Hola :D Bueno, aquí para variar vengo con otro fic, que milagrosamente NO ES OS :D Y no será un long fic tampoco... Espero, y solo le tengo contemplados como 3 capítulos, 4 quizás xD pero más, no D:
Bueno, el fic en si, trata de mis dos grandes pasiones :D Taiora (L), y el fútbol (L) :D Y combinan perfectamente las dos *-*
Tengo que aclarar también que este fic será MUY UA xD Así que escribiré lo que YO quiera y les va a gustar xD Espero D: Pero aunque sea UA, igual me tomé la tarea de detallar muchas cosas *w* Espero sinceramente que les guste :D
Sin más preámbulos, aquí está :D Cha Chaaan~
Aclaraciones: Digimon y sus personajes no me pertenecen, sin embargo yo hago lo que quiero con ellos xD El fútbol tampoco me pertenece, y con eso no hay nada que hacer ahí :B
Un gol, un beso
Capítulo 1: Casi Perfecto
Ya se le había hecho una costumbre ir a la misma cafetería siempre que tenía un período libre de clases, y no solo el frío tenía la culpa de ello, sino también el mejor latte preparado en toda la historia de los lattes, no ir a beberlo por lo menos una vez al día era casi un pecado imperdonable.
—Aquí tienes. —dijo muy amable como siempre la chica que la había atendido. No sabía su nombre, y seguramente ella tampoco el suyo, pero la mayoría de las veces que se aparecía por el local, ella estaba atendiendo a los clientes. Y eso era bastante seguido.
—Muchas gracias, que estés bien. —habló ella respondiéndole la sonrisa a la chica. Avanzó unos pasos hasta el mesón donde disponían de algunos ingredientes para añadir al pedido, azúcar, sacarina, canela, chocolate en polvo, entre otras cosas.
Sin duda era el ambiente perfecto. Gente tranquila, madura, disfrutando de un rico café relajadamente al compás de "Drive" de Incubus que sonaba en ese momento.
—It's driven me before and it seems to be the way… —susurraba junto con la canción mientras añadía unas cuantas porciones de azúcar a su café para luego revolverlo tranquilamente e ir a sentarse, como siempre, en un lugar junto a la ventana. Dio media vuelta y sin querer chocó con alguien. Abrió la boca dispuesta a darle las disculpas pertinentes, sin embargo él se le adelantó.
—Lo siento. —dijo él muy amable.
Ella le sonrió. No muchas personas se disculpaban por algo que claramente no había sido su error, por lo general dejaban fluir abiertamente su imaginación con una serie de insultos o improperios a los que ella perfectamente podía responder, ese siempre era un juego para dos o más personas… —No, yo lo siento, fue mi culpa… En todo caso no te preocupes, el café está bien. —habló con una gran sonrisa que él le correspondió de inmediato.
—Que bueno… —dijo siguiéndole la corriente. —Eso es lo que realmente importa.
—Claro. —él SI la entendía…
—Ten, aquí está tu latte.
—Gracias Hina. —habló él dirigiéndose a la muchacha al otro lado del mesón luego de tomar el café recién hecho por ella.
—Por lo visto vienes muy seguido aquí… —y mucho más que ella, el chico incluso se sabía el nombre de la empleada del local, cosa que ella no tenía idea, hasta ahora. Él sonrió con sus labios un poco torcidos.
—No puedo evitarlo. —usó él como excusa. —Es que los lattes de aquí son únicos.
—¡Lo sé! Son mi debilidad.
El moreno rió. Había encontrado alguien casi tan loco como él.
—Yo te conozco… —eso pareció extrañarle a la chica, por un instante se sintió como el sicópata más grande del planeta. —Te he visto en alguna parte…
—¿Aquí? Vengo seguido también. —él rió nuevamente.
—Puede ser… ¿Estudias en la Universidad de Tokyo? —ella asintió.
Se sentaron en una mesa desocupada junto al ventanal, tal y como ella quería. Comenzaron a hablar, además de lo fabulosos que eran los lattes que allí vendían, sobre su vida personal, resultó ser que ambos estudiaban en la misma universidad, él Relaciones Exteriores y ella Diseño, eran carreras totalmente distintas, por lo que le había extrañado rotundamente que él la conociera. Tampoco dejaba de llamarle la atención la nula relación entre su carrera universitaria y su trabajo como futbolista. Ella no lo conocía, o quizás si lo había visto por el campus, pero lo recordaría… Un chico tan lindo no podía ser fácil de olvidar, y ella si que era muy crítica en ese aspecto.
—Es que solo tengo dos clases en el día, bueno, en la tarde —se corrigió. —, el resto las tuve que tomar en horario vespertino.
—¿Por qué? ¿Trabajas o algo así?
—Si, bueno, no sé si se le pueda llamar trabajo a algo que te gusta hacer… Aunque me pagan, así que podríamos decir que si es un trabajo.
Le divertía como se daba vueltas para responderle las simples y básicas preguntas que ella le hacía y como se craneaba luego para explicárselas. Ella era capaz de conformarse solo con un simple "sí". Frunció el ceño cuando le escuchó decir que su trabajo consistía en algo que le gustaba hacer, eso no se escuchaba muy a menudo.
—Soy futbolista profesional. —habló él al ver la notoria mueca de extrañeza de la chica. Y luego rió cuando abrió inmensamente sus ojos llenos de impresión.
—¡Mentira!
—No, es cierto. —se defendió él.
—Yo amo el fútbol. —ahora era él quien la miraba con sorpresa. —De pequeña mi papá me llevaba al estadio a ver los partidos, me encantaba… No, aún me encanta, siempre que puedo, voy.
—Eso si que no te lo creo…
—Es verdad. Incluso en la primaria pertenecía al club de fútbol, era la única niña en el equipo y siempre me hacían bullyng por eso. —habló haciendo un puchero.
—Wow… Es… No te voy a mentir, es bastante extraño oír que a una chica le guste el fútbol.
—Lo sé, y siendo hija única es peor aún. Mi mamá siempre me decía que era muy poco femenina… Ella tiene una academia de ikebana —explicó. —, y siempre quiso intentar que calzara en el perfecto mundo que ella consideraba al que debería pertenecer una señorita… Me obligó a salir del club de fútbol, porque era para niños, no para mi… La odiaba… aún la odio… Por eso, apenas pude me fui a vivir con mi papá. Ya no aguantaba más a esa señora…
Era gracioso escucharla hablar pestes de la mujer que la trajo al mundo, que le dio la vida. Cuando le dijo que odiaba a su madre era verdad.
—En fin… Así que futbolista profesional… —sonrió ella jugando con la bombilla de su café.
—Si. Así como tú, desde siempre mostré mucho interés en el fútbol, andaba con mi balón para todos lados, jugaba donde fuera, en el parque, en el patio del colegio, en la sala… Muchas veces me castigaron por eso. —ella rió, tenía una risa que sinceramente lo dejaba en blanco, su risa era contagiosa, le provocaba sonreír cada vez que ella lo hacía. Prosiguió. —También estuve en el club de fútbol de mi primaria y cuando tenía 13 años, mi papá me inscribió en una escuela de fútbol profesional. Luego jugué en los ligas inferiores, y a los 17 entré al plantel profesional, más que nada como suplente, pero de a poco me he ido ganando mi puesto de titular.
La pelirroja lo veía embobada, podía estar escuchándolo horas y horas hablar de fútbol, y a diferencia de otras mujeres que conocía, como por ejemplo su mejor amiga, ella si había entendido todas y cada una de sus palabras. Le parecía un hombre completamente interesante, era casi como su alma gemela, ella no creía en esas cosas, pero compartir departamento con alguien que era muy creyente de la astrología, horóscopo, destino y todo eso, tenía que causar algún tipo de efecto en ella…
Todo en él era perfecto, perfecta sonrisa, perfecta mirada… Con aquellos perfectos ojos cafés que siempre le habían gustado, su perfecto cabello castaño oscuro, su piel morena, el hecho de que gustara del fútbol y los lattes al igual que ella sumaba muchos puntos, y por el hecho de que fuese un jugador profesional le permitía imaginarse que debería tener un muy bien trabajado cuerpo… Solo necesitaba saber una cosa más para que su hipótesis de que era el hombre perfecto se convirtiera en todo un hecho. —¿Entonces, juegas en algún equipo conocido?
—Si. —sonrió él con mucho orgullo. —En el mejor equipo de Japón.
Era oficial. Aquel que estaba ante ella, era el hombre perfecto. —¡Oh, por Dios! ¿De verdad juegas en el Nagoya?
—¿El qué?
—El Nagoya… Nagoya Grampus. —habló como si fuese la única respuesta posible.
—¿Desde cuándo ese es el mejor equipo de Japón?
—Desde siempre. OBVIO. —¡Duh! Otra cosa más que se le había pegado con su compañera de departamento.
—Ah, mira tú… No tenía idea que el Nagoya era el mejor club de Japón. —habló poniendo una mano sobre su barbilla, se podía notar su deje de sarcasmo en cada palabra que pronunciaba. —Porque hasta donde yo se, es el Tokyo… Claro, a menos que me equivoque… No, no me equivoco.
—Disculpa, ¿qué?
—Lo que escuchaste. —seguía él con su sonrisa irónica. Lo perfecto que pudo tener iba desapareciendo rápidamente.
Ella imitó la hipocresía del moreno y le habló sonriendo sarcástica. —¿Quieres decir que el Tokyo es mejor que el Nagoya?
—No me malinterpretes, no es que quiera decir algo así, más bien tómalo como que derechamente lo estoy afirmando y restregándolo en tu linda carita.
—¡¿Y qué sabes tú de fútbol?
—Soy futbolista, y uno de los mejores… Elogiado por la crítica y los comentaristas deportivos. Y como el mejor, no puedo estar en un equipo de segunda, sino en el mejor. ¿entiendes?
—Ah no, que ególatra. —comentó enfurecida con el moreno. Tenía indudablemente el ego por las nubes y no tenía razón para ello. No entendía como es que siendo según él un futbolista profesional y destacado, nunca había oído hablar de él, y ella si que sabía de fútbol… Ahora sabía la razón: el chico era un completo estúpido. —Yo me voy. —le informó tomando su vaso vacío y levantándose de su asiento al mismo tiempo que colocó la cinta de su bolso sobre su hombro.
—Aww… ¿Irás a llorar? —habló él en con el mismo tono antipático que había estado usando con ella una vez que la pelirroja ya había caminado unos pasos. —Deberías agradecerme por haberte abierto los ojos sobre tu equipo de cuarta. —Vio como la chica se volteaba indignadísima para lanzarle el vaso que tiempo atrás contenía su café. Él, tranquilamente lo detuvo con su mano derecha y miró los ojos ámbares de la pelirroja con suficiencia. Sonrió mordiendo sus labios cuando de la boca de la chica escapó un grito de frustración ante su acto, para luego voltearse una vez más, provocando que su cabello rojizo de agitara y emprendió camino nuevamente hacia la puerta.
—¡Oye! —reclamó la castaña cuando escuchó el fuerte portazo que su compañera le dio a la puerta. —¿Qué te ha hecho la pobre puerta? ¿Acaso ella tiene la culpa de que no conocieras chicos lindos hoy? ¡No! —suspiró. —Te dije que a esa cafetería solo van nerds y gente muy adulta y trabajólica. —su mejor amiga ya sabía de memoria su rutina.
—¿Sabes qué? Hoy descubrí que tu hipótesis en realidad es una gran falacia.
—¿Una gran qué?
—Conocí a un chico lindo… En la cafetería.
—¿En serio amiga? ¡CUENTA! —subió ambas piernas al sillón dispuesta a escuchar aquello tan interesante que le contaría la pelirroja.
—Bueno… —comenzó a decir ella a medida que dejaba sus pertenencias sobre otro sillón. Primero su bolso, luego su chaqueta, su gorro y su bufanda pasaron a descansar sobre aquel mueble. Antes de comenzar con la historia en si, caminó hasta el sillón donde su amiga descansaba y tomó asiento de la misma forma que ella, sobre sus piernas.
A medida que le iba relatando los hechos, disfrutaba de las muecas realizadas por la castaña, siempre le había fascinado lo expresiva que era, una de las razones por las cuales había optado por entrar a la carrera de Teatro hace dos años.
—¡¿Futbolista? Ay, amiga… ¡Es el chico perfecto para ti! —comentó cuando ella llegó a esa parte de la historia. —Tú amas el fútbol y todas esas cosas. —habló ella, no notando que lo que había dicho, más bien, el como lo había dicho, había sonado bastante despectivo ante los ojos de la pelirroja. —¿Y?
—¿Y… qué?
—¿Cómo se llama? —vio como su amiga solo se encogió de hombros. —¡¿No se lo preguntaste? —la pelirroja negó con miedo. —¡PERO SORA! ¡¿cómo no le preguntaste el nombre?
—Lo siento, estábamos hablando tan a gusto que se me fue ese pequeño detalle… Pero ¿sabes qué? Sinceramente no me interesa saber su nombre, hubiese sido una pérdida de tiempo… Maldito miserable… —habló por lo bajo apoyando su codo izquierdo en el respaldo del sillón y pasando sus dedos por su cabello mientras sostenía también su cabeza con la mano. Su mirada que, junto con sus palabras se había desviado hacia otro lugar de la habitación, ahora se situaba en su amiga y en su notoria expresión de duda. —Es del Tokyo. —le explicó.
A la castaña le pareció tierno, hasta gracioso, que Sora realmente pensara que con eso a ella le quedaría más que claro por qué el chico era un maldito miserable… Linda…
—¿Y sabes lo que me dijo? —pese a que su interlocutora no había demostrado ni el más mínimo interés en querer saber, ella prosiguió. —Que el Nagoya era un equipo de cuarta… El muy m… —prefirió gritar a regañadientes que terminar la oración.
—¿Y no lo es?
La pelirroja volteó lentamente hacia Mimi, viéndola con un semblante que solo podía tener un asesino en serie.
—No, no lo tomes a mal. Es solo que… Ay, Sora… ¡No sé nada de fútbol, no me interesa, no lo comprendo! ¿Qué más esperas de mi? Solo sé que son muchos hombres sudorosos, pero muchas veces lindos, corriendo detrás de una pelota y que buscan meterla en el arco del otro equipo… Pero lo mejor de todo es cuando celebran y se quitan la camiseta… Creo que esa es la única razón por la que veo fútbol contigo, amiga.
—Ahora, si celebran quitándose la camiseta, los multan.
—¡¿Qué? Por Dios, que espanto… ¿Quién fue el ser tan cruel y desatinado que prohibió aquella hermosa exhibición? No volveré a ver fútbol jamás.
Volvió su vista hacia su amiga luego de haberse hecho la indignada por la información que le acababa de llegar, sin embargo, y a pesar de todas las estupideces que dijo recién, Sora seguía enojada por lo que aquel chico le había dicho de su equipo, y aunque no lo entendía, sabía que para Sora era bastante importante… —Oye… —comenzó a decir. Se le había ocurrido una idea que esperaba que alegrara a su amiga y aceptara. —¿Te gustaría ir conmigo y Matt la otra semana a un karaoke? —la pelirroja suspiró.
—Mimi… De verdad agradezco mucho que me invites a estar contigo y tu novio, pero sinceramente no quiero estar tocando el violín para ustedes dos, otra vez.
La castaña torció sus labios y se cruzó de brazos, pensando en la solución perfecta, y la tenía. —Ahora que recuerdo… El otro día fuimos con Matt y su amigo bailar salsa y luego a comer.
—Ya… ¿y?
—Y resulta que es muy simpático… y lindo. —Sora volvió a levantar sus cejas, aún no entendía adonde quería llegar su amiga con todo eso. ¿Restregarle en la cara que estaba sola? Que buena amiga era… —Y soltero… Y juega fútbol… ¿Sabes lo difícil que es en estos tiempos encontrar un futbolista soltero? Todos se los llevan las modelos. Deberías aprovechar. —aconsejó la castaña. Sora al parecer lo estuvo pensando por unos segundos.
—¿Es del Tokyo?
Ella sonrió, pero su mirada siguió seria. —Sora… ¿Tú de verdad crees que sé eso? ¿o que me interesa realmente? —su amiga negó lentamente. —No, ¿verdad?
La verdad, le parecía una excelente idea, ya había escuchado decir a su novio que su amigo también se quejaba porque siempre que salían los tres, él siempre era el mal tercio, el que sobraba en todas sus salidas, al igual que la pelirroja que, pese a que la pasara muy bien, se quejaba por lo mismo. Quizás entre ellos dos podrían quejarse juntos, y quien sabe… Quizás de esa conversación llena de quejas sin fundamentos, nacía el amor entre ellos… Luego podrían tener citas dobles ¡Sería más que genial! Ella y Matt, y por otro lado su mejor amiga con el mejor amigo de su novio. Sin duda sería la relación perfecta.
—Bueno, ¿qué dices? ¿Te motivas?
Sora suspiró pesadamente. —Ya qué…
—¡Si! Tomaré eso como un "Sí". Llamaré enseguida a Matt. —anunció tomando su celular que descansaba en la mesa de centro frente al sillón donde ambas se encontraban. El rubio no tardó en contestar.
—Si, el viernes me parece bien. —sonrió al oír la efusiva contestación de su novia a su afirmativa. —También yo, amor… —respondió él.
—¡Sometido! —gritó el moreno lo suficientemente alto como para que la novia de su amigo escuchara a través del celular.
—Deberías agradecerme. —habló el rubio luego de terminar de hablar con su novia. —Te conseguí una cita…
—Oh, gracias… No sabes cuánto me hacía falta en éste momento… —habló irónico él, para luego negar mirándolo con los ojos entrecerrados.
—¿No se supone que eres un futbolista reconocido y aclamado? Deberías buscarte tú solo tus propias citas… No sé qué harías sin mi.
—Entrenar… Y ser un mejor profesional para poder tener MÁS citas y rechazarlas a todas porque tengo que entrenar más… Estudiar… No sé.
—Quizás hubiese sido mejor que te quedaras con tu estúpida modelo de discoteca…
—Eso fue algo que inventaron los periodistas… Y fue por tu culpa…
—Como sea, te aseguro que ésta será mejor que tu cita de hoy.
No pudo evitar reír a carcajadas luego de decirle aquello a su mejor amigo. Aún no podía creer que tuviera tan mala suerte… La primera chica que le decía que gustaba del fútbol, primera y única quizás, y que sea del equipo contrario… Definitivamente su amigo tenía mal ojo para encontrar novia…
—Eso ni siquiera fue una cita… Fue una chica que conocí en la cafetería y que como todas las demás, no sabe absolutamente nada de fútbol… Y encima de todo tiene el descaro de venir a decirme A MI que el Nagoya es mejor que MI equipo ¡Por favor…! —Matt lo seguía escuchando reclamar, y ya había dejado de ser gracioso. Para empezar él no tenía idea de fútbol, tampoco le interesaba y su amigo lo sabía y aún así seguía hablando de eso… ¡NO SE CALLABA NUNCA! Era como su novia hablando de moda o princesas. —Es como discutir por qué equipo es mejor, si el Barcelona o el Real Madrid…
—Y… ¿cuál es el mejor?
—¡¿Qué no es obvio, Matt?
Esa había sido la contestación de su amigo, una pregunta que según él, respondía a su pregunta inicial. ¡Y no! Para él no era obvio… Ya pensaba seriamente en comenzar a buscar un amigo mucho menos fanático del fútbol. Tan solo esperaba que con aquella cita a ciegas que le iba a organizar con Mimi, su amigo al fin encontrara una novia con quien hablar de todas sus cosas sin molestarlo más a él. Se valía soñar, y además es gratis…
—¿Estás seguro que van a venir? —preguntó el moreno fingiendo desinterés.
—Si.
—¿Seguro? Yo pienso que te dejaron plantado…
—Más bien a ti… ¿Quién puede ser tan estúpido de conocer a una chica linda y no preguntarle el nombre? Ni siquiera le pediste su celular… al menos su e-mail, imbécil.
—¿Me vas a seguir reclamando eso?
—No lo sé… Quizás en lo que avance la tarde hagas otra estupidez de la cual burlarme, así que no, ya no te seguiré molestando con eso, descuida. —le dijo con ironía.
Eran las 6:30 pm del día viernes, recién se había cumplido la fecha y hora acordada para juntarse con su novia y la amiga de ella en la famosa cita a ciegas y su amigo ya estaba reclamando.
—Tai, ve a comprarme cigarros. —le dijo pasándole un billete de 1000 yen. —Y usa el vuelto para comprar cinta adhesiva, esa de embalaje y te pegas un poco en la boca.
—¿Y por qué tengo que ir yo a comprar tus porquerías? Mejor ve tú.
—¿Cómo voy a ir yo? ¿Y si llegan las chicas? Tú no conoces a Sora.
—Pero conozco a tu novia.
—Idiota, la haz visto como dos veces, no se acordará de ti.
—Matt… Soy irresistible… Todas las mujeres me recuerdan.
—¡Anda a comprar, mierda!
Cuando el rubio por fin había perdido de vista a su amigo, sacó una pequeña caja de uno de los bolsillos de su chaqueta junto con un encendedor, sacó un cigarrillo y lo llevó a su boca para luego encenderlo y exhalar el humo luego de unos instantes. Le había rezado a todos sus santos ya para que el plan de él y su novia funcionara. Él conocía a la mejor amiga de Mimi, Sora era muy simpática, y podía hablar de muchos temas con ella y que a veces Mimi no quería hablar, era muy honesta y madura, pero sin temerle al ridículo. Muchas veces hasta había hablado con ella cuando notaba extraña a su novia y le había servido también para conocer un poco de ella también, podía asegurar que se llevaría más que bien con su amigo, eran muy complementarios, salvo en el estúpido gusto por el fútbol que ambos compartían, aunque más que algo negativo, eso era un punto a favor. Tai estaría más que feliz con una novia que conociera del deporte, podría hablar con ella en lugar de reclamarle las cosas a él. Estaba seguro además, que Sora sabía cual de los dos, Real Madrid y Barcelona, era el mejor.
Estaba soñando demasiado. Ya se estaba imaginando una vida sin que Tai le hablara de cosas que a él no le importaban, siendo que ni siquiera conocía a la chica aún.
Logró divisarlas cerca de la puerta y alzó su mano derecha, indicándoles la mesa en donde estaban, ellas se acercaron a saludar al rubio y tomar asiento.
—¿Dónde está Tai? —se atrevió a preguntar Mimi.
—Lo mandé a comprar cigarros. —habló él encendiendo un nuevo cigarrillo. Sora por su parte, lo miraba impresionada. Cuando ellas se sentaron, Matt aún no se fumaba la mitad de su cigarro, en ese instante, le dio uno a ella, ahora él ya se había acabado su cigarrillo y había sacado uno nuevo, y ella solo le había dado dos caladas. Botó las cenizas que se habían formado ya en el cenicero.
—Quizás no vuelva…
Matt rió. —Mejor. —comentó él. —Si no está, no puede hablar idioteces.
—Ya me estoy arrepintiendo de ésta cita… —le habló a Mimi. —Matt habla muy mal de su amigo.
—Él habla mal de todo el mundo… Yo conozco a Tai, es un gran chico. Te caerá excelente.
Mientras esperaba a su amigo, el rubio decidió pedir algunas cosas para comer y beber. Mimi reclamó y pataleó, ella no quería lo mismo que todos, no le gustaba el sabor de la cerveza, quería un trago de niña… Caipiriña.
—Ahí están tus cochinos cigarros. —dijo lanzando a la mesa el pedido de su amigo. —Y preferí no comprar la cinta, para que disfrutes de mi amena charla.
—¡¿Tú?
—¿Qué estás haciendo tú aquí?
Matt alzó ambas cejas luego de ver aquella escena. Rápidamente había comprendido todo. La chica de la cafetería, de la que su amigo tanto hablaba, aquella chica que era casi perfecta y que su único defecto era ser del otro equipo de fútbol, la tenía frente a sus ojos, era Sora, la mejor amiga de Mimi con la que le habían organizado una cita a ciegas… Apoyó su codo izquierdo sobre la mesa y cubrió su boca y su barbilla con la mano, apoyando también su cabeza. Su mirada de alternaba entre su amigo y Sora.
—No entiendo. —habló Mimi algo nerviosa. —¿Ustedes se conocían? ¿De dónde?
La pelirroja volteó hacia su amiga. —¿Recuerdas lo que te conté de la cafetería? —Mimi asintió, y Sora alzó ambas manos en dirección al moreno, fue cuando la castaña llevó su mirada hacia él, y entendió absolutamente todo… Era bastante incómodo, el ambiente estaba tenso, caso irrespirable. Taichi y Sora solo se dedicaban a mirarse de mala manera, en tanto Matt y Mimi veían casi inmóviles la pelea de miradas, a ver quién ganaba… Quizás tomaría mucho tiempo, estaban parejos…
—¡Eres un idiota! No sabes absolutamente nada de fútbol.
Llevaban así cerca de una hora, peleando por cualquier estúpido tema, pero como había sido frecuente durante su cita, el tema principal era el fútbol.
—¿Cómo que no se nada de fútbol? Soy un futbolista PROFESIONAL —enfatizó. —, mujer.
—No me digas mujer, suena despectivo.
—¿Y cómo quieres que te llame? ¿hombre acaso?
—¡Que imbécil! No sé a qué mujer en su sano juicio se le ocurriría salir contigo. Solo a una tonta.
—A todas. —habló como si fuese lo más lógico del mundo. —Soy irresistible. Además soy futbolista del MEJOR equipo de todo Japón… —sonrió con suficiencia, sabiendo que le había dado donde más le dolía a la pelirroja. —Y déjame recordarte que se supone que tú y yo ahora estamos saliendo, ¿no? Tonta…
—Me trajiste engañada. —le reclamó a la castaña volteándose hacia ella, importándole un comino que los chicos escuchasen. —Sabías que el amigo de Matt era el mismo tipo arrogante de la cafetería.
—¿Qué? ¡¿Cómo iba a saberlo? Ni siquiera sabías su nombre.
—¡Ja! Son tal para cual…
La pelirroja volteó hacia Matt con los ojos entrecerrados y sus labios fruncidos, y no le impresionó que justo en ese mismo momento, Tai lo haya mirado exactamente con la misma expresión en su rostro. Insistía, son tal para cual…
—Amor, ¿me acompañas a comprar cigarros?
—¡Si! —respondió enseguida la castaña, levantándose de su silla.
—Te fui a comprar cigarros hace un rato. —le reclamó su amigo.
Se sentía como un verdadero estúpido, exactamente como se sentía su amigo todo el tiempo… Era ridículo de su parte dar excusas tan tontas y bajas como esas de ir a comprar cigarros… —Eh… Es que quiero mentolados.
—¿Mentolados? Esos son para nenas…
—Si, son para mi. —habló rápidamente Mimi, quien realmente NO toleraba estar ahí con ellos… Los dejaría solos todo el tiempo que fuese necesario para que pudieran arreglar sus rabietas futboleras y tener una convivencia tranquila y en paz.
—Mimi, tú no fumas. —atacó la pelirroja.
—¡Ahora si! Adiós.
Rápidamente tomó a su novio del brazo y lo llevó hasta donde no pudieran verlos. ¿Comprar cigarros mentolados? ¿PARA ELLA? Estaba segura que ninguno de los dos se lo había creído, ni ella misma lo había hecho.
Sora soltó un pesado suspiro. —¿Crees que regresen?
—Tienen que regresar… No pienso pagar todo yo.
—¡Que tacaño! Eres futbolista, debes ganar más de 300.000 yen, ¿y no tienes dinero para pagar esto?
—A mi me invitaron, el invitado no paga.
—A mi también me invitaron.
—Bien, entonces nadie paga y no compramos nada más.
—¡Bien! —expresó la pelirroja cruzándose de brazos y piernas.
—Aunque, ¿sabes? Matt tiene una cuenta aquí… —pensándolo bien, podían comprar de todo y cargarlo a la cuenta de su buen amigo Matt.
—¡GRANDE, CAPITÁN! —escuchó decir a dos chicos que caminaban en dirección a la barra, a unos metros de donde ellos se encontraban. El moreno sonrió y volteó hacia los muchachos. —La Copa del Torneo Nacional ya es nuestra. —comentó uno de ellos. Tai sonrió aún más y alzó su mano derecha con su pulgar el alto, los chicos comenzaron a aplaudirle…
¿Capitán? O sea que además de ser un futbolista reconocido, según él, de jugar en el mejor equipo de Japón, según él, y de ser irresistible, según él… ¿También era el capitán del FC Tokyo? Quizás cuantas cosas más le faltaba al moreno por presumir en frente de ella…
—¿Taichi Yagami? —ésta vez se acercaron tres chicas de entre 18 y 19 años, una de ellas llevaba un marcador en la mano.
Lo que le faltaba… Rodó los ojos y apoyó su mejilla sobre su mano, y su codo sobre la mesa. Tai había notado aquel gesto, y fue como si le hubiesen prendido fuego a un contenedor lleno de pólvora. Sonrió maquiavélicamente. —¿Si?
—¿Nos podrías… dar tu… autógrafo? —preguntó la que sostenía el marcador, extendiéndoselo.
—Claro. —sonrió él.
La pelirroja veía de reojo como él felizmente le rayaba las playeras a las chicas, las dos primeras se habían recogido el cabello para que él pudiera firmar la parte de la espalda de las prendas. Las dos estaban muy emocionadas, Tai no tenía ningún inconveniente en dedicarle parte de su tiempo a la gente que lo quería y lo conocía… Un saludo, una firma, una foto, lo que fuera. Eso era realmente admirable en el moreno, ya que, siendo una persona relativamente conocida, y que se amaba tanto a si mismo, le costaba creer que era tan humilde y dedicado a otras personas que iban en busca de algo de él. Sus labios se fueron curvando, en un intento de sonrisa MUY tenue, la que desapareció cuando se le acercó la última chica.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó sonriente él, como siempre, presumiendo su perfecta sonrisa y radiante actitud, que tenía con todo el mundo al parecer, menos con ella…
—Sakurako.
A diferencia de las otras dos chicas, ésta no se recogió el cabello ni se puso de espaldas hacia Tai, permanecía de frente. —Eh… ¿dónde escribo?
—Aquí… —indicó ella llevando ambas manos hacia su pecho.
La pelirroja volvió a cruzarse de brazos, enderezándose en el asiento. Alzó una ceja al ver la acción de la chica. Yegua…
Tai tragó saliva y frunció sus labios fugazmente. —OK…
Le perturbaba ver las caras y expresiones de placer que ponía la chica, insistía… YEGUA… Tai no podía verla, estaba muy concentrado escribiéndole quizás qué cosa en la playera… O quien sabe en realidad cual era el verdadero motivo de su concentración. Probablemente estaba pensando en qué escribirle, la chica era plana y no había mucho en qué fijarse… ¡¿Qué carajo estaba pensando?
—Listo. —concluyó sonriente él.
—"Para Sakurako, de T. Yagami" —leyó la chica. —Oye… ¿no podrías… no sé… ponerle un poco de… afecto?
—Si, claro. Con… cariño… Listo. —dijo una vez escritas esas palabras sobre las anteriores.
La chica se deshacía en bobas sonrisas. —¿Cariño? —preguntaba incrédula. ¿Acaso no quería afecto la ridícula?
—¿Está bien? Si quieres lo puedo cambiar. —tomó nuevamente el marcador y tachó la palabra "cariño", y la reemplazó por "amor" escribiéndola arriba de la palabra tachada. —¿Ahí mejor? —preguntó una vez más con su estúpidamente radiante sonrisa. La yegua admiradora del moreno, estaba que se desmayaba y lo hubiese hecho de no ser por sus amigas que, agradecidas con él por los autógrafos, la sacaron del lugar. Tai se acomodó bien en la silla y miró a Sora, seguía con sus brazos cruzados y su extraña mirada. —¿Qué puedo decir? Soy irresistible y además muy amoroso con mis fans.
—Si, demasiado diría yo, casi la dejas en coma… —comentó ella con una sonrisa irónica.
Tai volvió a reír con suficiencia, como ya se le había hecho una costumbre. —¿Celosa, Sora? —ella suspiró.
—Si. Estoy muy celosa… de tu caligrafía. De cómo logras que nada de lo que escribes se entienda, es… realmente… Wow. —estaba siendo muy irónica, y ya veía porque al moreno le gustaba tanto serlo. Aunque no bromeaba con lo de su caligrafía, tuvo la oportunidad de ver muy de cerca como el moreno firmaba feliz aquellas camisetas, donde en lugar de un digno autógrafo, solo había visto un montón de rayas y garabatos…
Faltaban cerca de diez minutos para hacer el reconocimiento de la cancha, elongar y entrenar un poco antes del partido a semifinales. Cada uno de ellos se encontraba en su propio mundo, la mayoría escuchando música o realizando ligeros movimientos para elongar aún más antes, algunos estaban con sus familias, otros conversando entre si, con el entrenador, con los dirigentes… ¿Y él? Viendo en Facebook las fotos de perfil del enemigo, pero no podía evitarlo… No siempre tenía un enemigo tan atractivo… Además tenía como 100 fotos para deleitarse con su belleza y tenía diez minutos para verlas todas detalladamente, habían algunas con las cuales debía hacer un esfuerzo sobrehumano para no reírse a carcajadas, y otras en las cuales también debía hacer la misma clase de esfuerzo para mantener su cordura y no desviarse de su objetivo principal, hacer goles y ganar para poder llegar a semifinales del torneo, pero con fotos así, con Sora en la orilla de la playa con bikini y alzando feliz sus brazos, Sora con un vestido de gala negro, zapatos de tacón alto y su cabello algo rizado cayendo sensualmente sobre sus hombros… Era bastante difícil concentrarse.
—¿Qué haces? —preguntó uno de sus compañeros, sentándose en la banca que estaba ocupando.
—Nada… —respondió el moreno un poco tarde, el chico ya se había fijado en el contenido que estaba observando.
—Wow, que linda. ¿Es tu novia?
¿Novia? Sin duda Nakamura estaba completamente loco… ¿Sora, su novia? Por favor, tenía que ser bastante estúpido como para fijarse en Sora más allá de una… ¡Ni siquiera la podía ver como una amiga! Sólo era una conocida para él. Era tan conflictiva, quejona, enojona, reclamaba por cualquier cosa y creía saberlo todo, especialmente con respecto al fútbol… Decía que él no sabía nada de fútbol ¿y quién era ella para decirle semejante estupidez? Una niñita recién aparecida en su vida… Y que fuese la mejor amiga de la novia de su mejor amigo no le daba derecho a hablar estupideces y criticar sus gustos, que por lo demás estaban bastante acertados, no como los de ella…
—No podrías estar más equivocado…
—Entonces, ¿sabes si está soltera?
—En realidad no me interesa, además es del Nagoya… No creo que te guste estar con alguien del equipo contrario. —Repentinamente Nakamura comenzó a reír y la verdad no lo entendía, él estaba hablando muy en serio.
—Oye, si sabe de fútbol, me da lo mismo a qué equipo apoye. No es muy común que digamos saber de chicas que les guste el fútbol, ¿cuándo encontrarías a otra igual?
Dicho esto, Nakamura se levantó de la banca, y luego de darle unas palmadas en el hombro al moreno caminó por el camarín hacia otro grupo.
Quizás él tenía razón, Sora no era como las otras chicas que había conocido, se notaba que el fútbol causaba algo especial en ella, y era más que evidente al ver las fotos que tenía la pelirroja en su Facebook… Tenía muchas fotos con Mimi, sin duda era su mejor amiga, salían juntas en el parque, en su departamento, pintando una habitación… Supuso que era el departamento donde ambas vivían, en la playa… Había una fotografía realmente hermosa en la cual, pese a que la pelirroja salía en el estadio del Nagoya y usando una camiseta del mismo equipo, le sacó una gran sonrisa, salía ella, como de unos cuatro años, sobre los hombros de un hombre que supuso era su padre, ambos muy sonrientes. La siguiente foto era bastante similar, la pelirroja en el estadio, usando aquella camiseta roja con diseños en amarillo que no le gustaba mucho, abrazando a su padre mientras besaba su mejilla… Esa parecía ser más reciente. Siguió en su interesante labor de intrusear las fotos de la pelirroja y la que le seguía causó que la sonrisa que habían provocado las anteriores, se borrara lentamente… Era una fotografía igual o quizás más reciente que la anterior con su padre, pero esta vez claramente no era él, Sora salía muy amorosamente abrazada con un tipo de cabello castaño oscuro y ojos también oscuros.
Sin más cerró la aplicación y bloqueó su celular para arrojarlo al fondo de su bolso, ya no tenía ganas de seguir viendo fotos de Sora y su, obviamente lo era, NOVIO.
¿Aún le quedarían ganas a Nakamura de insistir con eso de que Sora era su novia?
—¿Cómo les fue, ganaron? —preguntó el rubio cuando notó a su amigo entrar al departamento. El moreno frunció el ceño.
—¿No viste el partido en la tele?
—No veo fútbol, Tai.
Si hubiese sido en cualquier otro momento, posiblemente él le habría dado una charla de lo importante que eran los deportes, en especial en fútbol, para la sociedad, y podía darle motivos de sobra para sustentar su posición, pero estaba demasiado cansado, casi muerto, parecía un zombie, no tenía ganas de discutir con Matt ni con nadie, solo quería tirarse en su cama y dormir por dos días.
—Si, ganamos 3 a 0…
—Genial… —habló el rubio. Tai sonrió levemente y comenzó a caminar a su habitación. —Llamó Mimi… —Tai siguió caminando, sabía que no le interesaba lo que él podía hablar con su novia. —Y nos invitó a bailar, ¿quieres?
Tai volteó hacia su amigo. ¿Era una broma acaso?, ¿No le veía la cara de cansancio que traía? Había estado entrenando toda la semana, de 8:00 a 14:00, tenía solo cuatro horas para descansar, estudiar o hacer tareas y luego ciertos días tenía clases en la universidad hasta las 22:00. Había estado prácticamente toda la mañana entrenando, luego había tenido una hora para descansar y comer algo, volver a entrenar, viajar dos horas hasta el estadio donde tendrían disputarían el cupo a semifinales, volver a entrenar, esperar unas tres horas más hasta la hora programada para el partido, una hora y media de juego, otra hora para la conferencia de prensa, dos horas de viaje de vuelta a Tokyo y una hora más hasta el departamento ¿Y luego de todo eso tenía cara para preguntarla si quería ir a bailar? Por si le quedaban dudas luego de su expresión de asesino en serie, su respuesta era un rotundo:
—No.
—Nos invitó a los dos.
—Dile que no puedo, estoy cansado.
—Oye, yo tampoco quiero bailar, y sinceramente tú eres la excusa perfecta para no hacerlo… Si tú vas, no tengo obligación de bailar con ella porque estaré haciéndote compañía. —explicó el rubio.
—¿Para eso me llevas a tus citas? Creí que querías un violinista…
—También. Por favor anda, es que si vas tú, no me obligará a bailar con ella, entonces a Sora le dará lástima y bailarán juntas y yo no tengo que hacerlo. —explicó con una sonrisa triunfadora. Y no era que no quisiera bailar con su novia y pasar un momento agradable con ella, era que simplemente el baile no era lo suyo, y prefería quedar como una persona rara y antisocial a ser la vergüenza de la castaña.
—¿Va a ir Sora?
Matt arrugó el ceño. Lo decía como si en un tono de amenaza, típico de "si va cierta persona, yo no voy".
—Entonces con mayor razón no iré.
Esta vez el rubio alzó sus cejas, tenía razón.
—¿Por qué?
—Porque no me agrada, me cae pésimo, creo que es antipática, arrogante, enojona, arrebatada, orgullosa, cree tener la razón en todo y por si te parece poco, no sabe nada de fútbol cuando dice saber mucho de ello. —el rubio simplemente rodó sus ojos, en parte estaba esperando aquella razón, la última razón…
—No, no va a ir… Tenía que hacer un proyecto para la universidad o algo así, según lo que me dijo Mimi… —prosiguió él cuando el moreno lo miraba no muy convencido. Mentira…
—Creí que habías dicho que no vendría… —le replicó la pelirroja una vez que los chicos se alejaron a la barra a pedir unos tragos. Mimi no encontró nada mejor que encogerse de hombros, como si no tuviese nada que ver con eso.
—Matt me dijo que no vendría. —explicó. ¡Mentira!
—¿Sabes qué creo? Que tú y Matt están coludidos en esto. Estoy segura que tú le pediste a Matt que lo obligara a venir, y él debió haber aceptado porque seguramente le dijeron que yo no vendría… Tai no debería estar aquí, debe estar muy cansado por el partido que jugó hoy, debería estar descansando y no aquí.
—Oye… —habló la castaña esta vez con una sonrisa sugerente. —Veo que estás muy informada sobre sus actividades.
—No me queda de otra, tengo que saber si su estúpido equipo resulta ser un intento de amenaza contra el mío…
Lo sabía, había sido una pésima excusa. Agradecía que de temas de fútbol su amiga no entendiera mucho, así no necesitaría mayores explicaciones.
—Eh… Bueno. Mejor seguimos bailando. —tomó las manos Sora con las suyas y comenzó alzarlas al compás de las movidas canciones.
—Si, hazte la loca…
Prefería hacerse la loca a haberle dicho a su amiga "Si, irá Tai, y si no va, haré todo lo posible para que vaya, se encuentren, hablen, se conozcan más, se agraden, se gusten y se amen", porque había que reconocerlo, eran el uno para el otro, los dos eran extremadamente tercos, alegres, sencillos, y por sobre todo los dos amaban el fútbol, como si no existiera otro deporte que despertara tantas pasiones… Ver a muchos tipos sudorosos detrás de una pelota como estúpidos no podía tener nada de pasional, pero bueno… Lo sabía, era más que obvio que si le hubiese dicho eso a Sora, esta se iba a negar rotundamente a ir a bailar esa noche.
A unos metros, en la barra ambos observaban a las chicas bailar, más bien a Mimi incitar a Sora a bailar, ahora entendía por qué Matt quería llevarlo a toda costa, la castaña no se había cansado en más de una hora de estar ahí parada junto con una gran multitud bailando, y podía pasar más horas así.
El rubio observaba como Tai, de vez en cuando, volteaba hacia las chicas, y las pocas veces en que había dejado de hacerlo se debía a que alguien lo reconocía, le comentaba cosas sobre su equipo y el rendimiento de éste, o le pedían un autógrafo, una foto o simplemente porque él mismo había tenido que introducirlo en un tema para sacarlo un rato de sus pensamientos, pensamientos que él podía jurar y, es más, apostar lo que sea porque los ocupaba por completo aquella pelirroja junto a su novia. "¿Va a ir Sora? Entonces con mayor razón no iré" ¡Ja! Seguro. Estaba fascinado viéndola.
Nossa, nossa, assim você me mata. Ai se eu te pego, ai, ai se eu te pego…
Ambos fueron testigos de cómo Mimi y Sora gritaban cuando pudieron identificar la canción de Michel Teló y como cantaban gritando la canción igual que la mayoría de las chicas en el lugar, y lo que les parecía más increíble aún era que no solo era una canción común y corriente, ésta además tenía su propia coreografía que su novia y su amiga sabían a la perfección. En momentos como esos, el rubio agradecía que Mimi tuviera una mejor amiga que hiciera las mismas locuras que ella, ya que de no ser así, posiblemente él se encontraría ahora bailando como un robot, haciendo los mismos pasos que todas ahí.
—Oye, y… ¿Siempre son así de… expresivas? —preguntó con espanto Tai. Su amigo asintió.
—Y apenas empieza…
El moreno suspiró profundamente. Debía recordar evitar salir con esas dos cuando se tratara de un lugar con música, seguramente cualquier cosa les servía a ellas para bailar.
Luego de unos minutos más las vieron acercarse al sitio de la barra donde ellos se encontraban, luego de casi una hora bailando, moviéndose al compás de la música, ya la sed se hacía sentir en ambas. Tai veía siempre atento como Sora, una vez que le trajeron lo que había pedido, ron con coca-cola, se lo bebió de un solo sorbo casi hasta la mitad, y como su pecho subía y bajaba en un intento de regular su respiración agitada. Antes de que Matt, o incluso ella misma pudiera notar su asquerosa acción, decidió enderezarse en su asiento y concentrarse en su trago.
—¿Me cuidas el celular por favor? —pidió Sora a su amiga para luego perderse entre la multitud, posiblemente en dirección al baño. ¿No que las mujeres iban siempre de a dos al baño? En un arrebato estúpido, tomó el celular de la pelirroja, que aún se encontraba sobre la barra. Situaciones desesperadas requerían medidas desesperadas.
—¿Qué haces? Sora me pidió A MI que cuidara su celular… —alegó la castaña cuando intentó fallidamente de quitarle el celular de su amiga. Matt por su parte, solo era conciente de su cigarrillo y su cerveza.
—Le voy a cambiar los nombres a sus contactos.
—¡Oh, pero cuanta maldad! —se dignó Matt en comentar.
—Va a estar como loca luego llamando a todo el mundo para saber a quien corresponde cada número. Es muy malvado.
Mimi alzó ambas cejas incrédula sobre lo inmaduro que podía llegar a ser el moreno a veces, sin embargo, optó por no hacer nada, relajarse y ver como pasaban los acontecimientos. Sora llegaría, vería a Tai haciendo tonteras en su celular, le gritaría, quizás hasta le pegaría y probablemente lo odie aún más… Ese no era un buen plan. Ella quería ver a su amiga de novia con Tai, tenía que quitarle el celular. —Pásame eso.
—¿Cómo se desbloquea? —preguntaba Tai viendo cada ángulo del celular, hasta que por fin lo había encontrado al costado derecho de éste. Al realizar dicho acto, y antes de que Mimi pudiera quitárselo, vio su fondo de pantalla. Era el mismo tipo que estaba en varias fotos de la pelirroja. —¿Quién es ese tipo? —preguntó serio.
—¡Uy! ¿Celoso? —acotó Matt. Las pocas veces que hablaba el rubio dejaba la grande.
Eso le confirmaba todas sus peores sospechas. Aquel tipo de cabello y ojos oscuros que salía con ella en varias fotos, y en casi todas abrazándola amorosamente, no podía ser nadie más que su novio. Ahora era cuando menos entendía a su amigo y su novia, ¿querían emparejarlo a Sora o algo parecido? Porque si no ¿por qué otro motivo se esmerarían tanto en salir los cuatro? No creía que solo fuera para que el mar tercio no se sintiera solo, ahí había algo más, querían emparejarlos. Pero siendo Mimi la mejor amiga de Sora ¿Cómo no supo que la pelirroja tenía novio? Era una broma de pésimo gusto, sus amigos eran de lo peor.
CHAN CHAN! xDDD Ya y eso :B Gracias a Meny y a Lau, salió muy extenso :B pero es mejor, así tendrán menos capítulos que leer, aunque más largo y no me van a andar pidiendo continuación a cada rato :B MENTIRA D: Van a tener que leer lo mismo :B En fin, es tarde y tengo sueño, así que no esperen grandes notas de ésta mente tan... nada xD
Ya bueno, eso sería... Espero de todo corazón que les haya gustado :D Lo bueno es que no tienen que saber mucho de fútbol para entenderlo porque igualmente trataré de ir explicando las cosas más complicadas, así que además de leer algo lindo y amoroso, aprenderán un poco de ese deporte con su amiga Len ;D (?) Mejor me voy a dormir u.u
De antemano les digo que no sé para cuando esté listo el próximo capítulo xD Pero no lo dejaré botado *-* Deseos de cosas imposibles TAMPOCO lo dejaré botado, aunque lo parezca D: solo denme tiempo e inspiración u_u
Nos leemos *-* Cuídense ;*
*Len~
