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-¡Midori! ¡Midori! ¿Dónde te has metido?- Llamaba una voz masculina por todas partes. Un ser antropoide del apenas quince centímetros de altura y cabello anaranjado.

-Orenji, vas a despertar a todos- Se quejó una chica parecida al primero, pero de cabellos negros y rizados.

-Ah, Kuro, ¿has visto a Midori?- Se acercó a ella con zancadas relativamente pequeñas.

Ella negó con la cabeza- ¿Para qué la buscas? Siempre se va por las mañanas, es muy temprano aún- Kuro se talló los ojos, sabiendo que no podría conciliar el sueño de nuevo.

-Ahg, ¿por qué arman tanto jaleo a estas horas de la mañana?- Otra voz femenina se aproximaba.

-Aka, ¿has visto a Midori?-

La pelirroja de cabellos cortos y alborotados negó con la cabeza aún adormilada, pero aparentemente de mal humor- ¿Para qué la buscas?- Chasqueó los dedos y en un dos por tres su ropa de siempre apareció sobre ella, llevándose el pijama en una pequeña nube rojiza.

El peli-naranja frunció el ceño y se cruzó de brazos- Alguien se comió mis galletas de chocolate y de seguro fue ella- Sentenció al final.

-¿Alguien dijo galletas?- Apareció una castaña con migas en la cara y una galleta en mano.

-B-Buraun, ¿qué es eso que traes en la mano?- A Orenji le dio un tic en la ceja pensando lo peor.

-¿Are? Ah, esto, lo encontré es un jarrón que decía "Galletas de Orenji, no tocar, sobre tú Buraun", ¿por qué lo preguntas?- La castaña sonrió, los demás no sabían si estaba jugando a hacerse la idiota o si de verdad lo era.

En un dos por tres el único chico estaba sobre ella ahorcándola en el suelo- ¡¿Cómo pudiste? Roba galletas, ¡muere, muere!-

-¡Chicos!- De repente una chica de mejillas rosas y cabellos verdes lacios se apareció haciendo que todos dejaran de prestar atención a el par que peleaba por los bocadillos chocolatosos.

-Ah, Midori, ¿dónde estabas?- Kuro se acercó a ella restándoles importancia a los otros dos.

-Salí un rato, no adivinarán lo que encontré- En su voz podía verse en seguida la emoción, lo que significaba una sola cosa para todos los presentes.

La castaña y el peli-naranja seguían matándose en el suelo ahorcándose mutuamente. Aka los separó y los sentó a lado de Midori para que escucharan la noticia.

-¿Qué fue?- Kuro sólo le prestaba atención a su compañera.

-Encontré cinco sujetos perfectos para nosotros, cuatro chicos y una chica, al parecer están teniendo conflictos de, bueno, ustedes saben- Concluyó con una sonrisa tímida como sólo ella podía hacer.

-¿Estás segura?- Soltó Aka emocionándose con la idea, se podía leer en la sonrisa de su rostro.

La chica de cabellos verde asintió- Lo sentí apenas estuve cerca de ellos, viven en una cueva cerca de aquí, casi me descubren- Suspiró llevándose una mano al pecho al pensar en eso. Primero estaba saltando entre las ramas de los árboles ayudándose con sus pequeñas alas de murciélago, lo siguiente que supo fue que un kunai casi le arrebata su cola de diablilla.

-No tengo idea de lo que están hablando- Dijo Buraun con una sonrisa ignorante en su rostro, Oranji estaba en la misma situación.

Midori sonrió amablemente, aunque en ese momento pudo haber hecho otra mueca- Ah, ¿no es obvio? Es hora de que hagamos de las nuestras de nuevo, chicos- Ella era tímida y un poco reservada, amable más que nada, pero al fin y al cabo era igual que sus cuatro compañeros presentes.

Ellos eran las versiones maquiavélicas del "ángel" Cupido. Seres de quince centímetros de altura. Colas, alas y diminutos cuernos de diablillo. De cuerpo relativamente humano. Ya que tenían la fisonomía de uno, en cuanto a complexión muscular, articular y física en su mayoría. Sólo que ellos, bueno, no podían morir. Aunque destrozaras su cuerpo, si es que podías, ellos eran seres nacidos de la naturaleza, bastaba con que su espíritu fuera cuidado por otro ser igual a ellos y eventualmente se regeneraría.

Su función era en teoría la misma que la del dios del amor, ayudar a las parejas a reunirse. Sin embargo, sus métodos eran de vez en cuando extraños, demasiado atrevidos o, por el contrario, demasiado fáciles de malinterpretar. Pero de eso se valían, necesitaban del amor para mantenerse fuertes y con energía, podría decirse que era su alimento vital. Claro que podían comer cualquier otra cosa, aunque esto era más por glotonería o gusto propio, como las galletas de Orenji.

-¿Qué dicen chicos? Hace semanas que no hacemos nada así…-Midori insistió. Normalmente, un diablillo del amor puede trabajar solo, pero ellos habían estado juntos desde siempre.

-No lo sé…- Aka rascándose la nunca.

-¡Yo voto a favor!- Espetó Burarun levantándose el suelo con un salto.

-¡No me quedaré atrás!- Dijo Orenji imitando la acción de su compañera.

-Saben que cuentan conmigo- Kuro sonrió con las manos en la cadera- ¿Estás con nosotros, Aka?- Todos los demás la miraron con ojos de perrito.

Aka suspiró- Bien, bien, no perdemos nada. Pero más les vale que sea entretenido, la última vez fue demasiado fácil- Recordó resoplando con los brazos cruzados sobre el pecho.

-Será diferente esta vez- Se apresuró Midori- Te digo que ellos son perfectos para nosotros.

-Cuéntanos más de ellos- Pidió Kuro emocionada.

-Hum… bueno- Se sentó en el suelo y todos hicieron lo mismo, formando así un círculo en el suelo.

-La chica tiene cabello azul, creo que estaba mirando demasiado a un chico con muchas perforaciones faciales- Dijo mientras marcaba con sus deditos los lugares donde tenía los objetos en su piel- También había uno con una máscara como de espiral, él miraba a uno que tenía una piel de dos colores, los dos eran muy extraños- Continuó haciendo un círculo con la mano que significaba la máscara- También… ah, había uno de piel azul y dientes filosos, él miraba a uno de cabello un poco largo y con arrugas prematuras, había dos que estaban discutiendo en voz realmente alta, pero ya saben lo que dicen, del odio nace el amor- Ella y sus compañeros rieron al recordar las veces que habían ayudado a personas en esa situación- Por último, había uno rubio de cabello realmente largo y hermoso, al principio pensé que era una chica, pero luego lo escuché gritarle a chico de la máscara, todo el rato se la pasaba viendo a uno de cabello rojo y muy serio- Concluyó su relato llevando un dedo a su barbilla pensando si no se había olvidado de nada.

-Así que- Siguió Kuro- Son cuatro chicos y una chica- Midori asintió a su comentario.

-Creo que es perfecto- Dijo la azabache alzando sus brazos en el aire.

-¿Eh?- Orenji y Buraun la miraron con la ceja enarcada.

-Sí, piénsenlo, somos cuatro y uno, ellos son cuatro y una, ¡es perfecto!- Se levantó haciendo aparecer una pizarra verde y gises de colores mientras que ella ahora tenía atuendo de profesora y lentes enormes. Comenzó a dibujar en el pizarrón, con la única referencia de Midori acerca de sus características físicas.

-Miren- Comenzó a explicar- La chica de cabello azul- señaló una mancha azul- Oranji, tú la ayudarás, luego-

-Pero no quiero ayudar a una chica- Se quejó el chico.

-¿Dijiste algo, Orenji?- Kuro formó una bolita de fuego en su pequeña mano, tenía el nombre del chico escrito en ella, él se tranquilizo y negó con la cabeza bruscamente- Muy bien, entonces continúo.

-Como decía, a este chico de dientes afilados- de nuevo señaló el dibujo de una boca sonriendo- Yo iré con él- Dio un pasito para llegar al próximo dibujo- Al chico de la máscara, Midori, tú irás con él- La nombrada sólo sonrió y asintió- Al chico que se estaba peleando, será todo tuyo, Buraun- Ella asintió con emoción- Por último-

-Sí, ya sé, me toca el rubio metrosexual- Rodó los ojos Aka suspirando.

-Será divertido- Dijo Midori dándole palmaditas a la pelirroja.

En un dos por tres la pizarra había desaparecido y Kuro volvió a su atuendo de siempre.

-Creo que primero deberíamos hacer un día de espionaje, ya saben, sólo para estar seguros- Sugirió Aka, ella siempre hacía todo de manera ordenada, de otra manera, no lo hacía o lo cumplía a regañadientes.

Todos pensaron por dos segundos y asintieron al mismo tiempo.

-¿Qué hora es?- Preguntó Midori.

-Hum, son como las nueve de la mañana- Respondió Orenji.

-Sugiero que primero desayunemos- Dijo Buraun a quien no le bastaron las galletas del chico hace apenas unos minutos. Lo cual enfureció a este y de nuevo se lanzó en contra de ella, rodando por todo el suelo. Las otras tres chicas se dirigieron a su pequeña cocina a buscar algo de comer. Ah, casi lo olvido, viven en el cómodo tronco de un árbol.

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