Ángeles de alas rotas
Los has visto alguna vez?
Si te fijas, están en todas partes. En las esquinas abandonadas de las estaciones de metro o en los portales olvidados de las casas de las ciudades. Puede que estén sentados en algún banco dejado de la mano de dios, o tumbados a la sombra de un árbol, que hace demasiado tiempo que ha perdido su propósito.
Si les miras atentamente, veras que tienen la piel muy pálida, casi translucida, sin llegar a serlo del todo. Te parecerá que es de un blanco muy claro, como el de la nieve virgen de los picos de las montañas, pero sin el resplandor que esta adquiere cuando brillan en ella los rayos del sol. No, en realidad, es como si jamás les hubiese acariciado el calor del astro rey. Sin embargo, esa frialdad característica de su pálida tez nunca llegará a adoptar una tonalidad gélida.
Si alguna vez cruzas tus ojos con los suyos, estate alerta. Los colores de sus iris' son relucientes, gamas tan claramente definidas, que no las hallaras en otras miradas. Desde los tonos más acostumbrados hasta las fantasías de arco iris más atrevidas ,llegaras a ver todos los matices, si prestas la suficiente atención. Pero una cosa les es común a todas sus miradas: un haz rojizo, cuando en ellas se refleja la luz. Puede ser claro, casi anaranjado, o quizás más oscuro, llegando al Burdeos; intenso como el fuego o tal vez, un reflejo fugaz, como el mismo rayo de luz blanquecina que lo ha provocado.
Si te paras a observar desde el cono amarillento de una farola nocturna, podrás verlos claramente. Ya casi destacan de la demás gente que los rodea. Prefieren los rincones oscuros o si hay luz, la de la luna cuando brilla con sus rayos azulados, a la luz artificial que rodea toda vida en la ciudad. Suelen ser solitarios, envueltos de un aura de poder y orgullo, la cual les confiere ese aire de superioridad que los caracteriza a todos.
Les has visto alguna vez?
Te has fijado en uno de ellos, cuando se ha parado en mitad de una plaza desierta?
Cuando los rayos de luna se entrelazan con su cabello e iluminan su cara, mientras echa la vista al cielo en silencio?
A su espalda veras el reflejo blanquecino del fantasma de sus alas, grandes y orgullosa, con las plumas desgarradas, ennegrecidas, y los nervios partidos. Alguien les ha cortado las puntas, para que ya no puedan volar.
Son los ángeles de las alas rotas.
Pero jamás tientes demasiado a tu suerte, ni confíes ciegamente en la luz de las farolas.
