Este fic participa en el minireto de abril para "La Copa de las Casas 2014-15" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

La historia que se desarrolla a continuación utiliza personajes y trasfondo de J. K. Rowling.


—¡Rowena! ¡No!

Escuchó los gritos de los amigos de mi ama desde la distancia. Corren, pero no la alcanzaran a tiempo. Yo sí puedo. Apenas me separan un par de metros de ella y de su agresor.

—Atrás, Godric. Es demasiado tarde…

Su voz es apenas un lamento. Jamás la había escuchado hablar así, ni siquiera cuando Helena nos abandonó a los dos y ella pasó a ser mi ama. Su adversario se muestra confiado. Ha bajado la espada y la varita se mece entre sus dedos como si fuera un trozo de madera.

Gruño, pero solo eso. No puedo moverme. Mi pelaje se eriza de crispación y furia. Mis patas se clavan en la tierra ensangrentada, entre los cadáveres. Las zarpas se hunden, buscando una tracción que no podrá usarse. Miró una última vez hacia atrás y veo a los amigos de mi ama. Godric corre y es lanzado hacia atrás en un bucle eterno. No se rinde.

Salazar se mantiene en el borde mismo del escudo, lo toca con una mezcla de curiosidad y frustración.

Helga, entre ambos, se dedica a estrellar una espada rota contra el escudo, con el brazo izquierdo entumecido y la varita partida por la mitad, colgando de sus dedos agarrotados.

Vuelvo a mirar a mi ama.

—Es hora de morir —susurra con dulzura y frialdad el agresor, descubriéndose el rostro —. Hermana.

MORGANA. Rujó con furia. Aúllo a una luna cubierta por las nubes. Ella se ríe ante mis frustrados intentos de proteger a mi ama.

—El cachorro de Helena es incapaz de cuidar de su nueva ama, por lo que veo —Morgana se mofó de mí. No me importó. Mis músculos se tensaron y trataron de revolverse de su prisión etérea. Fue inútil.

—Déjalo fuera de esto, Morgana —gritó mi ama con angustia.

—No, hermanita. Voy a matar todo lo que ames. Empezando por ti —alzó la varita. No tenía tiempo. Algo se rompió en mi interior, mi pata trasera se desplomó, pero algo había levantado el maleficio.

Salte usando todas mis fuerzas con un furioso aullido.

Mis mandíbulas se cerraron sobre carne. Un líquido cálido se deslizó por mi garganta y algo frío y afilado se clavó en mi pecho. Me desplome sobre mi presa. Todo se convirtió en niebla, pero vi a mi ama llorar a mi lado.

Me despedí por última vez. Había cumplido con mi deber. Ella viviría.