Ok, primero que todo quiero aclarar que los personajes no serán animales, sino tendrán aspecto de humano, casi gijinka, casi.

En segundo, le digo mil gracias por estar aquí *tome su abrazo psicológico* :´D

Nunca se imaginó estar en una situación como esa…

Ella estaba acostumbrada a la vida sin problemas, con lujos y sobre todo, mentirse así misma lo fuerte o valiente que era.

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Alice Gardella, cumplía 17 años justo en el mismo día que esa palabra horrible retumbó por su cabeza por boca de su padre:

TRABAJO

Le parecía una idea ridícula, apenas podía vivir con la escuela, su vida social y ahora, le tenía que aumentar un trabajo. Al principio se negó rotundamente, pero bajo una amenaza de no dejarle nada de herencia la atormentaba.

De malas ganas, tomó el diario semanal y fijó su vista en un anuncio, sus ojos brillaron al ver que tan insignificante sería trabajar como guardia de una pizzería…O eso creía.

Después de salir de la escuela, le informó a su chofer que ella sola iría a casa, puesto a que tenía que solicitar un trabajo.

Con un empleo, volvió emocionada a casa, pero ¿De qué servía? Su madre siempre se encontraba con esas viejas chismosas y su padre mantenía explotando a los trabajadores de la empresa. Podía tener de todo, pero jamás…Jamás aprendió lo que era el amor de padre, o simplemente amor.

Sus intentos de un "te felicitó" fueron en vano, ya que siempre recibía la misma respuesta:

-Que bien por ti.

Sabía lo falso de esas palabras, se sentía triste, enojada, un coctel de emociones negativas divagaba por su mente, a lo que ella solo corría a su habitación y lloraba gritando a una almohada.

Al siguiente día, le comentó a sus amigos en donde iba a trabajar, el cambio de expresión cambió rotundamente. Todos la miraban con miedo y lástima, pues sabían que ser guardia de esa pizzería era un paso al infierno.

-¿Acaso no quieres vivir? Debes de estar loca-le decían con cierto tono de exageración.

-¿Miedo? ¿Alguna vez he sentido miedo? Esos animatronics se arrepentirán si se cruzan en mi camino-decía con esa seguridad que todos conocían.

En realidad, Alice era una miedosa, pero si algo aprendió en la vida fue:

"Nunca muestres tus debilidades a los demás, tarde o temprano se aprovecharan de eso"

Esperó a que la pizzería cerrara para poder iniciar con su primer día, el Manager le explicó que debía ahorrar la energía, que tenga cuidado y sobre todo, el antecedente de los animatronics.

Eso último dejó la un poco preocupada, por suerte, en su bolso contaba con una linterna para abrirse paso en la oscuridad.

Al tomar asiento, miró lo que sería la oficina, una mesa, encima un ventilador y todo eso. Dos puertas que contaba con 2 botones, una para cerrarla y otra para luz.

Suspiro y miró de mala gana el lugar, tan sucio y anticuado. Se sentía indignada por las condiciones de la oficina, pero después de todo, solo tenía hasta las 6 y después se olvidará de tan fea imagen.

Rodó los ojos y empezó a ver las cámaras de seguridad, todo iba bien, aunque le daba curiosidad dos cosas:

1: ¿Por qué la mayoría de personas en la escuela le advertían sobre el trabajo?

2: Para ser robots ¿Cómo era posible que ellos tuvieran cierta forma a la de un humano? De no ser por esos tornillos y demás cosas, se podría decir que era humano.

Dejó de revisar las cámaras para sacar un pequeño espejo y verse a través de él, no paraba de alagarse ella misma, es que, en realidad, ella poseía una belleza capaz de hacer babear a todos.

Al mismo tiempo que tarareaba una letra de una pegadiza canción, pudo oír lo que serían unos pasos rápidos aproximarse hacia su ubicación.

Empezó a sentir sus manos heladas, sus piernas empezaron a temblar al momento de dirigirse hacia la puerta izquierda y apretar el botón para que esta se cerrara.

Lastimosamente, moverse solo era un pensamiento, se quedó aferrada a su asiento mientras veía una sombra asomarse.

Tiró su bolso, haciendo que este choque exitosamente contra el botón y la puerta se cerró, un sonido de un golpe retumbó en su cabeza, pero ni loca volvería a abrir la puerta, ahora tenía que cuidar la puerta derecha.

Esperaba oír unos pasos, sin embargo, lo único que escuchó era un metal tocar la puerta, sus labios empezaron a temblar, no sabía si responder o quedarse en el mismo lugar mientras las lágrimas recorrían por sus mejillas.

-Disculpe marinero ¿Podría por favor abrir la puerta?

Acaso estaba escuchando bien, ese robot le estaba pidiendo que le abrieran la puerta para hacer Arceus que sabe.

Pensaba que si se quedaba dormida ese robot se iría, pero no, se volvió más insistente en sus tocadas, atemorizando más a la joven.

Respiró profundo y se acomodó su pequeña falda, se maldecía. Deseaba haber vestido unos pantalones en vez de esa falda que le quedaba un "poco" más arriba de sus rodillas.

Justó cuando estaba por apretar el botón, sus lágrimas empezaron a fluir más y su mano empezó a bajar.

-¡Vete de aquí! ¡No abriré esta puerta hasta que sean las 6! ¡Lárgate!

Su voz estaba a punto de quebrarse, no recibió respuesta alguna, sin embargo, su mano apretó el botón en un intento de apoyarse.

Sus ojos se abrieron como platos, sus pies no tardaron en moverse ágilmente hasta tropezarse con el asiento y caer, en vez de quejarse, que quedó callada ante la figura que tenía frente a ella.

Después de un ensordecedor gritó, el pirata pudo ver la figura de la nueva guardia temblar, tapándose sus ojos con ambas manos y susurrar algo que solo era capaz de ser escuchado por ella.

Estatura mediana, tez blanca. Cabellos ondulados color castaño y una perfecta…muy perfecta figura. Su guardia no era de temer.

-¡Ahoy marinera¡ Disculpe usted si le produje un gran susto, no era mi intención.

Alice bajó poco a poco sus manos, pudiéndole enseñar los hermosos ojos azules cristalinos que poseía.

Estaba a punto de gritar, pero sintió un gran nudo en la garganta por el miedo que la invadía. Pero volvió a mostrarse valiente al ver la hora que su reloj reflejaba.

Poco a poco se iba poniendo de pie, apoyándose en la silla miró enfadada al robot que estaba en su delante.

-¡Vuelve de una maldita vez detrás del telón y déjame salir!

Pero el zorro se quedó inmóvil, recostado al borde de la puerta con los brazos cruzados. Alice se moría de miedo con tan solo ver las fauces de Foxy, sentía sus piernas temblar, pero aún seguía con un semblante serio.

La situación cambió rotundamente al ver que algo se movía detrás del pirata, una cola de color cobre oscuro. Así que no perdió tiempo y con pasos aligerados trató de agarrarlo, pero solo logró caerse de nuevo ya que Foxy la esquivó.

-Marinera, será mejor que se porte bien o tendré que llevarla a la plancha.

-¡Ya basta!

No le importaba en lo más mínimo si él regresaba con sus amigos, se puso nuevamente de pie y recogió su bolso. Tenía en mente dirigirse hacia la salida y volver de nuevo en la noche, pero se detuvo a mitad del pasillo tras escuchar unas pisadas a su detrás.

-Con que así quieres jugar ¿eh? Pues bien

Ya no tenía en mente la salida, si Foxy había decidido perseguirla, tenía que dirigirse al Backstage para poder dejarlo de una buena vez.

Cuando llegó, se encontró con los demás: Bonnie, Chica y Freddy, los tres estaban inmóviles pero tenían la vista fija en la castaña, algo que la aterro un poco, pero trató de verse valiente e hizo que Foxy ingresara.

Debía irse, pero su curiosidad le ganó por saber sobre esos animatronics. Debido a que ninguno de ellos se había movido en toda la noche, decidió inspeccionarlos.

Todos tenían cierto atractivo como parte espeluznante, miró de nuevo su reloj, ya había pasado media hora y tenía que irse, por lo que solo dijo unas cuantas palabras pensando que ninguno de ellos la escucharían.

-Sé que es ridículo, pero no son tan malos como mis compañeros dicen. Sigan así mañana. Bah, ni siquiera me escuchan….Por cierto, tú te verías muy bien con esto.

Saco de su bolso un pañuelo rojo con puntos blancos el cual se lo colocó alrededor del cuello de Chica, hecho eso, hizo el gesto de un beso volado y salió de la pizzería. Sin saber de quien había llamado la atención.