Esto nació de unas alucinaciones/epifanías/weasmísticas que tuvimos con mi partner. Le debo una parte del crédito. Ibua, eres la cumbia(?).
Habrán anotaciones más abajo, son bienvenidas a aburrirse con ellas más tarde. ヽ(*・ω・)ノ
Enjoy.
1 – "El Coliseo es como una taza rota en el desayuno de los siglos."
A.- Big Bang.
Era imposible negar que ambos tenían una conexión perfecta desde muy temprana edad.
Como si de una tradición se tratase, las madres de Oikawa e Iwaizumi tuvieron la suerte de repetir el patrón que sus madres cumplieron años atrás. Ambas habían quedado en cinta al mismo tiempo, acompañándose en esos complicados meses como ellas mismas habían presenciado desde los vientres de las pintorescas abuelas de estos muchachos.
Crecieron juntos, compartieron la pasión por el voley y por el espacio. Algunas tardes, tras haberse enfrentado arduamente en una sesión de pases, regresaban a la casa de cualquiera de los dos y compartían una merienda ojeando por milésima vez los libros de galaxias y cuerpos celestes que Iwaizumi había recibido en su cumpleaños o aquel grandioso manual repleto de constelaciones que Oikawa guardaba recelosamente. Quizás por vergüenza, el grandioso ritual dejó de ser el favorito de Iwaizumi (aunque aún hoy en día abre aquel manual y lo observa con un cariño incapaz de pasar desapercibido).
La adolescencia llegó a su momento, con una efervescencia representada a base de cambios tanto mentales como físicos en ambos casos que vieron sus frutos en el último año.
Oikawa recibía las miradas de todas las mujeres, pero muy internamente se preguntaba porqué no podía recibir las miradas especiales de Iwaizumi.
Iwaizumi recibió la admiración de sus compañeros menores, pero internamente se esforzaba día y noche para poder tener algo de reconocimiento de parte de Oikawa.
Todos coincidían en que, siempre que estaban juntos, los rodeaba una tensión notoria en el ambiente que se cortaba con un cuchillo para untar mantequilla. Este pensamiento comenzó con un comentario de Hanamaki a Matsukawa en los vestuarios, cuando captó perfectamente el modo en que Iwaizumi se había quedado pegado viendo la fornida espalda del castaño y, al caer en cuenta, miró a los lados como para comprobar que nadie le hubiera visto.
Siguió uno de Kunimi a Kindaichi, cuando descubrieron que Oikawa aprovechaba cada ocasión para abrazarse al pelinegro y, con disimulo, enterraba la nariz entre el cabello y la nuca del más bajo.
Así, con infinidad de comentarios, la duda en el resto del equipo creció hasta explotar en una de sus juntadas amistosas tras un partido exitoso.
Sabían que nunca salía nada bueno de las apuestas y los retos, aunque de igual modo ingresaron a esa ronda de idiotez que se volcó de buenas a primeras al par.
"Sólo es un beso" repetían sus kouhais entre aplausos y grititos de apoyo, empujándolos a ambos para que cumplieran aquella apuesta ante el evidente rostro enrojecido de ambos implicados. Finalmente, fue Iwaizumi decidió ser quien tomara las riendas del asunto y atrajo al castaño hacia sí para chocar sus labios con los del otro en un beso que se alargó más de lo planeado.
Sólo un beso, sí. Un beso que dejó el mundo de los dos de cabeza y desestabilizó su entorno.
A este acontecimiento le siguieron semanas de mayor tensión en todo el equipo por el incremento del contacto físico que ambos mantenían en público, seguidos de momentos en que cualquiera de los dos corría la mirada con el rostro sonrojado solamente con ver al otro hasta simplemente haber concluido con ellos totalmente separados.
Iwaizumi dejó de recibir mensajes en medio de la clase y Oikawa buscaba excusas estúpidas para no juntarse como acostumbraban y así evitar un momento incómodo, según le dijo a Kunimi después.
En consecuencia, el pelinegro se veía ido, entre preocupado y nervioso. Todos concluían que era la sensación de haber perdido una amistad de acero por un reto estúpido y buscaron llenarle de ánimos para que aclarara las cosas con el capitán, pues verlos distanciados resultaba de mal gusto para todos y los hacía sentir culpables. 58
Sin embargo, cuando estaban a dos comentarios de convencer al As, Oikawa mismo fue a encarar la situación. Interrumpió la agradable junta en pleno patio y se llevó a Hajime a la zona más alejada del colegio. Se oyeron gritos histéricos y luego risas.
Una semana después, tras acabar un entrenamiento, ambos anunciaron que habían comenzado a salir.
B.- 7 A.M
Frío. Oscuridad.
Una mezcla de colores sin ton ni son que parecían danzar frente a sus ojos y revolotear a su alrededor, el cual pudo definir como el cielo nocturno y estrellado. En su posición, podía percibir perfectamente la textura del pasto apenas invadido por el rocío de la noche y un perfume floral (¿fresias quizás?) procedente de un campo cercano.
A su lado, su inseparable Iwa-chan tomaba su mano, aferrándose a ella con la intensidad que podría hacerle doler. Sin embargo, no importaba. Nada importaba cuando Iwaizumi estaba cerca, porque lo demás pasaba a segundo plano mientras definía el aspecto de sus labios y su mirada se perdía en la adversa. En esos ojos esmeraldas que le erizaban completamente, dignas puertas a algo que bien podría ser el cielo por la manera en que lo confortaba.
El peso en su hombro le hizo percatarse de que se había recargado allí mientras ambos apreciaban el paisaje que tanto les recordaba a sus memorias de niños y no tan niños, cuando se trepaban a los árboles ante el menor descuido de sus madres y, desde las ramas más altas, estiraban sus manos queriendo llegar a las estrellas.
Y entre ese frescor tónico de su diestra y la sensación de su mano apresada, junto con el sopor que esta le generaba, percibieron un cambio en el ambiente.
A lo lejos, una de las luces danzantes parecía agrandarse.
Mejor dicho, se estaba acercando a una velocidad alarmante.
Tuvo la intención de hablar para que el pelinegro lograra levantarse y así salir de ahí, aunque su voz no salió.
La luz quedó estática sobre el césped frente a su posición, casi a unos seis metros de distancia.
Tomó una gran forma indefinible y una línea de luz trazó un rectángulo definiendo una especie de puerta, saliendo de allí un sujeto grisáceo de grandes ojos oscuros…
Y justo entonces percibió una manito congelada pasearse desde su espalda baja hasta casi llegar a su cuello, haciéndole abrir los ojos.
– ¡Oye! ¡Despierta, Kusoikawa! –Gritó una voz chillona y adorable, volcando absolutamente todo su peso (que no era mucho, en realidad) sobre su torso.
Oikawa se removió aún alarmado entre las sábanas, dejando a su máquina despertadora recostada a su lado mientras buscaba salir de aquel terrible estado de desorientación.
La puerta del cuarto estaba abierta, el espacio a su lado estaba doblemente revuelto por el manojo de energía de la niña que buscaba bajarse al lograr su cometido y, en conclusión, la persona que buscaba no estaba allí. Sin embargo, el olor a vainilla y el murmullo de la cocina encendida le otorgó una respuesta rápida de su paradero.
– ¿A dónde crees que vas, Plantita Revoltosa? –Chilló con diversión el más grande, cazando del pie a la niña que estaba a nada de escapar ilesa por su travesura.
Por unos momentos fue todo risas y cosquillas hacia la menor, que buscaba devolver los movimientos entre carcajadas adorables. Sin embargo, todo terminó con un manotazo de su parte antes de rodar por el futón y saltar la distancia del mismo al suelo, refugiándose en la cocina.
Allí, un Hajime en estado zen vertía la mezcla sobre la sartén en busca de realizar el panqueque perfecto antes de interrumpirse por un empujón que provocó la niña al abrazarse a sus piernas y ocultar su rostro contra el hueco de ellas. Lejos de poder generar un regaño, se formó una sonrisa amplia en el rostro del más grande.
– ¿Se despertó tu papá? –Preguntó mientras acomodaba la mezcla por la superficie en un movimiento hábil, sintiendo las piernas libres cuando la niña lo liberó y corrió a su asiento.
– Kusokawa no se despertó, porque es un vago. –Respondió la infante casi a la perfección, aunque aún no podía dominar de todo el habla. - Debe aprender de Iwa-chan. Iwa-chan es el mejor.
Aunque se giró para reprender a su hija por el primer comentario, el segundo logró derretir la sola idea de dirigirle una mirada de disgusto para seguir su labor. Claro, sin percatarse de la victoriosa sonrisa de la niña.
"Esa actitud compradora la sacó de Oikawa" pensó, volteando la masa en el aire por incontable vez esa mañana.
HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaAAaAJAHAUJHS. Es la primera vez que utilizo esta plataforma para publicar un fanfic y, pues, estoy emocionada e insoportable porque no entendía la mitad de las cosas. (_ _" ) (Gracias, Vocu. Tú igual eres la cumbia)
Me veo obligada a interrumpir su momento de feels (si es que lo tuvieron) para aclarar unas cuestiones.
1.- Sí, son dos drabbles por capitulo. Ambos tendrán que ver con el título principal, el cual consta de una greguería. ¿Qué es una greguería? Para algo está goog- digo, son frases cortas medio humorísticas y medio filosóficas que constan de comparaciones metafóricas. Las invito a buscar más.
2.- Por si no quedó claro, la greguería del primer capítulo tiene que ver con los inicios. Desde la palabra coliseo (remitiendo a los coliseos de las hermosas épocas romanas pasando por la palabra desayuno (el momento más importante del día) siguiendo por los subtitulos de los drabbles, todo remite a un inicio. Piensoquerompímagiahaciendoestaaclaraciónperosiyomeencontraraconestascosasmeexplotaríalacabeza(?)
Eso es todo. El sábado que viene publicaré el segundo capítulo. d(゚∀゚d)
Kiwi fuera.
