Capítulo 1. Venganza.

Asuma recupera la conciencia después de un tiempo en que ha estado totalmente aturdido y aun lo está. Todo a su alrededor es humo blanco, polvo, cristales rotos por el suelo. Las ventanas de su despacho están rotas. Incluso hay algunas llamas. Asuma está estirado en el suelo, puede mover los brazos, pero no las piernas. Intenta ponerse derecho, pero no puede. Se siente tan aturdido y débil que es incapaz de conseguir que sus piernas le respondan.

No da crédito a lo que ocurre. Todo lo que recuerda es un fogonazo... y perder la conciencia al instante. Se pasa la mano por la cara... y ve cómo su mano está impregnada de sangre. Toda su cara, y buena parte de su cuerpo, están impregnadas de sangre. Es entonces cuando Asuma se asusta de verdad. Se da cuenta que ha habido una explosión muy potente. Aunque él, por suerte, ha salvado la vida. Cuando gira la cabeza por un instante, se da cuenta que a su lado, está su amigo y ayudante en la dirección de Industrias Pesadas Shinohara: Fujita. Asuma aun no se ha dado cuenta, pero está muerto. A él la onda expansiva le ha cogido de lleno. Asuma le grita... pero no oye nada. La explosión ha dejado a Asuma momentáneamente sordo y no escucha ni su propia voz. Se arrastra hacia fujita, lo zarandea, gritándole que se despierte... pero no consigue absolutamente nada. Asuma se pone a llorar de rabia, pegando puñetazos sobre el suelo. ¿Quien y por qué ha hecho esto?

De repente, entra alguien en aquel despacho completamente destrozado. Asuma nota esa presencia. Es una mujer de larga melena oscura y ojos azules rasgados: es Kanuka. Ella le habla a Asuma, pero él no oye absolutamente nada. Kanuka coge a Asuma a hombros y lo saca de ahí. Tienen que bajar por unas escaleras que han quedado enteras... y llegan a la planta baja, a recepción. Allí hay muchos cadáveres y heridos. Asuma y Kanuka tienen que ver gente muerta en la explosión... y un hombre con las tripas salidas pidiendo ayuda desesperadamente mientras grita de dolor. Llegan por fin al exterior.

Allí, justo han acabado de llegar los bomberos, los equipos de salvamento y la Policía. Uno de los equipos de salvamento recoge a Asuma, lo suben a una ambulancia y se lo llevan de allí. Kanuka se siente satisfecha de que haya conseguido encontrar a Asuma salvo aunque no sano, pero también está traumatizada ante lo que ha visto.

Justo entonces, llega Ota, quien se baja inmediatamente de su mini coche patrulla y se va directamente hacia los equipos de salvamento... hasta que ve a Kurosaki, el compañero de Kanuka en la sección 5.

(Ota) -sobrecogido y nervioso- ¡Kurosaki! ¡Estás aquí! ¿Que demonios ha pasado!?

(Kurosaki) ¿Es que no lo ves? Lo han volado por los aires. ¿Por qué has venido solo?

(Ota) Me lo ha ordenado la comandante. Alguien tenía que venir a ver que ha pasado. Y también por Noa...

(Kurosaki) Entiendo. Cree que su marido está muerto.

(Ota) -mirando fijamente a Kurosaki muy seriamente- No digas eso. No vuelvas a decirlo.

(Kurosaki) No me hace falta. Tu mujer lo ha rescatado. Está vivo, acaban de llevárselo para el hospital.

(Ota) -se sorprende- ¿Que? Menos mal. Pero Kanuka...

(Kurosaki) Comunícalo a la segunda sección. Ahora quien debe preocuparte es...

(Ota) -se preocupa mucho por su mujer- Kanuka... mierda. ¿Por qué has permitido que fuese a rescatar a Asuma?

(Kurosaki) Lo siento. Pero tú la conoces mejor que nadie. Es obstinada y con voluntad inquebrantable. Ha sentido el impulso de ir a rescatar a Asuma y lo ha hecho. Pero mientras iba y venía, ha encontrado otras personas que le pedían ayuda desesperadamente. Comprenderás que se siente un poco mal por ello.

(Ota) Que tonta. Que tonta es. -dice con la toda triste-

(Kurosaki) Yo tengo que regresar a la sección 5. Es evidente que nos espera una temporada muy dura de trabajo. Ve a hablar con tu mujer. Creo que será mejor que no se pase por la sección 5 unos días.

(Ota) ¿Donde está? -preguntando con gran preocupación-

(Kurosaki) Ahí, sentada en aquella escalera. Ve con ella, te necesita.

(Ota) Gracias. Y por favor... encontrad a los hijos de puta que han hecho esto. -le dice a Kurosaki con rabia-

(Kurosaki) Claro. Ese es nuestro trabajo. Adiós. -le da una palmada de ánimo en el hombro a Ota y se marcha-

Kurosaki se marcha en un coche patrulla de la Policía, ya que el Honda Accord de Kanuka ha quedado destrozado. Efectivamente, Ota se encuentra a su mujer sentada sobre una escalinata, con una mano sobre la cara. Kanuka está llorando, muy triste. Ha rescatado a Asuma pero se siente muy mal consigo misma por no haber ayudado a esas personas que le pedían ayuda.

(Ota) -hiendo corriendo hacia su mujer muy preocupado- ¡Kanuka!

(Kanuka) Isao... -mirando llorosa a su marido-

(Ota) -se sienta al lado de Kanuka, le coge la mano y la consuela con todo el tacto del mundo- Tranquila, ya estoy aquí.

(Kanuka) -llorosa y con voz quebrada- Cuando iba a rescatar a Asuma... había un hombre, con... con las tripas salidas, gritando de dolor. Me pedía ayuda una y otra vez... pero yo pasé de él. Al regresar con Asuma a cuestas, ya estaba... oh, Dios mio.

(Ota) -se abraza a Kanuka y le acaricia el pelo- Cariño, cariño, no es culpa tuya. ¿Me oyes? No es culpa tuya. Has salvado a Asuma y Noa te lo agradecerá eternamente. No te culpes más por eso. ¿Me oyes? Tú no tienes la culpa de nada.

(Kanuka) Pero había muchas otras personas y no he podido hacer nada, cómo esos...

Ota se gira todo consternado y ve cerca de ellos a un equipo de emergencias médicas haciendo un masaje cardíaco a uno de las víctimas del atentado... hasta que se detienen y tapan al ya cadáver con una manta térmica de papel.

(Ota) Vamos Kanuka, levanta. No nos quedemos aquí. Has sido muy valiente, estoy muy orgulloso de ti, cariño. Pero deja que se encarguen de ello los bomberos y los médicos. ¿Entendido? Venga vamos. -ayudando a levantarse a Kanuka y sin dejar de arroparla en ningún momento-

Varias horas después, en los medios de comunicación no se habla de otra cosa. Los atentados en cadena en Schaft, Peterson y Shinohara, en Frankfurt, Seattle y Tokio respectivamente. En total el número de heridos ya sobrepasaba los 800 y el número de muertos los 130 entre los tres atentados.

Ya por la noche, Noa, Goto y Shinobu llegan al hospital donde tienen ingresado Asuma, que ya está mejor y ha recuperado el oído. Sin embargo, se ven en él claramente las secuelas del atentado, tanto las físicas cómo las psicológicas. En la habitación del hospital donde está ingresado Asuma...

(Noa) -abriendo de un portazo la puerta de la habitación muy exaltada y preocupada- ¡Asuma!

(Asuma) Hola, Noa. -sonriendo a Noa tímidamente-

(Noa) -se lanza sobre el pecho de Asuma y se pone a llorar de alegría- ¡Asuma! ¡Asuma! Asuma... Estás vivo.

(Asuma) -le dice con lástima a su mujer- Noa. No llores más, por favor. Estoy bien. No me ha pasado nada.

(Shinobu) Estamos muy contentos de que no te haya pasado nada grave, Shinohara. -dice con alivio-

(Goto) Sí... has tenido muchísima suerte, debo reconocerlo.

(Asuma) Es verdad. Mi ayudante, Fujita... -se emociona- Dios mio. Podría haber sido yo el que hubiera muerto y no él.

(Noa) -mirando a Asuma preocupada acariciándole de la mano- Asuma, por favor, olvida eso ahora. Lo importante es que estás bien.

(Asuma) ¿Cómo están Daisuke y Chiharu? No les has dicho nada, verdad? -todo preocupado-

(Noa) ¡Claro que no! No paran de preguntar por ti. Te echan de menos.

(Asuma) Diles que papá está de viaje muy y muy lejos. ¿Entendido?

(Noa) Sí, descuida. -besa a Asuma y le abraza- Te quiero, te quiero. Dios... creía que te había perdido. Estaba tan aterrorizada. Asuma...

(Asuma) Tranquila, tranquila. No pienso dejaros solos así cómo así. Jamás.

(Shinobu) ¿Cómo te encuentras ahora? -pregunta un tanto preocupada mientras Noa y Asuma dejan de estar abrazados-

(Asuma) Estoy bien. Creía que me había quedado sordo. Pero he recuperado el oído y me han sacado los trozos de metralla que tenía por todo el cuerpo. Ya veis... que he vuelto a nacer.

(Noa) Asuma... -le coge de la mano a Asuma, mirándole con ojos llorosos y mirada amorosa-

(Shinobu) Lo malo de todo esto... es que aun no sabemos quien es el responsable. Aunque tú, Kiichi... -mirando seriamente a su marido-

(Asuma) -mirando fijamente a Goto con cara muy seria- Goto. ¿Que demonios está pasando? ¿Quien es el mal nacido que está llevando a cabo atentados en cadena contra las industrias de los Labors?

(Goto) -echa un profundo suspiro y se pone a mirar por la ventana de la habitación, de espaldas a los demás- … Shinobu, cierra la puerta, por favor.

(Shinobu) Sí, Kiichi. -cierra la puerta de la habitación-

(Goto) Asuma... Noa... Esto que voy a explicaros no debe salir de estas cuatro paredes... de momento.

(Asuma) Sólo dígame lo que pasa. Se lo suplico.

(Goto) La pasada madrugada, mi equipo al completo, iba a detener a los integrantes de un nuevo grupo terrorista contrario al proyecto Babilonia. Un grupo pequeño, pero muy radicalizado y aun más peligroso. Cuando mi equipo asaltó el lugar a la carga, se encontraron a los terroristas... muertos. Acribillados a balazos.

(Noa) -sobrecogida- Dios santo.

(Asuma) -también sobrecogido- ¿Unos terroristas muertos? Por quien. ¿Quien lo ha hecho? Y para que.

(Goto) Por el momento tenemos dos pistas que nos dicen quien puede haber sido. Por un lado, según el médico forense que ha realizado las autopsias a los cadáveres de los terroristas, los impactos de bala se produjeron en los puntos más vulnerables del cuerpo. Es decir, que quien disparó, eran asesinos profesionales. Y en segundo lugar, y esto es aun más extraño, la munición percutada por las armas de los asesinos... está fabricada por la corporación Schaft.

(Asuma) ¿Que? -no creyéndose lo que oye- No me lo puedo creer. Sé que Schaft fabrica de todo. Pero... ¿Desde cuando fabrican también municiones y armas de fuego?

(Goto) Ahora, no. Pero hace unos diez años, la corporación Schaft se hizo con una filial en la República Checa. Una antigua fábrica de municiones y armas de los tiempos de la guerra fría, la cual modernizaron y adaptaron para la fabricación de municiones OTAN. Es decir, de 5.56 milímetros. Fabricaron una partida bastante grande, de varias decenas de toneladas. Pretendían venderla a varios países occidentales. Pero esa venta nunca llegó a realizarse. La corporación Schaft cerró esa fábrica de armas... y las municiones quedaron almacenadas en una nave industrial de Praga. Pero hace poco... más de la mitad de esa munición fue robada.

(Asuma) Robada... Por lo que ha dicho, se trata de munición militar que nunca se llegó a vender. Y que alguien ha robado... y parece ser que está utilizando.

(Goto) En realidad, esa munición si que tenía un destinatario... dentro de la corporación Schaft. ¿Shinobu?

(Shinobu) Las tres eses.

(Noa) -sin entender nada- ¿Que? Las tres eses... He oído ese nombre antes en alguna parte.

(Asuma) -da un sobresalto- ¡Ah! ¡Ahora lo recuerdo! Hace unos diez años, cuando el primer ataque del Griffon, ya estuvieron aquí. ¿No es cierto?

(Goto) Exacto. Por aquel entonces, las tres eses eran el ejército privado de Schaft. Actuaban principalmente bajo las órdenes de Schaft America, es decir, bajo mando de la filial estadounidense de la corporación Schaft. Pero no bajo las órdenes de la central de la compañía, en Alemania. Por petición de Schaft Japan vinieron a Japón para detenerle los pies a Utsumi y al Griffon. Pero desde entonces...

(Asuma) Sí, Goto. Esa parte ya la conozco. -dice serio y mucho más centrado-

(Noa) ¿Tú sabes de que va esto, Asuma? -preguntando con preocupación-

(Asuma) Pocos meses después de aquello, en el año 2000, la central de Alemania tomó cartas en el asunto e hizo una purga interna dentro de la corporación Schaft. Quien llevó a cabo esto, fue el actual presidente de la compañía y entonces vicepresidente de la corporación: Konstantin Wildenberg. Desde aquel momento, la central de Alemania controlaba férreamente los consejos administrativos de todas las delegaciones internacionales de la corporación Schaft. Las tres eses se convirtieron en un asunto incómodo para los peces gordos de la compañía. Pero no sólo por la propia existencia de las tres eses. Sino porque esta organización paramilitar cómo tal, se radicalizaba cada vez más. Si bien no sabría decir en que sentido se radicalizaban... lo cierto es que finalmente, en el año 2006, la central de la corporación Schaft, desde su sede de Frankfurt... se deshizo de ellos y disolvió la organización.

(Noa) Entonces... las tres eses fueron disueltas. Pero no lo entiendo. ¿Por qué siguen activos? Espera un momento. ¿Las tres eses son las responsables de lo que está pasando? -pregunta toda incisiva-

(Goto) -se gira, mirando fijamente a Noa, Asuma y Shinobu- Sí. Y hay otra cosa aun más oscura en todo este asunto, que puede tener relación. Se trata de...

Justo entonces, le suena el móvil a Goto. Era Kosinski.

(Goto) Disculpadme. -se pone al teléfono- Goto.

(Kosinski) Soy Kosinski. Goto... Estoy de camino.

Kosinski vuela en ese miso instante a bordo de un jet de pasajeros de la fuerza aérea israelí Gulfstream Aerospace C-20H directo hacia Tokio. De camino hacia una misión muy importante en la que trabajará codo con codo con Goto.

(Goto) ¿De camino? ¿Vienes a Tokio?

(Kosinski) Ahora mismo estoy a bordo de un jet de las fuerza aérea israelí. He conseguido convencer a mis superiores de que este asunto extraordinario requiere de soluciones extraordinarias.

(Goto) Pensaba que estarías ocupado con lo del "Kidush".

(Kosinski) Ese asunto de momento concierne a la inteligencia militar. Y es más. Si lo que está pasando, tiene relación con el robo de los datos del Kidush... es evidente que hay una conexión que lleva a un destino final.

(Goto) Las tres eses.

(Kosinski) Aterrizaré dentro de una hora en el aeropuerto internacional de Tokio-Haneda. Nuestras diferentes ramas de inteligencia han estado trabajando para saber con más detalle lo que está pasando. Y no sólo nosotros, el Mossad. Todas las agencias de inteligencia de nuestros aliados... y no tan aliados, están trabajando para evitar más atentados en cadena sobre las industrias de los Labors.

(Goto) Me alegra saber que no estoy solo en éste caso. Esa ayuda me será muy útil. No sé cómo agradecértelo.

(Kosinski) -dice en broma- Ya quedaremos para comer un buen manjar japonés. -se ríe- Pero por ahora... no es momento para celebraciones. Asuma está...

(Goto) Ahora mismo estoy con él, en una habitación de hospital. Está bien. Pero ha sido un milagro que siga vivo.

(Kosinski) Me alegra oír eso. Ven a recogerme dentro de una hora. Tengo mucha información que estoy seguro te interesará conocer. Hasta luego, Goto.

(Goto) Hasta luego, Kosinski. -cuelga el móvil-

(Shinobu) ¿Era ese amigo tuyo del Mossad? ¿Kosinski?

(Asuma) El que me obligó a terminar el "muñeco". -dice muy serio-

(Goto) Dad gracias que conozco a este hombre. Nos resultará muy útil para encontrar a los culpables. Tened presente que no estamos solos en esto. De momento han atacado Schaft, Paterson y Shinohara... pero hay otros grandes fabricantes de Labors que pueden sufrir la misma suerte.

(Noa) Pero ahora seguro que les será más difícil realizar esos atentados.

(Asuma) Goto. ¿Que es lo que tenía que decirnos antes?

(Goto) Asuma... ¿Sabes que es el "Kidush"? Y no me refiero a su significado o su sentido religioso para los judíos. Sino en lo que tú conoces.

(Asuma) -quedándose sorprendido y sin contestar un rato- … El Kidush... mierda. Se... se refiere... Imposible. ¿Se está refiriendo en serio al IRIS Mk 30 Kidush? ¿El nuevo Labor militar de tercera generación israelí? Y que encima... es el Labor de combate más poderoso jamás diseñado. Uno de los secretos militares mejor resguardados del mundo. Espere. ¿Me está diciendo en serio... que han robado... que han robado todos sus datos? -dice sin salir de su asombro-

(Noa) Entonces... ¿Esto también lo han hecho las tres eses? -pregunta sin entenderlo-

(Asuma) No me lo puedo creer. ¿Cómo han podido llegar tan alto? -exclama indignado-

(Goto) Debo irme ya. Pero antes... os diré dos últimas cosas. Primero... efectivamente los datos del Kidush han sido robados. Y de hecho... la inteligencia militar israelí ha conseguido verificar desde donde esos datos altamente secretos fueron robados. Desde...

(Shinobu) Frankfurt, Alemania. ¿Sabéis que gran sede de una empresa muy vinculada a los Labors hay en Frankfurt?

(Asuma) La corporación Schaft. Pero... ¿Por qué? ¿Roban la información del Kidush y al mismo tiempo reciben un ataque terrorista sobre su sede? No tiene ningún sentido.

(Noa) Eso suponiendo que realmente ha sido la corporación Schaft. ¿Verdad, Goto? -dice toda seria-

(Goto) Muy bien visto, Noa. Hice bien nombrándote capitana de la segunda sección. El segundo asunto... y éste es aun más secreto, desde su disolución hace tres años, las tres eses no desaparecieron. Lo realmente extraño es que el paradero de casi todos sus antiguos integrantes es desconocido. Lo que sí es cierto... es que el gobierno de los Estados Unidos y sus agencias de inteligencia, los han catalogado cómo grupo terrorista de primer nivel.

(Noa) ¿Cómo? -se queda alucinada-

(Asuma) A mi no me resulta tan extraño. Si su especialidad siempre fue actuar cómo mercenarios sin escrúpulos... no es tan extraño que al quedarse sin trabajo, hayan acabado así. Pero... ¿De que clase de grupo terrorista estaríamos hablando?

(Goto) Eso es lo que debemos determinar. Por lo visto... la mayoría de los antiguos integrantes de las tres eses, se dan por desaparecidos. Pero otros abandonaron el barco. El FBI intentó interrogarles, pero no quieren hablar de nada. Tienen miedo de que les ocurra algo a ellos y sus familias.

(Asuma) Es incomprensible. No... no tiene ningún sentido. ¿Por qué... por qué hacer estas matanzas? Por qué... -se pone a llorar- por qué tenía que morir Fujita y todos los demás.

(Noa) Asuma... -mirando con lástima a su marido-

(Goto) -con mirada muy segura- Asuma... por ahora sabemos muy poco. Pero a ti... a tu mujer aquí presente y también en nombre de todas las personas que han muerto en esos atentados... daremos con ellos. Me da igual lo que me cueste... pero daré con ellos y pagarán por ello. Te lo prometo.

(Shinobu) -impresionada ante la reacción de Goto- Kiichi...

(Goto) Debo irme ya. El señor Kosinski me espera. Shinobu...

(Shinobu) Sí, lo sé. Vuelvo a la División de vehículos especiales. Estamos en alerta extraordinaria.

(Noa) Comandante. Yo...

(Shinobu) No te preocupes. Esta noche puedes quedarte con tu marido. El teniente Chikawa se encargará de dirigir la segunda sección en caso necesario.

(Noa) Gracias, comandante.

(Goto) Adiós. Espero que te recuperes pronto, Shinohara.

(Asuma) Gracias, Goto. Y recuerde. Detengan a esos locos antes no causen más muertes inocentes. -todo contundente-

(Goto) Haremos lo que podamos. Pero te lo garantizo.

En ese mismo instante, muy cerca de donde se ha producido el primero de los atentados en cadena, en Frankurt am Main, Alemania, un pez muy gordo, Konstantin Wildenberg, el presidente de la corporación Schaft, está en un despacho de su mansión junto a su secretario personal, Hellmuth. Ambos hombres están muy nerviosos y tensos. Y no es para menos. Hacen ver o han hecho ver que son víctimas... cuando en realidad son también verdugos, aunque involuntarios. Y precisamente por eso... Wildenberg se resiste a decir la verdad. Y la verdad... es que él sabe quien es el responsable de todo lo que está pasando. En un momento dado, recibe la visita de su vicepresidente, Figelain.

(Figelain) -llama a la puerta- Con su permiso, señor presidente.

(Wildenberg) -mirando el titular del "Der Spiegel" con cara de enfado- Adelante, Figelain. Adelante.

(Figelain) -entra en la habitación muy preocupado, incluso angustiado, limpiándose sin cesar el sudor de la frente con un pañuelo- Señor presidente, lamento molestarle cuando aun está convaleciente del atentado. Pero...

(Wildenberg) Estoy perfectamente, Figelain. Que ocurre. -dice con mala cara-

(Figelain) -visiblemente nervioso- La Policía ya se ha marchado, señor. Pero... debo decirle que... también han venido los del servicio secreto. Y no por lo del atentado.

(Hellmuth) -se enfada- ¿Que? Mierda. Seguro que...

(Wildenberg) Hellmuth. -mirándole de reojo todo serio para que se calle- ¿Y que quieren?

(Figelain) -con cierto nerviosismo y limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo- Señor... es muy extraño. Dicen que quieren interrogarle sobre algo de un robo "fuera del espacio comunitario". A parte también... de recabar información sobre si hemos recibido amenazas o tenemos algún indicio de quien ha podido ser el culpable.

(Wildenberg) Así que un robo. No se preocupe por eso, Figelain. Yo me encargaré de esto.

(Figelain) Pero, señor...

(Hellmuth) ¿Llamará directamente al Canciller, señor presidente?

(Wildenberg)Figelain... limítate a colaborar con la Policía. De lo otro, me ocuparé yo personalmente. Retírate.

(Figelain) Sí... si, señor. -se marcha muy nervioso y sudoroso-

(Hellmuth) Este imbécil de Figelain. A la más mínima se caga encima. -dando un golpe sobre la mesa con las manos, encarándose a Wildenberg- Te lo advertí, Konstant. No deberíamos habernos metido en el trato que nos proporcionaron las "tres eses".

(Wildenberg) -muy serio y enfadado, tirando sobre su mesa el periódico "Der Spiegel" con el titular "Der totale Krieg gegen die "Labors". Kette greift weltweit" (Guerra total contra los Labors: atentados en cadena en todo el mundo)- Esos malditos hijos de puta... Es lo que pasa cuando te metes en negocios con fanáticos cómo esa panda de descerebrados.

(Hellmuth) Pero Konstantin. ¿No te das cuenta?

(Wildenberg) -se pone todavía más serio, con sus manos sobre la barbilla- Sí, lo sé. Cuando les intenté cortar las alas hace ocho años... ya me gané su más profunda antipatía. Y más aun cuando nos deshicimos de ellos hace dos años. Pero cuando vino su jefe a ofrecerme ese negocio...

(Hellmuth) ¿Negocio? ¿A que clase de negocio se le puede llamar esto? -exclama enfadado señalando sobre el periódico-

(Wildenberg) El robo de todos los datos del "IRIS Mk 30 Kidush". Al tratarse IRIS de una empresa pública israelí de armamento de alta tecnología... ante los ojos del mundo no quedaría tan claro que se trataba de un caso de espionaje industrial si sacábamos ese producto a la venta. Ahora lo tenemos. Hemos fabricado trece unidades de prueba... y nuestro departamento de pruebas y experimentación ya ha solicitado que se lo entreguemos dentro de 24 horas.

(Hellmuth) -se queda extrañado- ¿Que? ¿Con tantas prisas? ¿No es muy sospechoso?

(Wildenberg)Sí. Y que. -dice impertérrito-

(Hellmuth) -se queda descolocado- ¿Y que?

(Wildenberg)La corporación Schaft fuimos los pioneros en el campo de los Labors militares. Lo fuimos hace diez años con los Tipo 7 "Broken"... o los "M5 Abraham" de nuestra división americana. Y por supuesto, con el Griffon. Pero ahora... nos hemos quedado desfasados en este aspecto. Con la información que obtendríamos de los datos del Kidush... podríamos recuperar el liderazgo en el mercado internacional de los Labors militares.

(Hellmuth)Todo iba perfectamente, Konstant. Hasta que han hecho esos atentados "extra".

(Wildenberg)Sí. El plan era que con este atentado sobre nuestra propia sede, se desviara la atención sobre el robo de la información del Kidush. Pero esos malditos cabrones fanáticos, una vez más, han ignorado a sus antiguos amos... y se han lanzado a la destrucción total de la industria de los Labors. En un abrir y cerrar de ojos han pasado de ser unos incómodos aliados a unos enemigos con los que hay que acabar a toda costa.

(Hellmuth) En eso nosotros no podemos hacer nada. Además... las autoridades tanto alemanas cómo de otros países, irán estrechando el cerco cada vez más. Y nosotros somos sospechosos. Más que eso. Somos culpables directos.

(Wildenberg) -suena el teléfono de su mesa y se pone- Konstantin. … ¿Cómo? -se queda pasmado- … Santo Dios del cielo. … De acuerdo, buscad por todos los medios. Pero ni una palabra a las autoridades o vamos a tragar mierda por un tubo. -cuelga con cara de rabia-

(Hellmuth) ¿Más malas noticias, Konstant?

(Wildenberg) -muy enfadado- Al ladrón le han robado.

(Hellmuth) ¿Que? A... a que te refieres? -pregunta descolocado-

(Wildenberg)Seguro que han sido ellos. Dios... Ojalá tuviese los medios al alcance para acabar con ellos.

(Hellmuth) Pero... ¿Qué ha pasado?

(Wildenberg) Los trece Kidush que habían sido construidos en secreto en nuestra factoría de Munich... han sido robados por el camino.

(Hellmuth) Otra vez las tres eses. Ese maldito loco... ¿Qué pretende? Siento decirte esto, Konstant. Pero creo que deberíamos colaborar con las autoridades para encontrarles.

(Wildenberg) -mirando fijamente y con mala cara a su secretario- ¿Vas a traicionarme ahora?

(Hellmuth) No... no, jefe. Pero... -dice intimidado-

(Wildenberg) De momento será mejor dejarles hacer... y que alguien acabe con ellos. Ya tendremos tiempo de limpiar nuestra propia mierda cuando se hayan deshecho de ellos.

(Hellmuth) Si no nos descubren antes, jefe. Si los servicios secretos nos están investigando y se lo comunican al Canciller... estamos acabados.

(Wildenberg) Cierto. ¿Por qué no acabé con ellos cuando tuve oportunidad? Maldito seas, William. Tú y tu jodida religiosidad. -dice rabioso-

Una hora después, en Tokio, el jet de la fuerza aérea israelí aterriza en el aeropuerto internacional de Tokio-Haneda. Cuando el avión termina de deslizarse por las pistas del aeropuerto y se detiene, Kosinski se baja del avión. Goto, Kurosaki y Takahara ya le están esperando al lado de un coche Nissan Skyline negro.

(Kosinski) -dice con sarcasmo y una mueca en la cara- Me encanta la eficacia japonesa. ¡Que puntualidad!

(Goto) Bienvenido a Tokio, amigo mío. ¿Has tenido un buen vuelo? -dándole un apretón de manos a Kosinski, sonriente-

(Kosinski) Ha sido largo, lleno de baches y sin descanso. He permanecido en contacto permanente con mis superiores y mis subordinados. Y también con otros colegas de otros países.

(Goto) Será mejor que subamos al coche.

Los cuatro se suben al coche y se marchan del aeropuerto. Takahara se pone al volante, Kurosaki en el asiento del acompañante y Goto y Kosinski en los asientos traseros.

(Goto) ¿Dónde te llevamos?

(Kosinski) Me interesaría saber que ha pasado exactamente en la zona del atentado. En la sede de Industrias Pesadas Shinohara.

(Goto) La Policía científica y los artificieros aun están ahí. Mayor, dirígete hacia allí.

(Takahara) Sí, jefe.

(Goto) Bueeeno. Seguro que no sabes ni por donde empezar. Aunque dada la situación...

(Kosinski) Tienes razón. Es demasiado extenso hablar de todo. No acabaríamos nunca. Por eso es imprescindible que no trabajemos solos en esto. Y por suerte, no estamos solos. Durante el vuelo he sabido de algo que no sé si tiene relación o no. Lo cierto es que ocurrió hace una semana. Pero por el "quien" de la cuestión, es evidente que "sí" que tiene que ver.

(Goto) Pues... tú dirás.

(Kosinski) Me he comunicado con un viejo colega del FBI. Cómo ya te debes imaginar, todas las agencias de inteligencia estadounidenses, tanto las civiles cómo las militares, están trabajando a destajo para encontrar a los culpables del ataque sobre la central de Paterson, el principal fabricante americano de Labors militares y policiales. Y al igual que nosotros, han llegado a una misma conclusión.

(Takahara) Es reconfortante saber que también están tan descolocados cómo nosotros en este caso. -dice con una mueca en la cara-

(Goto) Me sumo a esa opinión. Pero en resumen... los americanos tienen un dato interesante que aportar.

(Kosinski) Hace una semana, uno de los antiguos integrantes de las tres eses, un tal Kevin Nimell, ante las constantes presiones del FBI, pero también... de su mujer y de su propia inquietud, se prestó a confesarlo todo. Advirtió a los federales pero... que demandaba la máxima protección policial para él y sobre todo, para su mujer y sus dos hijos.

(Goto) Hay algo extraño en esa actitud de los antiguos miembros de las tres eses. Sospecho que...

(Kosinski) Deja las sospechas para luego, Goto, y escucha este "bonito cuento". Nimell lo confesó todo en una sola tarde. Pero... no pudo decir nada más.

(Goto) -se queda descolocado- ¿Que?

(Takahara) Déjeme adivinarlo. Se lo cargaron para que no hablara.

(Kosinski) Efectivamente. Sólo 24 horas después de este interrogatorio, encontrándose en su propia casa, con su familia, y a pesar de estar bajo protección policial, con dos federales de paisano vigilando la casa constantemente... fue asesinado.

(Goto) Asesinado... ¿Algún sospechoso?

(Kosinski) Sólo son conjeturas... aunque muy serias. Podría ser que las ramificaciones de las tres eses, hubiesen llegado también a las agencias de inteligencia norteamericanas. Es decir... que el principal sospechoso podría haber sido uno de sus guardaespaldas. Pero esto sólo se rumorea entre las más altas esferas de Washington.

(Goto) Caray. Realmente se lo montan bien. Y exactamente... ¿Que es lo que confesó al FBI antes que le matasen?

(Kosinski) Lo que en parte ya sabemos. Que las tres eses efectivamente se han convertido en un grupo terrorista. Además... de ideología extrema. Si bien el propio Nimell no se atrevió a decir a que ideología en concreto. Durante el interrogatorio, estaba muy nervioso y estresado. Es evidente que ni estando custodiado por el FBI, se sentía seguro. Y tenía razón.

(Goto) Entonces podemos confirmar definitivamente que han sido las tres eses. Lástima que no tengamos ni idea de su paradero.

(Kosinski) Sí, amigo mío. En esto aun estamos completamente perdidos. Si no les localizamos... no podremos erradicar el mal de raíz.

(Takahara) En mi opinión, de momento es inútil que les busquemos. A no ser... que se consiguiese capturar a alguno de esos miembros de la organización, sea cual sea su papel en la organización terrorista. De ahí podríamos obtener pistas fiables de quienes son, que pretenden y sobre todo... donde están.

(Goto) Tienes razón, Mayor. Pero...

(Kosinski) Sobre uno de estos puntos que ha mencionado el Mayor, si que sabemos algo de detalle.

(Goto) ¿A que punto exactamente? -pregunta con mirada intrigante-

(Kosinski) Al "que pretenden".

(Kurosaki) ¿Se refiere a los objetivos que pretenden alcanzar las tres eses con lo que están haciendo?

(Takahara) Eso lo ve cualquiera. Pero tal vez... hay algo más.

(Kosinski) Sí. Al final del interrogatorio, Nimell se prestó a declarar sobre los objetivos de su antigua casa... y ahora organización terrorista. Al parecer, los objetivos de las tres eses son tres en concreto. Primero... la destrucción de la Industria de los Labors.

(Goto) Ese objetivo salta a la vista. Lo malo es que... no sabemos si seguirán con él.

(Kosinski) El segundo... la desestabilización de todos los puntales políticos, económicos y sociales que sustentan al mundo de los Labors.

(Kurosaki) Ese no lo han conseguido... en apariencia. Con estos atentados, pretenden que los grandes fabricantes de Labors se desplomen en bolsa, los grandes bancos sean reticentes a prestarles financiación y la sociedad, paulatinamente, deje de usar los Labors para los usos que estos han sido diseñados.

(Takahara) El problema es que al igual que otros inventos de los últimos veinte años, cómo la telefonía móvil, Internet, la informática, determinados fármacos, nuevos materiales, etcétera... En el mundo desarrollado los Labors se han convertido en máquinas imprescindibles.

(Goto) Así es. No estoy en absoluto convencido que ese objetivo lo hayan conseguido ni de lejos. La realidad es que los Labors de la construcción se usan cada vez más en todo el mundo. Y lo mismo las policías y los ejércitos.

(Kosinski) Y un tercer punto... el cual Nimell sólo se atrevió a vislumbrar tímidamente. Aunque sin duda... es el principal de los objetivos de las tres eses.

(Goto) Pues... no se me ocurre que puede ser. ¿Dinero? ¿Poder? ¿Reivindicaciones políticas?

(Kosinski) -mirando fijamente a Goto con sonrisa malévola- … La venganza.

(Goto) ¿La venganza? -pregunta descolocado-

(Takahara) Contra que o quien, señor Kosinski?

(Kosinski) Francamente... y os soy sincero... no tengo ni idea. Únicamente se me ocurre que...

(Goto) Konstantin Wildenberg.

(Kosinski) ¿? Claro. El presidente de la corporación Schaft. Fue él quien primero, en el año 2000, tomó el control de Schaft America y las actividades de las tres eses... y quien se los cargó en 2006. Y sabemos indudablemente, que las tres eses estaban muy resentidas con la central de la corporación Schaft en Alemania, que se los sacó de encima.

(Goto) Entonces ya tenemos un primer chivo expiatorio.

(Kosinski) Sí, pero no será nada fácil investigarle. O... puede que sí. Lo cierto es que el servicio secreto alemán ya está investigando sobre el robo de la información del Kidush. Pero la decisión final...

(Takahara) Depende del Canciller de Alemania en persona. ¿Cierto?

(Goto) Es verdad. La corporación Schaft es una de las mayores multinacionales alemanas. Fabrican absolutamente de todo. Desde tornillos a satélites espaciales, pasando por misiles, aleaciones y tejidos especiales, fármacos... y sobre todo, Labors. Siendo en este campo el segundo mayor fabricante mundial, sólo por detrás de Industrias Pesadas Shinohara. Es, en resumen, una empresa de alta tecnología con delegaciones en todo el mundo y unos beneficios netos anuales de billones con b de dólares. Y al ser una empresa con sede central en Alemania... y siendo su presidente y principales directivos también alemanes...

(Kosinski) Es evidente que para el Canciller alemán será una decisión muy difícil ordenar investigar a uno de los hombres más poderosos y con influencia de Alemania. Pero en el atentado contra la sede de Schaft han muerto decenas de ciudadanos alemanes. Es su obligación dar esa orden.

(Goto) Entiendo. Confiemos en ver que descubren nuestros colegas teutones sobre la posible relación de Wildenberg con los hechos. Aunque... tengo un presentimiento.

(Kosisnki) -mirando burlón a Goto- Ja. Tú y tus presentimientos.

(Takahara) No se lo tome a broma, señor Kosinski. Cuando nuestro jefe tiene un presentimiento... siempre es acertado. -dice serio y contundente-

(Kosinski) ¿Y que presientes, Goto? -pregunta interesado-

(Goto) Lo que has dicho de Wildenberg creo sin duda que puede ser totalmente cierto. Estoy convencido que tiene que ver en lo que pasa mucho más de lo que nos imaginamos. Pero... estoy seguro que hay algo más. Que en realidad quien dirige los hilos de los títeres es otra persona. No sé por qué... pero tengo el presentimiento que Wildenberg es sólo una comparsa dirigida por alguien que de momento nos es desconocido.

(Kosinski) ¿Te estás refiriendo... a quien dirige las tres eses? -pregunta un tanto intrigante-

(Goto) Sí. ¿Sabemos algo de él?

(Kosinski) No me gusta nada decir esto. Pero... no. No tenemos aun ni el más mínimo dato sobre quien es el jefe supremo de la organización terrorista. Pero ahora que lo mencionas... cuando he hablado con mi colega del FBI, me ha dicho que tal vez hay dos sitios donde seguro que lo saben... y no lo confiesan para no verse manchados por los acontecimientos.

(Goto) ¿? -se queda todo extrañado-

(Kosinski) Mi colega del FBI me ha dicho que en la CIA o incluso en el Pentágono pueden tener algún indicio. O incluso más que eso. Que saben perfectamente quien es. Pero no ha querido decirme nada más al respecto para no meterse en problemas.

(Goto) Entiendo.

(Takahara) Ya hemos llegado, jefe.

(Goto) Bien. Esperadnos aquí. Yo y Kosinski vamos a ver si podemos saber algo de las pruebas físicas de los atentados.

(Takahara) Sí, jefe.

Goto y Kosinski se bajan del coche y se dirigen hacia la zona acordonada por la policía alrededor de la sede central de Industrias Pesadas Shinohara. Al ser de noche, está todo iluminado con focos. Es evidente la zona del epicentro de la explosión, con un enorme cráter en el suelo con la tierra quemada a su alrededor, que da testimonio de la potencia de la explosión. Tras atravesar el cordón policial, van en busca directamente del jefe de los artificieros.

(Goto) Buenas noches. Soy Goto, jefe de la sección 5 de la NNSA. Este hombre va conmigo, si no le importa.

(Jefe artificieros) Lo comprendo. A lo largo del día me han preguntado colegas suyos y también de Seguridad Pública. Mucho gusto en colaborar.

(Goto) Sé que aun no deben tener pruebas definitivas, pero quisiera saber...

(Jefe artificieros) En realidad sí, señor. Gracias a que hemos trasladado hasta aquí uno de nuestros laboratorios móviles y mediante la recogida de restos de material de la explosión...

(Kosinski) Sí, sé perfectamente cómo funciona esto. En mi país tenemos mucha experiencia en todo lo referente a los coches bomba.

(Goto) Este señor... bueno, olvídelo. ¿Que han descubierto exactamente?

(Jefe artificieros) Mediante un análisis químico, óptico y también espectrométrico, hemos podido determinar con un margen de acierto del 85%, el material explosivo y la cantidad exacta que han utilizado en la elaboración del coche bomba.

(Kosinski) -dice todo sarcástico- Una vez más, me postro ante la eficacia japonesa. Que precisión.

(Goto) Deja tu sarcasmo judío para otro momento, Kosinski. Y dígame. Eso quiere decir... que saben exactamente el explosivo que han utilizado.

(Jefe artificieros) Sí señor. Se trata de... Tricotidine D8.

(Kosinski) -se queda pasmado al oírlo- ¿Cómo ha dicho?

(Jefe artificieros) Tricotidine D8, señor. Al parecer han usado aproximadamente unos seiscientos kilos. Eso ya nos dice que se trata de terroristas de alto nivel.

(Goto) ¿Y eso por qué?

(Jefe artificieros) Pues porque...

(Kosinski) -dice muy serio- Porque se trata de un explosivo plástico de alta potencia. De uso militar. Y que sólo se fabrica en Alemania. Para ser aun más precisos... lo fabrica la Corporación Schaft.

(Goto) -se queda alucinado- Vaya. Una nueva pieza del puzzle que encaja.

(Jefe artificieros) Y otra cosa, señores.

(Goto) Que más.

(Jefe artificieros) La central ha solicitado a la Jefatura Superior que se ponga en contacto con las policías de Seattle y Frankfurt para corroborar dicho dato con sus artificieros. Parece ser que en ambos sitios han usado el mismo explosivo y en la misma cantidad.

(Goto) Vaya vaya. Muchas gracias por su colaboración, capitán.

(Jefe artificieros) Sí señor. Si me disculpan. -se marcha-

(Goto) Cada vez estoy más convencido que la corporación Schaft tiene más de una vela en este entierro.

(Kosinski) ¿Insinúas tal vez... que lo del atentado en Frankfurt ha sido una artimaña? Entonces... ¿Cómo explicas los atentados contra Paterson y Shinohara?

(Goto) No lo sé, ciertamente. Vaya... me pica la cabeza.

Entonces, suena el teléfono móvil de Kosinski. Le comunican algo espectacular.

(Kosinski) -se pone al móvil- Kosinski. … ¿Que? … Sí. … Sí. … Sí. … En Francia. … Era de suponer que serían uno de los siguientes en la lista de víctimas. … ¿Cómo? -se sorprende- … ¿Que los franceses lo han evitado a tiempo? … Perfecto. ¿Que? … Dios bendito. Ha vuelto a suceder. … ¿Quien lo ha descubierto, los del DCRI o la Gendarmería? … Entiendo. … Sí. … Lo he entendido. … Pero eso significa que el siguiente puede ser cualquiera en cualquier parte, señor. … Está bien, señor. Luego le comunicaré lo que he descubierto aquí en Japón. -cuelga con cara de profunda preocupación-

(Goto) Muy malas noticias, me imagino.

(Kosinski) En parte sí, amigo mío. Esos cabrones lo han intentado otra vez.

(Goto) ¿Que? Donde. -dice un tanto preocupado-

(Kosinski) Sobre la sede central de Dassault Societe. Una de las principales empresas francesas en el sector de la alta tecnología militar. Industria aeroespacial y aeronáutica, sistemas informáticos y de programación de uso militar... y el principal fabricante francés de Labors policiales y militares.

(Goto) Pero... lo han volado?

(Kosinski) No. Esta vez el servicio secreto interior francés, el DCRI, ha interceptado a la célula que iba a poner el coche bomba. Estos han confesado donde se encontraban el resto de su banda... aunque al mismo tiempo piden protección a las autoridades francesas. Cuando las fuerzas especiales de la Gendarmería han asaltado el lugar indicado por los terroristas detenidos...

(Goto) Se han encontrado con la misma visión macabra que los míos se encontraron la pasada madrugada. Sí, entiendo que las autoridades francesas se habrán quedado descolocadas. Pero eso demuestra que la amenaza de las tres eses contra la industria de los Labors va en serio y no se detendrán así cómo así.

(Kosinski) Es verdad. -se afloja la corbata y echa un suspiro de cansancio- Todo este asunto hace que no duerma desde hace dos días.

(Goto) Vete a descansar. Yo me encargaré de esto. ¿Donde te hospedas?

(Kosinski) En la embajada. Me están esperando.

(Goto) Ahora te llevamos allí. Te pasaremos a recoger mañana. Vamos.

En ese mismo instante, la familia Ota cenan juntos. Rei, en su tierna edad de cinco años y su incomprensión de la situación, se pregunta que le pasa a su madre. Kanuka está triste, deprimida, comiendo lentamente. No tiene hambre. Ota se la mira con cara de preocupación y compasión. Le acaricia la mano a Kanuka para consolarla y ella le sonríe tímidamente.

(Rei) ¿Que te pasa, mamá? -pregunta con preocupación-

(Kanuka) -sonriendo tímidamente a Rei con cara triste- Nada. No me pasa nada, hija.

(Rei) Es que haces mala cara. ¿Estás mala?

(Kanuka) No. En realidad... mamá está triste.

(Rei) ¿Estás triste? Que mal, eso no puede ser. ¿Y por qué?

(Kanuka) -poniéndose llorosa- Ya... ya lo entenderás cuando seas mayor.

(Ota) -mirándola con mucha lástima- Kanuka... -se abraza a Kanuka y la consuela- Tranquila, tranquila, sssshhh.

(Kanuka) Yo también quiero abrazarte, mamá. ¡No quiero que llores!

(Ota) Rei... gracias, pero mamá ahora necesita descansar.

(Kanuka) -deja de abrazarse a Ota y se calma- Isao... acuesta a Rei, venga.

(Ota) Sí. Vamos Rei, a la cama.

Al cabo de un rato, Ota acuesta a Rei y se pone a leerle un cuento a su hija. Justo entonces, cuando Kanuka, sentada en el sofá de su salón, sola e intentando calmarse... suena el teléfono. Kanuka no se puede llegar a imaginar quien le espera al otro lado del teléfono: es Herbert Plutovski. El misterioso ex agente de la CIA que les había entregado el expediente de Patrick Donovan... y que ahora les quiere entregar algo de un valor incalculable. Kanuka se pone al teléfono y...

(Kanuka) Casa de los Ota, soy Kanuka. ¿Con quien hablo? … ¿? ¿Es usted, jefe Goto? … ¿Quien es?

(Plutovski) Están perdidos con los atentados en cadena. -dice con su inconfundible voz ronca y madura-

(Kanuka) -sus ojos se abren cómo naranjas y da un sobresalto- ¿Que? ¿Herbert Plutovski? Cómo... cómo tiene el número de teléfono de mi casa? -pregunta sin entender nada-

(Plutovski) Primero que nada, señora Ota, haga el favor de centrarse en el asunto y dejarse de lagrimeos. Este asunto requiere que esté en plenitud de sus facultades para abordarlo. Y más...

(Kanuka) ¿Por qué me dice eso? ¿Acaso... acaso sabe lo que me ha pasado esta mañana?

(Plutovski) Para un veterano cómo yo, ver lo que usted ha visto esta mañana no es nada extraordinario. Si quiere seguir en este trabajo deberá acostumbrarse. Pero dejemos de hablar de nuestras respectivas carreras profesionales y hablemos de intercambio de información.

(Kanuka) ¿Que? -pregunta extrañada, pero se pone toda firme y contundente- Oiga... lamento sonar maleducada, señor Plutovski, pero ahora mismo es el peor momento para que nos de expedientes clasificados de la CIA. Estamos en algo muy serio...

(Plutovski) Tengo el expediente con toda la información sobre las tres eses... y quien les dirige.

(Kanuka) -se queda alucinada- ¿Que? Usted... ¿Sabe quien es el máximo responsable de lo que está pasando?

(Plutovski) Estoy convencido que su jefe, el señor Goto, ya debe intuir algo. Efectivamente las tres eses están detrás de los hechos. Debe pensar con toda seguridad que el presidente de la corporación Schaft, Konstantin Wildenberg, quien se deshizo de las tres eses en 2006, no es la víctima, si no uno de los verdugos. En otras palabras, que él en realidad... es sólo un títere más de la comparsa.

(Kanuka) -sin salir de su asombro- Un títere más. Entonces... usted lo sabe. Lo sabe todo. ¿Tiene...

(Plutovski) Toda la información. Venga al mismo sitio de la otra vez a las dos en punto de la madrugada. Sola... o si quiere, acompañada, no me importa. En mis manos poseo la información que les hará falta para pararle los pies a las tres eses.

(Kanuka) -sorprendida y extrañada- Pero... oiga. Por qué. ¿Por qué lo hace?

(Plutovski) Porque ellos... o mejor dicho, él... lo hace en nombre de Dios. Por eso... hay que evitar a toda costa que su "venganza" se consume.

(Kanuka) ¿Venganza? ¿Dios? Pero... de... de que va todo esto? -completamente descolocada-

(Plutovski) Le estaré esperando. -cuelga-

(Kanuka) ¿Oiga? ¡Oiga! -cuelga el teléfono y se queda nerviosa y pensativa. Se gira y se encuentra a Ota, con cara muy seria y de preocupación: lo ha escuchado todo- O _ o ¡Aaah! ¡Isao! ¡No me des estos sustos!

(Ota) -mirando muy seriamente a Kanuka- De lo que estabas hablando por teléfono, es... es algo muy importante. Quiero decir... alguien que te proporcionará una información muy valiosa para saber lo que está pasando.

(Kanuka) ¿Has estado escuchando toda la conversación?

(Ota) Estoy casado con una espía. ¿Recuerdas? Iré contigo. Tal cómo estás no pienso dejarte ir sola.

(Kanuka) ¿Que? -se enfada- ¡Esto no es asunto tuyo, Isao!

(Ota) ¡Claro que lo es! … Sólo quiero acompañarte. -dice con tacto-

(Kanuka) Isao... te agradezco que seas tan atento conmigo. Pero ya estoy perfectamente. La verdad es que... ha sido el propio Plutovski quien me ha animado a ponerme firme.

(Ota) Así que se llama Plutovski.

(Kanuka) - _ - Oh, vaya, no tenía que decirte ese nombre. Bueno... está bien, ven conmigo.

(Ota) Cogeré mi pistola, la tengo en un bolsillo del uniforme.

(Kanuka) ¿Vas a hacerme de guardaespaldas? Soy sargento de la sección 5.

(Ota) Cariño... sé que con tu Colt M1911 del calibre 45 puedes hacer maravillas. Pero deja que vaya contigo esta vez. Por favor. -mirando muy seriamente a su mujer-

(Kanuka) Y Rei. ¿La vas a dejar aquí sola?

(Ota) Llamaré ahora mismo al señor Sakaki. Él tiene una llave de nuestra casa. Venga, vamos.

(Kanuka) De acuerdo. Let's go. -el matrimonio coge sus pistolas y se marchan de su casa en busca el coche de él-

En ese mismo momento, en la tercera sección de Saitama, la capitana Takeo Yamazaki, está también ciertamente preocupada, aunque aliviada al saber que Asuma sólo ha sufrido heridas de poca gravedad. En la tercera sección, más que nerviosismo, hay desconcierto, al igual que en la primera y segunda sección. Mientras Kumagami atiende su trabajo en su mesa, aparentemente impertérrita y estando sola en el despacho, suena el teléfono fijo de su mesa. Es Hiromi, su marido, quien le llama desde la segunda sección.

(Takeo) -se pone al teléfono- Aquí tercera sección de Saitama. Le habla la capitana Yamazaki.

(Hiromi) Hola, cariño.

(Takeo) -reconfortándose al oír la voz de su marido- Hola, mi amor. ¿Nervioso?

(Hiromi) Có... ¿Cómo no quieres que esté nervioso?

(Takeo) ¿Y Kozue?

(Hiromi) Se lo he dejado a Shinshi. No se me ocurría nadie a quien dejar a nuestro hijo y no tenía tiempo de buscar a una canguro. Y me he acordado de nuestro antiguo colega de la segunda sección. Él también está muy ocupado, pero me ha dicho que para su mujer, Tamiko, no será ninguna molestia. No te preocupes, seguro que allí estará perfectamente.

(Takeo) Bien... muy bien, Hiromi. ¿Cómo está Noa? -preguntando con gran preocupación-

(Hiromi) Esta noche se ha quedado en el hospital con Asuma. La comandante le ha dado permiso para ello. La segunda sección está bajo mando del teniente Chikawa.

(Takeo) Vaya. ¿Por qué no te lo han dado a ti?

(Hiromi) Eso ahora no me importa, cariño. Estoy contento que Asuma esté bien. Pero allí... en Industrias Pesadas Shinohara... ha muerto tanta gente. -dice todo triste-

(Takeo) Sí. Estoy segura que para Asuma será un recuerdo muy duro que tendrá que arrastrar el resto de su vida. Aunque no haya sido en absoluto culpa suya.

(Hiromi) Te sonará extraño, Takeo. Pero... en el fondo siento un profundo sentimiento de rabia. Siento que...

(Takeo) Te gustaría encontrar a los culpables y hacerles pagar. Yo siento lo mismo que tú, amor mío.

(Hiromi) -rabioso- Pero es que... ¿Con que derecho han hecho esas matanzas? ¿Para qué? Y lo que más furioso me pone, es que no pueda hacer nada.

(Takeo) Vaya. Se me hace muy extraño oírte furioso, Hiromi. Eres un gigante de aspecto amenazador con un corazón muy tierno...

(Hiromi) -hablando seriamente- Por favor, cariño, no te burles de mi. Estoy hablando muy seriamente.

(Takeo) aaaahhhh... pe... perdóname, Hiromi. Lo siento. No quería ofenderte. -dice arrepentida-

(Hiromi) -se calma- No... perdóname tú a mi. Todo esto hace que estemos con los nervios a flor de piel. Ya... ya volveré a llamarte. Buenas noches.

(Takeo) ¡Hiromi!

(Hiromi) ¿Sí?

(Takeo) Nada. Te quiero. Te quiero mucho.

(Hiromi) -se reconforta- Yo también, querida. Eres lo más bello del mundo. Sin ti no podría vivir. Ya volveré a llamar. Adiós.

(Takeo) Adiós, cariño. -cuelga con sonrisa amorosa en su rostro-

En el hospital, Noa permanece junto a Asuma, quien sigue en la cama vendado y con las piernas escayoladas. El joven matrimonio está tierno y cariñoso. Recordando recuerdos de su matrimonio, de cuando aun eran solteros... y desde que se conocieron.

(Noa) ¿Te acuerdas... cuando nos vimos la primera vez aquel día? -dice toda nostálgica-

(Asuma) ¿La primera vez? Claro, cómo lo voy a olvidar. Fue el día en que por fin recibimos los Ingram en la segunda sección. Tú tenías que presentarte a las pruebas de evaluación para pilotos de Patlabor.

(Noa) No me refiero a eso. Si no cuando nos vimos las caras la primera vez.

(Asuma) -haciendo sonrisa triste- Sí... Entonces pensé dos cosas cuando te vi. Que eras una chica muy rara...

(Noa) -frunciendo el ceño y en tono sarcástico- Hombre, gracias.

(Asuma) Y que eras una chica muy guapa. La más guapa que había visto nunca.

(Noa) Eso lo dices porque ahora estamos casados.

(Asuma) Lo digo de verdad, Noa. -ella se sorprende- Aquel mismo día, cuando perseguíamos a los ladrones del AV-98 y tú te metiste dentro de la cabina del Ingram... me di cuenta que te quería cómo compañera. Eso es lo que le dije a Ota. Pero en el fondo de mi corazón... lo que en realidad deseaba y deseé durante años... es tenerte a mi lado. Y para siempre.

(Noa) Asuma... Entonces... ¿Siempre me has deseado? -pregunta sin salir de su sorpresa-

(Asuma) -sonriendo- Pues claro que sí, tontaina. Pues claro que sí.

(Noa) -poniéndose seria- … ¿Qué pasará ahora, Asuma?

(Asuma) Nada bueno, eso seguro. Noa... -advirtiéndole- te lo pido por favor. No te metas en esto. Deja que Goto se encargue de todo.

(Noa) ¿Que? ¿Por qué me dices eso ahora? -pregunta extrañada-

(Asuma) Porque ha sido un milagro que haya sobrevivido al atentado. Por eso. ¿Y si un día esos tarados mentales deciden cambiar de objetivo y atacan a la división de vehículos especiales?

(Noa) -se enfada- ¿Pero que estás diciendo? ¡Soy la capitana de la segunda sección de vehículos especiales! ¡Ante todo soy Policía y debo cumplir con mi deber! ¡Es mi obligación!

(Asuma) ¿Y Daisuke y Chiharu? ¿No te importa dejarlos huérfanos tan temprano? -dice con mala cara-

(Noa) -se entristece y desvía la mirada- Burro.

(Asuma) -se arrepiente- Lo siento. Perdóname, Noa. No quiero presionarte. Tienes toda la razón. Debes cumplir con tu deber.

(Noa) -se levanta de la silla, poniéndose toda seria y firme- Asuma. Cómo capitana de la segunda sección de vehículos especiales... te garantizo que no me pasará nada. Confía en mi.

(Asuma) Ya, pero...

(Noa) Y cómo tu esposa y madre de nuestros hijos... también te prometo lo mismo. Por ti, por ellos, por todos mis compañeros de la división de vehículos especiales... y por todos los ciudadanos. No me rendiré jamás y lucharé por defenderos, sea cual sea la amenaza. No es tan fácil acabar conmigo.

(Asuma) -sonríe confiado cerrando los ojos- Bien dicho. Sé que lo harás.

(Noa) Debo regresar a casa. Daisuke y Chiharu no me han visto el pelo en todo el día. Me acordaré de decirles lo que me has dicho.

(Asuma) Noa.

(Noa) ¿Sí?

(Asuma) -con los ojos llorosos, mirándola con gran amor- … Te amo. Eres el amor de mi vida y jamás te abandonaré ni a ti ni a nuestros hijos. Estaré siempre con vosotros pase lo que pase.

(Noa) -mirándole igualmente con cariño- Yo también, Asuma. Yo también. Volveré mañana a ver cómo estás. Buenas noches.

(Asuma) Buenas noches, Noa. Hasta mañana.

Asuma se queda solo en aquella habitación de hospital, habiendo recibido el amor y respaldo total y absolutos de su mujer, Noa. Y se siente muy feliz y reconfortado por ello.

Un par de horas más tarde, en plena madrugada, en el aparcamiento subterráneo de uno de los rascacielos de Shinjuku: la torre Mitsutomo. Ota y Kanuka están esperando dentro del coche. Ota se está impacientando, pero también se da cuenta que su mujer está tensa, e intenta calmarla.

(Ota) Aigh que nervios tengo. -todo nervioso e impaciente-

(Kanuka) -mirando a Ota de reojo con cara burlona- Definitivamente no servirías para este trabajo. Eres demasiado impaciente.

(Ota) -frunciendo el ceño- Cariño, no me digas esas cosas. He venido aquí... para asegurarme que no te pasa nada. -mirando seriamente a Kanuka-

(Kanuka) ¿Seguro?

(Ota) No sé por qué. Pero... me da mal pálpito.

(Kanuka) Y yo que pensaba que la que estaba nerviosa era yo.

(Ota) -sonriendo- Pues lo disimulas muy bien.

(Kanuka) -mirando el reloj- Es la hora. Vamos.

(Ota) Sí.

El matrimonio se baja del coche y se pone a andar hasta la misma plaza de aparcamiento en la que quedaron Kanuka y Plutovski la última vez: la D85. Llegan. Parece que no hay nadie. Al lado de la plaza de aparcamiento acordada hay una gruesa columna de hormigón en la oscuridad, no iluminada por los fluorescentes del techo. Hasta que de repente... oyen un encendedor zippo tras suyo. Los dos se giran rápidamente, movidos por el susto. Ahí está, en la penumbra. Se acercan... y allí está aquel misterioso hombre, en la penumbra. Sólo se distingue la silueta del hombre y la punta de su cigarrillo iluminado de rojo.

(Kanuka) Al fin le encuentro. Herbert Plutovski. -dice muy seria-

(Plutovski) Veo que al final ha venido acompañada. ¿Quien tengo el placer de conocer?

(Ota) -muy nervioso- Yo... yo soy... me llamo Isao Ota. Soy...

(Plutovski) Su marido... y el capitán de la primera sección de vehículos especiales. Mucho gusto.

(Ota) -nervioso y descolocado ante lo misterioso de aquel hombre- I... igualmente, señor.

(Kanuka) Estoy aquí tal y cómo me ha pedido. Cómo la otra vez. Veo que en la CIA aun no le han pillado por lo del expediente de Donovan.

(Plutovski) No. Pero seguro que me pillarán muy pronto. Deje que me muestre.

(Kanuka) ¿Que? -se sorprende-

(Ota) -se queda extrañado- ¿?

Entonces, Plutovski da un par de pasos al frente... y se vislumbra, poniéndose bajo la luz del único fluorescente que ilumina a los tres. Es un hombre bastante mayor, de unos sesenta años. Con el cabello blanco, un parche negro sobre el ojo izquierdo y una larga y honda cicatriz que va desde el labio a la frente, travesando el ojo izquierdo. Su mirada es ciertamente inquietante... pero no malvada. Es un hombre que en su vida ha visto de todo, absolutamente de todo y está ya muy curado de espanto. Pero sabe... que su hora se acerca inexorablemente.

(Plutovski) Espero que ahora, pueda tratarme cómo una persona con intenciones amistosas... y no cómo un espía de intenciones dudosas.

(Kanuka) Lo sé. No se preocupe. Con la ayuda que nos prestó con lo de Donovan... vimos claramente que tiene buenas intenciones.

(Ota) No... no entiendo de que va esto. Pero si ha ayudado a mi mujer, se lo agradezco de veras.

(Plutovski) Estoy aquí porque tengo mucha prisa. Prisa para entregarles esta información vital antes no acaben conmigo.

(Kanuka) -sin entenderlo- ¿Que? Pero... ¿Quien? … ¿La CIA?

(Plutovski) No. Por supuesto que no. Me refiero a "los infiltrados".

(Ota) ¿Los infiltrados?

(Kanuka) … ¿Las tres eses?

(Plutovski) -hace que sí con la cabeza- … He tomado todas las precauciones posibles. Pero estoy convencido que saben que poseo esta información vital... y que la voy a entregar a la sección 5 de la NNSA.

(Ota) ¿Cómo puede estar tan seguro que lo saben? No lo entiendo.

(Kanuka) Creo que es... porque cree que las tres eses tienen infiltrados en las organizaciones de inteligencia de Estados Unidos. Incluida la CIA.

(Plutovski) Sí. Intentarán matarme para que no entregue esta información a manos ajenas. Pero si lo consigo... los que estarán acabados serán ellos. De eso estoy convencido.

(Kanuka) Si tan convencido está... debe ser información de un valor incalculable. Pero... ¿Que es?

(Plutovski) Igual que la otra vez... no lo abran hasta que llegue a manos de su superior. El señor Kiichi Goto.

(Ota) Goto...

(Kanuka) De acuerdo. Sólo déjeme preguntarle que motivos tiene esta vez para hacer esto.

(Plutovski) Él pretende destruir a los Labors en nombre de Dios. Porque él... se cree mensajero de Dios.

(Kanuka) -poniéndose aun más seria- ¿Mensajero de Dios?

(Ota) -exclama con malas ganas- Lo que nos faltaba. ¿Entonces quien está detrás de todo esto es un fanático religioso?

(Plutovski) -se saca de debajo su chaqueta un grueso sobre de papel con un grueso expediente en su interior, y se lo da a Kanuka- Aquí tiene. Señor y señora Ota... no tengo palabras para expresar la importancia de lo que les hago entrega ahora mismo. En este expediente encontrarán quien es el que está detrás de los atentados en cadena; de los asesinatos múltiples; y de...

Entonces... en el aparcamiento entra un coche. Un Cadillac STS nuevo de color negro, con los cristales tintados, sin que se vean sus ocupantes. Se acerca lentamente hacia Kanuka, Ota y Plutovski. Los tres se quedan mirando aquel misterioso coche que se acerca a ellos lentamente. Plutovski se da cuenta que le han encontrado... y advierte al matrimonio Ota.

(Plutovski) -mirando impertérrito el Cadillac, sabiendo que va a morir- Me han encontrado. Tírense al suelo, deprisa.

(Kanuka) ¿Que? Pero... -descolocada-

(Ota) ¿Eh? -fijándose muy bien en el Cadillac-

Ota, mirando aquel coche, se da cuenta que la ventanilla trasera se abre... y un hombre con jersey negro y pasamontañas en la cabeza, les apunta con un fusil de asalto Heckler & Koch G36C. Justo antes de que el hombre apriete el gatillo...

(Ota) ¡Kanuka, al suelo! -se lanza sobre Kanuka y los dos se echan al suelo tras la gruesa columna de hormigón-

El hombre del coche dispara el fusil de asalto... y acribilla a balazos a Plutovski. Las balas traviesan su cuerpo e impactan sobre la columna de hormigón que hay detrás suyo, manchándose ésta con la sangre de Plutovski. El hombre, habiendo vaciado el cargador de su arma, sube la ventanilla del Cadillac y el coche sale de allí quemando rueda.

Kanuka y Ota se levantan corriendo. Kanuka sale en ayuda de Plutovski, quien lleno de sangre y en sus últimos segundos de vida, aun suelta unas últimas palabras.

(Kanuka) -se lanza a socorrer a Plutovski, totalmente sobrecogida- ¡Señor Plutovski! Dios, no.

(Plutovski) -sacando sangre por la boca y la nariz y agujereado- agghhh sabía que esto iba a acabar así aaaggghhh yaaahh ya no... tienen que detenerles egghhh...

(Kanuka) Les detendremos, pero a quien. ¡Dígamelo, por favor, se lo suplico!

Ota, sobrecogido ante esa situación, arranca a correr tras el Cadillac empuñando su pistola SIG Sauger P220. El coche del asesino aun no ha salido del aparcamiento. Se para, apunta su arma y dispara contra el coche en movimiento. Le da a la luna trasera, a los pilotos traseros, al parachoques... hasta que vacía el cargador. Pero el coche huye impunemente. Ota, impotente, no tiene más remedio que regresar corriendo a junto a Kanuka. Plutovski, al borde de la muerte, hace una última confesión a Kanuka.

(Kanuka) Vamos, señor Plutovski, resista. ¡Resista! -le dice con desesperación-

(Plutovski) aagghhh por favghoor... tenéis que detener... detened a los trece apóstoles eegghh

(Kanuka) ¿Los trece apóstoles? -pregunta con gran interés-

(Plutovski) Sí, los trece apóstoles. Él los ha enviado oogghhhh sobre la faz de la Tierra para destruir a los Labors oogghhhh tenéis que detenerles... tenéis queeee ee e.

Plutovski... muere. Kanuka, aun no creyéndose lo que está pasando en este momento, con la palma de su mano derecha cierra los párpados de Plutovski, ya muerto... y se levanta. Se limpia la sangre de las manos con un pañuelo y recoge el sobre oscuro que se ha quedado tirado en el suelo. Ota llega corriendo.

(Ota) ¡Kanuka! Kanuka. ¿Estás bien? -pregunta todo preocupado-

(Kanuka) Sí, estoy bien. Pero él...

(Ota) -se horroriza al encontrar a Plutovski lleno de sangre- Mierda, no. Está...

(Kanuka) -mirando con lástima el cadáver- Yes. Está muerto. Es lo que temía que le terminase pasando... y al final ha pasado. Pero...

(Ota) Pero que.

(Kanuka) Justo antes de morir, me ha hecho una revelación. Detened a los trece apóstoles.

(Ota) -se queda sin entender nada- ¿Que? ¿Detener a los trece apóstoles? ¿Qué quiere decir?

(Kanuka) No lo sé. Pero todo está dentro de este sobre... y ahora está en nuestro poder.

Los dos se quedan mirando con desconcierto aquel grueso sobre oscuro con su altamente secreto contenido. Las sirenas de la Policía se oyen aproximándose cada vez más. Ahora si, pronto van a descubrir quien está detrás de los sucesos que en las últimas 24 horas han causado para nuestros amigos, una crisis de proporciones nunca mejor dicho... bíblicas.