Disclaimer: Puella Magi Madoka Magica no me pertenece. La historia a continuación es mía.
La niña, la bruja
Los cuervos le sacarían los ojos. Las brujas le arrancarían las tripas y se las comerían con sus bocas llenas de dientes de tiburón. Cantarían nanas para que se hundiera en los mares terribles de una pesadilla infinita. Dibujarían destrucción mientras siguiera caminando, matarían a su madre, violarían sus recuerdos. Agarrarían, si se permitía un instante de descanso, a sus mejores amigas, y las ofrecerían como sacrificio a un dios innominado y cruel, un dios de ojos rojos como rubíes y forma de gato…
Sayaka parpadeó, cubierta de una fina película de sudor, y contuvo las náuseas. Se incorporó del sofá, en el que se había quedado adormilada, y corrió al lavabo. Se dejó caer sobre sus rodillas huesudas y vomitó hasta llorar. No tenía ya nada en el estómago. Sentía que se estaba consumiendo. Volvió a su habitación tambaleándose y miró su gema del alma, podrida. Los cuervos le sacarían los ojos con violencia, batirían sus alas con rabia; reirían voces chillonas y enfermizas en otra dimensión. Perdió pie con la realidad.
Apareció en la estación del metro. Pensó que quedarían en el suelo unas plumas negras, tan oscuras como su corazón inconsolable. Alguien se echó a reír en la penumbra (cuando se dio cuenta de que era ella misma, lloró).
Luego, nada.
