Edit casi 5 años después de publicado: Este es un fanfic que nunca quise escribir, que está escrito de una manera muy tosca (cambié mucho mi forma de escribir con los años) y que no era Phinbella originalmente, además de que el Phinbella nunca llegó a ser de mi total agrado (sí, supongo que podría decirse que esto es fanservice puro).
Pensé en borrarlo, pero ya que tiene varios favs opté por no hacerlo. También pensé en corregirlo, pero sinceramente tengo cero interés por este fanfic. Así que lo dejaré así, sin editar. En fin, si usted encuentra esto, no lo tome como una referencia a mi escritura. Porque he mejorado mucho desde que escribía así. Si aún a pesar de todo de alguna manera le agrada, gracias, pero por favor no espere más Phinbella. Porque nunca voy a escribir más de esa ship. Es todo. Gracias.
Disclaimer: ningún personaje de Phineas y Ferb me pertenece, ellos son propiedad de Disney Channel y de sus creadores Dan Povenmire y Jeff "Swampy" Marsh.
BAJO TIERRA
(Pov Phineas)
Capítulo 1
Mis uñas continúan arañando la tapa, mientras mi corazón se acelera.
- no…no…por favor… por favor no – digo en mi desesperación - ¡ayu…da!... ¡auxi…lio! – continúo exclamando, pero ya no tengo fuerza como antes, me he quedado afónico por tanto gritar, además el hecho de que el aire se termine y la dificultad al respirar que causan mis costillas rotas, no ayuda tampoco.
Temo por lo que sé que va a suceder. ¡Voy a morir a la corta de edad de 14 años!
- no…no… no…no puedo… morir así – tomo una bocanada de aire, tal vez la ultima, antes de continuar - ¡auxi…lio! – Golpeo la tapa del ataúd - ¡sáquenme… de aquí!
Mi respiración se hace difícil, siento que mi corazón se acelera y el calor me agobia, pero debo continuar, es mi única opción.
- ¡ayuden…mee! – Grito tan fuerte como mis pulmones me lo permiten - ¡auxilio! – Sin embargo, sé que nadie puede escucharme – por favor… ayúdenme.
El miedo me invade cuando acepto que no tengo más opciones, ni oportunidad de salir de aquí.
- por favor…no puedo…no puedo morir así – mi voz comienza a quebrarse – por favor…no – una lágrima escapa de mi control y recorre mi mejilla. Trato de calmar a mi corazón con la única esperanza que me queda: que al menos ella escuchó lo que dije.
Suspiro. Mas sé que la causa de mi deceso para todos será: "paro cardiaco", pero sólo yo sabré la verdad. Sólo yo conoceré que morí por asfixia, mientras arañaba la tapa del ataúd, en el que me enterraron vivo.
En mi desesperación mi mente se limita a recordar los acontecimientos que me llevaron a esto.
Todo comenzó ayer, muy temprano en la mañana. Era un día soleado y hermoso, sin la más mínima presencia de nubes.
Ferb y yo nos encontrábamos en el patio trasero, al igual que Baljeet y Buford, construyendo nuestro nuevo proyecto.
Aparté la vista un momento de los planos que tenía en las manos.
- ¿y Perry? – pregunté, busqué con la vista a mi mascota, sin embargo, no esperaba encontrarlo, porque ya estaba acostumbrado a lo mismo, siempre desaparecía y volvía al final del día.
Al no hallarlo continué examinando aquellos planos, que tenía en mis manos, mientras a mí alrededor escuchaba el sonido de la construcción de nuestro próximo proyecto.
Pronto llegaría Isabella, para preguntar que estábamos haciendo, luego Candace vendría y gritaría cosas extrañas acerca de atraparnos, tal y como había sido todas las mañanas de los tres veranos que habíamos pasado construyendo inventos, este verano no sería distinto, según lo que sabía, este día seria común y corriente como tantos otros. ¡Qué equivocado estaba!
- Hola Phineas, ¿Qué estás haciendo? – preguntó una dulce voz.
Giré y la observé.
- Hola Isabella – dije con alegría, antes de comenzar a explicarle nuestro plan, ella escuchó con suma atención cada palabra, cuando terminé ofreció su ayuda y la de sus amigas, yo acepte gustoso.
Repasé una vez más los planos, intentando procesar los números que estaban escritos, pero no importaba cuantas veces lo hiciera no podía concentrarme, mi mente se limitaba a intentar comprender el motivo de no poder dejar de pensar en ella.
Experimentaba estos sentimientos extraños desde hace un tiempo, sin embargo, todavía no llegaba a entenderlos, no encontraba la explicación científica que me ayudase a comprenderlos. Suspiré. Al parecer este sería uno de esos días.
Tomé los planos y comencé a caminar, pero no noté la presencia de una viga en el suelo y tropecé con dicho objeto.
- ¡Phineas! – gritó mi mejor amiga.
- estoy bien – dije, sintiéndome un poco tonto por lo que acababa de suceder, además de que había caído muy cerca de Isabella.
Me levanté tan rápido como pude, con las prisas y la manera brusca en que me puse de pie, terminé en una posición no muy cómoda, estaba demasiado cerca de mi mejor amiga.
Ella no dijo nada, se limitó a observarme al igual que yo. Sin embargo, pude notar que tenía un leve tono rojo en sus mejillas.
Nos quedamos así por un tiempo, ninguno de los dos hacía otra cosa más que mirar. Tal vez los demás estaban ocupados, porque nadie nos interrumpió. Casi parecía que el tiempo se había detenido y que estábamos solos, como si el jardín y nuestros amigos hubiesen desaparecido.
Sentí una calidez extraña en mi estómago y mi corazón comenzó a latir más rápido. A diferencia de mi mente, que se limitaba a intentar entender lo que sucedía, pero al igual que en otras ocasiones no lo lograba.
- ¡Phineas y Ferb! – Candace interrumpió, lo que produjo que ambos giremos y el momento incomodo finalice - ¡están en problemas!
- Hola Candace – dije, sin saber si sentirme enojado o agradecido por su repentina intromisión – quieres…
- ¿Qué es eso? – preguntó con un tono enojado, mientras señalaba la edificación que estaba tomando forma en el jardín.
- ¿te gusta? – respondí con otra pregunta.
- uhh, están en problemas – indicó – le diré a mamá – salió corriendo y se dirigió al interior de la casa.
Suspiré.
- jamás entenderé a mi hermana – dije.
Ambos, Isabella y yo, reímos al mismo tiempo, tal vez por vergüenza, quizás por intentar cambiar de tema o tal vez por lo que acababa de decir. Sin embargo, no tuvimos tiempo para nada mas, porque escuché un ruido, giré para buscar la procedencia del mismo. Sólo alcance a ver una luz, que impactó con el edificio que construíamos.
La construcción osciló, algo anormal para un edificio. Ambos nos quedamos estáticos por el miedo de que cayera sobre nosotros, debido a que estábamos muy cerca de él.
Una viga estaba siendo subida cuando esto ocurrió y gracias al movimiento repentino, la cuerda que la sostenía se rompió. El objeto comenzó a caer a una gran velocidad, dirigiéndose a Isabella.
- ¡Isabella! – grité, antes de empujarla para evitar que sufriera algún daño.
Vi como caía al suelo, quizás la había empujado muy fuerte, pero al menos estaba a salvo, a diferencia mía.
Todo ocurrió tan rápido, en un momento estaba parado viendo a Isabella y al otro en el suelo sintiendo un gran dolor producido por un golpe fuerte, y un peso me aplastaba el cuerpo.
-¡Phineas! – Isabella se levantó del suelo y corrió hacia mí. - ¡Por Dios!, ¡Phineas!, ¿estás bien? ¡Dime algo!
La visión se me hacia más difícil, tanto que creía que todo a mi alrededor desaparecería, intenté hablar pero no tuve éxito.
Escuché pasos, como si alguien corriera. Observé a mis hermanos y mis amigos, los cuales venían en mi ayuda. El sonido se hacía cada vez más difícil de escuchar, sin embargo, podía oír sus voces llenas de desesperación, pidiendo que llamen una ambulancia, empero prefería enfocarme en lo que decía mi mejor amiga.
- ¡Phineas!, no cierres los ojos – gritó Isabella, mientras gotas saladas se formaban en sus ojos y la voz se le quebraba – Phineas, por favor, quédate conmigo.
Quedarse con ella, por alguna razón esa idea me agradaba, quedarme junto a ella, pero el dolor me obligaba a desear estar inconsciente y para mi desgracia, aquel deseo se cumplió.
Murmullos me despertaron, y una luz cegadora no me permitía ver nada.
- doctor está despertando – dijo una voz femenina.
- sédenlo – respondió otro.
- ¿qué? – fue lo único que alcancé a decir antes de que todo este oscuro otra vez.
Abrí los ojos poco a poco, noté que me hallaba en una cama de hospital. Pronto visualicé rostros familiares.
- ¿mamá…Candace…Ferb? – Dije con dificultad, me costaba respirar - ¿Qué…fue lo que… pasó?, ¿Qué…?
- sufriste un accidente – respondió un hombre, que al parecer era doctor. – Tuvimos que operarte, tienes varias costillas rotas y debido a la fuerza del golpe sufriste una conmoción cerebral – dijo. – es probable que no recuerdes nada sobre el accidente.
Asentí, confirmando lo que dijo.
- tendremos que realizarte pruebas después, pero ahora es mejor que descanse y no hable mucho – se retiró.
Una vez que estábamos solos mi madre habló.
- hijo – me abrazó – me alegra tanto que estés vivo.
- Auch – me queje levemente.
- lo siento – dijo, al percatarse que todavía me dolían las costillas.
- no…no importa – respondí, mientras forzaba una sonrisa.
- Phineas – Candace tenía los ojos llorosos, al igual que Ferb.
Traté de tranquilizarlos forzando sonrisas, afirmando que estaba bien, pero casi no funcionaba.
Mi madre se limitaba a preguntar como sucedió todo esto, pero no importaba cuantas veces Candace le repita que fue a causa de una viga, ella no lo creía.
Pasó el tiempo y tuvieron que retirarse, una vez que se fueron, ingresó Isabella.
- Phineas – dijo, antes de correr a abrazarme.
- auch – volví a quejarme.
- lo siento, lo siento – se apresuró a soltarme – lo siento, es sólo que estaba tan preocupada.
- esta…bien – le dije, mientras limpiaba una lágrima de su rostro.
- Phineas, lo siento tanto – expresó – esto es culpa mía…
- ¿qué?
- tú me salvaste – respondió – pero a cambio te lastimaste – dijo con lágrimas en los ojos – yo debería estar en tu lugar.
- no…- fue mi afirmación – no…digas eso…Isabella…tú eres…mi mejor…amiga…nunca desearía…verte lastimada…- dije, a pesar de que sentía que "mejor amiga" no bastaba para expresar el cariño que le tenía, pero, ¿qué era más importante que una amiga?, ¿una hermana, tal vez? No, ese sentimiento de hermandad sólo lo tenía por Candace y Ferb, estaba más que seguro que no sentía lo mismo por Isabella, hacia ella profesaba algo más fuerte, algo que jamás había experimentado.
- pero… – expresó.
- sin…peros – dije, mientras sonreía y limpiaba otra lágrima de su rostro.
Por un momento nos quedamos así y casi se podía decir que aquel instante en el jardín sucedía de nuevo, aunque yo no tuviese memoria de ello.
Una enfermera entró e interrumpió.
- el horario de visitas terminó – dijo.
Isabella y yo volvimos a la realidad. Ella se paró y se despidió, no antes de decir que Buford y Baljeet no pudieron entrar, pero que mandaban saludos y buenos deseos.
Después de un tiempo llegó la hora de dormir y con la dificultad al respirar, los dolores de cabeza y el suero inyectado a mi brazo fue difícil concebir el sueño, pero no imposible, aunque en retrospectiva, ese fue mi mayor error.
Tuve pesadillas durante toda la noche, veía trozos del accidente. Cuando finalmente desperté, tenía los ojos cerrados, intenté abrirlos pero no lo logré. Escuché que la enfermera ingresaba y abría las cortinas, quise moverme, pero no fui capaz. Mis músculos no me obedecían, mis piernas y brazos estaban paralizados.
La enfermera salió sin siquiera revisarme o tomarme los signos vitales. Y fue aun peor cuando oí como la máquina que medía mis signos vitales emitía un sonido largo y preciso, afirmando que estaba muerto.
"no, no, no" dije mentalmente ya que no podía hablar "yo estoy vivo," continué pensando "párate, muévete" me ordenaba mentalmente, pero no funcionaba.
Pasados varios minutos sentí como si flotara, deje de luchar contra ello y simplemente me deje llevar. Luego de ello, logré mover mi brazo y casi al instante pude pararme sin dificultad.
"sí, lo logré" dije con alegría, pensando que ya estaba libre otra vez, pero que equivocado estaba, "no, no puede ser" expresé cuando vi como mi cuerpo continuaba tendido en aquella cama de hospital, ¿cómo podía ver mi propio cuerpo sin la ayuda de un espejo?, ¿cómo era posible que este de pie allí viéndome a mí mismo?
"¿estoy...estoy muerto?" dije, claro que ahora si podía hablar, pero nadie podía escucharme. "no puedo…no puedo estar muerto" intenté tocar mi cama pero la atravesé, era claro que ahora yo era un alma y carecía de una forma material.
"no" simplemente negué con la cabeza, no podía aceptar esto.
Pasó el tiempo y simplemente continué parado allí, negándome a aceptar una realidad que era evidente. Mirando mi cuerpo y de vez en cuando observando el reloj. Los minutos pasaron y se transformaron en una hora.
Finalmente la enfermera ingresó para tomarme los signos vitales, pero al oír el sonido que emitía la máquina comenzó a gritar y pedir auxilio médico.
Para mi desgracia era un día festivo y el doctor de turno había salido un "momento", así que me atendieron los paramédicos.
"el peor hospital del mundo" murmuré, a pesar de que sabía que no podían escucharme.
- está muerto – dijo uno de los sujetos – no hay nada que hacer.
"¡NO!" grité "sigo con vida, yo sé que continuó con vida" me engañaba, porque no podía aceptarlo, pero tenía que hacerlo, no me quedaba otra alternativa ¿verdad?
Además que mi apariencia confirmaba mi estado, tenía la piel tan blanca que me asemejaba a un papel y según lo que ellos decían, estaba muy frio.
Su diagnostico fue que había muerto de un paro cardiaco o infarto, lo anotaron en sus registros y me taparon con la sábana, pero en ese instante me percaté de algo anormal en un muerto: ¡yo podía sentir la sábana sobre mi piel! No fallecí si aún tenía tacto.
"no estoy muerto" repetí "este estado tiene un nombre" me dije, pensé por un momento, hasta que recordé lo que quería "se lo denomina catalepsia astral involuntaria" pronuncié "no estoy muerto" volví a decir y me limité a repetirlo una y otra vez, empero nadie me oyó.
