Los personajes pertenecen a SM, la historia salió de mi loca cabeza, espero que les guste C:


Capítulo 1:

Me encuentro en la ducha y me tallo con furia los brazos para quitar la sustancia pegajosa y asquerosa que cubre casi todo mi cuerpo. Edward me ha vuelto a hacer una de sus molestas bromas pesadas que tanto disfruta hacerme desde que abrió un canal en YouTube el cual- para desgracia mía y de su familia - ha tenido mucho éxito.

Sinceramente, estoy harta. Si bien, soy una persona con un buen sentido del humor y las primeras bromas me parecieron muy divertidas, me molesta el hecho de no poder estar cómoda en mi propia casa (si es que se le puede llamar así al minúsculo departamento que compartimos). Nunca sé si Edward habla en serio, nunca se si tiene alguna de sus cámaras escondidas por algún lugar. Incluso he llegado a pensar que él ha dejado de quererme pero sigue conmigo solo para tener a quien hacerle bromas en casa y por supuesto, para complacer al "club de fans de las reacciones de Bella". De sus víctimas- que incluye amigos, familia y compañeros de trabajo- yo soy la favorita de la gran mayoría de los suscriptores que aparentemente gozan al verme sufrir.

-No te enfades, cielo- me dice mi novio, riéndose aún, desde el otro lado de la cortina. Intenta correrla pero yo se lo impido.

-Ni te atrevas, idiota. No quiero hablar contigo, sal de aquí- gruño y tomo la botella de shampoo para lanzárselo a la cabeza en caso de que insista.

-Nena, solo fue una…

-¡Estoy harta de tus bromas, Edward! - exclamo y él vuelve a reírse.

-Son inocentes, bebé

-Claro, muy inocentes- digo con sarcasmo-. Aun no me olvido de la cena romántica donde me pediste matrimonio y luego resultó ser una broma…

-Esa fue la mejor. Tu cara y tus lágrimas no tuvieron precio- maldito cínico. Corro la cortina y le lanzo la botella. Me echo a reír, le ha dado justo en la cabeza.

-¡Hey! - se queja-. ¿Qué ha sido eso?

-Si no te largas de aquí te juro que voy a lanzarte el acondicionador…

-¡No!, todo menos eso. Me largo- huye despavorido pues sabe que esa botella es la más grande y peligrosa.

Cuando termino de ducharme me seco y salgo. Por suerte, Edward está en la sala, viendo televisión, comiendo como todo un cerdo y puedo recorrer el estrecho pasillo que separa la puerta del baño y la de nuestra habitación antes de que él me vea. Cierro la puerta con seguro y me visto a toda prisa pues no pienso tener nada de nada con él.

-Nena, ¿estás lista para la acción? - pregunta, intentando abrir la puerta, segundos después-. ¿Por qué pusiste el seguro? ¿Te estás poniendo un conjunto sexy?

Ruedo los ojos.

-Por supuesto- respondo antes de abrir la puerta y presumir mi maravilloso conjunto de pants y una sudadera que siempre utilizo para salir a caminar cuando quiero estar sola.

-Eso no está sexy- señala mi atuendo pero después una sonrisa lasciva cruza su rostro-. Pensándolo bien, en ti luce bastante sexy esa ropa fea…

-¿Ah sí? Qué bueno, quizá pueda seducir a un hombre guapísimo mientras salgo a correr

Espero que se tense o gruña como solía hacerlo antes pero lo único que hace es mirarme arrogante y divertido a la vez.

-No encontrarás a nadie como yo- responde y el maldito sabe que tiene razón. A pesar de comer en un día lo que una persona normal en una semana, tiene un cuerpazo que si bien no es musculoso, no tendría nada que envidiarle a cualquier actor de Hollywood. También tiene unos ojos verdes y una sonrisa que haría que hasta al más macho de los hombres se pasara al otro bando o que le temblaran las piernas a una lesbiana. Okey, no es para tanto, pero yo así lo veo a pesar de todo. El imbécil de cabello cobrizo que tengo enfrente es el amor de mi vida y eso jamás cambiará.

Me muerdo los labios y su sonrisa triunfal crece pero se convierte en una línea recta al escuchar mi respuesta.

-Eso es verdad. Nadie en este mundo es tan idiota e insensible como tú

-¿Por qué dices eso? Yo te amo…

-Vaya, has dicho que me amas ¿dónde está la cámara?

-Todas están guardadas. No bromeo…

-Sí, claro y yo me chupo el dedo…

-Puedes revisar el departamento si quieres- sugiere y yo asiento mientras salgo de la habitación. Él me sigue, pisándome los talones mientras inspecciono la sala.

-Al parecer no hay cámara oculta, pero de todas formas no pienso caer en cualquier broma que quiera hacerme.

-¿Lo ves? Todo está limpio

-Al parecer sí - lo miro con desconfianza.

-Ven aquí - me toma de la mano y me atrae hacia él. Me siento bien entre sus brazos a pesar de que debería estar furiosa.

-Odio tus bromas - sollozo.

-Amor, ya sabes que son parte del canal…

-No me importan las bromas de cosas asquerosas, Edward. Las que me molestan son las que…

-Lo sé, lo sé. Jamás debí hacerte esa broma de que tu padre había muerto o que tu hermano estaba internado

-Esas y la de la pedida de mano falsa, han sido las peores- gruño y me aparto de él-. Me hiciste creer que realmente me amabas y querías una vida junto a mí

-Bella, yo te amo. Eso no lo dudes nunca- dice molesto.

-Ya no te creo- me río irónicamente al mismo tiempo que una lágrima resbala por mi mejilla-. Ya no puedo creerte nada de lo que me digas o hagas por mí

-Amor…

-Iré a correr, necesito estar sola

-Mi vida… - alzo una mano para hacerlo callar.

-Hablamos en un rato…

-Nos vemos en el parque. Ahí no puedo mentirte y lo sabes…

-De acuerdo- acepto pues sé que en ese lugar jamás nos hemos mentido. Aquel parque ha sido testigo de cómo nuestras vidas se cruzaron, de cómo nos confesamos el amor que sentíamos y nos hicimos novios; también, fue testigo del pacto que hicimos luego de la primera vez que le dije a Edward que ya no creía en él. "Aquí no habrá mentiras, solo nosotros, la verdad y nuestro amor" propuso él y obviamente acepté. Hasta el día de hoy (incluso aunque las bromas son cada vez más pesadas) ha mantenido su promesa.

-Te amo- repite cuando estoy por salir.

-Dímelo allá, aquí no te creo absolutamente nada- contesto antes de cerrar la puerta.

Ridículo. Esa palabra define a la perfección nuestro pacto de sinceridad en el parque. Me pareció romántico en su momento, pero después me di cuenta de que mi confianza en él dependía de si estábamos o no en ese lugar. Deseo confiar en él siempre, en todo lugar y momento pero su actitud me lo impide.

Salgo del edificio y el viento helado me calma un poco. Comienzo a caminar, dispuesta a dirigirme al parque pero un grito hace que me detenga cuando solo he avanzado unos pocos metros.

-¡Bella! - estoy por voltear a ver a mi novio cuando de repente siento que alguien me cubre la boca con la mano y me carga.

El corazón me late desbocado mientras el sujeto me arrastra al interior de una camioneta la cual no tardo en reconocer por el asqueroso olor a comida y cigarrillo. Es de Mike, medio hermano y cómplice de Edward en todas sus bromas. Joder, iban a hacerme otra broma y una de las pesadas.

-Suéltame, Mike. Sé que eres tú - resoplo y él se quita el pasamontañas.

-Maldición ¿cómo lo supiste?

-Me he subido cientos de veces aquí porque el tarado de tu hermano no tiene auto ¿será por eso?

-Olvidé cubrirte los ojos- masculla.

-Vete al infierno- lo empujo y yo salgo del auto. Edward llega corriendo hasta donde estoy sin una cámara en la mano lo cual me extraña.

-Qué bueno que no grabaste, esta broma falló - Mike se ríe con nerviosismo.

-¿Por qué no contestaste el teléfono? - le reclama Edward-. Te iba a decir que no hicieras nada…

-Me quedé sin batería, hermano

Edward rueda los ojos y me mira.

-Esta era una broma genial- dice triste-. Pero podemos actuarla y quizá…

-No voy a colaborar contigo- lo interrumpo-. Lo nuestro se acabó

La expresión de Edward definitivamente compensa todas las bromas que me ha hecho en el último mes. Toma esa, bebé. Yo también puedo hacer bromas que te hagan sufrir.

-¿Qué estás diciendo? - le tiembla la voz.

-Que lo nuestro se acabó. Iré por mis cosas, me regreso con mis padres. Acabaste con todo lo que sentía por ti, me das pena y asco…

Edward no me detiene cuando me dirijo con paso decido hacia el edificio pero luego descubro que me sigue. No aguanto más y me echo a reír cuando veo sus ojos llenos de lágrimas al llegar a nuestro departamento.

-Debiste ver tu cara- me carcajeo y él se queda ligeramente boquiabierto-. Así me siento cuando me haces una broma…

Edward parpadea y me mira muy serio.

-Era una broma entonces…

-Pues claro. Ya estoy hasta la madre de tus bromas, Edward…

-Vamos al parque, hay… - toma aire para después proseguir-. Hay algo que debo contarte y cuando lo sepas, lo que has dicho de mí lo pensarás de verdad

¿Qué cosa? - arqueo una ceja. El miedo comienza a invadirme-. Me estás asustando, ¿es otra de tus bromas?

-No te pediría ir al parque de ser así - gruñe-. Vamos…

-Está bien- murmuro.

De camino al parque, la duda es un zombi que se está comiendo mi cerebro. Hace mucho tiempo no veía a Edward tan serio, tan necesitado de hablar en nuestro lugar sagrado.

-Hemos llegado- anuncia cuando nos sentamos en la que llamamos nuestra banca.

-Edward, dime que ocurre…

-Vas a odiarme- se le quiebra la voz y de nuevo sus ojos están anegados de lágrimas.

-Amor, sabes que jamás te odiaría. Odio tus bromas pesadas pero no pienso dejarte nunca porque eres lo que más amo en el mundo. Por ti me enfrenté a mis padres y a todo el que se oponía a nuestra relación…

-No te merezco. Cuando te diga lo que hice te arrepentirás de haber renunciado a tu vida que prácticamente ya estaba resuelta y llena de lujos…

-Escúchame bien, Edward Cullen - tomo su rostro entre mis manos para que me mire a los ojos-. Jamás me arrepentiré de haber renunciado a esa jodida vida. Conocerte es lo mejor que me ha podido pasar

-Te engañé, Isabella- quita mis manos de su cara y yo siento como la sangre huye de mi rostro-. ¿Recuerdas a Tanya, mi compañera de la universidad que vino a hacer un trabajo a casa?

-Sí- susurré, incapaz de asimilar lo que me está diciendo-. Eso fue hace un año, no la has vuelto a ver…

Edward niega con la cabeza y eso me parte el corazón en mil pedazos. Los ojos se me llenan de lágrimas mientras él me confiesa todo.

-Te equivocas, no he dejado de verla. Te amo pero… no he podido sacármela de la cabeza, cuando hacemos el amor, pienso que es con ella con quien lo estoy haciendo y cuando estoy realmente a su lado en la cama, me olvido de todo. Creo que estoy enamorado de ella pero no quería decírtelo porque ibas a irte de nuestra casa y los suscriptores te adoran…

-Edward… no- musito y me levanto de golpe. Tengo ganas de gritar, de golpearlo, pero estoy aturdida y me falta el aire. El pecho me arde por la velocidad a la que late mi corazón-. Dime que no es verdad- suplico sollozando.

-Es la verdad. No estaríamos en el parque de no ser así

-¡No! - vocifero y algunas personas nos observan. Edward se levanta e intenta abrazarme-. No me toques…

-Hey, nena, tranquila…

-Acabas de matar mi amor- gimoteo y él se pone pálido.

-No, mi vida, era…

-¡Cállate, no quiero escucharte! Esto se acabó- me echo a correr pero Edward me detiene demasiado pronto, abrazándome por detrás.

-Mi amor, era una broma. Jamás te engañaría- susurra en mi oído lo cual me hace sentir doblemente peor.

-Suéltame, sea o no una broma lo nuestro se terminó. No quiero volver a saber de ti

-Bebé, no me hagas esto. Quería que sintieras lo que yo sentí cuando dijiste que regresarías con tus padres. Sentí que me moría…

-No lo puedo creer- mascullo y me libero de su abrazo para encararlo-. Ahora mismo termino de confirmar que eres un grandísimo idiota ¿sabes qué? Habría preferido que me engañaras con esa rubia de mierda a que me mintieras aquí, en nuestro parque…

-Bella, es solo un lugar…

-Para mí es… - carraspeo-. Mejor dicho era nuestro lugar sagrado, el único sitio donde podía confiar en ti. Ahora no sé si puedo confiar en todas esas veces en que me juraste que no me engañabas con Ángela, tu ex novia, ni en todos los te amo, ni en todo lo que me has dicho aquí

-Nunca te he mentido con eso, tienes que creerme.

-Ya no te creo- niego con la cabeza-. Si fuiste capaz de mentirme aquí quiere decir que lo nuestro jamás fue serio, que siempre me mentiste…

-No es verdad…

-Te lo vuelvo a repetir: no te creo

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Regresar al departamento me toma demasiado tiempo pues Edward me sigue, intentando arreglar las cosas. Pero mi decisión está tomada: me marcharé.

-No puedes irte de la casa, no puedes abandonarme

-Déjame en paz… - le cierro la puerta en sus narices pero él abre la puerta pues tiene las llaves.

Yo estoy sentada en el sillón, abrazada a mis piernas para evitar romperme en mil pedazos. El llanto no cesa por lo tanto, comienza a adormecerme.

-Bella, perdóname, la he cagado esta vez- su intento de disculparme por enésima vez me hace enfadar aún más.

-¡¿Esta vez?! - le grito-. Lo haces siempre con cada una de tus bromas, cada día me cuesta más confiar en ti. Hasta en la cosa más insignificante temo que me estés mintiendo y yo ya no puedo vivir así, ya no puedo…

-Te juro que cambiaré, pero no te vayas de aquí, no me dejes solo. Te amo- con su mano toma mi mejilla y me hace mirarlo. Desvío la mirada inmediatamente pues sé que sus ojos suplicantes son mi debilidad.

Me levanto del sofá y me dirijo a la recámara. En el closet está mi maleta y quiero tomarla para empezar a empacar mis cosas pero Edward me lo impide.

-No lo hagas- solloza y se arrodilla-. No te vayas, te amo muchísimo, te juro que voy a cambiar, no más bromas, eliminaré el canal pero te lo ruego. No te vayas…

Luce demasiado sincero pero me recuerdo a mí misma que muchísimas veces lo ha parecido y todo ha resultado ser una broma.

-Respeta mi decisión, todo se terminó entre tú y yo. Me iré

-No vas a irte, eres mía y no te lo permitiré - se pone de pie e intenta abrazarme. No lo consigue pues doy un paso atrás.

-No me toques, Edward. Estoy muy molesta…

-De acuerdo, pero quédate…

-No, no pienso quedar…

No concluyo la frase cuando Edward me toma por la cintura y me atrae hacia él. Estrella sus labios contra los míos antes de que pueda protestar y mi voluntad se desmorona, no puedo evitar responder al beso.

La ropa poco a poco va desapareciendo junto con mi dignidad. Muy dentro de mí quiero detener lo que estamos por hacer pero mi cerebro se desconecta, mi deseo y mi amor se apoderan de mi cuerpo una vez más y termino entregándome a él en cuerpo y alma.

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Al despertar la oscuridad reina en nuestra pequeña habitación. Escucho los leves ronquidos de Edward y me percato de que ambos estamos abrazados y totalmente desnudos.

-¿Qué mierda hice? - susurro mientras me incorporo un poco y enciendo la lámpara que está sobre mi mesita de noche. Edward duerme como un bebé y sé que lo hará toda la noche aunque se esté acabando el mundo. Nadie tiene el sueño más pesado que él.

Los ojos se me llenan de lágrimas al levantarme y vestirme. No quiero dejarlo, es lo último que quiero en el mundo, pero si sigo a su lado voy a sufrir mucho.

Mientras empaco mis cosas, muchos recuerdos vienen a mi mente: las peleas que tuve con mis padres para poder estar con Edward, todos aquellos detalles y momentos hermosos de nuestra relación, aquella noche en que me armé de valor y escogí a Edward en lugar de mi familia la cual ya tenía mi futuro asegurado. Jamás me arrepentiré de aquella decisión, incluso en este momento cuando todo está acabado. Edward siempre será el amor de mi vida, nada ni nadie cambiará eso.

-Bella te amo, no te vayas… - me pongo rígida al escuchar el susurro de mi novio y me levanto de golpe del suelo. Edward duerme profundamente aun y eso me conmueve.

-No me pongas las cosas difíciles, idiota- murmuro mientras limpio las lágrimas que brotan de mis ojos.

-Termino mi maleta y salgo de la recámara. Tomo un cuaderno y un bolígrafo que están sobre la barra de la cocina y escribo una carta para Edward.

"Edward, cuando leas esto, ya estaré a kilómetros de aquí" comienzo pero me doy cuenta de que estoy mintiendo ya que mi único capital solo sirve para pagar un taxi hasta la casa de mis suegros. Una idea bastante brillante pasa por mi cabeza a la velocidad de un rayo en ese momento.

La idea casi me hace soltar una carcajada… ¿cómo no se me había ocurrido antes? Dejo el bolígrafo sobre la barra y saco mi celular del bolsillo de mi pantalón. Son las nueve de la noche así que lo más probable es que ella esté despierta.

-Bella, ¿estás bien? ¿Le pasó algo a mi hijo? - me pregunta Esme al contestar. Ella siempre ha tenido la creencia de que las llamadas por las noches significan desgracias o emergencias-. Espera, ¿no es otra de sus bromas?...

-Esme, déjame hablar- digo en voz baja-. No ha pasado nada grave pero necesito tu ayuda, ¿puedo ir a tu casa?

-Por supuesto que sí, nena, ¿Edward vendrá contigo? …

-No, no viene conmigo, está dormido. Nos vemos en veinte minutos- le cuelgo antes de que ella responda algo y me apresuro a terminar una carta corta pero sentimental. De nueva cuenta, quiero reírme a carcajadas pero me controlo y salgo del departamento.

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Apago mi teléfono cuando entro en el taxi y éste pronto estaciona frente a la pequeña pero hermosa casa de los Cullen. Esme es la prueba viviente de que no se necesita ser millonario para tener una casa preciosa y con clase.

Me bajo del vehículo no sin antes pagar al taxista y, cargando mi pequeña maleta, me dirijo a la puerta la cual toco tres veces antes de que alguien me abra.

-¡Bella! - exclama mi suegra horrorizada al ver mi maleta-. ¿Qué demonios ocurrió?


Espero que les guste el primer capítulo de esta historia, no ha pasado lo que todas esperan, la planeación de la venganza pero como este va a ser un mini fic con capítulos cortos en lugar de un OS, decidí cortar hasta acá, soy mala, lo sé muajajaja.