#Fic participante del Reto #50 "El Reto Definitivo"; del foro "Alas Negras, Palabras Negras".
Disclaimer: Los personajes son propiedad de George R. R. Martin.
Arthur Dayne/Lyanna Stark
Poderoso Veneno
I
Lyanna exige su presencia, rugiendo como la loba que es, debatiéndose entre tus brazos. No quieres reforzar el agarre, porque temes lastimarla. Ella sólo desea una explicación. Tú, un poco de paciencia.
Pero te cuesta hacerla entrar en razón. ¿Cómo explicarle eso a una niña con cuentos de caballeros alados en la cabeza? Ella ignora que desato una guerra, que destrozo una familia. Que separo a un padre de su mujer e hijos.
A veces le culpas, le odias. Deseas apretar ese cuello esbelto que tiene, arrancar de sus ojos de tormenta la vida, que desaparezca, poner un fin a la tragedia.
Te contienes. No osas levantar ni un solo dedo al sentir sus rasguños en las mejillas.
Porque ante todo, eres un caballero y los caballeros protegen a los débiles, a las mujeres, a los niños.
Y a incautas doncellas raptadas de castillos.
II
Es la primera vez que la observas llorar.
Cae derrotada en la cama, triste y desolada.
En sus manos, la corona de rosas azuladas se marchita. Los pétalos muertos caen en el suelo, son días olvidados de un comienzo apasionado.
Debe de extrañarlo. Hace semanas que no reciben noticias de él, y es evidente que eso la está matando.
Intentas continuar impasible, apoyado sobre tu esplendido espadón. Ya has hecho bastante por esa chiquilla.
Bajas la mirada, delineando el suelo de fría piedra. Oyes sus sollozos, desgarrados, lastimeros. Finges que no escuchas nada. Y entonces sientes sus finos dedos en tu hombro izquierdo.
Te exige que le mires. En su voz, se palpa la derrota. La indómita loba se ha resignado al confinamiento al cual Rhaegar la somete. Su fuego se apagó, ya no hay mas chispa de pasión.
No entiendes porque obedeces.
Es tan pequeña, delicada y más frágil que nunca en estos momentos. En un ramalazo de confusión, odias al Príncipe Dragón. Maldices a Robert, a Eddard. Ellos tienen la culpa del estado de Lyanna. Culpables, malditamente culpables.
Los tres. Todos juntos, que los Otros se los lleven.
No comprendes porque lo haces. No entiendes bien que sucede. Y, yendo contra los juramente recitados ante los Siete Dioses, la besas con una pasión que creías dormida, desaparecida.
III
Afuera de tu prisión el mundo arde en llamas, en lenguas de fuego que lo devoran todo, arrasando a su paso la última fuerza menguante de protección.
Aprietas el mango de la espada, aferrándote fuertemente a Albor. Cuantas hazañas has llevado a cabo en ese afilado acero. Tantas que casi merece la pena morir por amor.
Sabes que él llegara. Que vendrá a buscar a su hermana. Ya no hay salida, no hay escapatoria. Los Targaryen cayeron, desde el Rey Aerys, terminando en el príncipe Rhaegar. Hasta su familia, pobres seres que murieron espantosamente.
No permitirás que le pase nada malo a Lyanna. No a la mujer que amas, que yace en la cama en un charco de sangre. Pues el niño se abrió paso a fuerzas para llegar al mundo. Su recién nacido, el diminuto Jon.
Y si morirás, será salvándolos.
Por amor a Lyanna, por amor a Jon.
«Amor. El veneno más dulce que he probado yo»
