Okayy... Ehm. Lo que yo pretendía era hacer un fic angst pero... Bueno. Sencillamente no me ha salido. Así que me ha quedado esta birria, pero me daba pena borrarla ¡así que aquí estoy!

El título, como siempre, PÉSIMO. Lo siento, pero esta mini-historia sin principio ni final que no tiene ni pies ni cabeza no daba para más. LOL

Disclaimer: The Mentalist no me pertenece. Es del grandísimo BH.


This Will Hurt You

Un disparo. Dos disparos. Tres disparos.

Ninguno me alcanza.

El muy capullo no me ha dado, quiere que siga viva. Al menos por ahora. Los dos primeros tiros los ha disparado al aire. Realmente no esperaba que cambiara la trayectoria del arma y apuntase justo sobre mi cabeza. Ahora se acerca a mi oído y yo le pego un cabezazo con todas mis fuerzas. Creo que me ha dolido más a mí que a él. He dañado mi sien y a él sólo la frente. Sí, definitivamente me he llevado la peor parte; eso me pasa por desobediente… Espera, espera, espera. ¿Cómo que por desobediente? Nada de esto es culpa mía. Mierda, no llevo aquí ni un día y sus truquitos mentales ya están comenzando a tener efecto.

- Le tengo dicho que no intente nada –dice tranquilo alejándose, como si no llevase una pistola en la mano y yo no estuviese atada a una silla.

- Hijo de puta –digo y escupo lo más lejos que puedo, tratando de alcanzarle. No lo consigo.

- No ensucie el suelo, después de todo, usted dormirá aquí.

- Más te vale matarme de una vez, grandísimo cabrón, porque como salga de esta te puedo asegurar que iré a por ti.

- Teresa, Teresa, Teresa… -pronuncia mi nombre mientras saca su cuchillo y se guarda la pistola- ¿Es que no has entendido nada? -a veces me trataba de usted, otras me tuteaba- No voy a matarte –dice acercándose de nuevo a mí-… por ahora…, y tú no me vas a matar. Tú no quieres hacerme daño. Lo sabes –continúa mientras mueve su cuchillo lentamente, de un lado a otro, con la luz que entra por una pequeña ventana reflejada en la hoja.

- Lo que sé es que esos trucos no te van a servir para nada, maldito bastardo. Crees que puedes, pero no conseguirás nada de lo que te propones –digo señalando el cuchillo con la cabeza.

- Bueno, quizá no –sonríe-. Aunque eso sólo es lo que piensas tú. De todas formas, puedo utilizarlo de otra manera; y además tengo esto –hace una seña con la mano y un hombre que estaba detrás de mí se acerca, sin que yo pueda verlo, claro. Sólo soy capaz de oír sus pasos y ver cómo se coloca ante mí con una jeringuilla en su mano. Se queda quieto mirándome y mi secuestrador vuelve a hablar:-. ¿Prefiere el cuchillo o la jeringa? –no respondo. No sé si quiero saber qué tipo de droga planea inyectarme- Oh, vamos. Le estoy dando a elegir, tiene que escoger una opción. Cuchillo –ofrece elevándolo- o jeringa –la señala. Yo sigo callada-. Está bien. Los dos pues –el tipo extraño me agarra por la cabeza y me la tira hacia la derecha, dejando mi cuello completamente accesible.

- ¡No, espera! -grito antes de que me clave la aguja. El tipo obedece y para en seco.

- ¿Sí? –sonríe el maldito jugando falsamente distraído con su cuchillo.

- Elijo el cuchillo –suelto después de unos segundos de silencio. No me da la gana que me droguen. Seguramente lo aprovecharía para hurgar en mi mente de nuevo.

- Bien –hace otra seña y el otro tipo se marcha de la sala por la puerta con la jeringuilla-. Esto le va a doler –dice acercándose a mí.

- Lo sé –y el muy cabrón sonríe otra vez.