ACLARACIONES: Mundo alterno.

Nombres de las naciones:

Holanda – Vincent

Dinamarca – Soren

Belgica – Emma

Luxemburgo – Marcus

"HETALIA NO ME PERTENECE, DE LO CONTRARIO MÉXICO YA ESTARÍA AHÍ."

"FAMILIEN"

CAPITULO I

Un asustado Antonio contemplaba su horrible final mientras la cuerda lo bajaba cada vez más a ese hirviente caldero de acido. A unos metros de este, un emocionado Vincent contemplaba lo que consideraba el adiós a su más odiado enemigo.

-Jajajajaja Muajajajaja – reía macabramente, su gloria había llegado – Hasta nunca Antonio! Muajajajaja!

Y justo antes de que el español se sumergiera, todo se volvió negro y escuchó una voz hablarle.

-Vincent! – abrió los ojos, frente a él se encontraba su querida hermana mirándolo con enojo.

-¿Pero qué demonios te pasa? – dijo incorporándose perezosamente – Estaba teniendo un sueño maravilloso.

-No me digas, seguro estabas por matar a Antonio ¿no?

-¿Pero cómo lo supiste? ¿Eres adivina? – dijo él con fingida sorpresa.

-Eres tan cínico – la rubia le miro con reproche mientras él sonreía – como sea, el desayuno está listo, ve a despertar a Marcus.

-Si jefa – dijo levantándose por completo. Emma salió de su habitación y tras cambiarse la ropa, se dirigió al cuarto de su pequeño hermano.

Entró cuidadosamente, él pequeño de ocho años aun dormía totalmente envuelto en sus cobijas. Vincent se acercó hasta la cama y sentándose en ella comenzó a llamarlo.

-Marcus, Marcus – le movió un poco pero no hubo respuesta – es hora de pararse, el desayuno ya está.

Nada, el niño seguía durmiendo. Siguió intentando pero la respuesta era siempre la misma, entonces decidió aplicar una nueva táctica.

-Bien, si no te paras en este mismo instante, me comeré toda tu ración y no comerás hasta la tarde.

-No! – dijo el pequeño parándose de golpe.

-Buenos días – saludo Vincent sonriendo.

-Eres muy malo hermano!

-Claro que no, yo solo te advertí.

-Hm – Marcus hizo un puchero.

-Anda, que la loca nos espera – Marcus extendió sus brazos hacia él y Vincent no tuvo de otra más que cargarlo. Como decirle que no a su hermanito.

Llegaron al comedor y se dispusieron a comer sus sagrados alimentos, según Vincent, y estaba a punto de morder su maravilloso sándwich cuando el timbre sonó.

-Ni creas que voy a ir yo – le dijo Emma tomando su café.

Vincent gruñó y se levantó furioso, ojalá fuese algo realmente importante, si no le rompería la cara al imbécil que se atrevió a interrumpirlo. Pero al abrir la puerta un alegre saludo le hizo desistir de ello.

-Hola Vincent!

-¿Soren? – preguntó sorprendido a un rubio de cabellos alborotados y ojos celestes – ¿pero qué haces aquí?

-Es una larga historia – dijo – ¿puedo pasar?

Vincent asintió y dejó pasar al que consideraba su mejor amigo, solo que hubo un pequeño detalle, Soren entró con una gran maleta y eso en definitiva lo dejó sin palabras.

-Soren! – lo saludó Emma – me da gusto verte. Estamos desayunando, ¿gustas?

-Claro – contestó con una sonrisa.

Yacían todos comiendo tranquila y silenciosamente, bueno, todos menos Vincent, su instinto le decía que algo andaba mal, muy mal. Después de todo, la repentina aparición de su amigo, la gran maleta y la mala disimulada tristeza en el rostro de este, se lo confirmaban.

Cuando terminaron, Vincent supo que era momento de hablar, así que arrastrando a Soren a la sala, se dispuso a interrogarlo.

-¿Qué sucedió?

-Discutí con mis hermanos y me fui de la casa – soltó Soren.

- … - Vincent le miró – ¿te das cuenta de lo que hiciste? Te corriste de tu casa! TU CASA IMBECIL!

-No lo había pensado de esa forma – dijo el otro pensativo.

-Por supuesto que no idiota! – respiró profundamente – ¿por qué fue esta vez?

La sonrisa de Soren se borró, agachó la mirada y un aura de tristeza le invadió.

-De hecho – dijo – fui yo quien se enojó. Ya me harté de ser el idiota al que siempre culpan de todo. El idiota que no sabe hacer nada y por el cual tenemos tantos problemas. Ya me cansé de sonreír y mostrar una felicidad que no siento.

Jamás había visto a Soren así, tan depresivo… realmente estaba sufriendo.

-¿Y ahora que vas a hacer?

-No lo sé – dijo Soren sin mirarlo.

-No te preocupes, puedes quedarte aquí el tiempo que quieras – dijo Vincent – eso si, no quiero desastre, ¿de acuerdo?

Soren le miró y una alegre sonrisa se formó en sus labios, no había nadie mejor que Vincent, él siempre le ayudaba.

-No tendrás ninguna queja mía!

- Bien, vayamos a preparar tu cuarto – dijo Vincent con una pequeña sonrisa.

Odiaba ver a Soren triste, era su amigo, no podía dejarlo a su suerte, no era tan malo.

Los días pasaron, Soren era de gran ayuda en la casa. Limpiaba, barría, cocinaba, jugaba con Marcus, quien ya le había tomado cariño. Todo era felicidad en la casa de Vincent, pero… ¿qué ocurría con los hermanos del rubio sonriente?

El silencio reinaba ahí, todo era paz según ellos, no habían gritos, ni risas, no se escuchaba nada. Oh si, la tranquilidad que tanto anhelaban, o eso pensaban ellos, pues un pequeño Peter estaba muy preocupado. ¿Dónde estaría su tío Soren? ¿Estaría bien?

Estaba mortificado y en su pequeña cabecita no dejaban de rondar sucesos malos y demás cosas abominables, más no se atrevía a preguntar nada debido a la seriedad de todos, no deseaba molestarlos. Así que guardando silencio, se resignó a realizar todas sus actividades lo más normalmente posible. Nada era igual sin Soren, lo extrañaba mucho.

CONTINUARA…

GRACIAS POR LEER!