SUPERNATURAL

War of the Worlds

(Escrito por Federico H. Bravo, con algunos conceptos basados en la obra de H. G. Wells, "La Guerra de los Mundos")

1

El inicio de la invasión

En las primeras décadas del siglo XXI, nadie hubiera creído que la Tierra estaba siendo observada atentamente a través del espacio por inteligencias superiores a las del hombre… y tan mortales como él. Desde un antiguo mundo de nuestro sistema solar, mentes que son para nosotros lo que nosotros somos para los animales –fríos e indiferentes- envidiaban a la Tierra y hacían planes en contra nuestra.

Ocupado en sus asuntos, el hombre había sido analizado y estudiado, como el hombre con su microscopio puede estudiar a los diminutos seres que habitan en un vaso con agua. Al observar nuestro planeta con aparatos e ingenios que ni siquiera podemos imaginar, vieron en nuestro mundo una estrella de esperanza, puesto que el suyo, Marte, estaba yermo frío y seco, y agonizaba. Con potentes telescopios, los marcianos miraron hacia nuestro planeta y vieron el verde de la vegetación y el azul del agua, con una atmósfera llena de nubes de fertilidad. Y a través de esas nubes pudieron ver en la superficie vastas extensiones de tierra habitada, y mares surcados por los navíos.

Dirigir sus esfuerzos hacia nuestro mundo fue la única manera en que ésta agónica raza pudo escapar de su pronta destrucción; mientras Marte se colocaba en el punto más cercano a la Tierra, se extendió la noticia de un destello en su superficie, como el disparo de un gran cañón.

Los detectores satelitales de la NASA indicaron una bola de gas incandescente que avanzaba a gran velocidad hacia la Tierra. Cientos de observadores astronómicos vieron el destello esa noche, y durante diez noches… un destello de "gas" cada noche de ese año. Nadie pudo explicar por qué cesaron abruptamente después del décimo…

Con infinita complacencia, la gente siguió con sus asuntos, confiada, como siempre, en su dominio casi total sobre la materia.

Es posible que las bacterias bajo el microscopio se sintiesen igual…


Grovers Mill, Nueva Jersey.

Noche.

El Chevrolet Impala negro salía del pueblo por la ruta rápidamente. En la radio sonaba "Creedence" y mientras su hermano manejaba, Sam Winchesterbostezó de sueño. No dormía desde hacía varias horas; el caso con ribetes sobrenaturales ocurrido en la localidad que acababan de abandonar había consumido casi todas sus fuerzas. Dean se dio cuenta y le prometió que pararían en el próximo motel que encontraran.

-Con un poco de suerte, los dos echaremos una larga siesta – dijo – Yo también estoy molido – volvió su mirada a la carretera. La única iluminación que había venia de los faros delanteros del coche - ¿Quién dijo que luchar contra Leviatanes no era agotador? Esos monstruos siguen dándome escalofríos.

-A mí también – Sam volvió a bostezar – Ojala pudiéramos terminar con esto y… - se interrumpió.

La radio comenzó a producir un fuerte sonido de estática. Dean frunció el ceño. Le dio un golpe al aparato.

-Maldición. Otra vez se arruinó esta porquería – molesto, tocó el dial y cambió de estación emisora. La estática siguió hasta que la onda volvió y escucharon hablar a un locutor de noticias – Voy a tener que hacerla revisar. ¡Lo único que falta es que empiece con problemas en el equipo de audio!

Sam asintió distraídamente. La voz del hombre de la radio centró su atención. Estaba dando un parte de algo acaecido hace poco. Cuando Dean amagó con cambiar de emisora a por música otra vez, lo detuvo.

-Espera. Quiero oír esto.

-Repetimos: alarma general por la entrada a la atmósfera de un objeto volador no identificado – decía el locutor – Se cree que el objeto estaría dirigiéndose a una zona cercana a Nueva Jersey, en Grovers Mill. No tenemos certeza de… pura especulación y… Guardia Nacional…

La transmisión radial se vio interrumpida de a momentos por explosiones de estática. Sam y Dean se miraron, perplejos. Fuera lo que fuera, la cosa se dirigía hacia algún lugar cercano al que acababan de salir.

-Me pregunto qué rayos… - Dean no acabó la frase. Súbitamente el coche se paró. La radio enmudeció y las luces delanteras del Impala se apagaron. Consternados, los Winchester no entendían qué sucedía; en ese momento un potente destello venido del cielo los iluminó.

Atronando, un objeto envuelto en llamas cayó a cierta distancia de donde ellos estaban. La explosión fue tal que los dos saltaron en sus asientos. Cuando la cosa acabó, el auto arrancó solo y la radio y los faros se encendieron.

-Ok, no voy a negarlo: esto es bien raro – comentó Dean.

-Cayó cerca de Grovers Mill – observó Sam - ¿Qué crees que sea?

-No sé. ¿Un meteorito, tal vez?

-Vamos. Echémosle un vistazo.

-¿Por qué? Que yo sepa, no somos astrónomos…

-Pero puede haber algo raro en todo esto. Digo, ¿desde cuando la caída de un meteorito afecta a los aparatos? El coche se apagó justo cuando esa cosa pasó encima de nosotros.

-Okey, okey – Dean suspiró. Puso el coche rumbo a la zona del impacto- Vamos a mirar, pero solo será un momento. Hay cosas más importantes que hacer, que ir tras un pedazo de basura espacial.

-¿Cómo qué?

-Por ejemplo, dormir. O tomar una cerveza, claro.

Sam resopló. Había veces en que su hermano se pasaba de gracioso, para su gusto.