Nervioso y asustado, así es como se sentía. Jodidamente nervioso , cagado de miedo.

Veía a la gente pasando, corriendo a su alrededor, con prisa y empapados en sangre la mayoría de ellos. Se sentía tan vacío…

Sólo miraba la entrada del Gran Comedor, destruida por la batalla que se acababa de librar hacía apenas media hora, con la esperanza de que, de un momento a otro ella entrase (Tal vez ayudando a algún herido o simplemente para verles… Para decirles que estaba bien)

Sus compañeros, amigos y algún que otro mago que no conocía iban de un lado para otro, transportando gente, magos heridos… O muertos.

De pronto empezó a sentir calor, acompañado por un miedo que le devoraba por dentro: ¿Y sí, de aparecer, lo hacía en brazos de uno de esos compañeros?

Apretó la mandíbula y los puños con tanta fuerza que se clavó las uñas en las palmas de las manos, haciéndose heridas. Empezó a acelerar la respiración sin darse cuenta y se giró hacia donde estaba toda su familia. Estaban todos, incluido Percy alrededor de Fred.

Un sentimiento le atravesó, como una bofetada. Miró a su madre, que había dejado de llorar y miró a George con dolor y cariño, aún con lágrimas en los ojos. Sin embargo, George advirtió que no sólo era cariño ni dolor en sus ojos, también había miedo. Miedo de perderle a él también, de perderles a ellos, de perder a alguien más.

También él tenía ese miedo en el cuerpo, pensaba en ella, en lo que estaría haciendo. ¡Dónde coño estaba!

Seguía pasando el tiempo, y él seguía ahí, quieto, inmóvil, incapaz de moverse de allí, a tan solo unos metros de donde su hermano Fred yacía muerto. Y en su interior el miedo crecía cada vez más e iba cobrando un extraño poder en él.

No fue capaz de esperar más y echó a correr en dirección a la puerta del gran comedor, estaba dispuesto a recorrer cada centímetro de aquel maldito castillo hasta encontrarla. Entonces la vio, y se paró en seco, como si se hubiera chocado contra una pared invisible. Dio un paso hacia atrás, sin dejar de mirarla. Neville le lanzó una mirada de comprensión mientras avanzaba lentamente con ella en brazos, como si temiera pisar una mina y salir volando.

Trató de visualizarla como otra persona, pero no pudo, era ella, y había entrado en el Gran comedor de la peor manera posible.

Primero Fred y ahora ella…- Su voz se quebró, y las piernas le fallaron. Cayó de rodillas al duro suelo, pero no le importó, ya poco importaba.