El mundo es un funeral, un cuarto de fantasmas. No hay señales de movimiento, sin signos de pulso. Solo un eco, solo piel y hueso.

Doomed – BMTH

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Levi sabía perfectamente que no había vuelta atrás. Que incluso si intentaba darse la vuelta, aquellos ojos lo perseguirían por siempre. Él nunca fue un cobarde. Cada decisión que tomaba, cada palabra que soltaba, cada acto, cada gesto, todo era pensado, nada surgía de él que fuera deliberado. Y por eso había llegado hasta ahí, con su corazón hecho trizas y una determinación quemándole la piel.

Estaba condenado.

- ¿Señor Ackerman? – el abogado habla, tono firme, apremiante. Él espabila. Unos ojos verdes lo miran, brillantes y expectantes. – Su firma, por favor. Mis clientes se tienen que retirar.

Levi titubea. ¿estaba seguro?

No, no lo estás. Pero es la vida de Farlan la que pende de un hilo.

- ¿Dónde hay que firmar, me repite de nuevo? – evita esa mirada que lo recrimina, que lo hace sentir miserable.

Eren contiene el aliento, Levi lo está haciendo. Está firmando, sellando su futuro.

- Muy bien, entonces tenemos un trato – interviene Mikasa, tan condescendiente y fría como de costumbre.

¿Cómo es que había llegado a esto?

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A Mikasa le gusta el invierno. Es frío, es gris y blanco. Huele a nieve, a lluvia y un poco a dulce de leche. Le trae buenos recuerdos.

Suspira quedamente, mirada puesta sobre el ventanal. Tiene treinta años, es una mujer exitosa, abogada de profesión, tiene una preciosa casa en la calle Sina 501. Grande y lujosa, está casada con el amor de su infancia. Es una alfa fuerte, determinada como los de su raza, y audaz. Todo le sale bien.

Todo.

Excepto una cosa, una nimiedad.

- ¿Mikasa? – una voz salpica sus pensamientos. Es cálida y amable, con un tono agresivo difícil de disimular.

Mikasa gira la testa y encuentra dos esmeraldas que brillan sin ayuda del sol, que despliegan su luz por cada rincón obscuro. Y ella sonríe, lo hace como hace años cuando lo vio por primera vez. Ella con la nariz escurriendo fluido nasal y ojos lagrimosos. Él se había acercado preocupado, le ofreció su mano y le dijo que ya no llorara más, entonces, para calmar su llanto, él le envolvió una larga bufanda de color vino alrededor de su cuello. Un tesoro al que ella se ha aferrado desde entonces.

- Eren, no sabía que venias – dice Mikasa, las comisuras de sus labios siguen elevadas, y Eren la imita.

- Mi turno acabó, no tengo más pacientes por el día de hoy – asegura.

Eren es alfa igual que Mikasa. Metro ochenta y siete, piel tostada y cabello chocolate. Es una bomba sexual que exuda erotismo por cada poro. Eren es consciente de su atractivo, pero nunca lo ha usado a su favor. Ni su condición como para ser tratado mejor.

Mikasa acepta salir a comer con su esposo. Ambos hacen una pareja perfecta: exitosos, hermosos, y supremos. La gente que los mira al cruzar las calles queda embelesada por tanta belleza.

Y Mikasa se siente afortunada, porque desde que era niña había deseado esa felicidad. Abrazaba el romanticismo e imaginaba con Eren y ella en el altar.

Ahora todo lo que tenía era real. No un sueño de niña.

Pero no está completa.

Por ser ambos alfas, les es imposible concebir. Lo han intentado de mil formas: fecundación in vitro, tratamientos alternativos, terapias. Nada ha resultado. El médico y el mismo Eren han confirmado cientos de veces que Mikasa no puede ser capaz de dar vida, ella como alfa necesita un omega, Eren también.

Sin embargo, ninguno de los dos quiere separarse. Aunque Mikasa cree que ya no debe esperar más. Cualquier tratamiento o alternativa que se le ofrezcan será capaz de tomarla, sólo para darle un hijo al amor de su vida.

Eren la lleva a un maravilloso restaurante francés en la Avenida 124, donde hay alfas con sus parejas omegas. Cosa que incomoda a Mikasa.

Un omega pelirrojo pasa junto a ella con un crío entre los brazos, y Mikasa se hace pequeña a su lado, porque está incompleta, Eren sabe cuan infeliz es su compañera, y lo decepcionada que esta de sí misma.

- Ya nos llegará, Mika – estira el brazo, acaricia el dorso de la mano derecha de Mikasa, quien apacible acepta su consuelo, mas no la tranquiliza.

- Eren… - los ojos apagados de Mikasa lo miran. Eren traga saliva y evita el contacto visual. Su esposa toma una bocanada de aire.-Estuve investigando – el castaño asiente, escuchando atento – sé que hay otras formas de tener un hijo.

Eren suelta el aire que había contenido hace unos instantes. Finalmente Mikasa se resignaba, había llegado el momento de recurrir a la adopción.

- Lo sé, cariño. Y creo que es una magnífica idea – agrega Eren, sutil. Mikasa parpadea.

- ¿Ah, sí? – dice sorprendida – no creí que también estuvieras de acuerdo, es decir, es algo fuera de lo común pero se ha puesto de moda para las parejas alfa.

- ¿De moda? – Eren ríe ligeramente, no burlón, y eso Mikasa lo agradece – pero si es tan común de lo que imaginas.

- ¿Sí? Bueno, yo estuve leyendo comentarios en internet. Es una alternativa rudimentaria, y quiero intentarlo, nuestro momento ha llegado.

Aunque Eren no lo dirá en voz alta, más tarde Mikasa se enteraría de que él no estaba listo para convertirse en padre. A sus treinta años, siendo médico pediatra y un catedrático afamado, su vida había conseguido una ola de paz inimaginable. Tenía la estabilidad económica y social que deseaba, y de pronto Mikasa salta con sus dudas sobre la maternidad y el reloj biológico, y que quiere ser madre cueste lo que cueste. Pero Eren no va a discutir, lo hará después, cuando no puedan sostener por más tiempo el lazo que los une.

- Cariño, estoy de acuerdo, adoptemos, es una idea maravillosa. Darle un hogar a un pequeño desafortunado es uno de los gestos más hermosos que podemos tener como seres humanos. – Eren alcanza su mejilla y tira de ella.

Mikasa frunce el ceño, confundida.

- ¿Adoptar? ¿Quién habló de adoptar? Yo no quiero traer a un niño hijo de-no-se-quien a nuestra casa – su tono de voz es áspero, indiferente, a Eren lo sorprende. – Quiero un hijo tuyo, mío.

- Mikasa, ya hablamos de es-

- Ya sé – interrumpe bruscamente. No quiere escuchar a Eren pesimista – pero tengo amistades, y me han dicho que no hay mejor manera que esta.

- ¿Y cuál es? – Eren enfoca su vista en el plato de crema de zanahoria que había ordenado antes del plato fuerte. No quería discutir con Mikasa en un lugar tan lindo como ese.

- Alquilar un vientre.

Ella está decidida. Tendrán un hijo, un precioso niño o niña, omega o alfa, puede ser beta incluso. Pero será de ellos.

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Levi Ackerman es hijo de una meretriz. Creció y se crío en la Ciudad Subterránea, un baldío desolado y repleto de ratas como él en su país natal, Francia.

No recuerda a su bella madre. Aunque sabe mucho de ella gracias a sus clientes y a sus compañeras de trabajo. Su madre murió cuando él apenas alcanzaba los siete.

Asistió a la escuela hasta los 18, cuando el orfanato donde lo habían acogido terminó echándolo porque ya no podían hacerse cargo de él.

Levi trae la escuela de la calle. Su actitud arisca y las cicatrices en su cuerpo son una clara muestra de lo podrido que esta el mundo. De la obscuridad que nadie ve. Él ha tenido una vida desafortunada, ha conocido gente muy mala, y ha sido maldecido o bendecido por tener amigos de verdad. Lo único bueno que te enseña la orfandad y la calle es que conoces a la gente de verdad. No a esa mierda de sociedad que se esconde en mascaras con pinta de buena gente. No, Levi ha visto lo peor del mundo, y por ello, ha crecido con resentimiento.

Cuando tenía 12 años tuvo a su primer mejor amigo, Farlan Church. Rubio, alto, de piel nacarada, y nariz de botón. Farlan lo cuidaba en el orfanato, no se fue con ninguna familia para no abandonarlo. En las buenas y en las malas siempre estuvo a su lado.

Incluso impidió que lo violaran un grupo de cuatro cuando Levi había sido reducido a un manojo de temblores e hilos de sangre.

No tenía como agradecerle a la maldita suerte o destino que pusiera a Farlan en su camino. Era un hermano.

Y esa era una razón poderosa para querer sacarlo del lío en el que se encontraba.

- ¿Cuánto debes? – Levi pregunta. Farlan lo mira con pena, con dolor de saber que Levi no es capaz de pagar la cantidad que él tampoco puede liquidar.

No importa cuán duro trabaje, cuantas horas extras cubra. Farlan debe la vida, y aun así no sería suficiente para esos malnacidos.

Había escapado de la miseria de Francia para encontrarse con la miseria en Alemania, junto a Levi.

- Es mucha plata, Lev – dice Farlan, mirada gacha, moretones cubriéndolo en todo el rostro.

Levi chasquea la lengua. Tiene unos cuantos billetes ahorrados, no es mucho pero quizá eso calme la bronca que tiene Farlan.

- Cuanto – insiste, voz irritada. Continua limpiando la sangre seca del labio inferior. Los ojos audaces de Farlan se clavan en Levi.

Es precioso: ojos grises, nariz respingada, piel blanca como la leche, labios carnosos y rosados, cejas delgadas. No quería perderlo. Se sentía más culpable por haberlo involucrado en sus problemas.

- Cinco mil…

Las manos pequeñas de Levi dejan caer el algodón embebido en alcohol, su cara lo dice todo.

- ¿Qué? – se pone de pie, Farlan suspira, ahí, sentado al filo de la cama que pertenece a Levi.

- Cinco mil… no puedo pagarlos.

Y menos Levi, que tenía unos trescientos ahorrados, y eso le había costado horas extra y dos meses y medio. No, no podía pagarlo.

- Farlan, es muchísimo dinero, ¿Cómo es posible que…?

- No vendí toda la mercancía, y…

- Consumiste – Los labios de Levi son una línea recta, fina y delgada.

Farlan no lo mira, se siente derrotado ante su propia adicción y la desgracia que ha acaecido sobre él.

- Sí… Levi, lo siento… yo… no puedo dejarlo… bueno, ahora sí, de verdad.

Levi suspira. Si dejaba ir a Farlan así como estaba, con esa deuda, las cosas empeorarían, y no estaba seguro de que su amigo beta volvería a él sano y salvo. La gente con la que Farlan tenía tratos era de muy mal ver. Mucho peor que ellos dos, y eso es decir mucho.

Tenía que ayudar a su amigo, no importaba como, pero debía hallar la forma.

NOTAS FINALES

Sí, parecerá cliché: alfa y omega unidos por una trágica historia. Surge el amor, el alfa abandona todo por el omega, se casan, tienen hijitos y viven felices para siempre. Pues no, eso no va a pasar, bueno, tendrá un final… feliz. No totalmente, pero sí habrá que celebrar. Sin embargo, no hay nada de cliché en esto –espero- ya verán por qué. Eren será algo así como un alfa egoísta y severo contra un Levi preocupado y desolado. Quiero ver personajes débiles y fuertes, lo lamento. De ahí en más, espero que les guste. Le estoy poniendo mucho amor a este fic, serán capítulos largos, y con muchos sentimientos de por medio.

Cinco mil euros equivalen a cien mil pesos mexicanos, algo así. Si estoy mal, confírmenme. Besos.