Debido a un accidente, padezco disgrafía, de antemano pido disculpas por los teclazos y las barbaridades del auto corrector.
Naruto y todos sus personajes son propiedad de Kishimoto sensei.
Prólogo.
Hinata hacía un esfuerzo sobrehumano para no desmayarse; sabía que moriría pronto, pero al menos sus últimos momentos en el mundo no los pasaría con el miedo de que los hombres de Hanzo la salamandra encontrarán su cuerpo y lo mutilasen para demostrarle a su jefe que la habían alcanzado.
Apenas esta mañana ella y sus padres estaban empacando, pues no juntaron el dinero que el Bandido exigían como pago para que su pequeño almacén siguiera abierto.
Ya habían visto que sucedía si no les pagaban a tiempo, ellos llegaban y mataban enfrente del cabeza de familia a sangre fría a la mitad de la familia y se iban exigiendo el pago al dia siguiente sopena de perder a la otra mitad, ella lamentablemente tuvo la mala suerte de que su familia no salió a tiempo por lo que con cuchillo en mano ellos degollaron a su madre y su padre cuando ellos le dieron la primera tajada en el vientre los empujo para que tratara de escapar.
Con toda la sangre que perdió y el cansancio, Hinata veía su vida regándose en el suelo terroso del bosque, afortunadamente para ella ahora que obscureció, si encontraba un refugio decente al menos podría ponerse en paz con el creador e irse tranquilamente, por eso cuando vio la caverna se arrastró a ella con dificultad. Como pudo logró entrar a la caverna y se fue asentando en ella, llegó a una especie de altar, en el que se encontraban toda clase de talismanes y signos pintados en él, ella se tambaleo y callo bruscamente sobre la plataforma, apartado de un manotazo los objetos, borrando en el proceso algunos signos pintados en el altar, se recostó a lado del altar pensando que era gracioso que fuera a morir de esa manera, lo último que vio antes de cerrar los ojos fue una figura que se acercó a ella.
Se despertó y se encontró en la absoluta oscuridad, al tratar de extender sus brazos encontró dos paredes a lado de ella, haciendo fuerza con los pies dio un salto y encontró el techo, tanteando un poco más presa del pánico se dio cuenta que si bien de alguna forma estaba viva, había sido enterrada, ella golpeó con todas las fuerzas que pudo el ataúd donde estaba encerrada, el cual para sorpresa de ella cedió con facilidad, al salir de él vio que no estaba enterrada viva, más aun, seguía en la caverna donde se fue a ocultar.
Aunque no había luz podía ver con claridad la cueva, antes, mientras el sol se ocultaba apenas vio que había en el supuesto altar, ahora veía con claridad una serie de guirnaldas secas y algunos objetos de plata regados, así como una suerte de pentagrama con algunas partes borradas en el centro del altar.
Alguien trajo aceite y cerillas así como un vieja bujía de alcohol la cual lleno con aceite, una vez que la mecha estuvo empapada la encendió.
A la luz mortecina de la lámpara pudo ver algo que no comprendía en ella, sus uñas estaban largas, más largas de lo que recordaba, no solo eso, se sentía incómoda con su ropa, sobre todo en la cadera y el pecho sentía una opresión, ella por reflejo se tanteó el lugar donde fue apuñalada y extrañada vio que en ese sitio ni siquiera tenía puntos o una cicatriz.
De repente oyó un crujido y al ver en dirección al altar pudo ver cómo se movía, del altar salió una jovencita de no más de veinte años, la chica era algo alta, piel clara pálida, tenía el cabello rubio corto, ojos azul pálido, labios rojos y sensuales; piernas largas y torneadas, cintura delgada a causa del corsé que traia puesto así como un viejo batín blanco que dejaba ver casi por completo un par de enormes senos.
-Vaya, ya despertaste- dijo la joven sonriéndole a su invitada.
-¿Quien eres y que está pasando?- Hinata se sentía rara, estaba asustada por la situación, pero la joven no le daba miedo alguno.
-Me llamó Samui, cariño ¿Que es lo último que recuerdas?-preguntó la rubia sentándose en el sarcófago.
-Unos hombres de Salamandra Hanzo me perseguían, me habían apuñalado en el vientre y estaba perdiendo mucha sangre, entre a esta cueva, me recargue en esa plataforma y me desmalle- enumeró algo confundida la mujer.
-¿Que más?
-Mmm desperté dentro de un ataúd, es todo los que se- terminó su relato con la voz quebrada de miedo-Estoy en el limbo verdad, estoy muerta.
-No cariño, no estás muerta, pero tampoco estas viva- Samui le hizo a Hinata el ademán para que se sentara junto a ella- ciertamente alguien con tus heridas habría muerto, para tu fortuna cuando caíste sobre mí sarcófago borraste los sellos que me mantenían atrapada adentro, como agradecimiento te convertí en alguien como yo, en una vampiresa.
Hinata se sentó junto a Samui tratando de asimilar lo que le acababa de contar, no sabía de qué le estaba hablando, sólo sabía que estaba bien y a salvo, iba a pedirle a su anfitriona que se explicará mejor cuando un ruido fuera de la cueva llamó la atención de las mujeres
-Maldición, ¿Dónde carajos se escondió esa perra?- Preguntó un hombre de mediana edad a sus dos acompañantes- con lo débil que estaba no pudo ir lejos.
-Es tu culpa por no degollarla, todo por no arruinar la cara de esa tipa- se quejó un segundo hombre.
-Más bien es tu culpa por no contener bien al padre- se defendió el tercer hombre señalando al primero- a ti fue al que se le escapó.
Dentro de la cueva a pesar de que había al menos cincuenta metros de distancia entre ellas y los hombres, Hinata se dio cuenta que pudo oír completa la conversación, estaba asustada de que esos hombres la encontrarán, iba a pedirle a Samui que huyeran, cuando al voltear a verla, pudo ver como la mujer que hasta hace instantes la veía de manera gentil y dulce, esbozaba una cruel sonrisa.
-Mmm, me encanta cuando las presas vienen directamente a mi- decía tras relamerse los labios la rubia, en ese gesto; la chica ojiperla pudo ver que los ojos de su acompañante se volvían rojos y que sus colmillos se volvían largos y filosos.
-Shhh, no hagas ruido y sigueme- ordenó la rubia, y para sorpresa de Hinata ella obedeció la orden a pesar de estar aterrada.
Samui y Hinata rodearon por a los bandidos y se colocaron detrás de ellos, cuando los tenían en frente, la ojiazul le hizo una seña para que se escondiera mientras que ella carraspeo para llamar la atención de los hombres.
Ellos voltearon en dirección a la voz que oyeron, ninguno de los bandidos podía creer que frente a ellos se encontrará una mujer tan hermosa y semidesnuda, era tanto su estupor que no vieron cuando los ojos rojos de la rubia brillaron de manera siniestra.
-Aún estoy débil, me tomó cinco segundos atraparlos- mencionó casualmente la rubia- tú y tu vengan acá.
Los hombres que Samui señaló se acercaron muy lentamente, cuando estuvieron frente a ella, rasguño en el cuello a uno de ellos tan fuerte que el bandido comenzó a sangrar, al otro lo tomó de la mano y lo apartó un poco, tras lo cual lo obligó a agacharse un poco y le ordenó descubrirse el cuello.
En el momento en el que el bandido comenzó a sangrar, Hinata no fue dueña de sus actos, el color de la sangre y su olor embriagaron sus sentidos, sin miedo alguno, se lanzó hacia el hombre y le derribo, en el suelo mordió en la yugular al hombre y comenzó a succionarle la vida con avidez, sin ser consciente que su compañera hacia lo mismo.
La rubia sentia que perdia lentamente el control sobre el tercer hombre, pero ya que estaba recobrando sus fuerzas y sin dejar a su presa en paz, abrió los ojos y volvió a paralizar a su víctima, cuando sintio que la vida de su alimento se había consumido, con gran elegancia la depósito en el suelo y se dirigió hasta su segunda comida de la noche que aún estando paralizada tuvo la conciencia suficiente para mirar aterrada, a la predadora que terminaría con su vida.
Hinata dejó exánime a su única victima al mismo tiempo que Samui, se relamio los labios de manera lasciva degustando extasiada las últimas gotas de sangre el bandido, y se levantó llena de vitalidad y fuerza, fue en ese momento donde recobró el dominio de si misma y grito horrorizada por lo que acababa de hacer.
-!¿Que he hecho!?…¡¿Que sucedió conmigo!?- gritaba la ojiperla llorando de miedo y tristeza- ¡Soy un monstruo!.
!SLAP!, Samui le dio una bofetada a Hinata, puso sus manos en sus mejillas y la miró directamente a los ojos.
-No eres un monstruo, la primera vez que un vampiro se alimenta lo hace por instinto, la prueba de que no eres un mounstro es que sientes pena y repulsión por haber quitado una vida. !Pero la vida que tomaste no le pertenecía a un inocente!.
Hinata seguía llorando, peeo la intensidad de sus sollozos había bajado considerablemente.
-Acompañame de regreso a la cueva cariño, tú y yo tenemos mucho de que hablar.
