He aquí el triste cuento
Del terrible tormento
Del pobre chiquillo
Muy lindo pero lento
Y del varón gandaya
Que en su mal lo haya
Le dio por el fundillo
Y le pagó con morralla

Era el muchachito
Rubio y muy bonito
Su nombre era Len
La víctima del delito
Vino Kaito de caliente
Atacolo de repente
-¡A ti te doy también!-
Aterrando al inocente

-¡Pero, espere, señor
Que comete un gran error!
¿Qué no ve que soy varón
Y no sirvo para el amor?-
-Podrás ser un caballero
Más aún tienes agujero
Aquí soy el más chingón
Y te despacho primero-

Con el ansia que no espera
Como burro en primavera
Lo amarró con la bufanda
Para que no se le huyera
Después de unos bofetones
Arrancole los botones
Por hacer acción nefanda
Rompiole bien los calzones

De una buena patada
Le deja nalgas hinchadas
Por más que Len haga esfuerzo
Trae las piernas separadas
Sin perder ya la ocasión
Se baja Kaito el pantalón
Con su cara de perverso
-Yo ya quiero diversión-

Con un instinto animal
Se prepara a obrar mal
Entrará por vez primera
En su hoyito virginal
Pensando que aún le guarde
Len suelta un golpe muy tarde
Kaito golpea posaderas
Mientras le espeta -¡cobarde!

Kaito está en su calentura
Manoseando a la criatura
Que su mala acción denigre
Y la mancille sin cura
Cual si fuera bayoneta
Va y le clava la lanceta
Tan fuerte que sale sangre
Y al sentir Kaito se inquieta

Es su dolor tan agudo
Que Len suelta un gran gemido
Kaito le grita, gustoso
-¡Qué rico el chico te mido!
Len no tiene escapatoria
Está al fondo de la noria
Su destino pavoroso
Se le graba en la memoria

-¡No disimules, chiquillo
Bien que te gustó el membrillo
Y sentir por dentro el fierro!-
Dice jadeando aquel pillo
A Len que en pánico llora
Maldice mil veces la hora
Que se topara en el cerro
A aquel vil que lo devora

Kaito va, mete y saca
Haciendo gran alharaca
En el pobre Len abierto
Mientras se embarra de caca
Y mientras, Len ya no piensa
Ni ofrece ya su defensa
Con el rostro ya cubierto
Es tan grande su vergüenza

Kaito dejó dentro el fruto
Disfrutó tanto el muy bruto
Vertiendo en Len sus mecos
Y le dijo –¡ya eres puto!-
Mientras, Len nada podía
Las lágrimas se le salían
Parado sobre pies chuecos
-¡Me han quitado la hombría!-

Kaito sonriendo se alejó
Al pobre Len arrojó
Sangrando por detrás
Pues casi lo despellejó
Unas cuantas monedas
Le dejó – Para que puedas
Comprarte una ropa más
La próxima vez que me veas-

Sin confesar el ultraje
Quedole como un tatuaje
A Len lo que había vivido
El miedo, dolor y coraje
Quedando él ya desnudo
En el árbol que él pudo
Sintiéndose ya perdido
Ató a su cuello un nudo