Una breve historia que se me ha ocurrido a altas horas de la noche...
Madre
Steven se limpió las lágrimas mientras estrujaba contra su pecho el viejo VHS. Durante toda su vida su madre fue Garnet, la que lo cuidaba, Pearl quien lo educaba y Amethyst como una hermana mayor que siempre estaba ahí. Steven tenía un padre, para él el mejor padre que hubiese podido desear, y tres madres. Era un niño con suerte y lo sabía, había otros muchos que no contaban con eso. Mas Steven sabía que ninguna de las gemas que había en casa era su madre, por mucho que las quisiera. La siempre presente Rose, grandiosa, bella, poderosa; su madre, un estándar al que se sentía incapaz de llegar.
Sabía que su padre la amaba, solamente había que mirar su cara cuando hacía mención a ella. Las gemas la idolatraban, eso estaba claro. Pero Rose no estaba, porque él había nacido. Sabía que le querían, no tenía ninguna duda, pero a veces se planteaba si todo el mundo no sería más feliz si él nunca hubiese nacido, tendrían a su poderosa líder y no han un niño medio humano que no controlaba sus poderes y nunca sería capaz de ser como ella.
Con el tiempo llegó a pensar cosas que le asustaban y le hacían sentirse mal, cosas que no era capaz de expresar en voz alta. Esa altiva y bella imagen no le provocaba calor en el pecho, no podía decir que sintiese por ella más que por cualquier personaje de los libros que le gustaba leer, porque para él eso era su madre, un personaje de un relato frío, perfecto y hermoso.
Ver florecer el moho hasta convertirse en hermosas flores le hizo sentirse cercano, comprender un poco el corazón que había detrás de esa imagen, la capacidad de crear y encontrar belleza mientras que las flores volaban por toda Beach city le hizo sentirse por un momento conectado a ella. Por unos segundos se vio con ella en su santuario, aunque fuese unos pocos instantes.
Pero ahora tenía algo que necesitaba, algo que hasta ese momento nunca se dio cuenta de desear. Unos pocos minutos, su voz, sus palabras. Su madre le amaba de todo corazón, y el corazón del pequeño Steven era demasiado cálido y grande como para no acoger a su madre. Con cuidado, tocando su gema por encima de la ropa lo comprendió. Su madre no era un personaje lejano y distante. Su madre vivía, literalmente en él, siendo el ser más cercano a su persona, pues era la mitad de su ser. Rose nunca lo infravaloraría, ni lo consideraría inferior. Para ella él era el ser perfecto y maravilloso que para él era ella. Era su fusión con Greg, realmente comprendió que estaba hecho con tanto amor que le desbordó y, por primera vez, Steven vi en el cuadro de la entrada no belleza fría, sino el cálido recuerdo de su madre.
