Drabble pequeñito.
Solo un momento puede cambiar el curso de las cosas para siempre, inclinar la balanza hacia uno u otro lado. Quizás debió respetar las leyes que el panda (y el mismo) le había impuesto, quizás debería haber roto directamente la pequeña nota citándolo esa noche en el tejado de la Orden, quizás simplemente no debió sumergirse en esos dorados orbes que relucían por la emoción contenida; pero supo que todo eso quedo atrás cuando unos labios se posaron despacio en los suyos, devolviéndole el maldito calor que un día simplemente se alejó de su corazón.
No era consciente de que maldeciría ese día por el resto de su vida, pues el pequeño beso dado tan inocentemente le había dado a probar al pequeño bookman algo que anhelaría para siempre, pero nunca tendría. La ilusión de un amor escapando por sus dedos sería la peor tortura a la que tendría que enfrentarse el resto de su vida. Porque ser un bookman, significa no poder amar.
