, puedes sentarte si quieres.- contesto Sakura amablemente.
Dos pasos más y Sasuke tomó asiento frente a ella. Saco su libreta, y el portaminas. Ella volvió a lo suyo, volvió a colocar un audífono, y el otro lo dejo colgando. Aquellos ojos verdes pasearon lentos y curiosos sobre los movimientos del acompañante. Leyó la portada del libro que usaba, Cálculo IV de Apóstol. Probablemente: profesor, estudiante de ciencias o ingeniero. Sakura se permitió seguir paseando la vista por el muchacho, era guapo, sin dudas, muy guapo, y destilaba presencia. Incluso se atrevía a decir que era del tipo de chico agudo, porque no cualquiera tenía el atrevimiento de abrir o usar un libro de cálculo IV, por comentarios compartidos con los estudiante que tenían que cursar esa materia, Sakura sabía, que llegar a aprobar esa asignatura era un desafío, y este chico, se mostraba despreocupado, incluso parecía estar resolviendo algunos ejercicios, y no se atisbaba ninguna señal de estrés u trasnocho en su cara, o alguno de los otros estragos que generaban las materias numéricas. Sakura confirmo entonces, que era de esos chicos inteligentes y hermosos, de esos que nacen cada veinte años, y que escasean en exceso. Olvidando su lectura siguió el trazo del ejercicio que realizaba el pelinegro, porque ella algo sabía, pues había tenido que cursar cálculo I y II.
Sasuke no lo dijo en voz alta, pero secretamente agradecía poder haberse sentado frente a esa muchacha, en el tiempo que llevaba estudiando en esa universidad, jamás se había cruzado con ella, él no recordaba ninguna cabellera rosa. Ella no daba ninguna señal de conocerlo o de haberse visto por allí, a diferencia del montón de féminas que a veces le seguían. Estaba la mitad de concentrado en sus ejercicios, pues la otra mitad se atención la tenía ocupada detallando a la pelirosa, y si, era preciosa. Aquel color de piel iba perfecto con el color de su cabello, esos ojos verdes paseaban de un lado a otro leyendo, unas pequeñas pecas, salpicaban sus mejillas y el puente de su nariz. Sasuke vislumbro lo que ella leía, parecían dibujos de estructuras, con encabezados y pies de foto, y con otras observaciones más, pero su atención se desvió, porque ella no estaba leyendo su material, leía el de él, y murmuraba por lo bajo, entonces las miradas se encontraron.
–No olvides la derivada interna. – recomendó la pelirosa, apuntó con cuidado la parte del ejercicio que el había dejado de resolver por estar mirándola.
Sasuke se sorprendió, pero luego sonrió dándole la razón. -¿Estudias ingeniería?- pregunto el Uchiha.
-Oh no. – respondió la muchacha devolviéndole la sonrisa. –Lo mío es Arquitectura, y las derivadas e integrales fueron mi pesadilla durante dos semestres. – develo la pelirosa conteniendo la risa.
–Con que arquitectura, eso explica el montón de dibujitos. – se burló Sasuke.
–No son sólo dibujitos. – replico Sakura muy segura de lo que estaba apunto de decir. –Son los planos de planta de los antiguos templos griegos.- especifico, justificando su importancia. –Además estos dibujitos, como les dices, son más importantes que los planos de un ingeniero, porque según lo que el arquitecto diseñe, es sobre lo que tiene que trabajar un ingeniero. – recalco Sakura devolviendo la burla.
Sasuke rió, ella tenía razón en lo que decía, pero lo que más le hacía gracia era la manera tan cortes y perspicaz en que se había explicado, el conjunto le pareció adorable.
– ¿Cómo sabes que estudio ingeniería? – cuestionó Sasuke, entretenido.
–Lo había deducido cuando vi el libro, pero la manera en la que dijiste con que Arquitectura, y dibujitos, me abrió los ojos. – contesto ella, animada en seguirle el juego.
–Sabes que es imposible que un ingeniero haga chistes sobre uno que otro arquitecto. – recordó Sasuke, apenas creyéndose lo fácil que le era hablar con la chica.
–Tienes razón, pero, ¿sabes algo? Aquí entre nos el cariño es el mismo, ya que somos enemigos a muerte destinados a trabajar juntos. – corrigió Sakura, extrañamente cómoda con la conversación que estaba entablando con su compañero de biblioteca, hacía dos minutos que se había olvidado de los planos de los templos griegos, porque le agradaba más el arco y las líneas que definían el rostro del pelinegro.
–Parece que eres buena en eso de devolver contra-ataques. – interpelo el Uchiha.
–Dime tú nombre, y pudieras seguir probando. – rebatió Sakura muy entretenida.
–Acá, Sasuke Uchiha, el mejor estudiante de ingeniería en telecomunicaciones del octavo semestre. – se presento alagando de su posición.
–Que modesto. – se quejo la pelirosa fingiendo desdén. –Aquí, Sakura Haruno una de las mejores de Arquitectura del séptimo semestre. – develo siendo franca y regalando una ligera sonrisa.
–Bonito nombre, y… agradable compañía, considerando el que me hayas distraído de mis apuntes. – aventuró a comentar el pelinegro, pues Sakura parecía ser de aquellas chicas, poco complicadas para socializar, él no era hombre de socializar con frecuencia, considerando que tenía que zafarse de una fémina a lo largo del día, porque él era precavido con su perímetro personal, y estaba más que certificado que sus seguidoras eran indiferentes al sentido de la delicadeza, la pelirosa que tenía al frente era espontánea, no lo conocía, y estaba allí hablando con él, contestando sus preguntas y devolviendo sin disimulo las indirectas, sin ningún interés particular. Y en tan sólo diez minutos de cruce de palabras, para él ya Sakura tenía un atractivo especial, con el que nunca se había topado.
–Bueno, si algún día deseas la colaboración de un arquitecto recuerda que por allí anda una chica que tiene un nombre bonito, y es buena compañía, y que de igual manera tú la distrajiste de su lectura. – A Sakura le agradaban los comentarios de Sasuke, porque no los encontraba ofensivos, en lo absoluto, eran agradables, y concordaban con el sentido de juego y burla, que sin saber exactamente, se había impuesto, además el tono que empleaba era melodioso y a su vez grave, sin contar que aquellos ojos oscuros parecían hablar de muchas cosas, porque eran intensos como el negro, y sus facciones impasibles y serenas, articulaban a la perfección con el sentido que quería darle a sus palabras.
Y sí, los apuntes quedaron a un lado, y tuvieron que dejar la biblioteca, pues a medida que su conversación avanzaba era difícil contener la risa ante los comentarios que se lanzaba el uno al otro.
Él supo que ella tenía veinti y uno, ella supo que Sasuke tenía veinte y dos. A ambos les faltaba poco para culminar los estudios universitarios, al graduarse Sasuke iría directo a la compañía de su padre, Sakura quería su propia tienda, y allí vendería sus diseños.
Cuando llegó la hora de despedirse, Sasuke pidió el número telefónico a Sakura, gustosa de que él hubiese pedido aquello, recito con claridad cada uno de los números, pero este número no fue a dar al bolsillo de pantalón, este fue directo al móvil del Uchiha.
Ahora bien, quedaban dos semanas de clases, entusiasmado por haber conocido a alguien como Sakura, el Uchiha decidió probar cuanto podía correr el tiempo a su favor.
Sakura decidió que dejaría que las cosas pasaran, pero ella estaría atenta a cualquier señal, porque vamos… No todos los días se tiene la suerte de compartir con un chico como Sasuke Uchiha, porque ella era abierta a las opciones, pero claramente la opción reciente resaltaba más.
Al día siguiente Sakura coincidió en el cafetín con Sasuke, pero esta vez no fue coincidencia, benditos fueran los mensajes de texto. Mientras se acercaba al sitio donde vislumbraba al Uchiha, Sakura vio que no estaba sólo, lo acompañaban un grupo muy variado de chicos. Se preparo mentalmente para el festival de testosterona, antes de dar los últimos pasos. Sasuke la distinguió y le hizo señas. Se levanto de su asiento para saludarla y después presentarla al grupo.
–Chicos, ella es Sakura. – Sasuke empezó con los amigos de la izquierda. –El rubio, es Naruto, a su lado Shikamaru, y Kiba, por este lado están Neji y Gaara. – Sakura estrecho las manos de todos, dándoles el gusto. Sasuke le hizo tomar asiento al lado de Naruto para estar uno frente al otro tal como en la biblioteca.
–Bienvenida a la manada, Sakura. – agrego el rubio, sonriéndole a lo grande.
–Muchas gracias Naruto. – esbozo la pelirosa.
– ¿A que te dedicas Sakura? – pregunto Kiba.
–Estudio arquitectura. – contesto.
– ¡Qué suerte tienen los chicos que estudian arquitectura! – se quejo Kiba. Todos en la mesa estallaron a carcajadas, Sasuke también río pero sin apartar los ojos de ella, incluso le hizo un guiño.
Al cabo de unos minutos Sakura ya había encontrado su puesto entre el grupo, eran muy agradables, y habladores, interesantes a su manera. En veinte minutos Sakura ya sabía que eran bromistas y de los pesados, parecían estar pendiente de cualquier resbalón para regodearse con a una broma durante horas. Estaban esperando por un partido de fútbol, Chelsea Vs. Liverpool, Sakura se acomodo mejor, a ella le gustaba el fútbol. Sasuke le hizo más ameno el momento al traerle un latte espumoso, en compañía de unas galletas para todo el grupo.
–Se viene un tiro de esquinas, señores. – vocifero Naruto.
–Será gol…– Vaticino Sakura.
– ¿Cuánto apuestas? – reto Neji. – ¿Veinte dólares? – convino.
–Hecho. – dictamino Sakura.
–Hecho. – concedió el ojigris con un apretón de manos.
Sakura vio como Sasuke aprobaba, disfrutando de sus gestos, agradeciendo internamente una vez más que Sakura no fuera complicada.
– ¡GOL! – estallaron los presentes.
–Paga. – recordó Sasuke.
Naruto, Shikamaru Gaara y Kiba, se desternillaron de la risa cuando Neji tuvo que desembolsar los veinte dólares.
El grupo de seis chicos y una chica admiro el juego por completo, y las apuestas siguieron corriendo durante los noventa minutos de juego, Sakura ganaba todas las apuestas en las que participaba. No saco cuenta de cuantos dólares se adjudico, pero alcanzo para brindar dos rondas de refrescos para todos, y le sobro.
Después de una larga y fraterna despedida grupal, Sakura y Sasuke se dirigían hacía el estacionamiento.
–De verdad, tenía tiempo que no la paseaba tan bien rodeada de chicos. – aseguro Sakura.
–Somos un grupo disfuncional, adaptados de una manera poco convencional. – profirió Sasuke de manera teatral.
–Me agradaron, sin contar que lleve su dinero. – se mofó la pelirosa.
–Tienes mucha suerte, pero debes tener cuidado en cualquier momento querrán venganza. – confirmó Sasuke con una sonrisa ladina. –Y bien, este es. – Sasuke se detuvo delante de un mercedes L-350 de color negro.
–Que modesto eres Sasuke, en realidad. – se quejo escandalizada. –Cuando te ofreciste a llevarme a mi casa, no me imagine que fuera en un mercedes, ¿es en serio? – bufó la pelirosa, sin evitar deleitarse con la aerodinámica del auto.
–Fue un regalo de cumpleaños, no podía decirle que no, desde luego. – se excuso el Uchiha alborotando su cabello con la mano derecha, Sakura le agradaba más, minuto a minuto. Porque era clara y se daba a entender. La acompaño hasta la puerta del copiloto, permitió que se subiera, cerro con cuidado, luego fue a su puesto. – ¿Tú no tienes auto? – preguntó el Uchiha mientras retrocedía para salir.
–Sí. – masculló. –Tengo un lindo audi coupé. – contesto Sakura.
– ¿Y dónde está? – quiso saber Sasuke, mientras enderezaba el volante.
–En el taller, supongo, recibiendo una que otra capa de pintura. – murmuró Sakura queriendo restar importancia.
– ¿Puedo saber qué pasó? – pregunto él, intrigado.
–Choque. – murmuró ella con dientes apretados, Sasuke volteó a verla sorprendido, preguntando claramente ¿cómo? –Choque, para no atropellar a un pobre e indefenso perro. – informo la pelirosa sin lamentarse.
Ella estaba lanzándole dagas con la mirada, porque él ya estaba burlándose incluso antes de que siguiera excusándose.
– ¡No podía atropellarlo Sasuke! – se quejó la pelirosa, viendo como Sasuke apartaba las lagrimas de su rostro, producto de la risa.
–Claro, claro, estás completamente justificada Sakura. – logró pronunciar el pelinegro entre arcadas de risa.
–No estoy avergonzada de lo hice. – terció Sakura en un gesto altanero.
–No debes, y no creas que me estoy riendo por no hayas querido atropellar al perro, es que no estaba preparado para oír una confesión como esa, me has pillado completamente desprevenido. – se justifico Sasuke.
–Soy una cajita de sorpresas. – canturreó la pelirosa recuperándose de la burla de la que había sido victima.
–Me gusta que seas una cajita de sorpresas. – confesó Sasuke posando su mirada sobre ella, era tan intensa, la forma en que la miraba, era como si quisiera leerla, entonces Sakura supo que él hablaba en serio.
Se sonrojo.
¿Por qué todo salía tan natural cuando él estaba cerca? Es que no era un secreto que apenas llevaban un mísero día conociéndose, pero si algo era indudable, era que en un día más las hora de la biblioteca, antes ningún hombre la había logrado que se sintiera tan bien, y ella había tenido novios, pero claramente y según su experiencia para tan sólo haber transcurrido un día, todo era distinto. Con Sasuke todo pintaba distinto. Y ella no tenía intensiones de quejarse, para nada.
Sakura había indicado con anticipación cada cruce de calle para llegar hasta su apartamento, mientras ella seguía rememorando los detalles de lo inusual y divertido que había sido compartir con aquel grupo de chicos y con él, Sasuke previno, que la acompañante pelirosa no mentía, porque francamente él era un hombre que gozaba de cierta experiencia, y había tenido más relaciones y contactos con mujeres, que cualquier otro hombre promedio a su edad, y si algo sabía era leer postura, Sakura era completamente relajada, tan distinta a las mujeres con las que solía verse y frecuentar, si distinta, pero le agradaba y mucho, aunque él fuera un hombre recto, maniático de la limpieza y otras cosas más, vislumbro a Sakura como el tipo de mujer que podía sabotear sus límites, incluso tal vez desestabilizar su carácter, pero permitiéndose estudiarla minuciosamente otra vez, aquellas cavilaciones parecieron carecer de validez, entonces la frase de en la variedad esta el gusto, cabía perfectamente allí.
–Aquí vivo. – informo Sakura señalando el edifico de ladrillos, con amplios ventanales, con la plena fachada levantada en cada uno de sus lados, completamente acorde con el aire urbano del centro. Él vivía retirado de la ciudad, pero a futuro se vio visitando ese lugar con frecuencia, cuantas veces Sakura quisiera.
–Parece un complejo urbano sacado de la mente siniestra de un arquitecto. – fingió quejarse el Uchiha.
–Para ser un ingeniero a futuro, tienes una visión muy amplia. – replico Sakura y la curva traviesa de sus labios dio el toque perfecto de sarcasmo a su frase. –Bueno Sasuke, si algún día necesitas huir o esconderte por algún motivo desconocido, puedes pasarte por acá, pero eso si, avisa 15 minutos antes. – sin dudas, esa era la invitación más original que Sasuke había recibido.
–Ah claro, para que me esperes en la puerta con un sexy vestido negro, para que no quiera salir de allí durante horas. – comentó Sasuke mostrándole una sonrisa.
–Nunca se sabe que se puede encontrar de una puerta ¿verdad? – convino Sakura. –Nos estamos viendo Sasuke, gracias por traerme, y gracias por presentarme al grupo variado disfuncional, que pases buenas noches. – agradeció con dulzura la pelirosa, inclinándose sobre el asiento para darle un beso en la mejilla.
Bajo del auto, tanteando el contenido de su cartera tratando de localizar la llave. Antes de que pudiera ingresar al edificio escucho su nombre, Sasuke había bajado del auto para hacerle compañía, Sakura rodó los ojos, ella había querido no darle la oportunidad de que fuera un completo caballero, obviamente la artimaña no había funcionado, por allí estaba plantado a su lado, esperando que pudiese atrapar las dichosas llaves. Sakura sabía que las mejillas no habían parado de arderle durante el transcurso de la universidad hasta su apartamento, porque ¿tenía algo de malo que el chico que había conocido el día anterior en la biblioteca ya le gustara en menos de un día? Bufó internamente al saber la verdadera respuesta. –Ya las tengo. – informo. –Gracias Sasuke, pero no tenías que…– el pelinegro carraspeó interrumpiéndola gentilmente.
–Creo que ya agradeciste y te despediste en el auto ¿no? – ella asintió avergonzada. –Ahora es mi turno. – Hizo una pausa, y continuo. –Muchas gracias Sakura por haberme acompañado gran parte del día, la pase muy bien, aún cuando estaba procurando que mis amigos no hicieran algún comentario impertinente, porque no te mentiré es primera vez que me topo y salgo con una chica como tú, y honestamente me tienes intrigado, si…– se excuso. –Estoy diciendo todo esto para dejarte en claro que me gustaría seguir viéndote, y bueno, apenas va un día pero ¿qué perdemos? – cuestionó Sasuke, y después de haber repasado lo que acababa de decir, hubiera querido terminar sus líneas de otra forma.
Pero, a Sakura le había encantado la pregunta final.
–No estamos perdiendo nada, en realidad. Y lo único que se me ocurre decir ¿eres el primer ingeniero con el que salgo? – aventuró Sakura conteniendo la risa.
–Sabes que el aprecio es el mismo. – reiteró Sasuke.
–Todo un detalle. – rectifico la pelirosa, logrando atrapar las llaves, sin apartar la mirada del Uchiha.
–Por cierto Sakura. – La nombrada alzo las cejas en señal de pregunta. –No vuelvas a dejarme con las palabras en la boca. – se quejo el muchacho ligeramente perturbado. Repasando Sakura supo que hablaba de la manera en la que había abandonado el auto.
–De acuerdo, pero debes darte prisa si quieres despedirte, estamos obstaculizando el paso de la entrada. – informo la pelirosa haciéndose a un lado para que los inquilinos pudiera pasar.
–Está bien, buenas noches Sakura, espero verte mañana. – Premeditadamente se inclino sobre ella y dejo un beso sobre una de las sonrojadas mejillas, maravillado en la manera que ella había cerrado los ojos, dándole una visión muy cercana de sus largas pestañas, y de las adorables pecas que adornaban aquel rostro.
–Buenas noches Sasuke. – murmuró atropelladamente antes de colarse en la entrada principal.
¿Qué si le gustaba la pelirosa?
Bastaba con ver la expresión de rostro y la amplia comisura de sus labios.
Por muy trillado que suene. "Polos opuestos se atraen" o como reza la frase de alguna canción: "Por la ley de magneto, se acercaron los cuerpos".
Muchísimas gracias, raspberry kiss 87.
