¡Buenas tardes queridos semidioses! Aquí os traigo mi primera historia sobre Percy Jackson. Espero que os guste.
Antes de que comencéis a leer me gustaría advertiros de que esta historia contiene problemas adultos, no será muy fuerte sin embargo aparecen. Otra cosa que me gustaría aclarar es que Thalia en esta historia es un año menor que Jason y los demás, excepto Nico.
Una vez advertidos, disfrutad de la lectura :D
Disclaimer:estos personajes no me pertenecen son propiedad de nuestro querido Tio Rick.
Me agacho justo cuando una botella vacía de whisky vuela hacía mi cabeza. Esta se estrella contra la pared rompiéndose en pequeños cristalitos, algunos caen sobre mis brazos produciéndome pequeñas y sangrantes heridas. Veo como mi hermana Thalia sale de la habitación y desde la puerta me anima a que la siga, pero no puedo salir, todavía no. Si salgo ahora, mi madre nos perseguirá y le hará daño a Thalia, prefiero esperar a que se desahogue conmigo y después salir. Sonrío a mi hermana queriéndole decir que estaba bien, que se fuera, pero ella no me cree sin embargo se va.
Me vuelvo y miro a mi madre. Ya tiene la mano ocupada con otra botella y me la lanza, vuelvo a agacharme. La botella rebota contra la pared y cae al suelo con unas pocas grietas.
-¡Eres igual que él! ¡Esos ojos son los mismos que los de él! ¡Con ese brillo de suficiencia! ¡OJALA HUBIERAS MUERTO!-me dice mi madre mientras estrella otra botella. Uno de los cristales rebota y me hace una pequeña herida en mi pómulo izquierdo. Ella abre una nueva botella y bebe un largo trago antes de continuar.-¿Y tu hermana la emo? ¡Seguro que se corta por tener un hermano como tu!
-¡Ni se te ocurra decir eso de Thalia, no tienes derecho ni a nombrarla!-respondo armándome de valor y lleno de rabia.
-¿¡Te atreves a contestarme!?-me pregunta acercándose a mí.- Eres igual de insolente que tu padre.-sigue, mientras sus uñas de clavan en mi brazo. Me muerdo el labio por dentro para no mostrar que eso me duele, no quiero darle esa satisfacción. Por fin me suelta el brazo y sube las escaleras tambaleándose, a los pocos segundos escucho como la puerta de su dormitorio de cierra de un portazo.
Suspiro aliviado, esta noche a sido poco. Al menos esta noche Thalia no ha resultado herida. Recuerdo, que una vez Thalia se puso delante de mí para protegerme y acabo en el hospital con una herida enorme en la cabeza. Nunca podré perdonarme no haber echo nada por protegerla esa noche.
Me agacho para recoger todos los cristales que hay en el suelo con cuidado de no herirme mas de lo que estoy. Pienso en como ha cambiado todo desde que mi padre se fue. Antes, eramos una familia feliz, no muy ricos pero eramos felices con lo que teníamos. Mi madre era cariñosa, muy buena con nosotros y con mi padre. Todo iba perfecto hasta que mi padre se harto de toda esa monotonía y se largo, fue entonces cuando mi madre se refugió en el alcohol. Todos los días era una nueva prueba para Thalia y para mí, vivíamos, y lo seguimos haciendo, con miedo de que mi madre se volviera más loca de lo que ya estaba.
-¿Jason estas bien?-vuelvo la cabeza hacía la puerta y veo la cabeza de Thalia asomada en la puerta.
-Como siempre, anda vete a dormir. Mañana tenemos clase.-le digo dándole una sonrisa tranquilizadora.
-Dejame que te cure- Thalia me coge del brazo e intenta arrastrarme.-.¡Jason! ¡Vamos!
Doy un suspiro de resignación y la sigo. Ella sonríe mientras sube las escaleras dando pequeños saltitos de alegría, lo cual queda raro con su ropa negra y ese maquillaje oscuro que adorna su cara.
Cuando la miro sigo viendo a la niña pequeña de siete años que lloraba cuando mi madre empezó a beber, a la niña de siete años que protegí, y protejo, de todas las cosas posibles.
-¡Vamos, Jason! No te quedes hay parado, sientate para que pueda curarte.-me dice mientras saca un pequeño botiquín de debajo de su cama. Me siento y ella hace lo mismo.-Puede que escueza un poco.
Sonrío al ver como mi hermana me cura las heridas con una expresión preocupada. Hago una mueca de dolor cuando el algodón mojado en alcohol me roza en la herida mas profunda.
-Lo siento.-me dice Thalia un tanto preocupada, yo por otra parte tan solo le doy una sonrisa tranquilizadora.
-Tranquila, enana.-su cara se vuelve roja de rabia y me da una pequeña bofetada en la nuca. Yo solo puedo reírme. Ella bufa, y sigue limpiando mis heridas.
-Jason,¿crees...crees que mamá pueda dejar la bebida algún día?-me pregunta una vez terminada su labor de enfermera. Yo solo puedo mirarla a sus ojos, iguales que los míos, que tienen un brillo esperanzador. Se me parte el alma verla tan ilusionada por algo que puede que no ocurra jamás.
-Esto...Thalia- empiezo a decir un poco incomodo.-,es posible, enana. Buenas noches.-le digo mientras me levanto y salgo de su habitación cerrando la puerta suavemente. Me apoyo en la puerta de su habitación y mentalmente maldigo a mi padre por habernos dejado solos, maldigo a mi madre por no tener la fuerza suficiente de dejar el alcohol y finalmente me maldigo a mi mismo por no saber proteger a mi hermana tanto como debería.
Como todas las noches, me asomo al cuarto de mi madre con cuidado. Veo como duerme a pierna suelta con una botella abierta de ron sobre el pecho. Vuelvo a cerrar la puerta y me dirijo a mi habitación un poco más tranquilo. Miro la hora en mi reloj de muñeca, ¡las cuatro de la mañana! Solo podre dormir tres horas, bueno ya son mas horas de las que he dormido otras veces.
Llego a mi habitación, mi único refugio en esta casa. El único lugar en el que mi madre no ha llegado a entrar, así que es el único sitio (junto la habitación de mi hermana) que no huele a alcohol barato.
Mi cabeza cae en la almohada, sin embargo no soy capaz de conciliar el sueño. Me relajo un poco cuando escucho los ronquidos de mi madre, con suerte puede que dure dormida hasta después de que Thalia y yo salgamos hacia el instituto. Por fin tendremos un desayuno en paz. Siento como mis ojos empiezan a pesarme poco a poco, y a los poco segundos me quedo dormido.
Bueno aquí esta el primer capítulo de esta historia :D
¡Espero que os haya gustado!
