Hoy no hubo nada fuera de lo común, solo que alguien no estaba donde debería estarlo. Se encontraba dando vueltas por toda la ciudad. No pretendía aburrirse ni hacer destrozo alguno.

Se dirigió a una banca en medio de la plaza que se encontraba de referencia en la gran ciudad. Contempló el cielo, el cual estaba lleno de nubes las que se movían de un lugar a otro.

-Como sería ser una de ellas…?

Su, ahora, ronca voz, se hizo oíble en el tranquilo silencio que el lugar producía.

Pero su tranquilidad no duró mucho, una joven interrumpía el paisaje con su esculpido cuerpo.

-"Quién será?"- La observó detalladamente, no quería perderse detalles.

-Disculpe, señor…

-Si?- Gentilmente le dedicó una bella mirada.

-Usted podría decirme que hora es?- Su sonrisa dejaba al descubierto sus blancos dientes. Sus violáceos ojos adornaban su pálido rostro.

-Oh… por supuesto…-Observó por un momento su reloj que llevaba en su muñeca. Las manecillas indicaban las 5:46 pm- Son aproximadamente un cuarto para las seis, señorita.

-Muchas gracias… y le aclaro… soy señora…- Dijo señalando una traviesa niña que jugueteaba con un par de gansos.

-Ohh.. lo lamento… no fue mi intención.

-No se preocupe… no es molestia –Dijo bastante erguida. Era bastante alta.

-Es que usted se ve mucho muy joven.

-Solo tengo 25, señor…

-Ah…y supongo que su marido debe estar en algún lugar esperando por usted…- No sabía si era una pregunta indicada, pero quería preguntarla.

-Oh… él… no su padre se fue… hace ya casi tres años. Ni la conoció…

-Mis disculpas, Dama… no quería traerle malos recuerdos a su mente…

-No son malos señor… él nos dejó… pero no porque quiso… sino porque en sus manos estaba nuestra seguridad. Él se sacrificó para que nosotras pudiéramos vivir…

-Oh… ya veo…- El señor llevaba unas gafas que no permitían que sus ojos fueras vistos, también llevaba un sombrero algo roñoso sobre su cabeza. Un abrigo café y grueso, cubría sus hombros. Pantalones algo anchos y verdosos llegaban hasta sus negros zapatos.- Señora… creo que debería irse a su casa… el viento crecerá y su hija no está bien abrigada…

-Ooh… muchas gracias señor… Emma vamos a casa.- Le gritó a la pequeña que corría tras unas palomas.- Adora a las aves…

-Sii? Y por qué? Si es que se puede saber…

-Es que su padre las adoraba… decía que así era libre… que así llegaba a donde nadie más podía llegar… que llegaba al climax del mundo… y que ese era nuestro lugar…- Una mirada algo triste se pudo reflejar en sus ojos al mirar hacia el cielo.

-Ya.. aquí estoy mami…- La jovencita media algo más que un metro. Su verde cabello se movía con el viento invernal y sus ojos color violeta, brillaban al contacto con el sol.

-Muy bien… Hasta luego- Cogió a su hija de la mano y giró sobre sus talones- Oh… pero que mal educada soy… Mi nombre es Raven, señor… Raven Logan.

-Muy bello nombre, Raven... Me recuerda a una joven que conocí cuando tan solo tenía 20…

-Y el suyo cual es?

-Tan solo dígame Garfield…-Esto produjo un leve sobresalto por parte de la mujer.- Que ocurre, Señora Logan?

Se había percatado de aquello…

-No es nada… es solo que… mi marido se llamaba así…

-Oh… lo lamento…

-No se preocupe… bueno ahora si me marcho… hasta luego señor…

-Que le vaya bien…-Y observó como la muchacha se marchaba con su hija de la mano…

-Te amo Rae… lo lamento mucho…