Disclaimer: Los personajes de la Saga Zelda no me pertenecen; son propiedad exclusiva de nintendo.
Advertencia: Esta historia incluye algunos personajes que no existen en la saga de Zelda
EL VERDADERO VALOR
Capitulo 1: Luna Roja
-¡Me engañaste¡ ¡todo este tiempo yo confié ciegamente en ti y tú me pagas así?! Simplemente no lo puedo creer!- sentenció aquel hombre llevando una mano hasta su alborotado cabello en muestra de frustración.
-¡Tú no me puedes recriminar nada, quien más se arrepiente de lo nuestro soy yo!-
Esas palabras tuvieron un efecto devastador para él, hace apenas unos instantes trabajaba tranquilamente en su turno como guardia en el palacio así como lo había hecho por ya casi 10 años, pero ese fatídico día se había enterado de una notica que cambio drásticamente su mundo, pues se entero de la posible infidelidad por parte de su esposa, el aun negaba ante los demás y a sí mismo cualquier acusación de ese tipo sobre su mujer, ¿Cómo podría creerlo? Apenas llevaban 3 años de casados y tenían dos maravillosos hijos!, pero ella en vez de negarlo como pensó que lo haría lo reconoció descaradamente, sin siquiera una pizca de vergüenza o arrepentimiento.
-¿nunca me amaste verdad?- intentó modular su tono de voz al decir esas palabras pero estas sonaron igual de deprimentes a como él se encontraba, quien ya no pudo seguir conteniéndose y las lagrimas comenzaron a caer libremente por su rostro.
Su esposa ni se inmutó por la escena que estaba dando su esposo, su expresión era fría y hasta con un aire de molestia.
-Lo mejor será que me vaya no puedo seguir mas en este lugar-
-¿Piensas abandonarnos?- se giró con furia cruzando los brazos sobre su pecho y mirando la espalda de su esposo quien estaba parado enfrente de la puerta.
-Jamás abandonaría a mis hijos, a quien estoy dejando es a ti, buscare donde pasar la noche y mañana vendré por ellos-
-¡No te los llevaras, ellos son mis hijos! ¡Míos!-
-¡¿Y míos no lo son?!-se giró para enfrentarla y aún así parecía que la pregunta fue lanzada al vacio, no obtuvo respuesta alguna de su esposa quien se dedicaba a mirarlo entornando los ojos, fue suficiente para él.- pues aunque no sean mis hijos por sangre, serán mis hijos por decisión, y por el dinero no te preocupes recibirás de mi parte la cantidad suficiente-
Salió de su casa sin siquiera esperar una respuesta de su mujer, simplemente no podía, subió a su caballo y huyó de esa casa, cabalgó por el bosque que separaba su casa de la ciudadela, sus lagrimas le impedían mirar bien por donde iba por suerte su caballo tenía ese camino grabado de memoria.
Caminó lentamente por las calles ahora desiertas de la ciudadela en busca de una posada donde alojarse, pero en ningún momento pudo dejar de pensar en sus hijos, el más chico apenas tenía un año de edad, eran la luz de sus ojos, su felicidad. A pesar de la tristeza que sentía en esos momentos sonrió involuntariamente al evocar la imagen de sus hijos tan iguales y tan diferentes, Renk con su cabello castaño cobrizo y ojos verdes mostraba una fortaleza que lo hacía sentirse muy orgulloso y por otra parte su hermano menor Link quien con su cabello rubio y cara angelical provocaba ternura en la mayoría de las personas, estaba seguro que les deparaba un gran destino a sus hijos, en especial a Link quien nació con el símbolo de la trifuerza en el dorso de su mano izquierda, iluminado sobre todo el triangulo inferior izquierdo, el cual lo convertida en el poseedor de la trifuerza del valor; sus hijos, pensó, a pesar de que ahora sabía que realmente no eran suyos estaba seguro que daría su vida por cualquiera de ellos sin dudarlo ni un segundo.
Así transcurrió un año de su vida, alejado de su familia; a pesar de estar separados él seguía yendo a visitar a sus hijos un par de veces a la semana asegurándose de que nada les hiciera falta.
Una noche mientras montaba guardia en uno de los pasillos del palacio, comenzó a notar cierto ajetreo proveniente de una de las alas del castillo, llevaba así por lo menos un par de horas, a su lado pasaban infinidad de personas corriendo de un lado a otro y llevando consigo diversos materiales, al parecer se dirigían todos a la recamara principal, la de el rey y la reina, una de las muchachas del servicio paso a su lado de manera, a comparación de los demás, lenta, llevaba consigo una tina llena de agua tibia, el se ofreció a ayudarla y de paso aprovechó para preguntar qué era lo que pasaba.
-¿Aún no lo sabes?, la reina está dando a luz en este momento, al parecer es un parto complicado ya que la señora que la atiende tiene un semblante muy serio y ella está muy debilitada, parece que el dar a luz está siendo muy complicada para ella-
Cuando llego a la puerta de la recamara principal entregó a la muchacha la tina con agua, ella la tomó y tras agradecerle el gesto se metió al cuarto, él no era el único que estaba ahí, en la pequeña sala que precedía a la puerta de la recamara, estaba reunido un pequeño grupo de personas, allegados al rey y la reina se podría decir y los pertenecientes a la corte, todos permanecían en silencio a la expectativa de lo que estaba sucediendo, estaba a punto de retirarse cuando escucho el llanto del recién nacido, momentos más tarde apareció Impa la ahora nana de la princesa quien llevaba consigo a la pequeña niña envuelta en un fina y rosa cobija, todos los presentes se acercaron a ver a la pequeña, la nueva princesa de Hyrule.
Permaneció ahí de pie observando la escena, y de pronto toda la felicidad por el nacimiento de la princesa se fue por la borda, al ver la cara del rey quien con una profunda tristeza reprimida y semblante serio anunció lo que todos temían, la reina había muerto al dar luz a su hija.
Mientras tanto, fuera de las inmensas paredes del castillo, la gente comenzaba a reunirse en la plaza central de la ciudadela, ya la mayor parte de los habitantes de esas zona estaban enterados del nacimiento de la princesa , y muchos de ellos querían saber de primera mano los detalles del gran acontecimiento, pero aunque era algo muy importante para los habitantes del reino el nacimiento de la nueva soberana, había otro motivo por el cual las personas salían de su casa en una fría noche de invierno, la luna estaba en todo su esplendor, parecía que se hubiera acercado a ver de cerca lo que sucedía en la tierra, aunque había algo extraño en ella, estaba rodeada de un extraño aura colar rojo e incluso la luna estaba teñida de ese color escarlata.
Leandro aún se encontraba en el castillo, no lo pudo evitar, el nacimiento de la princesa había causado gran revuelo, al parecer había nacido prematura, la reina solo tenía 8 meses de embarazo al dar a luz. Se retiro del lugar y caminó un poco por los jardines, hace ya más de dos horas que había terminado con su jornada laboral pero todo el revuelo en el castillo le impidió retirarse. Instintivamente volteó hacia la luna y cuando lo hizo sintió como si una fina daga hubiera atravesado por su cuello, le costaba respirar y su cuerpo estaba totalmente paralizado ¡Mis hijos! fue lo único que pudo pensar en ese momento , sin siquiera considerarlo dos veces tomó uno de los caballos de la guardia real y se dirigió a todo galope hasta su antiguo hogar, ni siquiera notaba el frio abrazador que hacía, su corazón latía en un vaivén furioso y su mente no lograba crear un pensamiento coherente.
Al llegar a la casa en medio del bosque visualizó con horror una de las peores escenas que en su vida vería, su antiguo hogar estaba en llamas, parecía que el fuego acaba de comenzar solo unos instantes atrás, varias personas de la aldea se acercaron a ver lo que sucedía, los hombres intentaban ayudar acarreando el agua que podían conseguir en sus casas o del pozo de agua, sin pensarlo y rápidamente se dirigió al interior de la vivienda , el calor era ya insoportable y el humo le escocía la nariz y los ojos, se dirigió en primer lugar al cuarto de los niños, ahí estaba su esposa, con un pequeño entre los brazos, rápidamente se arrodillo ante ella, la cargó junto con el bebé en los brazos de ella y salió lo más rápido posible hacia el jardín, una vez ahí depositó con suavidad a la mujer en el pasto.
-L.e..a..ndro.. perdo..na..me-
-No digas eso, todo estará bien, donde está Renk?- el miedo se hizo presente al notar que solo uno de sus hijos estaba en los brazos de su ex esposa.
-Él… se.. lo llevó…-
-¿Él quién, quién se lo llevo?-
-To..ma a Link – el sujeto con delicadeza al pequeño, al descubrirle la cabeza de la cobija que lo cubría unos mechones de cabello rubio se asomaron, comprobó sus signos vitales, se encontraba bien, al parecer estaba dormido cuando el fuego inicio. –Él.. él.. es tu hijo, pero.. Renk..es..es.- la frase quedó en el aire, con un suave y lento suspiro, su esposa fue cerrando los ojos, hasta que se quedó completamente inmóvil.
Besó con delicadeza su frente y le acaricio por última vez su delicada cara, un par de lágrimas salieron involuntariamente de sus ojos, a pesar de su traición él la quería y le dolía muchísimo su muerte.
-Ey Link- pronunció su nombre suavemente mientras lo sacudía un poco era raro que él no hubiera emitido sonido alguno –Link Link- pero no obtenía respuesta, estaba inconsciente.
Rápidamente despojó a link de la cobija con la cual estaba cubierto completamente para revisar y buscar alguna herida o marca en su cuerpo que pudiera ser la causa de que link no reaccionara, pero no encontró nada, no había lesiones físicas, ni marcas en su piel… y eso fue lo que le sorprendió mas, al instante supo que la causa del incendio de su casa era esa: la marca de la trifuerza de Link no estaba, donde antes había estaba el símbolo de la trifuerza en su piel ahora solo se podía percibir la sombra de la trifuerza del valor que alguna vez estuvo ahí, habían atacado a su esposa y a sus hijos solo por obtener la trifuerza de Link y lo peor, se habían llevado a uno de sus hijos, que aunque su esposa había admitido que solo link era hijo suyo, para él ambos lo eran y ahora no sabía el paradero de su otro hijo… alguien había matado a una mujer y secuestrado a un niño para obtener la trifuerza, un pensamiento fugaz atravesó su mente, quien hayan sido, quería y obtuvo la trifuerza, entonces ¿Por qué llevarse a Renk?.
19 años después…..
Era la segunda vez que se encontraban en esta situación, estaba ya acostumbrada a mantenerse quieta en la misma posición por horas, ser una princesa conlleva en gran medida eso, mantenerse con porte perfecto, aun así estaba ya cansada de estar sonriendo al pintor que por ahora llevaba más de tres horas trabajando, si ella estaba cansada no quería ni imaginarse cómo debía sentirse el pobre hombre quien a juzgar por su apariencia rondaba entre los 65-70 años, el que no se las estaba arreglando muy bien era su prometido quien se veía bastante incómodo a decir verdad, varias veces fue regañado por el pintor por descuidar su postura o por decir algo gracioso a lo cual ambos reían moviéndose provocando rabietas por parte del artista y murmuraciones inteligibles. Se encontraban en la sala del trono donde debajo de las estatuas de las tres diosas estaban instalados los tronos para el rey y la reina, como cada pareja de soberanos que han reinado a lo largo de la historia de Hyrule, tenían que ser retratados sentados en ese lugar, aún no eran los reyes pero estaban comprometidos y la fecha de su boda estaba fijada para el primer día de verano, faltaban seis meses y la mayoría de los preparativos para la gran celebración ya estaban listos, tres días seguidos de festejo y diversión tanto en el castillo como en las calles de la ciudadela.
-Muy bien altezas, ya es todo por hoy- exclamó el artista satisfecho de todo lo que había avanzado, Zelda vio como su prometido se extendía en la silla dramáticamente –¡Qué bueno siento que han pasado años!-
Al pintor no le pareció nada agradable el comentario del próximo rey por lo que optó por despedirse -ya no será necesario que nos reunamos de nuevo solo trabajaré en el fondo, con permiso sus altezas- salió muy enojado diciendo algunas cosas que no lograban comprender.
Aún sentados en los tronos se voltearon a ver y estallaron en risas-
-¡Ah! La espalda me está matando-
-No es para tanto solo estuvimos aquí por un poco más de tres horas-
-Pero valdrá la pena- comenzó a decirle mientras ambos se levantaban y se miraban uno al otro –Solo espero que el pintor sea capaz de capturar tu belleza, pero lo dudo- deslizó un dedo por su mejilla, mientras la miraba fijamente –una pintura jamás podrá transmitir lo que verte y tocarte me hace sentir, te amo Zelda te amo como no tienes una idea-
Las mejillas de Zelda habían adquirido un tono rojizo cuando miró los brillantes ojos color miel de su prometido–yo también te amo kallian-.
Nota: Uff, ¿Qué les pareció?, espero que el inicio de la historia haya sido de su agrado, soy nueva en todo esto pero me estoy esforzando! los comentarios son bien recibidos . Nos leemos pronto!
