¡Hola a todos! ¿Cómo ha ido todo? La misma loca de siempre vuelve a publicar todo esto porque no le satisface ni por broma. ¡Lo juro! Al final no pude seguir con lo que tenía pensado por meter cinco mil personajes que al final no hacen nada por la historia ni de joda, cuando algo no va no hay que forzarlo para que encaje, sino hay que cortarlo de raíz antes de un mal superior. Ahora van a ver cosas un poco distintas a las ya contadas, probables capítulos más largos (de donde espero sacar contenido de mejor calidad que toda esta porquería de hace más de cuatro años) y con mucha suerte finalmente terminar esto DE UNA BUENA VEZ.
Van a encontrar varias similitudes en las historias contadas en otros fics míos como Emily o (si algún día me acuerdo) 1998. Nuestra Historia es del futuro por lo que no tiene ni voz ni voto acá pero aún así ahí va a haber sucesos acontecidos en este fic.
Seguramente dicen "piba te tomaste mucho tiempo para hacer esto, ¿eh?" lo único que puedo responder a eso es que tuve varios problemas de salud que terminaron en cirugías este año, más una obsesión casi enfermiza por contar la historia de mis nenas predilectas en otros fics y estudio a más no poder. Quien esté en medio de una vida universitaria se va a dar cuenta de lo que hablo, en especial con el tiempo entre parciales, finales y (con mucha desgracia) recursar una asignatura. ¡Pero no desesperen, queridos lectores! Voy a intentar lo mejor de mí para este fic de nuevo, así no queda en la nada misma de nuevo por segundo año consecutivo.
¿Listos? ¡A la carga!
"Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal". Madre Teresa de Calcuta.
Tecleando suavemente en su computador portátil, Sherry se encontraba ligeramente en paz. Ya no tenía las presiones de antes como con Simmons. Ahora podía dedicarle más tiempo al pequeño proyecto personal, aquel que durante tanto tiempo ni siquiera dedico media hora de toda la vasta extensión de su tiempo personal; donde antes se filtraba alguna encomienda familiar por parte de su adorada "madre" Emily, recados con su Chinchilla Sally en el veterinario, tapada absolutamente por montones de trabajo o citas con sus propios médicos especialistas, ahora se encontraba "el momento de Sherry". Parecía hablar como si fuera un tiempo en donde se concentraba en brindarse placer sexual a sí misma, pero nada iba más lejos que eso. En vez de masturbarse escribía hasta que las teclas comenzaran a dar señales de un cambio urgente, la aureola brillante por el roce entre las yemas de sus extremidades crecía más y más. Acomodó un mechón de cabello rubio rebelde detrás de su oreja mientras pensaba qué más agregar al capítulo de esa semana.
Se encontraba extasiada por el hecho de haber pasado su límite de catorce mil palabras en un solo documento de texto, su amiga Kim siempre solía animarla a más felicitándole por romper sus ataduras como escritora aficionada agregando cada vez más contenido.
Le agradaba escribir un poco; inclusive había vendido una de sus primeras obras a un conocido periódico de Washington, junto con una historia corta navideña al The New York Times. Había recibido una suma de dinero no muy alta pero le ayudaba a pagar las cuentas, otras veces lo enviaba al periódico del pueblo donde nació, allá por la década de los ochenta donde sus abuelos podían verlo y maravillarse con lo que su persona era capaz de crear. Pecaba más de una vez sumándose a la lista de personas donde escribían de un universo típico en particular, siendo el Fallout su víctima predilecta. «Otra cosa que me roba tiempo es ese juego de mierda tan maravilloso. Si no fuera porque ya se me todo de arriba hacia abajo, estaría dándole una partida ahora.» Ah… ¡El Fallout! Su amado juego desde los noventa, donde sus padres se lo compraron para entretenerse cuando se encontraba a solas en su casa.
Con Emily bromeaba demasiado sobre la tontería de William al comprárselo ya que la volvió adicta a la franquicia; nunca olvidaría que llegó tarde a su graduación de secundaria por pasarse una misión alterna a la historia principal con la segunda entrega para computadoras. «Gracias por todo, mamá y papá. Por eso ahora me crece el culo hacia los costados…» Mentira, los amaba por haberle dejado jugarlo.
Recordó la cuota a vencerse del curso de escritura en un taller local a unas calles de su casa, soltó el documento para abrir una pestaña web e ingresar al sitio. Colocó todos los datos de su tarjeta de crédito (ahora que finalmente el balance no se iba demasiado por las compras de ropa o artículos deportivos) en los campos correspondientes, recibiendo en la pestaña el enhorabuena del sitio al registrarse su pago.
«Debería devolverle el llamado a los abuelos antes de que sea tarde. Se acuestan a eso de las cinco a dormir y después no tendré oportunidad de encontrarlos.» La ancianidad, se preguntaba si ella sería igual a sus parientes maternos en unos años, claramente deseaba que no. Así era la cosa cuando sobrepasabas cierto rango etario, no había más vueltas al hecho. Cogió el teléfono y se mantuvo entretenida por unos minutos oyendo divagar a Amelie Chamberlain, la mamá de su madre, sobre las compras por internet ("es un logro que tu abuelo haya entendido a tu tío Henry para pedir algo por la web") llegadas esa misma tarde. Les envió muchos besos y abrazos con cierto pesar de no ser capaz de verlos hasta dentro de unos meses. Ellos junto con Leon, Claire y Emily eran su familia. Replicó a un mensaje de su tía Sunshine (o Sunny, como pedía que le llamasen) y le envió un audio a Chelsea antes de que se le pasara por alto. La cría estaba ansiosa por recibir el regalo especial encargado a su amiga modista, quien trabajaba haciendo disfraces de una calidad excelente a un precio razonable; al menos ella tenía un pequeño descuento por ser su confidente cuando necesitaba un oído sanador.
—Ya te dije que hasta mañana no me llega nada, niña. Tranquiliza esas hormonas o me quedo yo con el mono del refugio ciento uno. —Pulsó el botón verde virtual viéndolo salir para luego ser recibido por la otra parte.
Por suerte los tiempos ahora eran mejores en cuanto a ella y su vida, una vez Simmons fuera de vista pudo desarrollarse sin problemas como también mantener una relación amena con el resto de sus conocidos. Emily peleó férreamente contra el caballero siniestro para no volverse una esclava bajo sus órdenes, lamentablemente a veces no conseguía sus objetivos pero la mujer era demasiado cabeza dura para dar el brazo a torcer. Sus abuelos junto con tíos la apoyaban al ciento por ciento, enviándole sus abogados o algunas recomendaciones para llevar a cabo; Leon y Claire no fueron más que espectadores entre semejante batalla judicial como también personal, siendo sus hermanos confidentes en más de una ocasión en donde no podía aguantar el ritmo o simplemente deseaba huir del planeta para no ser blanco de nadie más.
Wesker solo fue el comienzo de la pesadilla, pero con ambos tipos muertos su alma se encontraba en paz y deseosa de emprender un nuevo rumbo.
Meneó la cabeza exhalando un corto suspiro. Un recuerdo de su adolescencia se filtró en el medio, recordándole la vergüenza de una discusión a gritos entre Simmons y quien le dio casa a donde residió hasta cuando ella se mudó independiente. Siempre había sido objeto de burlas por parte de sus compañeros de escuela por ser la "chica huérfana" o la más extraña de todas las demás, pero ese día cruzó un nivel superior en cuanto todos oyeron acerca de los temas a discutir entre ambas personas. «Jesús, ni siquiera mis amigos íntimos pudieron ayudarme ese día. Lloré desde el comienzo hasta el final de la jornada en posición fetal sobre mi cama.» No es que del grupo de compañeros ella sola fuera la persona objeto de burlas, sino que el grupo conformado por tres chicas y dos chicos más fueron siempre los marginados; sonrió, a veces en la vida es necesario sonreír ante los malos tragos ¿No?.
Sería entretenido incluir algunos párrafos de su propia experiencia en la historia en proceso de creación, junto con un comentario de los adelantos tecnológicos para el principio del 2015. Era increíble que hubiera terminado su vida así.
Recordó entonces unos meses antes del Desastre de Raccoon: siempre había soñado con ser alguna especie de relatora o una brillante escritora. Su padre, por el contrario, prefería que fuera una médica excepcional, siguiera sus pasos en el estudio de la virología o cualquier porquería relacionada a la ciencia... siempre había sido lo que William quería. Annette no opinaba al respecto manteniendo una postura neutral ante cualquier decisión respecto a su educación. Claire supo todo aquello en un encuentro casual que había tenido lugar unos años después de todo lo sucedido, donde vio la oportunidad perfecta de dejar salir aquel trozo de historia dolorosa pugnante por ver la luz. La pelirroja, con su apoyo incondicional, le había dicho que siguiera lo que quisiera si le hacía sentir feliz y deseos de continuar; no se viera atrapada por las opiniones del resto.
Asintió dándole el visto bueno finalmente al escrito tanto tiempo trabajado. Aunque sus familiares le dijeran que abandonara las fuerzas del gobierno por todas las implicancias conllevadas por el empleo, se trataba de un tema muy difícil de finalizar; se encariño con la gente que trabajaba allí, los sentía como otra familia. Se levantó de la confortable silla de escritorio con las piernas entumecidas por pasarse otra hora de corrido sin moverlas siquiera. Cerró la tapa del portátil y se encaminó hacia la cocina con paso lento, necesitaba desesperadamente un té. Se preguntaba cuando y como se había vuelto tan amante de esa infusión en particular, encontrando trazos del tema desde cuando tenía aproximadamente diez años y ayudaba a reconfortarla cuando se sentía demasiado sola, ahora lo tomaba por el placer de sentir algo caliente cayendo por su esófago siempre a la misma hora.
Ingresó a la estancia decorada con muebles comprados en una venta de garaje en cuanto consiguió una plaza vacante en el vecindario donde residía, con mesas de aproximadamente cuarenta años, sillas las cuales combinaban de forma particular con la superficie un poco más nuevas y encimeras completamente renovadas. La fuente de un cántaro arrojando agua sobre una mesa pequeña de color oscuro llenó sus oídos impacientes por recibir estímulos más fuertes que el simple tecleo. Tomó la tetera de una fina porcelana blanca con unas bonitas rosas pintada sobre ella, se acercó al grifo pensando en uno de los hombres más odiosos que jamás hubiera conocido, pero a la vez una de esas personas las cuales terminabas encariñándote de forma instantánea una vez te empapabas de ellas.
Jake.
No recordaba el instante en el cual le cayó lo suficientemente bien como para mantener un contacto casi diario. Pensar que en Edonia le había fastidiado bastante pero luego, de alguna manera inexplicable y poco a poco, se sintió cómoda a la hora de hablarle. La edad no los acompañaba en mucho, pero ¿A quién le importaba? Parker y Emily se llevaban ocho años entre ellos y se comportaban como dos adolescentes enamorados; Leon se llevaba de maravillas con una chica alemana unos cuatro de diferencia la cual era adorable una vez la conocías; Claire se paseaba de la mano por el centro con su pareja de ya unos años, quien le llevaba aproximadamente cinco de diferencia.
Hacía poco que ella había pasado los veinte y ocho viéndose como una colegiala recién iniciada al mundo de las universidades gracias a su sangre tan particular (bendito, o maldito, William Birkin), y Jake había cumplido los veinte y dos el pasado mes de agosto. Era extraño, pero claro, no imposible.
« ¡Todo es posible en el mundo! ¡Hasta que Chelsea deje de ser una adolescente irrespetuosa de mierda!» Mentira: eso sí era imposible.
Había viajado, tomándose una semana libre de todo el trabajo que llevaba en sus hombros en el viejo escritorio de caoba oscuro de su trabajo; visitando de nuevo la ciudad que antaño estaba en ruinas. Jake fue su guía ese momento sintiendo una extraña ansiedad positiva al charlar con él luego de encontrar sus caras nuevamente después de varios meses. Las conversaciones por chat virtual no eran lo mismo a hablar con la otra persona frente a uno. Ahora y poco a poco la gente sobreviviente de la Ciudad Central restablecía el orden y paz, junto con las reformas en los edificios administrativos más importantes. Las casas comenzaban a ser reconstruidas con el correr del tiempo, todo fue tomando la forma de una pequeña ciudad dejando los estragos de la guerra biológica en el pasado.
Cerró el grifo, encendió la hornilla a fuego mínimo y se sentó en una de las encimeras de su cocina. Estas eran de un color crema con mármol de color blanco, haciendo del par un agradable conjunto. Encendió el televisor esperando encontrar algo entretenido que ver, cosa que fue una mentira colosal y más con la hora en donde se encontraba. El titulo del noticiario era un tanto gracioso e irónico:
"Inédito: Una mujer de 42 años que esperaba trillizas da a luz por sorpresa a cuatrillizas idénticas"
«Cosas raras pasan en el mundo, ¿Eh? Si a mí me pasa creo que perdería la cordura instantáneamente. Uno ya es bastante, cuatro y me doy la cabeza contra la pared todo el día.» Recordó sin querer de nuevo al muchacho con un sentido de humor tan peculiar como el suyo; Jake le había mensajeado la noche anterior comentándole que en unos días viajaría a EUA de visita. Claramente se emocionó lo suficiente como para dar saltitos ridículos por cinco minutos consecutivos. Sentía unas mariposas inquietas en su estomago; el tipo tenía una sonrisa de costado de esas que matan, no era exactamente alguien feo, y siempre se preguntaba porqué ella mantenía contacto con gente así. ¿Sería el destino? ¿Algo premeditado desde el pasado? ¿O simplemente la atracción que tenían los seres humanos, los unos con los otros?
Miró por la ventana aún con una sonrisa en el rostro, afuera el sol quemaba en un típico día de verano, los 33 grados de temperatura se hacían notar. Los pájaros, al resguardo del sol en las copas frondosas de los árboles, entonaban lo que ella llamaba "melodía de verano". Era agradable sentarse fuera con un vaso de agua fría al resguardo de los últimos rayos solamente para escuchar el canto. Había instalado debajo de un árbol cercano y hermoso una casa de pájaros hecha por ella semejante a un refugio hecho por Vault-Tec, colocada hacía unos días atrás gracias a la ayuda de Kimberly, su intima amiga del trabajo.
Recordó un proyecto sin terminar en conjunto con sus padres en el verano donde todo se fue al carajo, el cubo de madera con techo rojo quedó sobre la mesa en cuanto ella se fue directa a la comisaría en búsqueda de asilo seguro, después de recibir las órdenes de su madre para efectuar esa acción.
No los odiaba, es más: había dejado de hacerlo; comprendiendo que solo fueron buenas personas atravesadas por el flagelo de un trabajo en exceso demandante. Había hablado con su terapeuta sobre aquello en contadas ocasiones siempre con el mismo resultado. La especialista Black le aconsejaba lo mismo: pensar en las cosas buenas que hicieron por ella, intentar entender sus motivos y perdonar. Pero, ¿Cuán fácil es perdonar a alguien que te deja de lado cuando eres una niña? ¿O se vieron envueltos en el peor desastre biológico de los últimos años? Eso no era lo que un autentico padre hacía por sus hijos, se trataba de un asunto muy delicado para ella.
"—Recuerda que ellos también te amaban mucho —La doctora Black, una bajita señora que no llegaba a los cincuenta años morena, con cabello lacio que le llegaba hasta los hombros, unos ojos oscuros con rasgo asiático y piel nívea, sujetó con fuerza entre sus manos pequeñas y delgadas el cuaderno de tapa verde. La bata de médico le llegaba hasta las rodillas, enfundadas en un pantalón de vestir negro en conjunto con una camiseta blanca. Tenía un aspecto serio, como siempre. —. Las últimas palabras de tu madre lo describen. Ellos te amaban y creo que de estar presentes hoy en esta sesión ellos te pedirían mil veces "discúlpame".
Sherry giró los ojos, exhalando aire producto de la molestia sentida.
—Sí, pero siempre que quería hacer una actividad con ellos tenían una excusa. Desde pequeña que no estaban allí. —apretó fuertemente la mandíbula, irritada y con la necesidad de llorar —. Los únicos que siento presentes ahí fueron Emily con Brad invitándome a su casa para no estar sola, a comer, al parque si estaba demasiado aburrida mirando por la ventana. Luego Brad se fue, Leon y Claire llegaron a mi vida para salvarme de morir en esa bola de fuego llamada Raccoon City, siguiendo hasta el día de hoy.
—En eso aciertas y te equivocas. —Anotó algo con pulso suave y rápido en su cuaderno—. Busca el porqué.
Entrecerró sus ojos azules clavándolos en la mujer.
— ¿A qué se refiere?
—Ya verás… —un timbre corto y alegre se escuchó del escritorio de la doctora. Esta sonrió y la miró atenta—. Hemos acabado por hoy. No te desveles hasta tarde descifrando lo que te dije."
Sherry frunció el entrecejo buscándole el sentido a la última sesión. Lo expresado a la especialista reinaba en su corazón desde hacía mucho tiempo, no entendía exactamente cómo podía pensar en otra cosa. Toda esa gente estuvo para ella en las buenas y en las malas, en vez de quienes debieron situarse en ese mismo lugar. Habían compartido juntos incontables charlas amenas sobre temas de distinto tipo, reído juntos, enojado y pasado algunos días sin llamarse... se quisieron y querían. Brad le enseñó demasiadas cosas valiosas en el poco tiempo en donde se mantuvo en contacto con él, más que su padre; la mayoría eran cosas sin sentido pero para ella tuvieron una carga emocional mucho más profunda de la esperada; Emily le felicitó cuando tuvo su primer periodo, una vez en la casa compartida con su difunto marido, ayudándole en todo lo necesario en ese proceso de crecimiento tan importante; Claire era su soporte, Leon le impulsaba a moverse a diario. El tipo hasta se encargó de asesorarla en cuanto a cómo moverse en la DSO.
Sus padres, en cambio, estuvieron desde el principio de su existencia y le acompañaron en algunos de los instantes más importantes de su infancia, le vieron crecer y pasar a la escuela primaria… Pero ¿Quién le vio llegar con las rodillas raspadas y con muecas de dolor? ¿Reír, llorar y le habían querido? Siempre le habían dejado de lado, fue un poco menos importante que su experimento, que el maldito trabajo. Frunció el ceño pero desechó la ira que poco a poco le llenaba la mente.
Sin darle más importancia al asunto, bajó de la encimera, al tiempo que escuchaba el agua alcanzar su punto de hervor. Cogió unas galletas rellenas del segundo cajón de la encimera junto con el frigorífico. Las fotos de los momentos felices de su vida le observaban atentamente a cada movimiento que daba. Siempre que encontrara una chance de hacerlo, se imaginaba el universo alterno inexistente donde todo era bonito y rosado, donde sus padres no hubieran muerto ni Raccoon City hubiera desaparecido de la faz de la tierra...
— ¡Ya, Sherry! ¡Termina de azotarte con recuerdos agrios de una vez por todas, corazón! — murmuró para sí al tiempo que tomaba una taza con flores y un saquito de té de un armario cercano. Vertió el agua, la cual se fue tiñendo poco a poco; de un cajón próximo tomó una cucharita de café junto con unos sobres de edulcorante.
Se sentó en la mesa con el televisor encendido y el ventilador de techo girando sobre su cabeza, dejando caer una brisa fresca. El endulzante artificial fue volcado dentro de la bebida humeante y revolvió el líquido con una marcha lenta pero estable. El mueble donde se encontraba el televisor de pantalla plana era grande, con muchos armarios y adornos; la consola de juegos se encontraba debajo del televisor en un hueco especial, con la torre de cajas azules a su lado. El color claro de la madera, junto con las copas y los platos de porcelana, las especias y algunas galletitas saladas, le daban el toque de un adorable mueble de cocina el cual quedaba realmente lindo con los demás. Comenzó a pasar canal tras canal en absoluta disconformidad con los programas transmitidos esa tarde.
—Martes y no hay nada...
Suspiró algo molesta mientras daba un sorbo. Con una mueca dejó una serie de videos graciosos esperando que le quitaran el aburrimiento, rió ante algunos chicos que, practicando skate, se caían y se golpeaban fuertemente contra el suelo duro de las rampas.
El teléfono sonó, quitándola del pequeño trance en el que se había sumido. Lo tomó comprobando el número: Kimberly.
— ¿Diga?— contestó con desgano.
— ¿Qué no tienes identificador de llamadas? No me atiendas como si no quisieras hablar conmigo.
—Ya, tonta. ¿Qué cuentas de nuevo? —sonrió.
—Nada en realidad —hizo una pausa breve—. Bueno, llamaba para decirte tres cosas: dos son buenas y una mala... son cuatro cosas en realidad. —Sherry frunció el ceño nuevamente— ¿Arrojo las buenas primero o las malas?
—Como quieras.
—La primera de las buenas es que te llamaba porque el editor de The Washington Post llamó esta mañana y los de centralita me lo pasaron. ¡Aceptaron una de tus nuevas obras junto con tu último artículo! ¡Felicidades Shakespeare! ¡Te embolsas otros tres grandes! —la joven rió alegre. Nunca se esperaba semejante noticia; había dado por sentado que jamás le aprobarían la última historia que había envidado, menos el artículo sobre como los videojuegos pueden ayudar a una persona a recuperarse de acontecimientos traumáticos, tanto trabajo de investigación y noches en vela le dio resultados favorables.
— ¡Esa es una muy buena noticia! ¡Gracias tontita por darme la mejor de todas!
—Y como tu secretaria, quiero uno de esos próximos fajos de billetes en mis bolsillos. —Contestó risueña.
—En tus sueños Evans. ¿Y la otra buena?
—Nada importante, solo que tu galanazo llamó hoy... pero como eres holgazana y estas de vacaciones tuve el gustazo de responderle. — ¿Jake llamaba a su trabajo? Eso era nuevo; sonrió de lado, algo extrañada—. Dijo que adelantaría su visita unos días y vendría a ver ese culito bien formado que llevas.
— ¡Y con mucho sudor encima! Tornear las piernas no fue trabajo de dos días solamente, me alegro que alguien lo note… Aunque a veces ese alguien seas tú.
—Okey, es raro estar escuchando hablar sobre tu culo pero la casa se reserva las opiniones. Vístelo con una tanga de esas que parecen hilo dental, probablemente le guste más que a mí.
—Prefiero mis bragas de vieja, cariño.
— ¡Juro por Dios que las voy a quemar cuando menos te lo esperes! ¡La ropa interior no debería cubrir hasta el ombligo, todo lo contrario!
—Te lo repito las veces que haga falta: sobre mi cadáver putrefacto, Kim. Y seguiré hasta el día en donde te canses y nos dejes en paz a mí y a mis bragas de abuela de noventa años. ¿La otra?
—Bueno... —Kimberly titubeó unos segundos—. Tendrás que asistir a la cena de gala de la división, los jefes insisten que como agente del gobierno tienes que aparecer como todos nosotros sin importar si estás en Bora Bora o en el Polo Norte adoptando pingüinos. No hay peros ni excusa válida. Si te enfermas y tu alma te pide que te quedes en cama para recuperarte, ignórala para luego tomarte un té descongestivo o lo que sea. El presidente desea comprobar cómo su gente se encuentra siempre dispuesta para ayudar a nuestros compatriotas en caso de un nuevo brote o lo que sea. Mierdas políticas de campaña a cumplir, opino yo.
Era un buen tipo y era muy apto para su cargo, había triunfado como senador y apostó a más llegando a tener el visto bueno del partido Demócrata como también un excelente equipo detrás de él. Ganó en las elecciones del año anterior con muy buena crítica por parte de todos después de las incontables promesas de campaña hechas, las cuales la mitad parecían un sueño o viaje en Disneylandia... Lástima que le faltara el carisma del vicepresidente, quien fue el pilar fundamental en el juego presidencial. Su rostro siempre parecía sufrir de una indigestión constante, los discursos políticos no eran su fuerte pese a tener en su haber una educación de primera en la mejor universidad del planeta.
—Mierda...—dijo cerrando los ojos y apoyando la cabeza sobre la dura mesa—: Tú sabes tan bien como yo sé mi maldito nombre que ese evento es el evento más mentiroso y aburrido del siglo. Frotó su frente con exasperación, le importaba poco que fuera uno en los que solo la Elite de su división fuera la asistente.
—Opino igual hermana, pero los grandes dicen que se debe asistir... ¿Sabes que no quiero perder mi empleo por faltar? Dan me mataría... ¡Este es el más estable desde los últimos siete años! Y no somos las únicas que odian ir: medio reparto de la oficina está con la misma opinión que nosotras. Hay que aguantarse esta vez... Todo sea por pagar las cuentas a fin de mes junto con dar el pan a nuestros hijos. —suspiró al otro lado de la línea.
—Sí, lo sé... ¿Por qué no podré vivir en el campo criando mis propias vacas y plantando mis vegetales?
—Porque eso es de hace dos siglos atrás y tienes menos ordeñado de vaca que yo sexo en público.
— ¿Sigues empecinada en que te escuche cada vez que hablas de lo fantástico que es tu marido en la cama? No ayuda en nada a quien está en un ayuno sexual auto impuesto. ¿Y la ultima?
Kim carraspeó con la garganta ya que era una noticia realmente molesta y triste; por nada del mundo quería anunciarle lo siguiente. Las vacaciones fueron postergadas aproximadamente un año y medio entre todo el desastre posterior a Tall Oaks, ni hablar de algunos problemas familiares con la hermana "no hermana" de Sherry quien tenía una seria depresión, la cual le daba como una puñalada fuertísima en el corazón. Recordaba haberle dicho sobre irse fuera, aunque fuera a Florida, a tomar un poco de distancia del mundo descontrolado del trabajo o la tristeza familiar; la cabeza dura no cedió a la idea, permaneciendo en su casa encerrada jugando con esa consola horrible de videojuegos a esa abominación sobre asesinar monstruos y gente aparentemente repleta de radiación. Titubeó un instante más y soltó:
—Tienes que volver al servicio. Un nuevo brote ha surgido por la zona de Nevada y quieren que tú y el muchachito que tanto quieres vayan allí. No me preguntes porqué él tiene la obligación de estar ya que eso es nivel más alto que Leon, pero así está la cosa.
— ¿¡Qué!? —El mundo se detuvo en ese instante para la muchacha, con una frenada tan brusca que había resultado herida si hubiera estado a bordo de un vehículo en movimiento. ¡Estaba de vacaciones! ¡Sus vacaciones después de tanta mierda en el medio!—. Co... ¿Cómo paso? Les dije específicamente antes de irme sobre la necesidad de tomarme este descanso después de la hospitalización de Chels y haber estado cuidándola, sin dormir ni una hora.
—Lo sé bonita, yo te entiendo perfectamente pero así dijo Adams. No me atrevo a cuestionar a ese tipo ni en sueños, Sher... Dicen que para la semana que entra tienes que estar lista, tanto física como emocionalmente. Básicamente duerme cuarenta y ocho horas dentro de las ocho reglamentarias para cualquier adulto.
—Dios... ¡Mierda, mierda y más mierda! —Golpeó con brusquedad la mesa con su puño cerrado, completamente furiosa—. No tienes la culpa y no mereces los gritos de esta vieja loca que soy. Gracias por las bombas Kim, nos vemos mañana.
Después de despedirse, Sherry corrió a recostarse en el sofá de su sala de estar abandonando las pretensiones de tomarse una gota de té en paz. Siempre lo mismo… ¡No respetaban ni siquiera el descanso merecidísimo de un empleado ni por broma! Realmente no estuvieron conteniendo a una adolescente con un peso tan bajo que apenas si podía caminar, ni tampoco se encontraron al lado de la persona a la que más confianza le tenía remediando todo el desastre dentro del territorio nacional. Estaba cansada, peor siendo conocedora de la advertencia depositada por Leon años antes sobre unirse a las líneas y nunca tener un momento a solas, ni siquiera para lavar tu ropa interior usada. « ¿Y para qué mierda necesitan a Jake en el medio? ¿Le van a dar un Lamborghini al final del recorrido?» Apretó fuertemente las manos sintiéndose frustrada, furiosa y exhausta. No una linda combinación...
Bueno… El trabajo nunca acaba, siendo este el que pagaba las cuentas y su afición por el juego. Las responsabilidades de ser un adulto no eran satisfactorias, sin embargo debería ajustarse a los planes si deseaba ser un buen ejemplo para las futuras generaciones. Sin más decidió abrazar su futuro lo mejor que pudo esperando terminar de una vez todas las amenazas efectuadas a la paz y democracia dentro de Estados Unidos.
Ya que para eso había entrenado.
