Importante:
Antes tenía este fic subido bajo el nick de Mayumi Ninthhell. El 12/07/07 alguien consiguió entrar en mi cuenta de correo electrónico y se dedicó a pedir nuevas contraseñas para las páginas y foros en los que estoy registrada. No sólo me dejó sin poder acceder, si no que me borró toda la información que tenía en esos sitios, y mis fics, entre otras cosas, desaparecieron. He intentado ponerme en contacto con los administradores de ff a ver si al menos podía recuperar la cuenta y subirlo todo con el mismo nombre, pero no ha podido ser. Así que… aquí está todo de nuevo. Siento el retraso y las posibles molestias que ha causado todo esto. Un beso!!
Notas de Mayumi: Hola a todos! He decidido empezar a subir este fic de OP largo, dedicado a mi pareja preferida en esta serie, ZoroxSanji. Si os gusta lo intentaré actualizar a menudo. Es muy posible que más adelante contenga lemon (sexo explícito). Por cierto, soy bastante mala haciendo resúmenes y poniendo títulos a los capítulos, pero lo haré lo mejor que pueda. A ver que os parece!!
Aviso: Fic yaoi, es decir, con relación chico-chico. Si no te gustan estos temas, esta no es tu historia.
OoOoOoOoOoOoO
Basado en One Piece
One Piece y todos sus personajes son propiedad de Eiichiro Oda
OoOoOoOoOoOoO
Un incomprensible sentimiento de sobreprotección
Apuró lo que le quedaba en el vaso de un trago, perdida la cuenta de las botellas de sake y otros licores más fuertes que había tomado aquella noche. Había bebido alcohol más que suficiente para tumbar a dos hombres, pero hacía falta mucho más que eso para vencer la resistencia de Roronoa Zoro. Por lo que allí seguía, plenamente consciente de las tonterías que Sanji hacía para atraer la atención de las chicas que se encontraban en el local.
El espadachín volvió a llenarse el vaso, apático. ¿Por qué, de todas las tabernas de la isla, tenía que estar el cocinero precisamente en esa? Últimamente parecía que estaba condenado a compensar toda la buena suerte de Luffy con su mala fortuna, encontrándose al molesto y baboso rubio allí donde iba. Volvió la vista de la barra hasta la mesa que ocupaba Sanji, negando con la cabeza mientras contemplaba con desaprobación la escena.
El cocinero estaba jugando a póquer con unos nativos de la isla, ganándoles a los pobres una ingente cantidad de dinero, mientras varias chicas revoloteaban a su alrededor riendo tontamente, encantadas con su buena racha. Sanji no podía encontrarse más en su salsa, aceptando encantado invitar a cualquiera de las lindas señoritas que le pedía una copa con descaradas caricias. Zoro apartó la vista, molesto. Ya debería estar acostumbrado al ridículo comportamiento de Sanji, y aún así seguía teniendo ganas de gritarle cada vez que manipulaba y se dejaba manipular de aquella manera por las mujeres. Y se dio cuenta por primera vez de algo: tenía asumido que era un mujeriego pervertido, pero no le gustaba que se dejase utilizar.
Llevó una de sus manos a la frente y la deslizó por el rostro, cubriendo sus ojos y su nariz mientras se le escapaba un suspiro. No entendía porque la estupidez de Sanji le crispaba tanto los nervios, al fin y al cabo no era peor que la manía obsesiva de Nami por robar tesoros, o la completa irresponsabilidad que mostraba su capitán ante cualquier situación. Sin ganas de darle más vueltas al asunto, bebió otro trago, sintiendo como el ardor del licor descendía por su garganta.
-Ey, Zoro- le llamó alegremente el cocinero. El espadachín le miró con una ceja enarcada, en señal de desconfianza por la falta de insultos al dirigirse a él- ¿Podrías decirle a los otros que está noche no iré a dormir?- pidió con voz cantarina- Dile a Nami-san que la compensaré llevándole un regalo muy bonito- exclamó con su ojo visible convertido en un corazón.
Zoro frunció el ceño y miró a la mujer de largos cabellos castaños que pasaba seductoramente sus delicadas manos por la cintura de Sanji. No le gustaba esa mujer, ya estaba en la taberna cuando el espadachín llegó y había estado rondando al parroquiano que estaba ganando al póquer hasta que el rubio entró y empezó a apostar, robándole su buena estrella en el juego. Le daba muy malas vibraciones. El cocinero era un verdadero imbécil si no se había dado cuenta de que era una simple interesada. Con una vena marcándose en su frente, tomó al sorprendido rubio del antebrazo y lo arrastró con brusquedad hasta un rincón apartado del bar.
-No es una buena mujer- espetó el espadachín sin más, mientras fulminaba a la chica en cuestión con la mirada. Sanji le observaba un tanto confundido, sin decir nada- Se va a aprovechar de ti- insistió, al ver la amenazante mirada que le devolvía aquella víbora de curvilínea figura. La mujer le estaba advirtiendo que no se atreviera a asustar a su presa.
-¿Y qué?- preguntó el cocinero, mientras daba con calma una calada a su cigarro- Es mi problema.
Sanji estaba acostumbrado a eso, no le importaba demasiado. Él también se aprovechaba a su manera de las mujeres, buscando pasar sólo un buen rato en la cama sin ningún compromiso posterior. Era un intercambio equivalente.
Eso mismo se preguntó Zoro. ¿Y qué? Si el cocinero baboso dejaba que la víbora le engatusara para luego robarle la cartera o dios sabía que, era cosa de él y su estupidez sin límites. Volvió a mirar a la mujer, que tamborileaba con los dedos en la barra, empezando a impacientarse. No era tan diferente de lo que solía pasar con el rubio cada vez que llegaban a una isla. Y aún y así sentía que quería evitarlo.
-Haz lo que te venga en gana- espetó al fin- Pero recuerda que mañana partimos a primera hora.
Sanji le dio la espalda y agitó con elegancia una de sus delicadas manos, dando a entender que ya lo tenía presente.
-Estaré allí llevando un delicioso desayuno isleño para Nami-san y Robin-chan- indicó, con aquella voz molestamente cantarina que se le ponía al hablar de la pelirroja.
Zoro vio como la pareja se alejaba y regresó a su sitio en la barra. Pidió otra botella de licor fuerte. El viejo dueño del local se la sirvió y le contempló unos segundos, al parecer dudando si hablar con él o no.
-¿Ese rubio es amigo tuyo?- preguntó al fin, mientras pasaba un trapo sobre unas manchas pegajosas. Se le veía algo incómodo, parecía que se estuviese obligando a hablar.
-Algo así- respondió el espadachín mientras vaciaba media botella de un trago, sin molestarse en servirla en el vaso. Su relación con Sanji era demasiado complicada para definirla con una sola palabra, ni si quiera él tenía claro si le apreciaba o le odiaba, lo único que sabía era que le afectaba como ninguna otra persona.
-La joven con la que se ha ido… No es una buena mujer- comentó el camarero con seriedad. Zoro soltó una carcajada. Sanji era el único tan idiota como para no darse cuenta de ello- Suele llevarse a los hombres con dinero a un hostal que hay a dos calles de aquí. Puede ser peligrosa.
Durante un segundo, el espadachín se planteó la posibilidad de darle un par de capones a Sanji, al más puro estilo Nami, y llevárselo a rastras al barco, pero en seguida descartó la idea. No serviría para hacerle entrar en razón.
-Es su problema- respondió, repitiendo las palabreas de Sanji con un tono más cargado de rabia de lo que había pensado.
Zoro se terminó el líquido que le quedaba en la botella y se puso en camino hacia el Going Merry, olvidando por completo el molesto asunto.
OoOoOoOoOoOoO
-Zoro- escuchó como le llamaba una voz suave- Zoro- insistió la misma voz, con algo más de energía mientras le daban unos golpecitos en el hombro.
El espadachín abrió pesadamente los ojos y puso una mueca al encontrarse con la mirada de Nami tan cerca de su rostro. La chica estaba asomada desde fuera al mirador en el que el peliverde había pasado la noche haciendo guardia, con sus esbeltos brazos recostados en la barandilla.
-Son casi las siete de la mañana- anunció.
Zoro la miró con expresión confundida. Si no recordaba mal, a él le tocaba vigilar hasta el mediodía.
-Sanji no ha vuelto- le explicó Nami, con algo de preocupación.
Sólo entonces el espadachín se dio cuenta de que no se movían, el Going Merry continuaba anclado en el puerto. Maldijo entre dientes, le había avisado que partirían a primera hora y Sanji sabía perfectamente que eso eran las seis de la madrugada.
-No te preocupes, seguro que te compensa ampliamente la espera- rezongó molesto.
La chica negó con la cabeza. Conocía bien al cocinero, y por muchas noches que hubiese pasado fuera, Sanji siempre había regresado puntual para zarpar.
-Ve a buscarle- le pidió la pelirroja de manera autoritaria.
Zoro frunció el ceño y estrechó los ojos, en actitud hosca, pero la chica no se sintió en absoluto intimidada.
-¿Por qué yo?- protestó, reticente a abandonar la comodidad del puesto de vigilancia para ir a buscar al cocinero.
-Porque eres el último que le viste- aclaró la chica.
-Pues te digo donde está y que vaya cualquier otro. Luffy, que nunca tiene nada que hacer- respondió con practicidad, mientras colocaba cómodamente las manos tras su nuca y echaba la cabeza atrás.
-Quiero que traigan a Sanji, Zoro, no que nos echen encima a toda la armada- argumentó la chica, preguntándose porque siempre era tan difícil tratar con el espadachín- Ussop y Chopper se han encerrado en la cocina intentando preparar el desayuno, y Robin está entretenida haciendo cosquillas a nuestro capitán en un intento de que no atraque la despensa.
Zoro resopló con enojo.
-Me da igual, Sanji ya es mayorcito como para saber lo que hace. Ya volverá cuando se canse de su nueva amiguita- replicó con acidez. Nami le miró suplicante, poniéndole su mejor cara de corderito degollado-. Yo no soy el cocinero idiota- le recordó, advirtiéndole que con él sus artimañas no valían de nada.
Nami perdió la paciencia. Trepó un peldaño más de la escalerilla de cuerdas para poder quedar a muy pocos milímetros de Zoro y le encaró, haciendo que sus narices casi se rozasen.
-¿Tengo que recordarte la deuda que tienes conmigo?- gritó, haciendo que sus ojos soltaran un destello diabólico.
Zoro se apartó asustado hacia atrás. Maldita arpía usurera, ¿por qué tendría que tener tan buena memoria? Tras recibir varias amenazas sobre el incremento de los intereses, y algún que otro topetazo ante sus intentos de protesta, Zoro se dirigió hacia la tabla que conectaba el barco con tierra firme. Hizo una mueca cuando la cabeza le dio una punzada. Hacía mucho que no tenía resaca, y no recordaba haber bebido tanto. O tal vez sí, a veces Sanji le sacaba tanto de sus casillas que perdía la cuenta del alcohol que tomaba. Casi había empezado a descender a tierra, pero la mano de Nami posada en su hombro le detuvo antes de empezar a bajar.
El espadachín aguardó unos segundos mientras la pelirroja escrutaba el cielo.
-Va a llover, espera un momento. Iré a buscarte un paraguas- ofreció, girándose en dirección a los camarotes.
-Un hombre no necesita paraguas- dijo categóricamente.
Nami le asestó un nuevo topetazo en la cabeza. Zoro se llevó las manos al lugar del golpe y le encaró con la cara desencajada.
-¿Y ahora por qué me pegas?- rugió, enseñando sus dientes aserrados y llevando las manos a las empuñaduras de sus espadas en un acto reflejo.
-Porque eso me ha sonado machista- le gritó la mujer, con la misma expresión y crujiendo los nudillos amenazadora, a pesar de la clara desventaja. Podían discutir muy a menudo y en un tono demasiado alto, pero sabía que Zoro no le iba a hacer daño.
Se estuvieron fulminando unos segundos con la mirada, hasta que la puerta de la cocina se abrió con un terrible alborozo y una considerable humareda. Chopper corrió hacia la barandilla, arrojando por la borda el contenido llameante de una olla. Nami se olvidó por completo de su pequeña disputa con el espadachín para encaminarse furiosa hacia los dos improvisados cocineros, mientras Zoro pensaba que salir de allí era mejor idea que tener que quedarse a comer aquel desayuno mortífero.
El peliverde se dirigió con paso rápido y orgulloso hacia el centro de la isla. Caminaba con grandes y sonoras zancadas que denotaban su estado de irritabilidad. ¿Por qué diablos tenía que salir a buscar al cocinero? Seguramente estaría disfrutando tranquilamente con su cita de anoche, o descansando después de una intensa actividad. Entonces le vino a la mente la mirada maliciosa de la mujer y la advertencia del dueño del bar. ¿Y si le había pasado algo? Apretó las mandíbulas con fuerza. Si le había pasado algo le estaba muy bien empleado, a ver si aprendía de una vez a no dejarse llevar por sus desbocadas hormonas sin pensar en nada más. ¡Si hasta se lo había advertido, maldita sea! Pero a pesar de sus pensamientos empezó a apretar el paso de manera involuntaria.
Tal y como había predicho la acertada intuición de Nami, no tardó en empezar a caer una fría llovizna, lenta y suave pero constante, que iba calando su helor hasta los huesos. Cualquier persona que se encontrase bajo aquel acoso constante hubiese corrido a refugiarse al edificio más cercano, no obstante Zoro ni siquiera se inmutó por ese hecho, simplemente continuó avanzando y maldiciendo mentalmente. De pronto se detuvo ante un altísimo acantilado, mientras una enorme gota resbalaba por su cabeza. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no tenía ni la menor idea de donde se encontraba. ¿¡Pero como diablos se había perdido, si llevaban en la isla más de una semana?! Había ido cada día al pueblo, acompañando a Luffy en un inútil intento de que no se metiera en líos, o a Chopper cuando quería reponer sus medicinas, o simplemente a alguna de las chicas que salía a comprar mientras él se perdía en cualquier taberna. Debería haberse aprendido el camino de memoria. Esta vez empezó a renegar en voz alta, mientras pateaba con enojo una de las piedras del suelo. La cortina de agua caía ahora con mucha más intensidad, dificultando considerablemente la visión. Por un instante estuvo tentado a echarle a ese mal tiempo la culpa de que se hubiese perdido, pero finalmente se encogió de hombros, aceptando su nefasto sentido de la orientación.
Empezó a desandar el camino por el que había llegado, recordando una vez más la muda amenaza que le había lanzado la mujer del bar.
-Sanji…- susurró con preocupación.
Antes de ser consciente de lo que hacía, sus piernas corrían en dirección al centro del pueblo.
OoOoOoOoOoOoO
Notas finales: Bueno, aviso que no tengo muy buena memoria para muchas cosas, y una de ellas son los nombres técnicos relacionados con las partes del barco y otras cosas de navegación... así que si veis fallos me lo decís, por favor, estaré encantada de recibir clases sobre eso.
Muchos besooooos!!!
