Hola a toda la comunidad hispano parlante de FanFiction. Llevo tiempo queriendo escribir una historia sobre los agujeros argumentales que aparecieron en MKX, tanto el comic como el videojuego. Esta es mi primera publicación en esta pagina y espero sea una aventura para ustedes como lo ha sido para mi. Este Fanfiction trata sobre contar hechos no dichos ni mencionados en MKX, como el asenso de Mileena al Kahnum de Outworld o la razón por la que Johnny Cage se vuelve tan fuerte de un juego para el otro. Abran algunos cambios en la historia oficial, pero quiero que estos sean mínimos. Espero disfruten de este primer capitulo (el cual es mas como un prologo pues contine el final de los eventos de MK9 o MK2011) y nos vemos en el proximo.


CAPÍTULO 1: Desde las cenizas.

Shao Kahn está muerto.

El gran emperador de Outworld y conquistador de Reinos ha sido derrotado por el protector de la tierra: Raiden, el dios del trueno. Como él lo había predicho: los Elder Gods bajaron del cielo, consumiendo el cuerpo y alma de Shao Kahn, destruyéndolo por completo. Los Reinos se separaron, cerrando los portales que los unían y enviando a las hordas tarkatas y el ejército de Reiko de regreso. La tierra se ha salvado, por muy poco pues todo ya parecía perdido. Muchos de los guerreros de la tierra han caído, sus cuerpos sin vida yacen en el suelo de la Gran Catedral.

– Finalmente ha acabado – dijo Raiden mientras Sonya y Johnny Cage lo levantaban, exhaustos y heridos. – Pero todo a un precio muy alto.

Raiden observa a Liu Kang, sus quemaduras, causadas accidentalmente cuando ataco a su maestro, mentor y amigo. Liu Kang parecía tan sereno ahora que la luz había abandonado sus ojos, hace tan solo unos momentos su voz y su cuerpo expresaban una ira incontenible.

– Tantos han caído, su luz consumida por el abismo. Soy responsable de sus muertes. –

Raiden luchaba por mantener su compostura, no podía creer todo lo que había ocurrido. Su talismán se ha recuperado de sus fracturas, el futuro estaba asegurado. ¿Pero en serio valió la pena? La ciudad en frente de ellos está hecha cenizas.

– Hiciste todo lo posible, para proteger la tierra. Perder camaradas durante la guerra es… inevitable – Sonya trató de reconfortar a Raiden, pero tuvo que voltear hacia el otro lado. Pues en sus ojos se empezaban a formar lágrimas.

– Vamos – dijo Raiden, observando a ambos. – Tenemos que atender a nuestros caídos y ayudar a nuestro Reino a reconstruirse. Nuestro trabajo apenas comienza.

Raiden teletransporta a Johnny y Sonya a la catedral junto con el cuerpo de Liu Kang. En el suelo, manchado de sangre, yacen los cuerpos de Kurtis Stryker, Kabal, Kuai Liang, Tomas Vrbada, Kitana, Jade y Jackson Briggs. La imagen quedaría para siempre impregnada en los guerreros sobrevivientes. Johnny no pudo soportarlo, tenía que voltear, pero Sonya se puso en su campo de visión, ella caminaba hacia su general y amigo. Johnny la miro atentamente y noto como por poco ella se derrumbaba, pero no lo hizo, mantuvo su compostura. Ella era fuerte, mucho más fuerte que él.

– ¿Cómo vamos a reconstruir… esto? – pregunto Johnny al aire. Raiden lo vio y, colocando su mano en el hombro del antiguo actor dijo: "desde las cenizas". Johnny hesitó, pero finalmente levanto la cara y asintió hacia Raiden.

Los tres se preparaban para volver a ser tele-transportados por Raiden, ahora llevando los cuerpos de todos sus compañeros, sin embargo, de la puerta principal apareció un pelotón de soldados del ejército. Los soldados rodearon a los tres, apuntando sus rifles y gritando que levantaran sus manos. Johnny les gritó que ellos no eran el enemigo, que ya todo había acabado, pero los soldados solo contestaron con tiros al suelo para que no se movieran. Sonya dio un paso al frente y los soldados le apuntaron a ella, pero eso no la detuvo, Sonya mostró su placa y les gritó que ella es miembro de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos y les ordenaba a los soldados que bajaran sus armas. Los soldados no hicieron caso y continuaban gritando que se detuviera o abrirían fuego. Johnny le gritó a Raiden que los teletransportara ahora, pero Sonya se rehusó. Le gritó a Johnny que no se moviera, pero en ese instante un soldado disparo su rifle y la bala impacto el torso de Sonya, tumbándola al suelo. Johnny soltó un fuerte grito y de su cuerpo una enorme cantidad de energía brotó creando una onda expansiva que tumbó a todos los soldados al suelo. Raiden se quedó anonadado al ver la cantidad de "Energía Verde" que Johnny estaba soltando y que no paraba de aumentar. Raiden intentó calmar a Johnny, pero era inútil. Johnny estaba perdiendo el control y si no se detenía acabaría destruyendo el edificio y a todos los que están adentro de él. Actuando rápido Raiden teletransportó a Johnny, Sonya y todos los cuerpos de la catedral en Estados Unidos al techo del Templo del Cielo en China, salvando la vida de los soldados.

Johnny había parado de expulsar su energía, pero parecía que aún no terminaba. Sufriendo, Johnny le gritó a Raiden que no podía controlarlo y sentía como su cuerpo empezaba a arder. Raiden intentó usar sus poderes para controlar a Johnny y ayudarlo a expulsar la energía en un lugar seguro, pero fue en vano. Johnny soltó otro fuerte grito, uno que demostraba un fuerte dolor dentro de él mismo. La energía arrastro a Raiden lejos de Johnny y parecía que eso sería todo para el antiguo actor, pero del suelo, Sonya se levantó. Su chaleco antibalas había detenido la bala. Sonya había visto todo y le gritó a Johnny que todo estaría bien, su cara expresaba verdadera preocupación. No quería perder a otro compañero. Johnny, al ver y escuchar a Sonya, empezó a tranquilizarse.

– ¡Raiden ahora! – grito Sonya y Raiden entonces cargo un rayo y lo disparo hacia Johnny, ayudándole a contener la energía adentro de él.

El proceso tomó su tiempo, los rayos de Raiden atraían los truenos de la tormenta eléctrica que se encontraba arriba de ellos. Finalmente se produjo un resplandor que cegó tanto a Raiden como a Sonya. Johnny cayó al suelo, exhausto, pero todavía con vida. Sonya se levantó rápidamente para ayudarlo, Johnny estaba inconsciente. Ella no entendía que estaba ocurriendo, se volteó hacía Raiden y le pregunto: ¿Qué fue todo eso?

Raiden se había teletransportado lejos de los techos junto con el cuerpo de Liu Kang. Lo único que quedaba ahí era el kabuto destruido del emperador Shao Kahn.

La máscara estaba rota y el metal resquebrajado. Una luz reluciente y verde se reflejó en ella y una mano, gris como la ceniza, se acercó y agarró el kabuto del ahora muerto emperador por la cavidad del ojo, sus brazos desnudos mostraban varios tatuajes de color rojo. Símbolos oscuros que resaltaban con su piel gris el conocimiento que poseía en las artes prohibidas de la necromancia. Quan Chi admiraba con una sonrisa sombría como sus planes habían terminado de forma exitosa.

– Su plan fue todo un éxito… Señor Shinnok –

A su lado una figura reluciente se formó con un aura brillante y morada. Shinnok, El Caído, uno de los Dioses Antiguos apareció a su lado, hablando con el nigromante.

– Shao Kahn estaba ciego por su furia. Qué fácil fue engañarlo, Shao Kahn fue un iluso al creer que los Dioses Antiguos no se opondrían a su intento por mezclar ambos Reinos.

– Sin embargo, el Dios del Trueno todavía está en pie.

El Dios Caído usaba una ilusión para comunicarse con su pupilo. Su ilusión parecía débil, incapaz de mantener forma uniforme. Ambos veían al horizonte y como la invasión del Outworld había devastado la ciudad.

– Eso no será un problema, ni Earthrealm ni Outworld podrán escapar del Netherrealm. Pronto seré libre y todos los reinos caerán ante mi poder.

– Nuestras fuerzas están distribuidas por todos los reinos Señor Shinnok, la hermandad iniciará todos los preparativos para su regreso. Nuestros espectros y renacidos esperan su regreso.

La ilusión de Shinnok desapareció por completo, disipándose en el aire. Quan Chi todavía sostenía el kabuto del kahn en sus manos, lo miró detenidamente y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro. En el metal del kabuto se reflejó una figura distorsionada por las quemaduras y desgaste del casco. Quan Chi bajó el casco y, sin darse media vuelta para ver cara a cara a la persona que se encontraba detrás de él, comenzó a hablar.

– Nunca comprendí que admirabas tanto en él emperador. Shao Kahn era fuerte, pero nada comparado con nuestro señor.

– Shao Kahn no creía que estaba destinado a la grandeza, él lo sabía y lo hizo realidad. Desafiando incluso a los dioses viejos. Shao Kahn buscaba guerreros con esa misma resolución, no esclavos.

– Esa misma "grandeza" fue la que lo acaba de destruir. Deberías tener cuidado con lo que buscas, puedes terminar igual que él.

Quan Chi y la misteriosa figura permanecieron en silencio durante un tiempo. Quan Chi tiró el casco, el cual rebotó en el suelo. El nigromante volvió a sonreír, alzó la mano y pronunciando un conjuro abrió un portal. La misteriosa figura quedó estática, inmutada al ver al nigromante irse, pero antes de cruzar el portal se detuvo, volteó a verlo y le pronuncio unas últimas palabras.

– Recuerda que nadie abandona a la hermandad, tu alma y cuerpo aún nos pertenece… Reiko.

Quan Chi cerró el portal una vez lo cruzo. Reiko, el general de más confianza del emperador, caminó hacia donde se encontraba el casco del kahn, lo tomó entre sus manos y lo sujetó con fuerza. ¿Acaso sentía furia por la pérdida de su emperador? No, Reiko sonrió. En su rostro se dibujó una sonrisa tan grande nunca antes vista en el oscuro y estoico general del Outworld.

Reiko se dio media vuelta, abandonando los techos de la ciudad destruida del Earthrealm y regresando al Outworld sin decir una palabra de lo que había visto y con el casco de su antiguo emperador en una de sus manos.