El pequeño tesoro
Prólogo
¡Cuidado con la espada!
Esa noche llovía, fue una de las peores tormentas que se había envuelto toda La Tierra Media...Los truenos resonaban con tal ferocidad que imitaban a los antiguos dragones escupe-fuego, los ríos arrasaban los campos de trigo, vid y olivo como si de lava se tratase...Lo recuerdo muy bien era la peor noche de su vida.
-Empuja cariño, Empuja-Dentro de un pequeño granero, una mujer estaba dando a luz
-Venga el último esfuerzo-Un grito desgarrador procedente de la parturienta rompió el cielo en dos y después un llanto de bebe.- Es una niña, ¡Es una niña!-Los gritos de la comatrona resonaron por todo el vecindario, una nueva descendiente había nacido y eso era motivo de alegría y júbilo...Pero esa noche era distinta, esa noche la luna se tiñó de rojo.
Los orcos atacaron el pequeño pueblo cerca de Vale quemando cosechas, blandiendo sus enormes y grotescas armas contra la carne inocente de origen humano llenando las calle de un río rojo sangre que se diluía con aquella llovizna torrencial de primavera reduciendo millones de vidas a la nada...Convirtiendo todo a cenizas,excepto una insignificante vida que había sobrevivido porque la habían ocultado debajo de una pila de cadáveres aún desangrándose, dejando el pelo de un color carmesí imborrable.
Cuando la encontraron aún estaba viva, débil pero viva estaba hambrienta, sucia y olía a cadáver pero aún respiraba, poco, pero respiraba, solo tenia 3 días y ya estaba sola, huérfana de padre y madre. La acogió Blenyc of the Woses, un guerrero campal ya retirado pues fue el quien la encontró llorando y la bautizó como Onoen of the Woses.
La niña creció hasta alcanzar los seis años de edad, Blenyc que era el segundo hijo de los Woses decidió vivir en el bosque,según él prefería ser ermitaño a monje de alguna extraña religión. Enseñó a la joven Onoen dos simples reglas: La primera, Haz lo que te dicta tu corazón y la segunda: Piensa dos veces y actúa una. Blenyc obligó a la joven a aprender dos lengua más que la humana, la de los elfos y la de los enanos. La joven intentó aprender las dos pero solo consiguió aprender una a la perfección, mientras que la otra se le atravesaba siempre. La lengua de los enanos era mucho más difícil de lo que aparentaba. Onoen recibía clases de como ser una buena esposa, pero lo que a ella le interesaba era aprender el oficio de su padre, ella quería ser guerrera.
Allí estaba otra vez él, en ese campo de batalla escuchando aquel discurso, el ultimo discurso.
-¡Está será la última batalla!, os lo aseguro-Dijo su general a lomos de aquel impresionante semental negro que golpeaba la tierna una y otra vez-Después de estos camaradas volveremos a casa con nuestras esposas-Los gritos de júbilo mezclado con la testosterona se oyeron a kilómetros ,sin embargo Blenyc estaba nervioso, inquieto, algo iba mal lo presentía dentro de el, su instinto, se lo estaba diciendo a gritos así que cogió lo más fuerte que pudo su escudo y su espada y cerro los ojos...Silencio... Sólo escuchaba aquel asqueroso silencio antes de la batalla, respiro con lentitud y sus odios percibieron un sonido extraño equivalente a un millón de abejas alzando el vuelo a la ver-¡Flechas!-Alerto pero ya era tarde,alzó la cabeza al cielo y pudo observar como las flechas simulaban las gotas de lluvia hasta caer violentamente contra sus camaradas. Se oyeron gritos desgarradores uno tras otro pero las flechas no paraban de caer, los cuerpo de la comitiva caían a pares uno tras otro, gritaban y se retorcían suplicado piedad pero las flechas no paraban. Cuando la tormenta paro, levanto la vista tímidamente su escudo y vio la nada, todos muertos millones de personas desangradas en el suelo y los orcos rematando a los moribundos...Entonces lo diviso un orco le había visto moverse, sabia que estaría muerte en cuestión de segundos así que cerro los ojos esperando su final-¡Disparen!-Oyó entre las tinieblas...
Un grito retumbo en aquel ático-¡Puta pesadilla!-Maldijo el ex-soldado, se levanto lentamente, y noto que los años pasaban demasiado deprisa para su gusto. Su cuerpo estaba entumecido y le dolía cada cicatriz, decidió fumar para intentar relajarse últimamente las pesadillas eran cada vez mas frecuente, si no hubiese sido por él ahora estaría criando malvas- pensó mientras encendía su pipa y se apoyaba en el marco de la ventana, tomo una gran calada dejando que el humo viajara por su boca y por la laringe y luego lo expulso abriendo lentamente los ojos.
La vio estaba allí, Onoen estaba practicando con la espada, bueno mejor dicho con un palo contra un tronco antiguo, su pelo brillaba con la luz de la luna igual que el día en que la conoció debajo de dos cadáveres, desde su ático podía ver la mirada de Onoen esos ojos marrón claros que cuando él se reflejaba en su pupila se le llenaban de admiración y orgullo, un orgullo que le ponía enfermo,sabía que el no era merecedor de ese orgullo...el único superviviente...el único cobarde que no dio su vida en la batalla.
Cuando bajo a la planta baja ella seguía practicando ¿Qué intentaba demostrar? No poseía ni la fuerza ni la habilidad para empuñar una espada sus movimientos eran torpes y lentos así que decidió intervenir-¡Onoen! ¿Qué coño haces?-Ella soltó corriendo su ''espada'' y agacho la cabeza con arrepentimiento
-Padre, yo no quiero ser esposa, quiero ser espadachín como tú-Blenyc la miro con odio, ¿Ser espadachín?
-No, El arte de la espada no es juego de niños, Onoen, No son como los cuentos, puedes morir-Ella iba a protestar, pero Blenyc no la dejo ni hablar cuando recogió el palo que Onoen estaba utilizando como espada y la golpeo tres veces seguidas haciendo que cayeran contra el suelo y su pelo rojizo cubriera su cara, sin embargo a pesar de aquella tunda, se levanto se aparto el pelo de la caray le volvió a mirar
-¿Sigues queriendo ser espadachina?-Dijo el ex-soldado alzando el palo al aire
-Si.-Dijo-Adelante pegame, no me importa se que en el momento que coja un arma alguien me matara con otra...
Un silencio se apodero del bosque y Blenyc arrojo el palo marchándose de vuelta a la cama-Mañana comienza tu entrenamiento, cuando salga el sol te quiero ver despierta.-Blenyc recapacito un momento, No poseía técnica ni fuerza pero si el espíritu guerrero y noble que él nunca podría tener.
