Capítulo 1
Caminaba sin rumbo por la casa. Sus pensamientos no la dejaban en paz ni un solo momento. Dentro de una hora tendría que irse a su trabajo de medio tiempo en la clínica para la tercera edad, en la cual trabajaba de enfermera, pero los ojos de Keith no la dejaban tranquila. Susan era la chica de este mes, una joven rubia de ojos verdes y cara y cuerpo perfecto que sólo estaba con él porque era un año mayor y tenía auto. Pero ya estaba cansada de decirle las tonterías que hacía y por tanto no tomaría cartas en el asunto. Era una tonta. ¿Por qué seguía enamorada de él como una colegiala cuando para él existía cualquier chica excepto ella? Decidió no pensarlo más y se encaminó hacia la calle.
Iba andando a paso moderado por la acera en dirección a la clínica y sin saber cómo se encontró recordando cuando conoció a Keith. Fue una verdadera casualidad que cuando inició la preparatoria coincidieran en la misma aula y que se sentaran en mesas y asientos consecutivos, pero en aquel momento no fue que se inició su amistad. "A su lado, compartiendo la misma mesa, se sentaba mi amiga Lila. En aquel tiempo éramos Lila, Sandor y yo, los inseparables tres mosqueteros; aunque por suerte o desgracia Sandor y Keith nunca se llevaron bien, es más, no se soportaban. Pasaron los meses y Sandor y yo comenzamos a salir, estuvimos juntos por casi dos asfixiantes meses y luego, casi al mismo tiempo que rompí con Sandor, Keith comenzó a acercase a mí, aunque nunca intentó ir más allá de la simple amistad. A la vez, Lila, que ya se llevaba con él por ser compañeros de mesa, y él, se hicieron mucho más cercanos. Sandor se distanció de nosotros, y yo por fin en meses me sentía en paz, todo fue perfecto hasta que llegó el momento del cambio de sitios en el orden del salón y me tocó sentarme a su lado. Viéndolo en todas sus facetas, el muchacho serio ante los profesores, el niño divertido con sus amigos, el joven decidido y travieso en los deportes y reuniones de alumnos, el hijo que adoraba a su madre por sobre todas las cosas, fue algo inevitable el ir enamorándome de él sin darme cuenta hasta que noté que cada nueva conquista de él me dolía como una herida de puñal directamente en mi alma y que necesitaba llorar cada vez que lo veía feliz con la novia de turno. De todo eso hacen ya tres años, tres años de agonía y dolor y de comprender con cada nueva chica que él jamás se fijará en la feúcha que ha estado junto a él por todo ese tiempo, cada nueva posibilidad es un recordatorio de que cualquiera es mejor que yo y que jamás lo tendré… "
Un suspiro escapó de sus labios, un suspiro que demostraba la derrota de sus esperanzas y que ya no podría seguir en esa situación por mucho más tiempo. Ya estaba llegando a la clínica y antes de entrar tomó una decisión: se alejaría de él, así le doliera y sintiera como si se arrancara el corazón, no podía seguir jugando a ser su amiga y viviendo en continua agonía, no, se alejaría y continuaría con su vida y trataría, en la medida de lo posible, de olvidarlo. Y habiéndose decidido, entró en su trabajo y se dispuso a cambiar su personalidad de chica joven por la de la enfermera por las siguientes cinco horas.

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-¡Hola Neb!- la saludó su compañero Darien.
-¡Hola Dar! ¿Qué tal tu semana?-Fue la respuesta de Neb.
-¡Fantástica! Recuerdas la fiesta que planeábamos la semana pasada- Neb simplemente asintió como respuesta- pues bien, fue el sábado por la noche y la pasamos genial; bailamos, cantamos, jugamos, charlamos y estuvimos toda la noche de juerga. Debiste haber venido con nosotros.
-Tienes razón. ¿Quiénes fueron?
-Todos los del grupo. Paz también vino con nosotros. Pensamos repetirlo el próximo fin de semana, ¿te apuntas?
-Sí, creo que sí
-Y ese milagro, tú que siempre nos rechazas.
-Nada, que me apetece ir.
-¡Bien, genial! Esta vez iremos a "La Cueva"
-¡Wow, ese sí que es un lugar!
-Ves, la calidad.
-¿De qué hablan?
-¡Ah! ¡Hola Paz!
-¿Qué hay?
-Comentábamos los planes para el próximo fin.
-¿Te apuntas Neb?
-Sí, eso creo…
-¡Genial!¡Lo pasaremos bomba!
-¿Eso crees?
-Pues claro, no todos los días salimos todos juntos.
-¡Chicos, ya comenzó su turno!- los llamó el jefe de sala
-¡No, tengo que correr!-fue el lamento de Paz
-Te veo luego-se despidió Neb
-¡Later!-le dijo Darien mientras se iba y cerraba la puerta tras de sí.
Y así se pasó el resto de la tarde y Neb se encontró dirigiéndose nuevamente hacia su casa. Al llegar encendió la contestadora para escuchar sus mensajes. No había nada nuevo. Un mensaje de su madre, otro de su padre y uno de Paz y Darien. El de su madre y el de su padre eran idénticos. Ellos aún no se acostumbraban a que ella viviese por su cuenta y eso que hacía ya cuatro meses que se había mudado. El de Paz era para preguntarle qué ropa se pondría para ir a "La Cueva" al día siguiente. Era algo gratificante saber que aún en el océano de su soledad había personas como Paz que se preocupaban por la ropa que usaría su amiga para ir a un antro. Decidió llamarla después de darse una ducha y comer algo.
Caminó hacia el baño y se metió en la ducha sintiendo un gran alivio cuando el agua resbaló por su espalda. Era como si todas las preocupaciones y tensiones del día fueran arrastradas por la espuma. Demoró su baño hasta que la piel de sus dedos comenzó a arrugarse y fue sólo entonces que cerró la llave, se secó y abandonó el baño envuelta en una toalla mientras con otra secaba sus cabellos. Luego fue a la cocina y comenzó a prepararse un sándwich. Justo cuando la abandonaba para irse a comer frente al TV se dio cuenta de que el teléfono estaba sonando. Como tenía las manos ocupadas dejó que saltara la contestadora.
"-Hola Neb.- la saludó la voz de Keith- Es raro que no estés en casa a esta hora. Sólo quería hablar un rato, pero bueno… ¡Te veo mañana!"
Neb se quedó con la mano a escasos centímetros del megáfono. La depresión fue como un balde de agua fría vaciándose sobre su cabeza y deslizándose por su espalda hasta dejarla totalmente empapada… realmente el sólo escuchar su voz la dejaba fuera de combate. Perdió el poco apetito que tenía y se sentó en el sofá con las rodillas contra el pecho pensando en lo tonta que era al ponerse en ese estado cada vez que recordaba a Keith. No supo cuánto tiempo pasó en esa posición cuando despertó al día siguiente acostada en el sofá.

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Era viernes por la tarde y sólo le quedaban 2 horas para encontrarse con el grupo para ir a La Cueva. Neb, como toda buena chica que se respete, llevaba media hora frente al closet abierto sacando de él ropa que se probaba y luego desechaba. No sabía que ponerse, y para colmo - aunque sus amigos no lo sabían – era su cumpleaños. Estaba al borde de la desesperación cuando llamaron a la puerta. Tomó su bata de baño y colocándosela fue a abrir.
-¡Hola Neb! Vengo a vestirte - Como esperaba, era Paz.
-Te estaba esperando. No tengo ni idea de qué me voy a poner.
-Ya sé que me adoras, pero no tienes que demostrarlo tanto. Además, mira lo que te tengo – le dijo mostrándole una bolsa de compra.
-¡Oye, no tenías que traer nada para vestirme!
-Pero no es para vestirte. ¡Feliz Cumpleaños! Creíste que lo había olvidado, cierto
Con lágrimas en los ojos Neb la abrazó. No por gusto hacía una vida entera que eran amigas. Se habían conocido cuando sólo tenían ocho años en la iglesia de su barrio y desde entonces habían sido inseparables. Habían pasado por muchas cosas juntas, y Paz fue el mayor apoyo que tubo cuando su abuela falleció. Ahora, aun cuando no pensó que ocurriría, se acordaba de su cumpleaños y le traía un regalo, en verdad era su mejor amiga…
-¡Pero no lo has mirado!- protestó Paz cuando Neb la liberó del abrazo.
-¡Ya voy, ya voy! – y abriendo la bolsa se encontró con un vestido. Pero aquel no era solamente un vestido, era EL VESTIDO. Levaba soñando con algo así por meses. De color Azul Prusia, era largo hasta las rodillas; el escote era tipo barco, bajo hasta casi el nacimiento de los senos. Tenía mangas cortas que se ceñían formando campanitas, y bajo los senos tenía una cinta que determinaba el inicio de la falda la cual formaba pliegues al caer. Lo mejor de todo era que parecía hecho especialmente para ella. Dejando a Paz en la sala corrió hacia el cuarto y se lo puso. Efectivamente, era su talla exacta.
Llamó a su amiga que en solo unos segundos llegó a la habitación, se detuvo en la puerta y le dijo:
-Perfecto, ahora solo faltan el maquillaje y el peinado
-Pero Paz, es imposible que acepte esto, es demasiado.
-¡Ya, detente! ¡El dinero es mío y hago con él lo que se me antoja! Además no es como si tú nunca me regalaras nada. –y cambiando de tema- Vamos a peinarte primero.
La siguiente media hora pasó entre el peinado y el maquillaje. Cuando terminaron Neb no se reconocía a sí misma. Estaba guapísima, literalmente.
-Vamos, todos deben de estar esperándonos en La Cueva. Pero creo que, dado que estamos tan guapas hoy, pediremos un taxi.
Neb puso los ojos en blanco, como ya había demostrado con el vestido, cuando a Paz se le metía una idea en la cabeza era imposible sacársela, así que se dirigió a la sala en dónde tomó el teléfono y marcó el número de la agencia de taxis.
Quince minutos después llegaban a La Cueva.

Todos estaban pasándola genial. Se habían reunido cerca de veinte personas y todas trabajaban en la clínica. Neb se sentía algo fuera de lugar porque no conocía a muchos de ellos, pero, como siempre Paz y Darien vinieron al rescate y no la dejaban sola por mucho tiempo. Hacía muchísimo que no se divertía tanto y la mesa que ocupaban estaba tan bien ubicada que desde ella se podía ver perfectamente tanto la pista como la entrada del local. Entre risas y bromas pasaron un rato hasta que un guapísimo joven de cabellos castaños y ojos verdes se les acercó y sacó a bailar a Paz. Neb se quedó en la mesa acompañada por los otros chicos y observando la pista mientras bebía un Martini y charlaba. Al cabo de un rato un chico que le pareció bastante guapo la sacó a bailar y fue sólo cuestión de tiempo el que olvidara todas las preocupaciones y se perdiera en la felicidad que le causaba el estar en la pista de baile.
-Como en los viejos tiempos- le comentó Paz a Darien.
-¿Por qué lo dices? No sabía que Neb fuese una fiestera.- contestó este
-No lo es; pero siempre disfrutó bailando y pasándola bien con sus amigos hasta que el estar con ellos se convirtió en una tortura.
-Entiendo… Pero creo que no te va a gustar lo que estás a punto de ver.
Paz se giró a tiempo de ver cómo Keith entraba al local acompañado de una despampanante rubia que de inmediato captó las miradas de todos los hombres del salón.
-¡Demonios! ¡Por qué hoy precisamente!
-No entiendo, ¿hoy? ¿Por qué?
-No te lo dije porque si ella se entera que tú lo sabes me mata, pero hoy es el cumpleaños de Neb y lo que menos quería era que se encontrara con él.
-¡Hoy es su cumpleaños! ¡Demonios! ¡Cómo se atreve ella a querer ocultarlo de sus amigos!
-Larga historia en la que Keith tiene buena parte. Pero ahora no es momento de contarte. Más importante que eso es evitar que ella lo vea. Tenemos que intentar evitarlo…

En la pista de baile…
Neb se divertía como hacía mucho que no lo hacía. El chico con el que bailaba no era un experto bailarín pero tenía buen ritmo y le gustaba bastante. La música era un movido tema de Black Eyed Peas que siempre había disfrutado bailando, pero de momento el flujo de personas en la pista cambió haciendo que ella, al notarlo, mirara a su alrededor buscando la causa de esa alteración.
Y fue entonces que el mundo se derrumbó a su alrededor.
En el centro de la pista se encontraba Keith.
Era tan hermoso como lo recordaba… Y, como también recordaba, estaba con una chica. Esta era nueva, pero eso no era nada extraño tampoco. Fue el hecho de que justamente en ese día, en ese lugar y el hecho de que reconoció a la chica, Hana, una de sus "amigas" del instituto, casualmente una de las que sabían de su amor por él, lo que definitivamente destruyó la poca cordura que le quedaba.
Era el fin. Ya no podía más.
-Basta ya de tanto amor por un idiota que no se interesa en mí en lo absoluto. Es más, basta ya de buscar un supuesto "amor" que no hará más que hacerme sufrir por gusto. A partir de ahora mismo todo lo que me importa es que soy hermosa y puedo divertirme con cualquiera que me guste lo suficiente como para prestarle atención. Me olvidaré de Keith, de la estúpida de Hana, y me concentraré sólo en lo que me haga sentir contenta conmigo misma y no infravalorada y deprimida como siempre que él está involucrado. Es más ahora mismo, en este mismo lugar hay muchos chicos que están dispuestos a divertirse, así que, por qué no pasar un buen rato con uno de ellos…-se dijo a sí misma una Neb bastante decidida y sin más, volteó a ver al chico con el que bailaba y, mirándolo a los ojos, sonrió al tiempo que se levantaba en puntillas y le daba un atrevido y sensual beso en los labios. El chico, en un primer momento bastante sorprendido, tardó unos segundos en reaccionar pero pasó sus brazos alrededor de la cintura de ella acercándola más a su cuerpo y profundizando al mismo tiempo el beso que pasó de uno provocativo a un ardiente beso francés que hizo que la temperatura se elevara en ambos jóvenes. Pero, como todo lo bueno, el beso tuvo que terminar a causa de la falta de oxígeno, dejando a Neb con un notable sonrojo al igual que su compañero.
-Salgamos de la pista y vayamos a un lugar más cómodo- propuso el muchacho.
-Mejor vamos un momento a dónde mis amigos y luego nos vamos, ¿te parece?
-Bien, no hay problema.

Mientras tanto en la mesa unos boquiabiertos Paz y Darien observaban la escena que acababa de desarrollarse ante sus ojos sin entender nada. Aquella no era la Neb que conocían. Ella nunca se hubiese atrevido a besar a un completo extraño en plena pista de baile y mucho menos si cerca se encontraba el hombre del cual estaba enamorada. Por lo tanto esa escena sólo podía significar una cosa: Ella había visto a Keith con esa chica.
Observaron como su amiga se acercaba a la mesa acompañada por el apuesto muchacho que se quedó aproximadamente a un metro de la mesa cuando Neb se acercó para hablarles.
-¡¿Qué diablos fue esa escena de justo ahora Neb?!-fue la "pregunta" que Darien le dirigió nada más llegar.
-Nada importante. Sólo venía a decirles que me voy con él- y señaló en dirección al muchacho.
-¿Con él? ¿Y cuál es su nombre si puede saberse?
- No lo sé pero eso no es importante…- El shock fue tan grande para Paz Y Darien que no pudieron decir nada más. ¡¿Quién era esa mujer y qué había hecho con su amiga Neb?! O mejor, ¡Quién era ese demonio que había destruido a la muchacha a tal extremo que era capaz de irse con un total extraño del cual no conocía ni el nombre!
Si antes lo consideraban alguien indeseable, ahora lo odiaban totalmente. Aquel hombre, Keith, mejor para él que desapareciera de sus vidas y no volviese a aparecer en ellas, porque si lo atrapaban, probablemente no lo contaría.
Neb miró en dirección a sus amigos y sonrió.
-Chicos, no se preocupen que no me voy muy lejos. Sólo vamos a estar en la parte alta de la pista de baile y probablemente me verán pero quise decirles para que no se preocuparan.
Eso sólo los preocupaba más y probaba que ella lo había visto. Pero algo más debía estar pasando… La parte alta era un balcón que estaba justo sobre la pista y desde el cual se podía ver y ser visto por todo el antro. Los que subían eran sólo los más populares y atrevidos, o sea, era justamente el lugar al que la tímida Neb nunca iría estando en su sano juicio.
Neb se alejó en dirección al muchacho y al llegar junto a él le dijo:
-Vamos a la parte alta.
-Como quieras.
La disco estaba a tope. Era una de esas noches en las que se sentía invencible, invulnerable y el ambiente era el mejor que había experimentado desde hacía ya varios días. Era el centro de atención como siempre. Bailaba con Hana, una de las chicas de su instituto y su aventura más reciente. Ella se le acercó acariciando su pecho sensualmente mientras con su mirada buscaba sus ojos. El se inclinó a besarla y ella correspondió a su beso pasando sus brazos por su cintura. El beso fue corto y él sonrió al separarse dirigiendo su mirada a la parte alta.
Aún era temprano, por eso no había subido. Paseó su mirada por el balcón y algo, o más bien alguien, llamó su atención. Aquello era increíble, era Neb, la chica que consideraba su mejor amiga y a quién hacía ya una semana no podía contactar estaba allí, bailando despreocupadamente con un completo desconocido. Si bien el hecho de verla allí lo desconcertó, lo próximo que vio lo hizo dudar de su cordura: Neb se acercó al hombre colocando sus brazos alrededor de su cuello mientras él sujetaba la cintura de ella y lo besó, pero aquel no fue un beso como cualquier otro, aún desde la distancia a la que se encontraba, podía ver que aquel era un beso demandante, profundo y muy, muy caliente; tanto que por unos segundos – hasta que se cuestionó el por qué - deseó ser él quien lo recibiera.
El hecho de desearlo lo hizo pensar… ¿Por qué deseaba que ella lo besara así a él? ¿Era por el hecho de la pasión que se sentía en aquel beso? ¿O era porque hacía tanto que no hablaba con ella que deseaba su atención? En verdad no lo sabía…