Disclamer: Naruto no me pertenece, es propiedad de Masashi Kishimoto.


Recién eran las nueve de la mañana, cuando la alarma de Boruto Uzumaki le hizo despertarse con un humor más pésimo de lo normal.

El ambiente apacible y cálido que siempre podía disfrutar en las mañanas libres quedó interrumpido por el incesante sonar de la alarma, y sin pensarlo, con un manotazo de mala gana al botón de apagado, volvió a envolverse entre sus cobijas.

Eran las doce con treinta minutos, cuando el hijo del Hokage, salió corriendo a toda prisa, con el cabello húmedo, una madre que observaba con preocupación a su hijo salir corriendo desde el umbral de la puerta, y probablemente, en algún lugar de la aldea, una novia enojada.

A Sarada se le conocía por pertenecer al afamado y extinto Clan Uchiha, pero haciendo de lado su apellido, entre sus muchas cualidades y defectos, se le conocía por su puntualidad.

Y del mismo modo que ella se exigía a sí misma llegar a tiempo dorado, naturalmente, exigía a los demás tener una puntualidad impecable, incluso si la persona en cuestión era su novio Boruto, conocido por exactamente lo opuesto que ella.

El hijo mayor del Hokage era ruidoso, impulsivo, apasionado, y si se le comentaba lo similar que era a su padre cuando tenía su edad, soltaba improperios a diestra y siniestra, justo como haría su padre si se le insultara.

Pasó de largo a los aldeanos que le saludaban, al equipo InoShikaCho, a un aparentemente desinteresado Sasuke Uchiha, y a otro montón de caras conocidas, que se volvían un borrón ante el único pensamiento racional en su mente.

Su novia.

Iba a matarlo cuando llegara, no lo dudaba. Sarada era conocida por muchas cosas, y desafortunadamente, entre ellas estaba la fuerza monstruosa que lucía sin tapujos cuando su también conocido mal carácter se hacía presente.

-Mierda-maldijo por lo bajo al ver a su novia parada de brazos cruzados, y deseo ser el nieto del Rayo amarillo de Konoha por algo más que nombre y sangre-Mierda, mierda, mierda…

Sarada arqueó una ceja al ver a su novio casi botar los pulmones en su carrera.

Si había algo que no toleraba ella era la impuntualidad, y entre los cuchicheos y la indecisión de que llevar a su cita, ella aún había logrado llegar a tiempo.

-Lo siento tanto, cariño-se lamentó teatral Boruto, echándole los brazos en torno al cuerpo a su novia, con el pulso acelerado y el cuerpo bañado de…

-Boruto, ¡apestas!-se quejó Sarada, entre fastidiada y avergonzada por la aparatosa expresión de afecto de Boruto.

Si, tenía que apestar, porque por las prisas, si bien no olvidó ponerse pantalones o camisa, como le pasó muchas veces antes, no se había puesto desodorante encima.

Sarada era tolerante, no era glamorosa, y al haber visto a sus compañeros de equipo en situaciones incómodas que cohibirían a cualquier chica, sabía que el cuerpo masculino despedía sudor, igual que el suyo, y no era un olor bonito.

Estaba acostumbrada a los abrazos sudorosos, los besos con sabor a pescado o hierbas silvestres, y al rostro de Boruto cubierto de cortes, tierra o moretones. No le desagradaba.

Eran ninjas, era la vida que tenían y ella lo aceptaba con orgullo.

¡Pero hasta los ninjas debían arreglarse de vez en cuando! Era su primera cita oficial, y se negaba rotundamente a que su novio apestara las calles de Konoha por su descuido.

-Boruto, ve a ponerte desodorante-se quejó abanicando el aire.

-Bah, pero Sarada, me apuré tanto en venir aquí, ¿piensas hacerme volver a casa?-sacó el labio inferior, con esos profundos ojos azules fijos en ella-¿Te doy asco?

-Cuando apestas así, si- contestó ella, altiva.

-Aww, ¿entonces no quieres un besito?- apretó los labios, y sin darle tiempo, la apretó contra su cuerpo, dandole un pequeño y casto beso en los labios.

Sarada frunció el ceño, pero aceptó el gesto sin decir nada.

Era verdad que el olor de Boruto era desagradable, y demasiado fragante para su gusto, pero dentro de todo, y con un rubor suave en sus mejillas, no logró cortar de sus pensamientos que, también encontraba atractivo el masculino aroma de su novio pegado a ella, con su cuerpo cubierto por una ligera y cálida capa de sudor, dandole un brillo sensual a sus músculos en formación, y…

-Sarada, se te empañaron los lentes.

-¡Cállate!-exigió apartándose del chico de golpe, no sin darle uno antes, uno atinado en el pecho-¡Te dije que estabas sudado! ¡Hasta empañaste mis lentes!

-No tenías que pegarme tan fuerte-se quejó como un niño pequeño, acariciando su pecho.

-¡Terminemos con esto!-lo sujetó de la mano sin cuidado, pasando por alto un crujido proveniente de la unión de sus manos-Vamos al cine.

-Sarada, mi mano-lloriqueó Boruto, intentando zafarse desesperadamente del agarre férreo de su novia.

-¡No seas tan llorón, Boruto!-arrastró al chico por varios minutos sin nada más que el silencio, y los quejidos de él llenando el ambiente. Con un suspiro, aflojó la mano con la que tenía prisionero a Boruto, y sin agregar nada, la acercó a sus labios. El contacto fue corto, suave, y le dejó a ambos un sonrojo prominente en las mejillas-Ya, ¿contento?

Si era posible, Boruto estaba aún más sonrojado que Sarada, casi parecía que fuera a echar humo por los oídos en cualquier momento.

-¿Eh? Sí…

Sarada asintió, satisfecha.

Le enternecía tanto, que apenas podía contener un chillido de ternura. Y todo eso era suyo.

-Bien.

Boruto podía ser pícaro, travieso, atrevido, rebelde, y mucho más. Algunos le consideraban un "chico malo", y el ser el hijo del Hokage actual, no hacía más que darle atractivo al chico.

Sin embargo, frente a ella, y aunque intercambiaron besos fogosos en ocasiones, ese tipo de gestos descoloraban a Boruto.

Alguna vez, recordó oír a su madre que lo había heredado de Hinata, y no terminaba de agradecerlo.

Así, se llevó al chico sonrojado hasta las orejas y el cuello, con los ojos azules en algún punto perdido al cielo, y sin percatarse de que los transeúntes y observadores casuales no eran los únicos que les miraban.


Bueno, eso es todo.

Sé que esta corto, pero esta será una historia corta de por sí.

Espero subir el próximo capítulo esta semana, y así concluirla la semana que viene.

¡Que lo disfruten!