DISCLAIMER: DEATH NOTE PERTENECE A TSUGUMI OHBA Y TAKESHI OBATA.
Confesión. El precio de la distancia.
El chofer lentamente le abrió la puerta de aquella lujosa limusina negra.
Primero sacó un pie y luego el otro, Misa Amane sonrió al encontrarse nuevamente frente al lugar donde había pasado gran parte de su infancia y adolescencia.
El costoso vehículo se marchó, dejándola sola con la ola de pensamientos y recuerdos que comenzaban a hacerse presentes. Ella cerró sus ojos. Cinco años habían pasado tan rápido, pero a la vez tan lentos, la última vez que pisó ese jardín era una joven ingenua con un sueño y una carta.
De pronto, la imagen de un muchacho de cabello blanco apareció fugazmente en su mente. Suspiró y abrió sus ojos miel. Hoy lo vería. Luego de tanto tiempo, volvería a encontrarse con Near. No estaba segura si sentirse feliz o triste, después de todo el día que ella decidió marcharse, él…
—¡Voy a extrañarte mucho! —decía Linda al momento que la abrazaba.
—Yo también, amiga. Voy a extrañarlos mucho a todos —expresaba la rubia, devolviéndole el abrazo.
En ese momento, Mello y Matt llegaron corriendo. Misa les sonrió y los abrazó con todas sus fuerzas, intentado contener las lágrimas, pero era en vano.
El taxi que la llevaría al aeropuerto acababa de llegar. Pero aún no podía marcharse. Faltaba despedirse de él. ¿Por qué no aparecía?
Misa secó sus lágrimas y miró a sus amigos.
—¿Buscaron en su habitación?
—Sí, Misa. Lo buscamos por todos lados, pero no pudimos encontrarlo —le explicó Mello.
—Ya veo, está bien, comprendo que esté molesto, pero igual creí que vendría… —manifestaba ella, con tristeza.
—Misa-Misa no le hagas caso. Ve a cumplir tu sueño y sé muy feliz. Nosotros te estaremos esperando —le dijo Matt, dulcemente.
El llanto de la rubia nuevamente se hizo presente, tomó aire y volvió a abrazarlos a todos.
—Ya está, no puedo abrazarlos más o no me iré —decía entre risas y llantos—. ¡Los quiero muchísimo a los tres! Cuídense.
Una fuerte y cálida brisa la devolvió a la realidad. Debería entrar, había invertido mucho tiempo en prepararse y no quería que el impredecible viento arruinara su peinado. Llevaba el cabello recogido en un elegante moño, dejando unos pocos mechones sueltos y lucía un espectacular vestido de gala blanco,que resaltaba su bella figura, pues los años le habían venido muy bien; la joven se había convertido en una hermosa mujer. Para completar el conjunto, tenía zapatos de taco del mismo color que su vestido y una chalina rosa que combinaba con su maquillaje, esmalte de uñas y cartera.
Comenzó a aproximarse al edificio, mientras miraba a su alrededor. Parecía que el tiempo se había olvidado de pasar por la institución, todavía estaban los mismos árboles, los mismos columpios. Hasta las flores parecían iguales a cómo ella las recordaba.
Se detuvo frente a la puerta, sus manos temblaban ligeramente, esta noche no sólo lo vería a él, sino también a sus amigos y eso la emocionaba de sobremanera. Puso su mano en el picaporte y la abrió. Dentro, la sala principal estaba decorada para la ocasión: había música, mesas, buffet y un estrado con un micrófono. El lugar estaba casi repleto; algunos bailaban, otros comían y el resto conversaba.
Misa desesperadamente comenzó a buscar a sus afectos con la mirada. Le pareció que aquella joven que se encontraba de pie contra una pared, luciendo un sencillo vestido negro y con el cabello suelto por los hombros, era Linda. Se acercó a ella despacio, quería cerciorarse de que efectivamente se tratara de su amiga.
—¿Linda? —preguntó con inseguridad.
—¿Sí? —la castaña se giró a mirarla, pero no la reconoció.
—¡Linda soy yo! —exclamó la rubia.
La joven dudó por un momento y miró de arriba abajo a la persona que tenía enfrente. Al poco tiempo, el rostro de ella se tornó en una mezcla de sorpresa y preocupación.
—¿Misa?
La susodicha no contestó y simplemente abrazó a su amiga con mucha ternura. Linda permaneció quieta unos instantes y luego correspondió el saludo.
—No te esperaba todavía, en tu último e-mail decías que llegarías más tarde —comentaba la castaña, al momento que la soltaba.
—Es que conseguí un vuelo que salía antes —explicó Misa, sonriendo—. ¡Estás preciosa! —le dijo, mientras la contemplaba con alegría.
De pronto, su mirada se detuvo en una de las manos de su ex compañera de cuarto. ¿Un anillo? Misa no le dio importancia y siguió observándola, pero casi por instinto su vista volvió a aquel objeto. Eso no parecía un anillo cualquiera, sino uno de…
—¡Compromiso! —fue lo único que exclamó la rubia, atónita, mientras tomaba la mano de Linda para mirar más de cerca.
La castaña se sonrojó de inmediato, al tiempo que trataba de buscar una explicación. Misa la sorprendió, llegando más temprano de lo que debía…
—No puedo creerlo, Linda. ¡Qué genial! Te felicito de corazón —la joven le sonrió dulcemente, soltando su mano.
Linda reía con nerviosismo y permanecía sin decir nada.
—¿Y quién es el afortunado? ¿Lo conozco? —interrogó Misa, con curiosidad.
En ese momento, sintió que sus ojos eran tapados por unas manos. Ella sonrió divertida.
—Mmm —murmuró mientras inhalaba con fuerza—, inconfundible olor a tabaco, no puedes engañarme, Matt.
Él destapó sus ojos y ella se volteó para verlo. El inminente abrazo no se hizo esperar.
—Misa-Misa, ¡te ves estupenda! —la elogió él.
Cuando ella iba a responderle, otra persona se hizo presente en el pequeño encuentro. Los ojos de Misa se iluminaron de inmediato.
—¡Mello! —gritó, abalanzándose sobre él, haciendo que el joven casi se cayera.
—A mí también me da gusto verte, Misa — le dijo él, luego de que los saludos concluyeran.
—Pero llegaste temprano, teníamos pensado sorprenderte yendo al aeropuerto —informó Matt.
—¡Qué tiernos! Al final pude tomar un vuelo antes —decía Misa, al tiempo que miraba a sus amigos—. Déjenme decirles que el tiempo fue generoso con los dos, ¡se ven de maravilla!
Y así era. Matt casi no había cambiado, sólo que ahora era más alto. Llevaba puesto un jean azul oscuro, camisa blanca y una chaqueta negra. Mello también había crecido bastante. Su cabello seguía largo, pero un poco más desordenado que cuando adolescente. Estaba usando pantalones y campera de cuero negros, y una musculosa del mismo color. Misa los contemplaba con alegría y nostalgia.
—Por cierto, felicitaciones por la portada en la revista —la alabó el rubio.
—¡Sí! —se sumó el pelirrojo—. Oigan deberíamos ir a sentarnos, en cualquier momento Watari dará el discurso.
Todos asintieron, a excepción de la castaña.
—Linda, ¿no vienes? —preguntó Misa.
La joven no respondió, estaba totalmente distraída y perdida en sus pensamientos.
—¿Linda? —volvió a llamarla.
—¿Eh? Ah, sí disculpa. Estoy algo ausente, adelántense, en un momento estaré con ustedes.
Misa se extrañó, pero cuando iba a decir algo fue literalmente arrastrada por Mello hacia la mesa que ellos estaban ocupando previamente.
—Mello, tú sí que no cambias más —lo retaba ella mientras se sentaba—. Sabes que siempre serás mi preferido.
El rubio rió y asintió con nerviosismo, ¿por qué todos actuaban tan raro?
—Así que lo conseguiste Misa-Misa, tu viaje no fue en vano lograste cumplir tu sueño de ser una modelo famosa —le sonrió Matt.
—¡Sí! —Exclamó ella alzando los brazos—. ¿Y ustedes qué han hecho? Sus e-mails no decían demasiado…
—Bueno, la compañía de video juegos que fundé hace unos años está comenzando a dar sus frutos y la mejor parte es que Mello trabaja para mí —río el pelirrojo.
Misa también rió y Mello se cruzó de brazos haciendo un gesto de molestia.
—Pero lo que en realidad quiere es ser un guitarrista, todos los días se la pasa practicando —susurró el joven de ojos verdes al oído de Misa.
—¡Cállate Matt! —lo retó el rubio, poniéndose de pie.
—Mello, no te enfades. Me parece fantástico que quieras tocar la guitarra, cuando formes tu banda me avisas y yo canto —lo animó Misa.
El joven de ojos azules suspiró, mientras se sentaba y Matt le agradeció a la rubia por su rápida interferencia.
—Oye Misa, ¿dónde te quedarás esta noche? Supongo que tu nuevo apartamento aún no está listo —quiso saber el rubio.
—No, lo estará en algunas semanas. Me hospedaré en un hotel de la ciudad, enviarán ahí parte de mis cosas y el resto cuando el piso esté listo —explicó ella.
—¿Hotel? ¿Por qué mejor no te quedas con nosotros? —propuso Matt.
—¿Eh? ¿Con ustedes?
—¡Claro! Será como en los viejos tiempos. Nosotros tenemos una casa cerca del centro. ¿Verdad que está bien, Mello? —el pelirrojo miró a su amigo.
—Sí, por supuesto. Ven con nosotros, Misa. Te puedes quedar hasta que tu departamento esté listo —le sonrió el rubio.
—¡Sería fabuloso! —la joven sonrió entusiasmada—. Así recuperaremos el tiempo perdido.
—¡Esto merece un brindis! —propuso Mello, abriendo uno de los vinos espumantes que estaban sobre la mesa.
—¡Salud! —exclamó el trío y luego cada uno bebió de su copa.
Cuando terminó su trago, Misa se quedó pensativa un momento. Luego su vista se giró hacia las manos de sus dos amigos. Sabía que era una tontería pensarlo, pero de todas maneras quería asegurarse.
Nada.
Ninguno llevaba anillo. La joven rió para sí misma ante tal idea. La verdad sería una situación muy graciosa si el prometido de Linda resultara ser Matt o Mello.
—¿De qué te ríes? —el muchacho rubio la sacó de sus pensamientos.
—Nada, nada —Misa hizo un gesto con las manos, restándole importancia al asunto—. Por cierto, Linda dijo que vendría pero no se ha aparecido.
Los jóvenes intercambiaron miradas y luego se encogieron de hombros.
—¿Se enteraron que está comprometida? —preguntó la rubia, con efusión.
Los dos hombres presentes volvieron a mirarse, esta vez luciendo preocupados. Misa lo notó, mas cuando iba a preguntarles, las luces y la música del lugar se apagaron de pronto. Sólo quedó iluminado el pequeño estrado y el señor Roger se hizo presente. Los tres amigos se pusieron de pie, y se sumaron a los aplausos del resto de los invitados.
—Buenas Noches —comenzó a decir—. Primero que nada quiero agradecerles a todos su presencia en esta velada. Como ya saben es una ocasión muy especial, pues hoy nuestro querido orfanato cumple cincuenta años.
Más aplausos.
—Así es, antes de darle la palabra a mi querido amigo y fundador Quillsh Wammy, les quiero presentar a alguien especial. Él se destacó con excelencia en todas las materias, siendo el mejor alumno de su generación y hoy es uno de los más reconocidos arquitectos en toda Inglaterra. Damas y caballeros, con ustedes Nate River.
El corazón de Misa se detuvo por un instante cuando escuchó su nombre. Near lentamente se fue acercando al estrado, mientras todo el mundo aplaudía. Todos salvo Misa. Por un momento, el bullicio y alboroto se hicieron insonoros, pasando a segundo plano. Sólo era ella, inmóvil y él, leyendo un papel sacado de su bolsillo. De pronto su corazón pareció volver a su cuerpo latiendo con rapidez, lo que había vivido con él ahora se hacía presente en cientos de imágenes en su mente. Todo parecía tan fresco, como si el tiempo no hubiera pasado y verlo ahí ahora, todavía la hacía sentir igual que cinco años atrás. Estaba tan hermoso. Vestía un smoking blanco unos cuantos talles más grande, que salvo por la chaqueta, era como si tuviera su ropa pijama de siempre. Su cabello permanecía igual y le dio la impresión de que no estaba mucho más alto a como ella lo recordaba.
El discurso terminó y los fuertes aplausos hicieron que Misa volviera a la realidad. Quería verlo. Quería hablar con él ahora. Comenzó a abrirse paso entre la gente, pero pronto sintió que algo le impedía avanzar. Ella se volteó y vio a Mello sujetándola del brazo.
—¿Qué…? —balbuceó la rubia.
—Misa, por lo menos espera a que Watari termine de hablar, ya podrás ver a Near más tarde.
La joven comprendió y asintió, Mello soltó su brazo. Él tenía razón, en este momento debía permanecer ahí, buscaría al muchacho de pelo blanco cuando el discurso de Watari concluyese. No quería ser mal agradecida con el hombre que le salvó la vida, tanto a ella como a la mayoría de los presentes. Después de todo, él fue la primera persona que creyó en Misa al darle la oportunidad de ingresar al orfanato.
Cuando el susodicho terminó sus palabras, todos los invitados lo ovacionaron. No era para menos, su oratoria había de lo más conmovedora y emotiva. La música no tardó en re aparecer y el ambiente volvió a lo que era antes. Misa reanudó sus pasos, proponiéndose encontrar a Near.
—Misa-Misa espera —el pelirrojo hizo que la muchacha se detuviese—, baila conmigo esta canción —pidió él.
Ella se detuvo para escuchar la melodía, era una muy conocida de su época de adolescencia, la petición de Matt era entendible, por lo que la joven accedió. Mientras se movían al compás de la música, Misa pudo divisar una cabellera blanca a unas mesas de distancia. Entre Matt y el resto de los bailarines su vista era tapada ocasionalmente, pero veía que Near seguía allí sentado. Decidió que cuando terminara la canción, iría a su encuentro. De pronto, pudo ver que alguien tomaba asiento al lado del albino, Misa levantó la cabeza, aquella persona llevaba un vestido negro y cabello castaño. ¡Linda! Qué extraño, Misa sabía que ella y Near habían estudiado en el mismo lugar porque la castaña quería ser pintora, sin embargo en todas las conversaciones que mantuvieron, Linda jamás le nombró a Near y siempre parecía cambiar de tema cuando Misa preguntaba por él. Por todo esto, la rubia permaneció atenta a la situación, mientras seguía bailando. Parecía como que discutían, podía ver que Linda le hablaba con intensidad haciendo gestos con sus manos, mientras que él sólo asentía. De repente, notó que Near le entregaba algo y luego se ponía de pie. Le dijo una última cosa y a continuación se desvaneció. La rubia no comprendía nada. ¿Acaso ese trago de vino la habría afectado? En ese momento, vio como Linda hundía el rostro en sus manos. ¿Qué rayos…?
La canción finalizó. Misa inmediatamente soltó a Matt y se dirigió a aquella mesa. El pelirrojo no tuvo tiempo de reaccionar.
—¿Dónde está Misa? —preguntó Mello, llegando a la escena con un par de vasos llenos de licor.
El joven de ojos verdes miró hacia todas direcciones y se encogió de hombros.
—¡Idiota, no podemos dejar que hable con Linda! —lo retó el rubio.
Matt asintió y ambos comenzaron la búsqueda de la joven de ojos miel.
—¿Linda? —preguntó Misa, sentándose a su lado.
La castaña secó sus lágrimas lo más rápido y disimulado que pudo.
—Misa, hola. Disculpa, tengo una basura en el ojo —mintió.
La rubia se puso seria y se acercó más a ella.
—No me mientas, te vi discutiendo con Near. No entiendo nada, ¿desde cuándo son amigos? ¿Y por qué estás llorando?
Linda no pudo soportarlo más y abrazó a Misa con fuerza, mientras era poseída por un llanto desgarrador.
—¡Misa, perdóname! Yo quería decírtelo, pero, pero… ¡lo siento mucho!
La joven seguía sin comprender. En ese momento Mello se hizo presente, seguido por Matt.
"Mierda, ya se lo contó" -pensó el rubio.
—Espera, espera. ¿Decirme qué? —preguntó Misa, alejando a Linda.
La castaña seguía sollozando, miró al piso y le extendió la mano a su ex compañera de cuarto. Misa la tomó algo confundida. Era la mano que llevaba el anillo. ¿Y qué con eso? A continuación, Linda le extendió su otra mano, la cual estaba cerrada, y la abrió frente a ella dejando ver su contenido: otro anillo. ¿Qué significaba todo esto? ¿Acaso…? No, no eso era imposible.
—¿Qué me quieres demostrar con esto? —interrogó Misa, temiendo la respuesta.
Linda secó sus lágrimas y tomó aire. Cruzó sus brazos y se inclinó hacia delante, para estar más cerca de la rubia.
—Luego de que decidiste marcharte, Near estuvo muy mal. Volvió a ser el antisocial de siempre, pero peor que antes, pues los primeros días ni siquiera bajaba a comer. Yo me preocupé y comencé a dejarle alimentos cerca de su puerta. Pocos días después, dejó el orfanato sin decirle a nadie, Roger y Watari se preocuparon mucho, al poco tiempo se enteraron que se había ido a la Universidad. Un tiempo después de eso, me lo encontré ahí, como sabes yo estudié artes plásticas en ese lugar… —la castaña hizo una pausa y miró a Misa.
La rubia sentía que su corazón iba a explotar en cualquier momento. ¿Adónde quería llegar Linda con esta historia? Misa intentaba que la tan temida posibilidad ni siquiera cruzara su mente, pero era inevitable. No tenía más remedio que seguir escuchando, Linda prosiguió.
—Y bueno, recuerdo que él me agradeció por haberle dejado comida aquellas veces y después comenzamos a hacernos amigos. Hablábamos de ti todo el tiempo, era como una manera de tenerte cerca. A lo mejor alguna vez te preguntaste por qué él nunca se contactó contigo, era porque se enteraba de todo leyendo los e-mails que nosotras intercambiábamos.
Los ojos de Misa se abrieron de golpe, así que fue por eso… de alguna manera se sintió como un alivio saberlo.
—Y después, yo no sé cómo pasó, pero terminamos saliendo juntos —la castaña habló casi en un susurró, limpiando las lágrimas que se hacían visibles otra vez.
Luego de esa oración, Misa no escuchó más nada. Sólo se quedó ahí, observaba como Linda continuaba explicando y llorando, notaba que sus amigos la miraban con tristeza, veía como el resto del mundo seguía como si nada.
—Y hace unas semanas nos comprometimos...
No supo bien por qué, pero esa frase la oyó perfectamente. Near y Linda. Su mejor amiga y su primer amor. Parecía una pesadilla, tenía que serlo. La realidad no podía ser tan terrible.
Pensar que había creído que podría tratarse de Mello o Matt, al final era Near… De pronto, la cara de Linda se deformó y todo alrededor comenzó a girar. Lo último que la joven pudo divisar fue a un borroso Mello corriendo hacia ella.
Misa se encontraba recostada en su cama contemplando una revista de modas, cuando alguien llamó a la puerta. Linda, quien estaba haciendo su tarea, se dispuso a abrirla.
—Buenas tardes, Linda. Por favor dile a Misa que esta carta acaba de llegar para ella —informó Roger.
La rubia saltó, poniéndose de pie y corriendo hacia la puerta. Tomó la carta con rapidez y sus ojos se iluminaron.
TOC TOC.
—¿Misa? —se oyó desde el interior.
La joven entró de pronto y abrazó a Near con fuerza. Él sonrió.
—Te ves feliz.
Ella lo soltó y acto seguido, lo contempló con alegría. Había pasado casi un año desde la noche en la que ellos se habían reconciliado y desde entonces habían mantenido una discreta, pero intensa relación.
—¡Me aceptaron! —exclamó ella, eufórica.
En ese momento, el rostro de Near cambió por una expresión de melancolía. Él se dio la vuelta y tomó asiento en su escritorio.
—Entonces te irás… —le dij,o sin mirarla.
—Near, es mi sueño —ella de verdad quería que él comprendiera.
—No, Misa. Es sólo un capricho tuyo, podrías convertirte en modelo aquí y eso lo sabemos muy bien los dos.
—Sí, pero la escuela de modelos de Nueva York es de las mejores del mundo y ellos me aceptaron, Near. ¿Por qué no entiendes lo importante que es esto para mí? Yo quiero ser la mejor y para eso tengo que concurrir al mejor lugar.
Él permaneció en silencio.
—Además, quiero que vengas conmigo.
Near se volteó, mirándola con confusión.
—Ven conmigo, Near. En N.Y. hay una prestigiosa Universidad de arquitectura, tan buena como la de aquí. Así podríamos estar juntos y…
—No —expresó cortante, volteándose nuevamente.
—¿Pero por qué? —exclamó la rubia.
—No voy a marcharme de aquí y dejar todo, sólo porque a ti se te antoje.
—¿Dejar todo? ¿Y qué es dejar todo para ti, Near? Somos huérfanos, no tenemos nada que perder. En todo caso la que pierdo soy yo, pues por lo menos tengo amigos… —Misa se arrepintió de inmediato del comentario—. Discúlpame, no quise…
Near negó con la cabeza.
—Tienes razón, tienes mucho más que perder que yo. Aun así decides irte, dejándome a mí y a tus amigos, por un sueño tonto que podrías realizar aquí mismo. La gente siempre se va… Nunca debí haberte perdonado —le dijo con frialdad, mirándola.
Misa rompió en llanto de inmediato y acto seguido abandonó la habitación.
Misa sintió un paño húmedo en su frente y sus ojos se abrieron lentamente. Miró a su alrededor y no tardó en reconocer el lugar, se encontraba en la enfermería de Wammy's House. También pudo notar que Mello y Matt estaban sentados a su lado. Ella se incorporó despacio, retirando el paño de su rostro.
—Misa, qué gusto que estés… —comenzó a decir el rubio.
—¿Lo sabían? —interrogó ella, seriamente.
Ambos jóvenes se sorprendieron ante la repentina pregunta y luego intercambiaron miradas.
—Dejen de hacer eso, ¿lo sabían o no? —reiteró, sonando enojada.
—Sí, pero nos enteramos hace un rato cuando los vimos llegar juntos… —confesó Mello.
Misa apretó sus ojos con fuerza, no quería ponerse a llorar delante de ellos. Respiró profundamente y apoyó sus pies en el suelo. Alcanzó sus zapatos, se los colocó y se dirigió hacia la puerta.
—¡Misa-Misa aguarda! —pidió Matt, pero ella no se detuvo.
Contra el marco de la puerta se encontraba Linda, luciendo preocupada y mirando hacia el pasillo. Cuando sintió el grito de Matt, se volteó.
—Misa…
PLAF.
Pero su frase fue interrumpida por la inesperada cachetada que la rubia le proporcionó. Los jóvenes se quedaron helados, Linda de a poco levantó su rostro tocando su mejilla.
—Está bien, me lo merecía.
PUNCH.
Esta vez, fue un puñetazo.
PUNCH.
Y luego otro, haciendo que Linda cayera al suelo. Matt y Mello se aproximaron deprisa. El rubio agarró a la enfurecida joven, mientras el pelirrojo ayudaba a la castaña a ponerse de pie.
—¡Suéltame, Mello! No defiendas a una traidora —exclamó Misa, encolerizada.
—Déjala, Mello.
Todas las asombradas miradas se posaron sobre Linda.
—Está en todo su derecho y tiene razón, soy una traidora. Me enamoré de Near, no tengo perdón… —dijo, comenzando a llorar—. Igual no te preocupes, Misa. El otro anillo que te mostré era el de él, me lo devolvió hace un rato. Yo siempre temí que cuando te volviera a ver, él…
Los ojos de la rubia se abrieron de par en par. Intentó recordar, cuando los vio discutiendo le pareció que él le entregaba algo y luego ella había comenzado a llorar. Cada vez entendía menos. ¿Por qué Near abandonaría a Linda? Miró hacia todos lados, Mello aún la sujetaba, Linda intentaba ponerse de pie con la ayuda de Matt. Intentó calmarse, pero la ira se re apoderó de ella con facilidad. No quería hacer más nada, sabía que golpear a la castaña no era la solución. Necesitaba salir.
Aire.
Tras un brusco movimiento pudo zafarse de Mello y comenzó a correr llevándose bailarines, mesas, sillas y demás cosas por delante. Pero eso no la detuvo, siguió corriendo. Abrió la puerta y salió al patio, allí su trote continuó.
Se detuvo de pronto, un paso más y caería al lago. La blanca luna llena se reflejaba en él. Misa se dejó caer sobre el césped. Ya no importaba su cabello y su maquillaje comenzaba a arruinarse por las gruesas lágrimas que caían de sus ojos. No supo bien cuánto rato estuvo así. El tiempo era algo tan ambiguo. Lo odiaba. Por culpa de él todo esto había pasado.
No, ¿a quién quería engañar? Ella sabía perfectamente que si no se hubiera ido, nada de esto habría ocurrido. Si se hubiese quedado, la realidad sería otra. En este momento, ella estaría dentro del orfanato compartiendo un trago con Mello, bailando con Matt, riendo con Linda o charlando con Near.
Near… ella pensó que la razón por la cual él nunca le escribió fue porque estaba molesto. Sin embargo, hacía un rato Linda le había dicho que él se enteraba de todo por medio de sus e-mails… Ahí cayó en cuenta. La culpa era de ella, fue por ella que Linda y Near se habían vuelto amigos y luego novios y luego…
No quería pensar más, era demasiado doloroso. Le partía el alma, por más que sabía que la responsable era ella, no podía evitar sentirse traicionada.
Linda y Near. Near y Linda. Todo comenzó a girar nuevamente.
Se incorporó de golpe. Lo último que deseaba era volver a desmayarse.
Cuando lo hizo, la imagen de un anillo se hizo presente. ¡El anillo! Él se lo había devuelto a Linda. ¿Habría sido por ella? Claro que no, qué tontería. Era más que obvio que Near no quería saber nada de ella, ¿verdad? Le parecía que Linda había mencionado algo respecto a eso, pero no recordaba bien, la cabeza le daba vueltas, todo era demasiado confuso… No estaba segura qué cosas eran reales, o sueños, o recuerdos.
De pronto, sintió unos pasos detrás de ella. Suspiró, seguramente sus amigos la habían seguido.
—Quiero estar sola, por favor márchense —pidió la joven, sin voltear.
—Misa…
¡Esa voz era inconfundible! Ella se giró y apenas lo divisó, comenzó a llorar de una manera sumamente intensa, como no lo había hecho en años.
¡Buenas! Hasta acá el primer capítulo, ¿gustó? ¿No gustó? ¿Demasiado largo?
Espero con ansias sus comentarios =) y como soy mujer de pocas palabras, me voy yendo… hasta el capítulo que viene ^^.
