De Amor y Sexo En El Fin Del Mundo.
El mundo se va a acabar,
El mundo se va a acabar,
Si un día me has de querer,
Te debes apresurar.
"El Mundo" -Molotov
Tercera Guerra Mundial.
Sostuvo dentro de su boca el suspiro exasperado que estuvo por soltar. Miró arriba en su lugar, sólo para apreciar mejor la cuadrada quijada de Bokuto, quien, con un brazo sobre su cabeza, los cubría a ambos con el harapiento saco gris que los mimetizaba entre los escombros.
—Vamos.
Keiji admiró en silencio la sobriedad con la que su ex capitán se manejaba, tan contrario al ruidoso hombre que recordaba de hacía unos años. No, rascando la sangre seca de su frente, reconocía al ruidoso parlanchín de sólo días atrás, antes de que el final comenzara. Asintió con su habitual silencio y se movió a la par que Kotarou, cuidando de acoplar sus pasos a los suyos sin hacer ruido.
Al menos esa parte de la ciudad parecía desierta, libre de soldados estadounidenses. En el área, de hecho, no parecía haber siquiera sobrevivientes. El saco mismo había sido robado del cuerpo sin vidas de un oficinista muerto por metralla. Se lo sacaron antes de que se cubriera de carmesí y había resultado un útil disfraz entre la destrucción que los rodeaba.
— ¡Hey, hey, hey! — Escuchó el característico tic verbal que Bokuto tenía de antaño, aún si el tilde era apagado — ¿Tienes hambre?
El pelinegro asintió y Bokuto le tomó de la mano, arrastrándole hasta lo que parecían ser las ruinas de una saqueada tienda de conveniencia. Encontraron chucherías entre tierra y yogurth que comenzaba a tener un gusto a pasado. Comieron en silencio en la oscuridad en que la tarde comenzaba a sumirse, temerosos de exponerse demasiado encendiendo alguna luz. Decidieron dormir en el lugar, montando guardia en turnos, por un "cualquier cosa", que, negados a decirlo, sabían que significaba soldados con armas. Akaashi, a petición de Bokuto, durmió primero. Para cuando llegó su tiempo, injustamente en un turno desigual de vigía, adjudicándose el de cabello cano la mayor parte de la guardia, le miró largamente dormir. Suponía que el otro había hecho lo mismo. Entonces abrazó sus rodillas, atento a cualquier ruido y se perdió a medias en los recuerdos de esa vorágine cadena de acontecimientos que habían puesto al mundo entero de cabeza, y, poco antes que eso, a la confesión inconclusa con la que Koutarou le había asaltado luego de una salida entre amigos.
Ese "Me gustas" opacado por el sonido de la primera explosión y el ejército extranjero acribillando a diestra y siniestra a civiles. Los aviones cubriendo el cielo, y las bombas cayendo de estos, como dejando caer gigantescos hígados de sus entrañas, retardando el rechazo que pensó en darle en ese primer segundo en el que las palabras salieron de su ruidosa boca.
Ahora, solos y sin familia, escondiendose entre escombros con una harapienta prenda robaba a un muerto; el aceptar los sentimientos del búho parecía una buena idea. Un tranquilizador bálsamo a esa culposa sensación de verse resguardado bajo el ala protectora del hombre que más de una vez, en todos esos días, se sacó el pan de la boca para él, bebió en sorbos para dejarle los tragos y le arropó con su cuerpo para que no pasara por frío. Decirle que no, luego de todo eso, le haría sentir como un desalmado, y, consiente que tal vez estaba siendo arrastrado por es esa culpa de ser un mal agradecido, probablemente comenzaba a sentir lo mismo. Después de todo, el uno al otro era todo lo que tenían ahora.
Para el momento en el que el amanecer despuntaba en la ruinosa ciudad que alguna vez fue la capital de Tokio, Akaashi se atrevió a levantarle con suavidad, acariciando con los dedos el tieso cabello monocromático lleno de polvo, sudor y el flequillo con sangre.
Le sonrió cuando Kotarou abrió sus ambarinos ojos, y le besó con suavidad cuando sus oídos escucharon el zumbido del final. El inconfundible ronroneo de motores de aviones llenó el silente cielo y por el rabillo de ojo admiró, nuevamente, entre los rosados y naranjas tonos de un día que comenzaba, a las bestias de metal derramando sus entrañas.
—Te amo, Bokuto-Senpai. Gracias por todo.
Y, con la certeza de que iban a morir y el recuerdo de los días pasados, besó sus labios antes de convertirse en polvo y cenizas.
おわり
Sé que a muchos no les parecerá esta serie de cuentos cortos con referente a un amor que se termina en muerte. La idea surgió al programa de radio de un amigo que es bastante interesante. En un Podcast se habla sobre las diferentes teorías apocalípticas que existen. Una de ellas es sobre la Tercera Guerra Mundial, aunque es la más predecible.
Explico que este programa de radio trata sobre un tema en específico y las secciones en el abordan el topic desde el punto de vista musical, cultural, cinematográfico y literario. De alguna forma escuchar del tema y oír la canción de Molotov "El Mundo" provocaron un trance en mí que me hicieron delirar hasta crear esta serie de cuentos con la única temática del amor en diferentes escenarios apocalípticos.
Espero los disfruten, a pesar de lo posiblemente atípico de lo que tenemos por aquí. Comento que cada capítulo tratará de una pareja y una teoría apocalíptica diferente.
Nos vemos en el siguiente fin del mundo.
.Misao Kirimachi Surasai.
