Los personajes pertenecen a la maravillosa Stephenie Meyer, yo solo deje fluir mi imaginación creando una historia un tanto diferente.


Las cosas buenas siempre se hacen esperar. Mi hermosa chilaquilito, en tu cumpleaños, te deseo la mejor de las suertes y mucha felicidad. ¡Qué viva la guapa!


He loves you


Los labios se juntaron en un chasquido, suave y dulce a la vez. Las manos de Edward le recorrieron el rostro, las yemas memorizando la sedosa piel de las mejillas y bajo los ojos, los labios danzando de forma regular, perfecta y sincronizada. Susurrando en voz baja, él dijo su nombre y el corazón de Bella latió acelerado, sus frágiles manos se atoraron en la cintura de él y los pulgares trataron de recorrer, temblorosos, la piel nívea de la espalda.

Ella lo amaba. Sin importar el tiempo, la distancia y las adversidades que se cruzaron en su camino. Lo amaba, más que cualquier cosa en el mundo y lo esperó hasta que tuvo el valor de llegar a su corazón, recto, perfecto, caballero. Edward es lo que siempre quiso, y ahora, en medio del silencio de su corazón y la paz del amor que solo él le proporcionaba, Bella se alegra de haber esperado el tiempo necesario.

Los dos murmuraron en silencio, el muchacho le acarició el cuello con la nariz de mármol y un suspiro entrecortado salió de sus labios. Su nombre, acompañado de la más dulce voz que jamás ella escuchó.

Estaban ahí, encerrados en esa pequeña habitación mientras la muñeca de trapo de su pared los observaba. Bella jadeaba por falta de aire y Edward le besaba las mejillas, la punta de la nariz y la mandíbula, despacio, suave, solo buscando demostrarle el amor que le tenía. Ella tenía sus dedos en medio de la maraña de cabello cobrizo, acariciando los mechones con las yemas de los dedos, extasiada por las sensaciones que él lo provocaba.

—Humm—susurró con voz sedosa, levantando la vista con los ojos claros brillando por la luz del alba, proveniente de la ventana—será mejor que me marche. Tu padre despertará pronto.

—Quédate—pidió ella, abrazándole con la débil fuerza de sus brazos—solo un par de segundos más.

—Nos veremos en diez minutos, cuando te recoja para ir al instituto—le besó la frente con una sonrisa traviesa y torcida dibujada en los masculinos labios—si me voy ahora, la culpa será menor por no dejar que durmieras.

Bella se rió y le besó con cuidado en el hueco tras la oreja.

—Dormí un par de horas.

—No las suficientes—aseguró él, tomando la playera que reposaba en la peinadora del dormitorio—y quiero tenerte despierta para el examen de biología.

—Está bien—susurró con los ojos abiertos, las retinas grababan a fuego lento la imagen de su pecho descubierto—te veré luego, supongo.

—Así es—Edward se tragó una risilla burlona y le besó en los labios en un segundo—Sé buena mientras no estoy.

Ella asintió y se levantó, directo hacia la ducha.

—¿Bella?

La interpelada le regresó los ojos mientras sus mejillas se llenaban de sonrojo al sentir la mirada de Edward.

—Te amo. —Juró él, con las manos tras la espalda y la decisión marcada en sus facciones.

—Lo sé, también te amo—se sonrieron y luego él desapareció.

Bella suspiró. Edward era hermoso, sin palabras para describirlo y por alguna razón. También la ama, de esa forma especial que solo ellos dos comprenden.


Hi!

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