¡Nuevo fic! Tenía ganas de experimentar con otros temas, la sátira política me pareció una buena idea, aunque mi principal fuente de inspiración fue una canción titulada precisamente Dinosaurs de Bonobo, así que vendría siendo como el soundtrack de esta historia (buenísima rola)

No me puse a investigar y mezclar los hechos reales con algo de ficción con la pretensión de invitara la conciencia social por medio de esta historia, aunque no puedo negar que el contexto político mexicano sea gran fuente de inspiración y que por lo tanto conlleve su parte crítica, así que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Ustedes disfruten la historia, para eso la escribí, aunque si lleva a un momento crítico, mi satisfacción será doble =D

Advertencias. Corrupción, abuso de poder, dictadura, guerra sucia, impunidad, enriquecimiento ilícito, libertinaje sexual, drogas, regímenes opresores, atentado contra los derechos humanos. ¿Verdad que el yaoi es lo de menos?

Disclaimer. Beyblade le pertenece a Takao Aoki

Gracias a Kiray Himawari! este lemmon es de ti para mí (porque tu me dijiste que lo escribiera :x), y después de mí para tí *-*


DINOSAURS

Capítulo I

"These are the times that try men's souls.

In the course of our nation's history the people have rallied bravely whenever the rights of man have been threatened.

Today a new crisis has arisen.

Citizens, hear me out!

This could happen to you!"

El Presidente y Secretario de Gobernación miraban los últimos anuncios comerciales para las campañas políticas de ese año. Definitivamente la favorita era donde Kai Hiwatari, el actual presidente, se presentaba con una bella familia, formada por su joven y hermosa esposa y sus dos hijos gemelos de 6 años. Sonrió al ver esas imágenes en las que jugaba con sus pequeños y abrazaba a su esposa dulcemente, en un ambiente de protección, seguridad y amor; justo lo que proponía para su nación. Era el retrato perfecto para identificase con las personas de su pueblo, era la prueba de que era como cualquier persona que trabajaba y se esforzaba por lo más sagrado que tenía, y que por lo tanto comprendía las dificultades del día a día, comprometiéndose a usar el poder que tenía para que el resguardo de la familia no se convirtiera en un calvario.

-¡Perfecto! Hasta me dieron ganas de llorar, Kai. Todo tiene que ser perfecto para la reelección.

-Lo sé – bebió de su fino whisky - no cabe duda de que tengo una familia hermosa. Lástima que Hillary sea tan aburrida - de un trago terminó la mitad que faltaba. Se puso de pie para servirse otro más –. Ahora viene el molesto protocolo de las entrevistas en los medios de comunicación y los viajes a los puebluchos. Por favor, Bryan, encárgate de eso, no estoy de humor para hacer esos tediosos diálogos teatrales. Pero yo hablo personalmente con Hitoshi, quiero negociar directamente con él.

-Como quieras, siempre y cuando me invites a su "negociación" – dijo con sarcasmo, dejó el sillón donde estaba sentado y se dirigió a uno de los grandes ventanales- qué bueno que Yuriy va excelente en su gubernatura, se está ganando a la gente de su estado, ya tenemos seguro ese respaldo.

-Perfecto. La siguiente semana lo anunciaré como parte del nuevo gabinete. Sabes que tienes segura la Secretaría de Seguridad Pública, Kusnetzov.

Aquella reunión no era exactamente de planeación, sólo una plática entre amigos y socios que compartían detalles sobre el proceso de reelección. Hiwatari llevaba 10 años al mando, sus familiares llevaban otras décadas más. Bryan Kusnetzov siempre fungió como Secretario de Estado, pero ahora el movimiento tenía que cambiar, para ello tenían a Yuriy Ivanov, la nueva promesa del partido, una pieza estratégica para perdurar en el poder.

Después de terminar la botella, Bryan se fue de la residencia presidencial, sus escoltas lo esperaban fielmente en el estacionamiento. Kai subió a su gran habitación, ahí encontró a su esposa ya dormida. El alcohol debió haberlo vencido, pero antes de poder dormir placenteramente necesitaba descargar su estrés. Solo se dejó el pantalón del pijama, se subió a la cama y descobijó a Hillary, quien se encontraba de lado, dándole la espalda. Su mano derecha tomó la pierna de ella, subió lentamente llevando de paso el vestido de suave seda que utilizaba para dormir, cuando llegó hasta sus bragas metió la punta de sus dedos en ellas, se deslizó hasta el vientre y llevó la mano completa hasta la entrepierna. Por fin ella reaccionaba con un escalofrío, se revolcó ligeramente en su lugar por aquella caricia. Gimió entre el placer y la incomodidad.

-Kai, estoy cansada… ¿No podemos esperar hasta la mañana?

Este pegó más su cuerpo, restregándose demandantemente.

-Pronto voy a estar en campaña y nos veremos menos – intensificó el movimiento de sus manos.

-Hueles a alcohol… muchísimo – intentó zafarse, pero el abrazo era demasiado posesivo.

-Un par de whiskys, es todo – ahora besaba su cuello.

-No me gusta hacerlo cuando estas ebrio.

Súbitamente Kai dejó lo que hacía, se paró bruscamente de la cama, caminando de un lado para otro con una mano en la cintura y la otra en la cabeza, frotándose en cabello con desesperación.

-¡Bah! ¡A ti no te gusta de ninguna manera! Que si es muy noche, muy temprano, estás cansada, estoy ebrio… ¡Cualquier pretexto!

-¡Porque siempre quieres hacerlo en los momentos menos oportunos! – Gritó enojada.

-¡¿Te doy algo de mi valioso tiempo, a ti, a mi esposa, y aun así te indignas? – Tomó la camisa de su pijama y comenzó a ponérsela – Que no te sorprenda si busco la atención que merezco en otra parte

Exclamó antes de salir de la habitación. No eran extrañas esas discusiones en la residencia presidencial, sin embargo la frecuencia de estas era cada vez mayor. Cuando se casaron eran la imagen de la pareja perfecta: el líder carismático, bien parecido y diplomático, con una chica de buena familia, sencilla aunque elegante e integrante de instituciones de asistencia pública. Ellos mismos se sentían bien con su unión, pero Kai Hiwatari soportó poco la vida de un matrimonio tradicional. Aunque el desenlace de su unión implicaría un fuerte costo para su imagen pública, sobre todo en un país de costumbres arraigadas y conservadoras.

No todo era gloria en su mandato, ya que tenía que soportar el matrimonio con tal de sostener el poder político, y lo único que lo hacía soportable era que su puesto le daba el placer de disponer de los lujos que el pueblo proporcionaba. Aprovechó un viaje de campaña para hacer una reunión con sus amigos más cercanos. No eran muchos, pero era mejor la asistencia de pocas personas, considerando que las circunstancias en las que se encontraban acabarían más rápidamente con su campaña que subir los precios de la canasta básica en tiempos de crisis. La comodidad de sus amigos y la suya debía ser la mejor. Había de los mejores y más finos licores, deliciosos platillos preparados por su chef particular, exuberantes mujeres y las drogas más puras: todo en abundancia para que cada quien se colmaran de lo que gustara tomar. La combinación de todo aquello hacía del lugar un bacanal.

La noche parecía infinita. Ninguno de los presentes se preocupaba por cuidar su intimidad sexual, pues a pesar de que la mansión de Hiwatari contaba con decenas de habitaciones, el salón donde se reunían era escenario de políticos y empresarios cogiendo con las mejores prostitutas del país.

-Kai ¿Trajiste a todas estas mujeres y no aprovecharás a ninguna? – dijo Yuriy Ivanov acercándose al presidente. De su cuello colgaba una rubia de senos grandes, no disimulaba su excitación – Podemos compartirnos a Jenny, ¿Verdad, preciosa? – besó a la perfecta mujer en los labios, esta solo echó una carcajada y asintió coquetamente.

- Hoy no – soltó con indiferencia –. Hitoshi no tardará en llegar y quiero recibirlo personalmente.

-¡Ah! Conque estás de modo homosexual – soltó Ivanov divertido, Jenny soltó otra risa, estaba tan ebria que sus carcajadas ya eran hasta vulgares –. Perdón, quieres agradecerle por la publicidad en televisión – corrigió con sarcasmo.

-Tú también deberías agradecerle, no por nada eres tan bien visto en tu estado, gobernador Ivanov.

-Muchas gracias por la invitación, digo, por el recordatorio. Seguramente al rato me uno a ustedes, primero atiendo a esta preciosura.

Hitoshi Kinomiya era el dueño de la televisora más popular del país, además de estar involucrado con los periódicos y revistas de mayor circulación. Era bien sabido que no había mejor estrategia que tener a los medios de comunicación a favor. Eso no se lograba gratis y el carisma no era suficiente para tener contento a semejante monstruo; el primer trato se lograba con dinero, el segundo con favores políticos y tercero, como acuerdo personal, era un lugar seguro en la cama de un hombre con poder e influencia, y Hiwatari tenía los recursos para los primeros dos y el gusto por el tercero para tener contenta a tan importante influencia, pues ese hombre tenía el poder para colocarlo en la cima o destruirlo de un día para otro.

No esperó mucho tiempo para que llegara. De antemano la servidumbre sabía qué hacer y cómo tratarle desde que su arribo. Cuando entró al lugar no perdió su porte elegante y caballeroso, no se perturbó ni un poco por la desenfrenada reunión que ya acontecía. Saludó a los presentes que aún se encontraban conversando y con las ropas puestas no pasaban de conversaciones sobre negocios, política y alguna que otra broma para romper el hielo. Era un hombre bienvenido por todos.

De acuerdo a la circunstancias resultaba sarcástico decir que él y el presidente estaban siendo discretos y diplomáticos. Ambos sabían que su encuentro se volvería privado en cualquier momento, pero hubiera sido de mala educación alejarse de los demás invitados tan apresuradamente. Estuvieron un par de horas más conviviendo con los presentes, desinteresados totalmente en las mujeres, el alcohol y las drogas, pero cuando la mayoría se perdió en todo ello aprovecharon para escaparse a otro salón más pequeño e íntimo, en el cual ya les esperaban algunas botellas de vino. Ahora nadie debía interrumpir.

-Muy buena fiesta para iniciar la campaña – se sentó Hitoshi y dejó que el mismísimo presidente le sirviera una copa.

-O para festejar anticipadamente la victoria – hubo silencio. Servía el vino tranquilamente, disfrutando el aroma que despedía al ser vertido. Nada mejor que un excelente vino producido por campesinos mal pagados –. Y sé que en gran medida será posible gracias a ti – le dio la copa, se sentó en el otro sillón de cuero y brindaron por último.

-No hay que confiarnos. Los movimientos subversivos están tomando mucha fuerza, Kai.

-Los vamos a controlar de todas maneras– sonrió confiado – pero hoy no quiero hablar de estrategias…realmente me siento exhausto y quiero que mi gente se relaje. Lo menos que puedo hacer en este momento por ustedes, después de todo el esfuerzo que han hecho en esta campaña, es brindarles una buena fiesta en la que estoy para servirles – tomó la botella de vino y sirvió más a ambos.

-Pues se la están pasando muy bien allá abajo, eres un excelente anfitrión – se hizo hacia adelante y miró al presidente con cierto descaro –, pero ¿a qué se debe el que esté eniendo este trato tan especial?

-Bueno… tú tienes las exclusivas sobre mí en los medios de comunicación –se sentó en el filo del sillón – y pensé que esa exclusiva pública podría ser privada esta noche… solo para ti.

-No me habías comentado sobre esta oferta – la pierna de Kai ocupó el lugar de la copa que dejó en la mesa que estaba entre los dos sillones –. No hay mucho que pensar… Lo acepto como parte del contrato.

La ignorancia era fingida, pero hacerse el desentendido era parte del cinismo que les excitaba. La transacción comenzó inmediatamente, eran las ventajas del pago cuerpo a cuerpo.

El presidente Hiwatari no dejó de ser el anfitrión ni en ese momento. Comenzó a atender a su invitado con la tranquilidad que le llevaba pensar que sería una excelente noche y que faltaban horas para que la fiesta terminara. Se sentó en el regazo del empresario, acarició su pecho y su rostro. Lenta y parsimoniosamente, pero no por ello menos intenso; lo besó. Ofreció su lengua y recibió la otra. Ante la húmeda caricia estrecharon más sus cuerpos. Ambas manos desfajaron la camisa opuesta y acariciaron la piel expuesta con la yema de sus dedos, eso los hizo suspirar sin dejar de besarse.

Hitoshi bajó sus manos, presionaba con toda la palma sin detenerse hasta llegar a los glúteos de Kai, estrujó y lo jaló hacia él. No fue necesario que repitiera esa maniobra para que el presidente moviera con cadencia sus caderas de atrás hacia adelante una y otra vez. Eso exigía otro tipo de atención. El empresario desabotonó la impecable camisa de Hiwatari, se tomó su tiempo para contemplar la constitución de su marcado pecho y prosiguió a catarlo, comprobando que la exquisita vista era proporcional a su sabor.

Aunque el pago lo ofreció libremente, bien sabía que debía pagar los impuestos por el excelente servicio. Guió a la máxima autoridad al sillón de enfrente, señaló que se sentase y posteriormente se sentó en el piso, entre sus piernas. Primero acaricio sobre la ropa con las manos y la boca, notando que la excitación hacía sus estragos endureciendo su miembro. Desabrochó el pantalón, sobre la ropa interior percibió el embriagante aroma de los líquidos que comenzaba a secretar; la boca se le hizo agua. El mismo Kai tomó su miembro y lo puso en la boca de Hitoshi. Primero limpió aquellos líquidos y después humedeció con su propia saliva, arrancó suspiros y una mirada desesperada que Kinomiya entendió como una orden constitucional para proseguir a engullirlo todo. El presidente urgió para que Hitoshi pusiera presión en aquella empresa, lo tomó de la cabeza y lo empujó para que lo metiera todo, hasta sintió las contracciones de su garganta.

Repentinamente Kai lo separó de sí, entonces se giró, se recargó en el respaldo del sillón y ofreció su entrada. Kinomiya se sentía orgulloso de ser un hombre con un buen gusto por las cosas, para que algo llamara su atención debía de poseer una belleza estética inigualable e impecable, tendría que ser costoso, exclusivo y que representara y reforzara el estatus de poder y riqueza; definitivamente el trasero del presidente tenía todas esas cualidades: voluminoso, masculino y terso, además su dueño no era cualquier persona, pues poseerlo llevaría consigo un lugar seguro en el top ten de los empresarios poderosos y millonarios en las revistas mundiales. Estaba convencido de que los mayores placeres en la vida eran el sexo y la gastronomía, los cuáles a su parecer, estaban profundamente ligados, así que saboreó esas poderosas nalgas y apretado ano.

Hiwatari, por su parte, no veía porqué los contratos y negociaciones debían limitarse a aburridas reuniones diplomáticas y frígidas transacciones bancarias. El trabajo se debía disfrutar y debía buscar el placer para conseguirlo, por lo que dejarse llevar por los esplendorosos servicios de Hitoshi hacía de su carrera política una labor divertida y amena. El empresario terminó de desvestirlo y sus manos se convirtieron en gloria sobre su cuerpo. Comprobó una vez más que Hitoshi era un hombre con iniciativa y de decisiones firmes y seguras, ya que sus manos sujetaron sin timidez ni pudor su virilidad, moviéndose firmemente de arriba hacia adelante, presionando cuando estaba en la base y soltando ligeramente cuando se deslizaba a la punta, se detenía solo para acariciar con el pulgar el glande y esparcir su líquido preseminal hasta el tronco.

Kinomiya terminó de desvestirse. Kai aprovechó la pausa para ser él quien tomara el control. Obligó a su acompañante a sentarse, admiró el masculino cuerpo y lo saboreó con la mirada, pero hacía falta algo en él. Si en algo su nación era potencia era por el excelente vino que exportaban, disfrutarlo con una tabla de quesos era una exquisitez valorada por los extranjeros, pero en ese momento lo prefería sobre el cuerpo de ese increíble hombre. El sabor de su piel realzaba el toque afrutado de la bebida, no había mejor acompañamiento, pensó.

El acumulamiento de sensaciones por los estímulos que llegaban por todos los sentidos comenzaba a oprimirlos, y es bien sabido que cuando se vive bajo un régimen de represión en cualquier momento estallará una revolución. Y así fue como su cuerpo tomó control sobre el poder que ejercía la mente. Kai quería a Hitoshi dentro de sí en ese instante; ni un segundo más ni un segundo menos. Se detuvieron solo para estimular su entrada, para lo que el presidente ya estaba listo con un frasco de lubricante.

Se acomodó con sus piernas a los costados, Kinomiya lo ayudó sosteniendo firme su pene para facilitar la penetración. Pero no había mejor ayuda que una dosis de besos candentes y caricias frenéticas sobre las pieles expuestas. Comenzó a subir y a bajar lenta y eróticamente, el éxtasis de escuchar sus gemidos enardecía el acto. Hitoshi tomó el miembro de Kai y lo masturbó como anteriormente lo hacía.

-En el piso.

Exclamó el presidente con voz ronca y lujuriosa. Las personas más cercanas al presidente eran aquellas que simpatizaban más con sus ideales, eso facilitaba el desarrollo de sus proyectos, ya que podían llevar una inercia que facilitaba su praxis. Por eso no fue necesario explicar con más señas y palabras que la posición perfecta para conseguir el placer absoluto era de rodillas y teniendo a Hitoshi dándole por atrás.

Las estocadas eran profundas y certeras. Kai intentaba tocar desde su posición el pecho de Hitoshi, apenas lo lograba por el frenético movimiento, pero desde el punto de vista del empresario, aquella posición era arrolladoramente erótica. Ello despertó el impulso agresivo que conlleva el sexo salvaje, arañando su espalda y tomándolo del cabello con fuerza.

Kai comenzó a apretar aún más su ano deliberadamente, el nivel de placer aumentó fuertemente. Entonces, entre la sacudida que provocaron los espasmos en todo su cuerpo, Hitoshi explotó dentro del presidente, y este, al sentir el líquido caliente, llegó al clímax sobre la mano del empresario que ya esperaba su eyaculación.

El contrato que llevaban negociando desde hacía meses quedó saldado en un cincuenta por ciento. El resto se resolvería con un pago de transacciones bancarias.

Los buenos y prósperos negocios son aquellos en los que ambas partes ganan, y este era un excelente ejemplo. La construcción de un país no se da solamente por el trabajo del sector público, bien se sabe que el privado es esencial para el crecimiento y estabilidad nacional, por lo que los pactos entre estos dos sectores son hasta obligatorios. Aunque en el mandato de Kai Hiwatari esas alianzas no siempre se mostraban a la luz pública, sino que se firmaban al desnudo en la oscura esfera de su intimidad y sus oficinas… aunque en ocasiones en la habitación matrimonial de la residencia presidencial.

Continuará...


Por cierto, el discurso con el que inicio el fic lo encontré en la misma canción que les dije, pero originalmente es de The Kingston Trio, además las primera frase "These are the time that try men's souls" es de Thomas Paine

¡Es el lemmon con el que más me he divertido! aunque no tengo muchos, ja!

Como les dije, no tengo interés en hacer consciencia social con esta historia, pero aprovecho la ocasión para invitar a un voto libre y crítico este 1° de julio! Vamos mexicanos! y por favor, no dejen que gane Peña Nieto (por cierto, dice Kiray que esta historia es una versión de EPN con seTSo, pobre Kai, no? jaja)

Sale... me voy a ver videos de entrevistas con Fernández Noroña, están re buenos *-* Espero que les haya gustado este fic y su opinión me haría muy feliz =)