Faltaban cinco minutos para las ocho de la tarde, pero en su salón su reloj ya marcaba las ocho en punto, era una de sus manías adquiridas de Hogwarts, adelantar todos sus relojes cinco minutos y así evitar llegar tarde.
-En su nota dijo a las 8 en punto-pensó.
Tumbada boca arriba en el suelo, como solía hacer de pequeña cuando algo la superaba, estiro la mano hacia el ejemplar del Profeta de dos días atrás, y volvió a mirar la foto que le había quitado el sueño durante tantos años, su hermano, el único que le quedaba, gritando cual poseso, como si el poco juicio que su madre decía que tenía, se hubiera esfumado.
-¿Cómo pudiste Sirius? ¿Qué te pasó? ¿Por qué?- Eran miles las preguntas que se quedaron sin respuesta aquel día, pero ahora no sabía que pensar ni que sentir, aquel hombre que gritaba en la foto había sido durante años su apoyo, su héroe y su amigo pero después del crimen que cometió, no sabia si debía sentir miedo o cariño hacia él. Arrojó el periódico al fuego, observando como la imagen de su hermano poco a poco desaparecía. El timbre la sacó de sus pensamientos.
-Buenas noches Atria-
-Buenas noches profesor, adelante, su casa es mi casa.
-Muy amable.
-¿Desea tomar algo profesor?
-Si pudiese ser un copita de hidromiel, te lo agradecería.
Atria se acerco al carrito donde guardaba las bebidas, cogió dos copas y sirvió la bebida, acerco una copa a su huésped y espero a que este comenzara la conversación que tanto temía.
-Atria, me apena que sea una situación como esta la que me obligue a sacarte de este retiro voluntario que decidiste tomar hace 13 años, pero tienes que comprender que la situación a la que nos enfrentamos es muy grave y puede tener consecuencias terribles- Dumbledore la miro esperando una respuesta.
-Comprendo profesor y estoy de acuerdo en tildar la situación como algo horrible, pero lo que no entiendo es,¿En que puedo yo ayudarle?, en su carta decía que precisaba mi ayuda, si en esto se refiere a la ubicación de mi hermano, he de decirle que la desconozco.
-Querida no estoy diciendo eso, en ningún momento he dudado que si tu sabias el paradero de tu hermano, se lo comunicarías al ministerio. Si me dejas te explicaré mi análisis y el de los más cercanos a mi, respecto a la fuga de tu hermano de Azkaban.
-Soy toda oídos
-Levo dos días pensando si a la fuga de tu hermano se le une un motivo personal y he llegado a la triste conclusión de que también se le une un motivo de venganza.
-¿Hacia mi?
-No Atria, no hacia ti, sino hacía la persona que acabo con su señor y lo condenó a la tortura en Azkaban.
-¿Harry Potter?.
-Exacto por eso he venido a pedir tu ayuda, ayúdanos a proteger a Harry como no pudimos proteger a sus padres. Confío en que si tu hermano por algún casual pudiese llegar a Harry y viese que tu estas con él, quizás parte de su juicio perdido estos años regrese a él, después de todo tú eras la persona que Sirius más quería en el mundo.
-No se si su plan funcionará profesor pero cuente conmigo, haré todo lo que esté en mi mano, se lo debo a ese muchacho, después de todo fue por culpa de mi hermano que perdiese a sus padres.
-No esperaba menos de ti Atria.
-Por cierto, ¿Cómo estas últimamente en encantamientos?
-¿Cómo dice?
-Sí, en encantamientos, hemos pensado que la forma más sutil de acercarte a Hogwarts es formar parte de su profesorado, serás la profesora de encantamientos y jefa de Ravenclaw, el profesor Flitwick nos ha dejado por asuntos personales, al final le tiró la sangre y se dedica ahora a la banca, ha hecho un precio especial al colegio, y un fondo de pensiones muy interesante a los profsores.
-Dumbledore, yo nunca he sido profesora, ni se por donde empezar, ¡Es una locura!
-Te aseguro mi querida Atria, que ninguno de los docente de Hogwarts nació sabiendo enseñar. Sin ir más lejos, el caso de tu compañero Snape es muy parecido al tuyo, él entro a dar clases en Hogwarts sin ningún conocimiento docente.
-Severus…-De repente un cumulo de recuerdos se agolparon en su retina, las risas en el patio, las carreras por el jardín y aquel día de lluvia.
-¿Decías algo?
-No profesor pensaba para mi.
-De acuerdo debo irme ya, pero antes quiero que tengas todas tus cosas listas para mañana, regresarás a Hogwarts después de tanto tiempo, faltan cinco días para que empiece el curso y quiero ponerte al tanto de varias cuestiones. Mañana vendré a buscarte-dijo el profesor mientras se acercaba a la puerta.
-No se preocupe mañana estaré lista-dijo mientras cerro la puerta, caminando hacia la salita intento poner en orden toda la conversación que acababa de tener, volver a Hogwarts, enseñar una asignatura, ser la jefa de una casa y volver a ver a Snape. Era demasiado, incluso para ella, se acerco al carrito y se sirvió otra copa de hidromiel que bebió de un golpe, así dormiré mejor, si es que puedo, pensó.
La noche fue un cúmulo de sueños, sudores, insomnio y miradas al reloj y al techo. Había hecho y deshecho la maleta tres veces pensando que cosas le serian útiles e inútiles en Hogwarts, creyendo que tanta actividad la dejaría lo suficientemente cansada para dormir del tirón, pero no fue así nada más conciliar el sueño una imagen furtiva de ella y Severus en el patio de Hogwarts se le cruzo por la mente desvelándola del todo, éramos tan felices en aquella época, después él dejó de sonreir y yo dejé de ser feliz. Pasadas las tres de la mañana consiguió dormir algo.
Amaneció y no quiso esperar más en la cama, ya que llevaba una hora despierta, se levantó y se dirigió al baño dejando el camisón tirado en el pasillo que unía la habitación con el baño, abrió el grifo y espero a que el agua caliente saliera, mientras esperaba se fijo en el reflejo de su espejo, ya no era la niña de cabellos rubios y mejillas sonrosadas que había arrastrado su baúl en su primer día de clase, aun quedaba algo de esa niña, pero los disgustos de la vida habían conseguido que la inocencia desapareciera de sus ojos, aun conservaba su belleza, aún más si cabe, pero su mirada era más triste que nunca.
Si no hubiese estado tan ensimismada en sus pensamientos se habría dado cuenta del reflejo de las llamas verdes que provenían de su salita, pero en vez de esto se metió en la ducha de agua caliente.
Severus Snape aterrizó de rodillas en la salita de Atria Black, -asco de casas muggles-pensó-al levantar la vista, un tapiz de la casa Ravenclaw lo devolvió a la realidad, típico de Atria, atípico de los Black-pensóó por la estancia sin ser invitado, pero se creía en su derecho, después de todo no le hacía ninguna gracia estar allí, y había cedido a acompañarla solo por la insistencia de Dumbledore.-Ha tenido que cambiar mucho desde Hogwarts-masculló mientras colocaba en su sitio otra vez la rejilla de la chimenea con la que había tropezado. Con la luz de su varita ojeo los libros de la estanteria, los objetos ornamentales e incluso una manta vieja y raida que le devolvió a la infancia, recordó las tardes en la sala común de Ravenclaw tapado con esa manta frente al fuego. El ruido de la ducha lo devolvió a la realidad, sigilosamente se acerco hacia el lugar de donde provenía el ruido del agua, examinó el camisón tirado en el suelo del pasillo con su varita, y una media sonrisa pícara apareció en su rostro, pensó en todos aquellos que hubiesen dado cualquier cosa por estar en esa situación y aprovecharse de ella, pero él no lo haría, esas cosas no van con su forma de ser. Lo lógico hubiese sido picar a la puerta pero decidió aprovechar su situación de ventaja y espero a que su futura compañera acabara su placentera ducha, se dirigió a la habitación y espero sentado en un sofá, del que tubo que apartar algunos libros de encantamientos, mientras esperaba vio una foto en la mesilla de noche se acerco para apreciar más de cerca quienes eran los componentes de la foto-¡ah! Los encantadores hermanos Black-se dijo a si mismo. La foto enmarcada mostraba a tres jóvenes de entre catorce y dieciséis años- Tiene que ser de antes de la conversión de Regulus en Mortífago-dijo en voz alta
-Sí, es del verano anterior- contestó una voz detrás de él, Atria con una toalla y el pelo empapado lo miraba desafiante desde el marco de la puerta-Aunque lleve alejada del mundo mágico bastante tiempo creo recordar que entrar en una casa ajena sin permiso sigue siendo delito ¿No es cierto viejo compañero?
-Sí. Sigue siendo un delito, pero da la casualidad de que yo si tengo permiso, no tuyo pero si cedido por el que realmente debería estar en tu casa, tengo esto para ti-extendió la mano y le entregó una carta sellada con el emblema de Hogwarts.
-Gracias-, contesto ella y abrió la carta, mojándola pues el agua no dejaba de caer de su pelo, mientras leía sabía que esos ojos negros no dejaban de analizarla y no por la situación y el poco decoro de su vestimenta, sino más bien por la curiosidad que los años habían acrecentado. La carta básicamente era una disculpa de Dumbledore por no poder asistir a su cita para acompañarla al castillo, pero deja esa responsabilidad en Severus.
-De acuerdo, ¿Te importa esperar fuera mientras termino de arreglarme?.
-Como no, después de todo no tengo nada más importante que hacer que esperar a que tú te rices las pestañas-una mirada rasgada fulminante de ella lo dejó parado en el sitio durante unos segundos, aunque ya conocía desde que ella era pequeña sus miradas, las de odio siempre habían conseguido dejarlo fuera de juego.
-Seré rápida incluso puede que me sobre tiempo para rizar "tus" pestañas-dijo maliciosamente.
-Esperaré en la salita-salió corriendo de la estancia, no sin antes recordar que al igual que antaño en las distancias cortas siempre salía él perdiendo, hay cosas que no cambian.
Atria respiró profundamente cuando él salió de la habitación, su corazón empezaba a relajarse y pudo empezar a arreglarse, haberla visto medio desnuda y con el pelo chorreando no tenía remedio, pero ponerse algo decente y elegante para parecer algo seria al resto del profesorado todavía era posible, cogió el vestido que la noche anterior había decidido que sería el más apropiado, una capa corta y unos botines de atar con un tacón bastante aceptable, se secó y recogió el pelo y para acabar maquilló su rostro victima del cansancio. Estaba lista y en tiempo record, se miro en el espejo por última vez y cayó en la cuenta de que le faltaba algo a su vestido, abrió uno de los cajones de la cómoda y saco un broche con un águila, del que nunca se había separado Sirius se lo había regalado en su primer año en Hogwarts-Lista, dijo mientras salía de la habitación.
Severus en la salita no perdía detalle de la colección bibliográfica que Atria poseía-Los dos éramos unos apasionados de la lectura, oyó pasos al final del pasillo y se giró entonces la vió acercarse, sí que quedaba algo de esa delicada criatura de apariencia frágil que había conocido antaño, aunque tenía que reconocer que su belleza con los años había aumentado considerablemente, pero sus ojos aunque conservaban ese azul aguamarina que tantas veces había admirado tenían un halo de tristeza que antes no tenían.
-Estoy lista cuando quieras, mi baúl está detrás de ti.
-De acuerdo primero iré yo con tu baúl y después tú.
