Feliz cumpleaños Nancy. Espero que te guste y a todos ustedes también.

Mi madre ya la tenemos en casa, pero no camina bien y me da miedo que vuelva a pasarle lo mismo. Soñé esto anoche, mientras dormía con ella. Espero que no sea tan malo, lamento si es muy tonto.

Disclaimer: Nada me pertenece, excepto la idea. Los personajes y locaciones, corresponden a JK Rowling y a la saga de Harry Potter. No pretendo violar alguna ley de copyright con éste fic, ya que está escrito con el único fin de entretener a mis lectores y a mi amiga Nancy. Sin fines de lucro alguno.

~ Tu horóscopo de hoy.

Las ocho con treinta de la mañana y ya estaba de mal humor, teniendo un día funesto, un día que podía llamar: "de tres Neville Longbottom".

Sus manos temblaban mientras se servía un poco de té y un par de bocadillos en el plato, ignorando el desayuno por completo. Ni siquiera sabía cómo podría ingerir una sola gota de esa humeante bebida frente a él.

- Parece que alguien despertó del lado equivocado de la cama. - la voz de Minerva no demoró en sobresaltarlo, mientras reducía los bocadillos a una fina arenilla sobre el plato y mascullando en voz muy baja.

- Ese... - pareció contenerse, aunque a Minerva no se le escapó que un poco de ese insulto, aún así brotó de entre sus dientes. - de Filch... ¡le dije que no tocara mis pociones y hoy en la mañana, decidió organizarlas y cambiar el orden! ¡Me equivoqué de poción en la receta que preparaba y el caldero prácticamente explotó en mi cara! Menos mal no era nada serio...

- ¿Qué estabas preparando? - preguntó Minerva con la típica curiosidad de un Gryffindor.

- Poción fortificante para la clase de primer año de Ravenclaw. Por culpa de Filch, terminé añadiendo sangre de salamandra y terminó explotando el caldero, en una substancia gomosa y pegajosa, que me tomó horas quitarme de encima y casi me pierdo el desayuno.

Antes de que Minerva pudiera responder, ambos escucharon un grito ahogado y casi que de la nada, Sybill Trelawney apareció tras ellos y sosteniendo el profeta entre sus manos.

- ¡Oh por Morgana, Severus! - exclamó y el profesor Snape se llevó una mano al rostro, para restregárselo con irritación. Lo que le faltaba, la loca de Sybill. - ¡Todo lo que sucedió... es lo mismo que dijo el horóscopo!

- ¿Ah sí? - preguntó Minerva con cierto sarcasmo en la voz. - ¿literalmente dice: "Cuidado, Filch cambiará el orden de tus pociones, lo que causará una explosión en tu cara"?

La profesora de adivinación no demoró en ruborizarse, tras la burla de Minerva sobre su rama de estudios. Negó con la cabeza una y otra vez, mientras Snape prácticamente empujaba su silla un par de centímetros lejos, tratando de evitar que la mujer le sacara un ojo mientras sacudía todos esos collares y sus largos aretes.

- Aunque lo más extraño es que también dice que alguien cercano a ti, va a besarte...

- Yo pudiera besarte una mejilla si quisieras, Severus. - sonrió Minerva y el profesor Snape no tardó en ruborizarse y negar con la cabeza, una y otra vez.

- Ja ja... muy graciosa.

El bullicio de los estudiantes, fue evidente y muy pronto comenzó el desayuno propiamente dicho. Harry leía el profeta con mucha atención, mientras Hermione y Ron, se sentaban a su lado y lo miraban con curiosidad.

- ¿Qué hay de interesante en el periódico? - preguntó Ron, mientras se llevaba una salchicha a la boca e intentaba descubrir cómo llevarse un poco de picadillo de huevo, también a la boca y al mismo tiempo. Por supuesto que Hermione no lo aprobaba.

- Nada en verdad... - resumió el elegido, pasando las páginas con cierto aburrimiento. - sólo miro...

Y ya casi al final, leyó: "Tu horóscopo de hoy; no tengas miedo de besar a esa persona que tanto amas y demostrarle cuánto piensas en ella. Hoy es el día en el que quizá te den una respuesta que esperas."

Sonrió con mucha felicidad y doblando el periódico con poco cuidado, apenas y dio un par de mordiscos a su salchicha. Se levantó rápidamente de su asiento en la mesa de Gryffindor y caminó lo más aprisa que pudo, hasta detenerse junto a las puertas del gran comedor. Ni Ron ni Hermione pudieron detenerle y hacerle una sola pregunta.

Un maldito beso, sí claro... cómo no.

Mejor era terminar con ese estúpido desayuno y regresar a su despacho, para terminar todo el trabajo que Filch ya había arruinado y desde tan temprano.

- Profesor... - sintió un pequeño toque en uno de sus hombros y mientras caminaba en vías del vestíbulo. Al darse la vuelta, Harry Potter se encontraba de puntillas y con una sonrisa tonta, danzando entre sus labios.

- Ni me lo diga... - suspiró Severus con una ceja arqueada y una obvia expresión de sarcasmo en su rostro. - Entonces es usted quien me va a besar.

Harry se ruborizó de inmediato y antes de que pudiera decir alguna cosa, el profesor de pociones añadió:

- "Alguien cercano a ti, te dará un beso..."

El corazón de Harry comenzó a latir rápidamente y sus ojos se abrieron hasta su máxima expresión. ¿Cercano?

- ¿Y por qué sospecha que podría ser yo? Quizá yo simplemente quería hacerle una pregunta.

Severus rodó la vista y con otra expresión de burla, simplemente se cruzó de brazos y esbozó una sonrisa.

- ¿Qué otra persona podría ser? - dijo con voz suave, aunque al elegido no se le escapó que un delicado rubor había comenzado a teñir su larga y ganchuda nariz. - Entonces... ¿me piensa besar o no? Mire que mi día ya no puede ser peor y no tengo mucha paciencia. Y será mejor que cumpla con lo que dice el horóscopo y que me alegre el día.

Y Potter no demoró en sonreír, arrojándose a sus brazos y arrastrándolo hasta un rincón oscuro, tras las puertas del vestíbulo.