Los personajes de Katekyo Hitman Reborn! no me pertenecen.

Es por ti.

El sonido del piano inunda la sala de la Iglesia, las damas de honor pasan como modelos, con vestidos hasta la rodilla y zapatos de tacón, sus figuras son besadas por la tela color vino, mientras el publico contiene la respiración, sí, dentro de poco aparecerá el verdadero centro de atención. La música para un segundo, un segundo para que el publico gire y encare a la novia, va vestida con un largo vestido color blanco, tacones blancos, un ramo de flores blanca, todo en ella destaca una pureza, parece una nube bajada desde el cielo, el novio sonríe, mientras ella tiembla quieta duramente en su sitio, nadie la está acompañando al altar y ya se empieza a cuchichear la razón, pero ella mira los ojos chocolates de él y empieza su caminata sola, respira, respira se recuerda, el novio levanta la mano para tomar la suya y ella duda.

Mira en sus grandes ojos chocolates, bucea en ellos y se pregunta, ¿Me harás feliz? ¿No soltarás mi mano?

¿Me vas a lastimar?

De reojo ve realmente sin ver, el vacío a su lado, ahí tenía que estar él, ¿Verdad?

La novia traga saliva y temblando alza la mano, él le asiente, le sonríe, pero al último momento deja caer la mano a su costado y susurra un; lo siento.

El novio abre los ojos, su mirada está perdida en el dolor, su boca le susurra su nombre, pero no puede, tiene miedo. Gira bruscamente y deja caer el velo, su cara es una mueca de profundo miedo y dolor, avanza chocando con los amigos del novio y salta los escalones como si quemaran, ardieran en lo profundo de su cuerpo, empieza su loca carrera pisando el vestido blanco, ensuciándolo, cuando cree que ha escapado el novio esta delante suyo, con una llama ardiente color anaranjada y rojiza en la frente, su mano le invita, pero ella titubea.

—No voy a ser como él. — Le susurra. Durante unos instantes duda para después lanzarse a su pecho y apretar su cuerpo contra el suyo, le pide perdón en un susurro, pero él le perdona. Se quedan abrazados mientras él le murmura cerca del oído que le hará feliz, que querrá a los niños que tendrá en el futuro, que quizás a veces discutan pero que le querrá siempre. Al final la novia asiente, poniendo su corazón en las palabras, diciéndole, suplicándole, no me lastimes.